Si realmente queremos amar, tenemos que aprender a
perdonar.
Madre
Teresa De Calcuta
Después del día en el que vergonzosamente me
derrumbe en medio de la habitación de Minho –precisamente junto a él–, mi vida
volvió a su cauce, dejando de lado mis frustradas salidas y ligues insípidos.
Comencé a ocuparme enteramente en mis
estudios y en buscar un nuevo lugar para vivir, uno que pudiera pagar con el
dinero de mi beca, afortunadamente durante el caos que atravesé, mi rendimiento
escolar no se había visto afectado. No obstante, los sitios que estaban dentro
de mis posibilidades eran incluso más deplorables de lo que mi antiguo cuarto,
por lo que odiaba más el hecho de no poder regresar a este.
Mi rutina consistía en universidad-búsqueda-casa,
no hacía nada mas por la falta de ánimo de encontrarme con Yunho, no quería
lidiar con él de nuevo, hacerlo era como retroceder dos pasos contrarrestando al
único que había logrado avanzar.
Aunque mi existir era como solía ser antes
de él, era extraño volver a este. Podía darme cuenta de esos espacios vacios a
los que estaba habituado, a los que la costumbre me hizo inmune, pero que esta
vez estaba siendo forzando a vivir con ellos. Podía negarlo todo lo que
quisiera, pero echaba de menos compartir mi mundo con alguien.
Por las tardes siempre tomaba mi mochila y
me iba de un espacio a otro dentro de la casa, intentando alejarme de Minho. Él
nunca me decía nada, pero sabía que solo era cuestión de tiempo para que
estallara. Existían pendientes entre nosotros y yo deseaba que estos aún no
tuvieran que enfrentarse.
Había también aprendido a aceptar las
críticas y tontos comentarios que me daban todos mis conocidos. Ellos no
necesitaban recordarme cuan diferente me comportaba o cuan aburrido me había
vuelto.
Oficialmente podía ser llamado un ratón de
biblioteca puesto que pasaba mucho tiempo en ese lugar, leyendo bastantes más
artículos de economía de los que podía recordar. Pero eso era tan solo una
etapa, así que no me preocupaban los rumores que rondaban sobre mí.
Estaba empezando a adaptarme al nuevo yo,
sin mirar lo que dejaba atrás. De seguir así no se que habría resultado, cualquier
posibilidad de saberlo se borró en la entrada a la mansión de la familia Lee.
El hombre que había intentado evitar, estaba ahí de pie con su vista al suelo.
—Creí que habíamos acordado en algo la
ultima vez —dije cruzándome de brazos.
—Lo dejé —contestó alzando su rostro,
dejándome al descubierto sus heridas en este—. Me salí de la empresa, boté a
todos y no tengo más nada.
Mi corazón empezó a latir con fuerza, confusión
en todos los sentidos revoloteaba dentro de mi cabeza. No lucía como que
estuviera bromeando y definitivamente el morete en la parte izquierda de su
mandíbula dejaba claro que algo sucedió.
—¿No vas a decir nada? —habló acercándose—.
¿No era eso lo que me pediste?
—Yo no te dije que dejaras todo —atiné a
responder viendo como él fruncía el ceño.
—¿Eso significa que ni con esto volverás conmigo?
Lo pensé por un minuto, había olvidado que
esa era la condición que le di para estar de nuevo con él. Si lo rechazaba
representaría cortar irreversiblemente el lazo entre nosotros, el aceptarlo
sería desechar los malos ratos que pasé por su causa. Era de por sí bastante desconcertante
la manera en que mi cuerpo no tenia orgullo propio al querer ir hacia él en
cuanto habló. Así de patéticamente fácil era yo.
—¿En verdad abandonaste a ese hombre?
—pregunté centrándome en lo primordial para mí—. ¿En todos los sentidos?
Asintió solemnemente quitándose los lentes
semi-oscuros que llevaban puestos. —Con ritual y todo —Señaló la hinchazón debajo
de su ojo derecho.
—¿Quieres decir que es cierto eso de que
para salirte de la mafia es necesario que te golpeen?
