Memorias de un mafioso: Capítulo 19

Si realmente queremos amar, tenemos que aprender a perdonar.
Madre Teresa De Calcuta

Después del día en el que vergonzosamente me derrumbe en medio de la habitación de Minho –precisamente junto a él–, mi vida volvió a su cauce, dejando de lado mis frustradas salidas y ligues insípidos.

Comencé a ocuparme enteramente en mis estudios y en buscar un nuevo lugar para vivir, uno que pudiera pagar con el dinero de mi beca, afortunadamente durante el caos que atravesé, mi rendimiento escolar no se había visto afectado. No obstante, los sitios que estaban dentro de mis posibilidades eran incluso más deplorables de lo que mi antiguo cuarto, por lo que odiaba más el hecho de no poder regresar a este.
Mi rutina consistía en universidad-búsqueda-casa, no hacía nada mas por la falta de ánimo de encontrarme con Yunho, no quería lidiar con él de nuevo, hacerlo era como retroceder dos pasos contrarrestando al único que había logrado avanzar.
Aunque mi existir era como solía ser antes de él, era extraño volver a este. Podía darme cuenta de esos espacios vacios a los que estaba habituado, a los que la costumbre me hizo inmune, pero que esta vez estaba siendo forzando a vivir con ellos. Podía negarlo todo lo que quisiera, pero echaba de menos compartir mi mundo con alguien.
Por las tardes siempre tomaba mi mochila y me iba de un espacio a otro dentro de la casa, intentando alejarme de Minho. Él nunca me decía nada, pero sabía que solo era cuestión de tiempo para que estallara. Existían pendientes entre nosotros y yo deseaba que estos aún no tuvieran que enfrentarse.
Había también aprendido a aceptar las críticas y tontos comentarios que me daban todos mis conocidos. Ellos no necesitaban recordarme cuan diferente me comportaba o cuan aburrido me había vuelto.
Oficialmente podía ser llamado un ratón de biblioteca puesto que pasaba mucho tiempo en ese lugar, leyendo bastantes más artículos de economía de los que podía recordar. Pero eso era tan solo una etapa, así que no me preocupaban los rumores que rondaban sobre mí.
Estaba empezando a adaptarme al nuevo yo, sin mirar lo que dejaba atrás. De seguir así no se que habría resultado, cualquier posibilidad de saberlo se borró en la entrada a la mansión de la familia Lee. El hombre que había intentado evitar, estaba ahí de pie con su vista al suelo.
—Creí que habíamos acordado en algo la ultima vez —dije cruzándome de brazos.
—Lo dejé —contestó alzando su rostro, dejándome al descubierto sus heridas en este—. Me salí de la empresa, boté a todos y no tengo más nada.
Mi corazón empezó a latir con fuerza, confusión en todos los sentidos revoloteaba dentro de mi cabeza. No lucía como que estuviera bromeando y definitivamente el morete en la parte izquierda de su mandíbula dejaba claro que algo sucedió.
—¿No vas a decir nada? —habló acercándose—. ¿No era eso lo que me pediste?
—Yo no te dije que dejaras todo —atiné a responder viendo como él fruncía el ceño.
—¿Eso significa que ni con esto volverás conmigo?
Lo pensé por un minuto, había olvidado que esa era la condición que le di para estar de nuevo con él. Si lo rechazaba representaría cortar irreversiblemente el lazo entre nosotros, el aceptarlo sería desechar los malos ratos que pasé por su causa. Era de por sí bastante desconcertante la manera en que mi cuerpo no tenia orgullo propio al querer ir hacia él en cuanto habló. Así de patéticamente fácil era yo.
—¿En verdad abandonaste a ese hombre? —pregunté centrándome en lo primordial para mí—. ¿En todos los sentidos?
Asintió solemnemente quitándose los lentes semi-oscuros que llevaban puestos. —Con ritual y todo —Señaló la hinchazón debajo de su ojo derecho.
—¿Quieres decir que es cierto eso de que para salirte de la mafia es necesario que te golpeen?
—Sabes, estoy enfadado de que la gente nos catalogue como mafiosos a todos aquellos que nos juntamos en grupo para hacer negocios.
Rodé los ojos por su comentario, ignoro de dónde sacó esa explicación por la que, según él, le decían gánster, no era su agrupación, era el modo en que lucían, su forma de comportarse y el miedo que emitían con su sola presencia.
—¿Si no lo son, por que utilizaron la violencia contigo?
Se encogió de hombros volviendo a colocarse las gafas. —Renuncié a la familia, eso no es cualquier cosa. Solo puedo decir que realmente tuve suerte de no terminar hospitalizado.
—¿Los chicos te hicieron esto? —interrumpí.
—Si ellos lo hubieran hecho, yo no estaría aquí de pie —Sonrió de medio lado—. Los entrené lo bastante bien como para que se aseguraran de no dejar ni un hueso sano.
—¿Entonces ahora qué?
—Tú dime, volví a ser un vago, ¿estás satisfecho?
—Si —dije sin reservas porque eso significaba que él era libre, y por ello podíamos ser nada más nosotros, verdaderamente.
—Ahora ni siquiera tengo donde vivir. —Ya éramos dos, pensé—. ¿Qué vas hacer al respecto?
—¿De qué hablas? —inquirí acercándome al timbre en la entrada.
—Conmigo, dijiste que si lo dejaba…
—¿Pretendes que regrese contigo así como así? ¿Dónde queda mi dignidad? ¿Siquiera tienes idea por todo lo que he pasado estos últimos días?
—¿Y yo? ¿Sabes que he pasado yo?
En silencio ambos nos quedamos mutuamente mirándonos, encontrado en sus ojos un destello al que califique como de incertidumbre