—Sabes, estoy enfadado de que la gente nos
catalogue como mafiosos a todos aquellos que nos juntamos en grupo para hacer
negocios.
Rodé los ojos por su comentario, ignoro de
dónde sacó esa explicación por la que, según
él, le decían gánster, no era su agrupación, era el modo en que lucían, su
forma de comportarse y el miedo que emitían con su sola presencia.
—¿Si no lo son, por que utilizaron la
violencia contigo?
Se encogió de hombros volviendo a colocarse
las gafas. —Renuncié a la familia, eso no es cualquier cosa. Solo puedo decir
que realmente tuve suerte de no terminar hospitalizado.
—¿Los chicos te hicieron esto? —interrumpí.
—Si ellos lo hubieran hecho, yo no estaría
aquí de pie —Sonrió de medio lado—. Los entrené lo bastante bien como para que
se aseguraran de no dejar ni un hueso sano.
—¿Entonces ahora qué?
—Tú dime, volví a ser un vago, ¿estás
satisfecho?
—Si —dije sin reservas porque eso significaba
que él era libre, y por ello podíamos ser nada más nosotros, verdaderamente.
—Ahora ni siquiera tengo donde vivir. —Ya
éramos dos, pensé—. ¿Qué vas hacer al respecto?
—¿De qué hablas? —inquirí acercándome al
timbre en la entrada.
—Conmigo, dijiste que si lo dejaba…
—¿Pretendes que regrese contigo así como
así? ¿Dónde queda mi dignidad? ¿Siquiera tienes idea por todo lo que he pasado
estos últimos días?
—¿Y yo? ¿Sabes que he pasado yo?
En silencio ambos nos quedamos mutuamente
mirándonos, encontrado en sus ojos un destello al que califique como de
incertidumbre, quizás por primera vez comenzaba a leer sus emociones con
claridad, o tal vez él comenzaba a dejarlas notar.
—Luces demacrado.
—Y tú fuera de estilo —Mi contraataque para
su crítica fue demasiado débil hasta para mis oídos, ¿pero no es cierto acaso
que los sentimientos ciegan a las apariencias? quizás mis ojos veían una cosa,
pero mis emociones deformaban la perspectiva dejando escapar los defectos. De
hecho creo que físicamente nunca encontré uno en él—. Y te ves agotado —añadí
bajamente.
—Lo estoy —confesó reduciendo de nuevo la
distancia—. Entonces, ¿vendrás conmigo?
—Si digo que no ¿quedaras conforme?
—argumenté queriendo saber si lo que mencionó la vez pasada seguía en pie, el “no te lo pediré más” revoloteaba en mi
mente noche tras noche, cazándome como una recurrente pesadilla, y aunque
contrario a lo que dijo él estaba ahí, precisaba de no tener ninguna duda al
respecto.
—No —contestó sin vacilar haciendo que mi
corazón que recién se había calmado, volviera a acelerarse—. No importa si
dices que no regresaras o que quieres continuar como estas ahora, sé que no es
cierto, así que no te dejaré.
—Que seguro —dije con sarcasmo haciendo el
intento de oprimir el timbre solo para ser detenido por él.
—Esta vez no voy a llevarte arrastras, ni te
amenazaré para que me sigas —habló soltando mi brazo para cerrar los suyos
alrededor de mi cintura—. Quiero que vengas por cuenta propia porque estoy
cansado de perseguirte, quiero que estés a mi lado sin necesidad de voltear
para saber si sigues ahí. Ya no deseo extrañar el tenerte cerca, ni pensar en
lo que estarás haciendo, sino estar junto a ti.
Sus palabras se volvieron un sutil murmullo mientras
el peso de su cabeza se instaló en mi hombro, con su respiración rozando la
curva de mi cuello. Cuando recién empecé a estar con él, siempre me quejé de su
proximidad, de la falta de espacio entre los dos, pero durante el tiempo de
nuestra separación eso fue lo que más añoré. Curioso cómo se valoran los
pequeños actos cuando no se tienen.
—Piénsalo honeybun —Sonreí por el sobrenombre, dándome cuenta de que incluso eso
también extrañe—. Si vuelves conmigo seré todo tuyo, te imaginas a este
maravilloso ejemplar al que tanto deseas, solo para ti.
—Nadie dijo que lo hiciera, si acaso tienes suerte
de que aún te encuentre atractivo con la cara maltrecha como la tienes —musité
retorciéndome en sus manos afianzadas en mi estómago—. Presumes de ser capaz de
vencer a cualquiera, pero mírate, dejándote golpear por tu propia gente.
—Rompí mi voto con ellos, no había manera de
salir ileso —declaró moviendo sus brazos rápidamente para capturar mi mano a
centímetros del redondo timbre—. Sin embargo fueron
gentiles por tratarse de mí.
Sacudí la cabeza por la incredulidad, la
violencia solo en casos específicos puede ser justificada, obviamente el de él no
era parte de estos. —Hey, tengo que timbrar para que me abran —Opté por
cambiar el tema.
—Si entras ahí, te perseguiré y esta vez
ninguna amenaza me hará retroceder.
Suspiré cansadamente debilitando mi lucha
por liberarme. —Solo quiero ir por mis cosas —expliqué mordiendo después el
interior de mi mejilla—. Si en verdad quieres que vaya contigo, primero debo
recoger mis pertenecías.
De inmediato me soltó girándome para verlo.
—Si estas mintiendo Jaejoong…
Detuve su ultimátum levantando las manos a
la altura de mi cara, volviendo a suspirar. —¿Lo dije, no es así? que te daría
una oportunidad si lo dejabas, pues bien, estoy dispuesto a perdonarte a pesar de
que no debería hacerlo.
—Admítelo ya —dijo sonriendo de lado—. No
puedes vivir lejos de mí.
—Oh por favor, no soy yo quien ha estado
insistiendo —Corté de tajo su engreída actitud—. Entonces espera aquí o no hay
trato.
Sorprendentemente se encogió de hombros
volviendo al sitio que ocupaba hasta hacia unos instantes, así que si mas, toqué
a la puerta siendo está abierta dos minutos después.
Al llegar a la habitación de Minho agrupé
mis ropas encima de la cómoda para guardarlas junto a las demás que seguían en
la bolsa de plástico negro. Arrojé en mi mochila los cuadernos que estaban en
la orilla del modesto escritorio en la esquina del dormitorio y verifique que
no olvidara nada.
Estaba a punto de salir cuando recordé el
lugar en el que me encontraba y como este me había servido de refugio en los
últimos tiempos. Abrí de nuevo mi mochila sacando de ahí una hoja que arranque
de un block y el primer bolígrafo a mi alcance.
Mi breve nota para Minho no contenía más que
el agradecimiento por dejarme permanecer ahí a pesar de ser en la mayoría del
tiempo, un punzante dolor para él. Al terminar de escribirla la doblé por la
mitad y dejé encima de la cama.
Estando fuera de la recámara di un vistazo
rápido por encima del hombro, agradeciendo que él no estuviera aún ahí. Sabía
que discutiríamos por lo que estaba a punto de hacer, aunque para mí no hubiera
marcha atrás.
Para cuando salí de la casa no pude más que
apresurarme hacia la calle, puesto que una de las empleadas estaba discutiendo
con Yunho.
La mujer empuñaba en alto lo que parecía ser
un teléfono inalámbrico y él solo se dedicaba a mirar hacia cualquier lado que
no fuera a ella.
—Jaejoong-ssi, será mejor que llamemos a la
policía, este hombre se rehúsa a irse y el joven Minho dijo que si volvía,
dejáramos que las autoridades se hicieran cargo de él.
—No será necesario —dije tratando de tranquilizarla—.
Ya se va.
—Sí, me voy con él —Pude sentir la sonrisa
de Yunho cuando su rostro se pegó al costado del mío al abrazarme por la
espalda.
—Jaejoong-ssi —Murmuró ella.
—Está bien —respondí quitando las manos de
Yunho de alrededor de mis hombros, teniendo que conformarme con mantenerlas
entrelazadas con las mías ya que él se negó a soltarlas—. Él está conmigo
—puntualicé no queriendo entrar en detalles, lo cual no evito que él lo hiciera
por mí.
—Soy su hombre —especificó, probablemente al
sospechar que ella se lo diría a Minho. Ahora que lo pienso eso fue genial ya
que, ¡todos en su casa debieron pensar
que me había vuelto loco!
—Gracias por todo —Le dije a la mujer antes
de jalar la mano de Yunho para marcharnos de ahí. No me volví para mirarla pero
seguro no me apartó los ojos hasta que doblamos en la esquina.
Después de unas cuadras, Yunho me arrebató
la bolsa que sujetaba con uno de mis brazos y él comenzó a liderar el camino.
—No necesito que cargues mis cosas, puedo
hacerlo por mi mismo —protesté intentando recuperarlas.
—Es solo por si cambias de opinión —rebatió
mirando a ambos lados de la calle que estábamos a punto de atravesar—. Dudo que
te escapes sin esto —dijo agitando el contenido en la bolsa.
—Si eso pasara, nada me lo impediría —aseguré.
—Entonces conseguiré un grillete y ataré tu
tobillo al mío.
Ni por un segundo creí que se tratara de una
broma, él es capaz de hacer eso y mucho mas. —Solo para que te quede claro, estoy
siendo demasiado indulgente contigo —declaré.
—¿Y vas a cantármelo todo el tiempo? —gruñó
deteniendo mis pasos.
Con una larga zancada retomé el camino
gracias a que él se distrajo por el ruidoso sonido de los automóviles
transitando. —No si lo mantienes en mente —dije resistiéndome cuando paso uno
de sus brazos por encima de mis hombros, volviéndome a parar.
—Llegamos.
Mi vista fue hacia el alto edificio frente a
nosotros, donde repasé dos veces el anuncio con grandes letras. —¿Un hotel?
—Por lo pronto, aquí viviremos.
Volví a mirar hacia arriba y a los alrededores,
una zona lujosa que se suponía no podía seguirse permitiendo. —¿Cuánto
exactamente cobran en un sitio como este?
—Más que en uno de esos clandestinos que
están a las afueras de la ciudad.
Torcí los ojos dejándome arrastrar al lobby
donde me aparté para que él hablara con el hombre en la recepción. Poco después
ambos abordamos el ascensor para llegar casi al último nivel.
—¿Estas gastando tus ahorros aquí? —enuncié
observando los números digitales que indicaban los piso que subíamos.
—Es de mala educación hablar de dinero.
—Al diablo con eso, a ti nunca te han
importado los modales, así que ¿lo estás?
El timbre sonó y medio segundo después las
puertas del elevador se abrieron permitiéndonos salir del artefacto. —No puedes
esperar que repentinamente cambie mis estándares, esto debe llevarse con
cautela —indicó mirando las habitaciones repartidas por el largo pasillo.
—Y me imagino que para cuando ese día
llegue, tu capital se habrá evaporado.
—Yah, deja de hablar de eso —siseó
deslizando la tarjeta en el lector de la puerta y esta se abrió—. Después
buscaremos algo más adecuado para ti.
—¿Qué quisiste decir con eso? —demandé
cerrandola tras de mí.
Sin responder, lanzó la bolsa contra la
pared dejándose luego caer de espalda sobre la cama. —¡No será valioso, pero es
lo único que tengo! —grité quitándome la mochila para depositarla con cuidado
en una de las dos sillas del rincón.
—Ven.
Lanzó sus lentes al buró y se enderezó sobre
un codo estirando el otro brazo hacia mí, doblando constantemente su dedo
índice. —¿Para qué? —pregunté.
Mis ojos se ampliaron cuando súbitamente él
se levanto para venir directo a mí y obligarme a caminar hacia la cama,
restringiéndome en su agarre y llevándome consigo en el inmenso colchón al
tumbarse en este.
—¡¿Qué crees que soy? ¿Un muñeco de trapo o
algo así?! No puedes…
La interrupción de mi frase fue debido al
gran peluche que estaba sentado cerca de la puerta del baño, no lo había notado
al entrar pero indiscutiblemente se trataba del mío.
—¿Estuve en lo correcto al no tirarlo?
Asentí a su cuestionamiento, quedándome de
pronto sin palabras y sin saber que hacer a continuación. No era el objeto en
sí, era el valor que vio en este para guardarlo por mí. Que lo conservara ya
decía mucho de sí, pero el que lo llevara hasta ahí daba muestra de que pensó
en mi tanto como yo lo hice de él.
—Fue vergonzoso cargar con ese bulto de
ácaros en mi espalda, no logré conseguir un plástico que lo cubriera del todo.
Su voz sonó aminorada ya que el que tuviera
la boca pegada en mi nuca dejaba muy poco espacio para que esta fluyera con
libertad. Los besos que plasmaba en mi piel tampoco fueron de gran ayuda.
Por incontables segundos me perdí en mis
pensamientos, inadvirtiendo las acciones que de un momento a otro, consiguieron
semi-desnudarme. Para cuando fue consciente de ello, su dorso –también
descubierto–, rozaba mi espalda y sus manos se desplazaban en círculos en mi abdomen.
—No tengo ningún dolor, deja de sobarme.
Riendo, me dio vuelta quedando uno frente al
otro y presionó su frente contra la mía. —Sí que sabes romper el encanto.
—¿Cuál? —Alcancé a decir antes de su boca
sellara la mía, no permitiendo que nada escapara a través de nuestros labios.
Por reflejo enrollé los brazos detrás de su
cuello, dándole absoluta facilidad para que terminara de quitarme el pantalón –ya
desabrochado– y con este se fuera la ropa interior.
Nunca he sido tímido por mostrarme al
natural ante cualquiera, pero con él era distinto. Lo intenso de su mirada me acobardaba,
tanto que no podía verlo a los ojos, y aunque no podía examinarme por cuenta
propia, estaba casi seguro de que me sonrojaba cada vez que él se fijaba en mí.
Rompió el beso para al igual que hizo
conmigo, remover sus ropas quedando ninguna barrera entre nosotros.
A diferencia de otras ocasiones, esa vez pareció
no tener prisa, que él podía tardarse todo el tiempo del mundo tan solo para
recorrerme por completo únicamente con las puntas de sus dedos.
Los trazos húmedos que dibujaron sus labios
desde mi clavícula hasta el ombligo, me provocaron escalofríos, lo que se
equilibraba con la maraña de inquietudes en mi estomago.
Mis rodillas temblaron cuando sus manos las
separaron. Era como ser un primerizo de nuevo, lo suficientemente nervioso para
dejarme ser guiado y lo bastantemente anhelante para querer saber lo que
sucedería.
Se ajustó entre el desocupado espacio en mis
muslos y apoyó la mitad superior de su cuerpo con las palmas de sus manos a los
lados de mi cabeza. Con su rostro a plena vista, fui capaz de notar íntegramente
las lesiones en este y una onda de afecto me hizo llevar la mano para retirar
el mechón de cabello que caía justo en su ojo dañado. Por el tacto, bajó los
parpados volviéndolos a levantar casi de inmediato para revelar un brillo
especial en sus pupilas, uno que me pregunté si siempre había estado ahí y tan
solo no le había tomado trascendencia.
Aspiré por la nariz al instante en que se
agachó para unirnos en un beso que se prolongó en varios más hasta que rodó
hacia mi costado izquierdo, saliendo de la cama para ir a la maleta junto al
closet.
Coloqué un brazo sobre mis ojos abandonándome
en las sensaciones que aún me llenaban. Un leve golpe con el dorso de su mano
en una de mis piernas me trajo a la realidad, donde un hombre volvía a situarse
sobre mí, instándome a plantar los pies en la cama. En lugar de hacer eso, pasé
los tobillos por detrás de sus muslos empujándolo hacia mí.
Antes de caerme encima, logró reaccionar
rápido deteniéndose con los brazos y frunciendo el ceño por mi maniobra. Y sin
darle oportunidad de hablar, lo atraje de la parte posterior de su cuello,
acoplándolo a mi boca.
Mientras me mantenía ocupado en sus labios,
pude percibir sus manos hurgando por cualquier parte, frenando lentamente el
movimiento al asentarse en mi espalda baja. No protesté por lo frío que se
sentían sus dedos dentro de mí, ni por lo molesto que esto implicaba. Sin
embargo, lo hice cuando él sin piedad mordió y jaló el lóbulo de mi oreja.
—¡Vuelve a hacerlo y me voy!
Mi refunfuño solo le causo gracia con lo que
comprobé que yo era un masoquista, ahí estaba tumbado dejando que hiciera de mi
lo que le placiera y aun después de recibir dolor, no fingí ni un mínimo
intento por marcharme.
Luego de eso, eliminó lo que restaba de mi
raciocinio al tan íntimamente conectarnos por completo. Viendo mi reflexión en
sus ojos y con miles de emociones ahogándome desde mi interior.
Los movimientos acompasados, las
respiraciones entremezcladas y palpitaciones, eran todo lo que sobresalía en mi
universo. No existía nada más para mí en ese momento, éramos solo Yunho y yo.
La intensidad era tanto que un mareo se propago causando que mi vista se
distorsionara, el final estaba cerca aunque yo deseaba prolongarlo lo más
posible.
Con el éxtasis circulándonos de arriba-abajo,
yacimos rendidos viendo al techo y como si algo espectacular hubiera en este, una
sonrisa se expandió por mi cara entretanto me encargaba de recuperar el aire en
mis pulmones.
—Me alegra que me prefirieras sobre él —Yunho
dijo espontáneamente, entorpeciendo la bruma que me rodeaba—. Con él pudieras
haber tenido una mejor vida —A pesar de que no dijo a quien se refería, supe
que se trataba de Minho.
Y si, quizás eso era verdad, pero tenía la
certeza de con quien quería estar. —¿Te parezco tan interesado como para quedarme
con él por dinero? —expuse cruzando los brazos detrás de mi cabeza, adiós
éxtasis, hola hostilidad.
—Lo digo no solo en el sentido económico —Supe
a donde quería llegar con eso, yo mismo lo había pensado antes. Aún así no era
un motivo bastante para hacerlo.
—Supongo que a los dos nos gusta la mala
vida —Señale tanto a él como a mí, indicando de quien hablaba. Lo aceptáramos o
no, ambos salíamos con un tipo poco conveniente.
Resopló mas como de cansancio que de
disgusto, se viró hacia mí con su mano tomando mi oreja para que yo hiciera lo mismo
que él. Renuente, pero me roté.
—¿Ya no duele? —mencionó tocando la esquina
de mis labios, en donde me había golpeado la noche en que descubrí el tipo de
relación que tenía con su “padre”, por suerte eso estaba en el pasado.
—No —solté en un bostezo recibiendo a cambio
el roce de sus nudillos, como si fuera una pincelada en mi mejilla—. ¿Cómo
puede preguntar eso un hombre que tiene un ojo parcialmente morado y una marca
de nudillos en su mandíbula?
—Se ve peor de lo que es —afirmó juntando
nuestras manos—. Hace dos días que esto pasó y no fui a buscarte porque
prefería esperar a que mi aspecto fuera menos, escandaloso.
Suspiré sintiendo su respiración en la punta
de la nariz, deseando sentir sus labios contra ella pero negándome a hacérselo
saber. —¿Si ya no estarás a cargo de la empresa, quien lo hará? ¿Alguno de la
oficina?
—No, será alguien de los altos mandos —enunció
repasando con su pulgar el patrón del anillo en mi dedo anular.
En los días lejos de él, por mi mente
atravesó el pensamiento de quitármelo y perderlo, mas no se convirtió en una
realidad puesto que además de ser demasiado valioso, era muy pronto para ello,
tal vez la disimulada esperanza que albergaba, fue en realidad la razón por la
que no me deshice de este.
—Espero que busques otra forma de ganarte la
vida, una muy diferente a lo que has estado haciendo.
—¿Qué hay de malo con lo que hacía?
Jadeé por lo ridículo de su pregunta. Si
tuviera que crear una lista con los puntos en contra, rebasarían una centena.
—Te lo diré simple, es ilegal.
—Eso es solo un rumor —musitó—. De cualquier
forma, aún no tengo idea de lo que quiero ser.
—Empezar por irnos de este hotel sería un
buen inicio.
—Aquí el precio es moderado, dado que no me
quedaré en ningún sitio que no cuente con aire acondicionado —¡Ese hombre y su fobia al calor! Para nosotros los pobres eso no era una
opción, sino una costumbre—. Además, si el dinero se
acaba, podemos usar el de tu antiguo depósito, nunca me lo pediste de regreso.
—Eso fue porque no lo recordaba
—especifiqué—. ¿Voy a tener que ser tu sustento a partir de ahora?
Acomodó su hombro y cuello sobre la almohada,
halándome a sus brazos. —Ser tu sugar
baby no suena mal —dijo comprimiéndome más en su pecho.
El intercambio de papeles no me molestaba,
pero era imposible que Yunho se conformara con ello. —En ese caso tendrás que
adaptarte a la vida que pueda darte.
—Era una broma —recargo su barbilla arriba
de mi cabeza bajando y subiendo sus manos por mi espalda—. Nunca dejaré que me
controles monetariamente —Como si, es absurdo el pretender controlarlo de
cualquier manera.
La pesadez en mis ojos se incremento con la
parsimonia de su tacto en mi columna vertebral, me sentía al bordo del sueño en
el que colapsaría en cualquier instante. —Mañana temprano iremos a conseguirte
un celular —determinó.
—Tengo clases ¿lo olvidas?
—No vayas. Es más importante que tengas algo
para poder comunicarme contigo, fue desesperante no poderlo hacer en los
pasados días.
—¿Y de quien es la culpa? Eso no habría
pasado si tú…
—Dejemos ya ese tema, no deseo acordarme de
ese tipo con el que estabas viviendo.
Bufé separándome de él, yo tampoco quería
hablar de lo suyo con el anciano, pero si alguien era el mayor culpable,
indudablemente no era yo. —Por supuesto, como lo mío fue el gran pecado —Su
dedo índice bloqueo mis labios impidiéndome seguir hablando.
—Duerme.
Concretó acercárseme otra vez,
imposibilitándome el escaparme al subir su pierna sobre las mías.
Mi cuerpo se adaptó a su cercanía como si
esa fuera la única forma de estar, recuperando la tranquilidad y calidez que
tanto falta me hacía, y relajándome por el sonido del latido de su corazón
debajo de mi oreja. Finalmente pude volver a dormir con plenitud.
me encanto el cap!
ResponderBorrargracias x actualizar =D
y a ti por comentar ^^
Borrarque bueno que hayan regresado <3 espero sigan juntitos XD
ResponderBorraresperaré con ansias el nuevo capítulo, muchas gracias ^^
:D al contrario a ti por comentar
BorrarRealmente me encanta como escribes!!!
ResponderBorrarMe gusto que regresaran, forman la pareja
perfecta...
Esperare con ansias el siguiente capitulo ñ_ñ
Gracias por actualizar!!!
Gracias :)
BorrarPor fin Yunnie! Recapacito. ....uff le tomo tiempo pero lo bueno que Jae lo ama y lo Perdono......aunque ahora que no tienen mucho dinero.. ..sera difícil, al menos pata Yunho. ....
ResponderBorrarMe gusto la escena donde hicieron el amor, fue tan tierna, yunho se tomo su tiempo acariciando y deleitandose con Jae, ademas esa mirada,....omo *w*
Que hermoso y lindo capitulo, el del perdón. Al fin juntos.
ResponderBorrarGracias!!!
No pude ser de otra manera siempre juntos,hermoso capitulo gracias
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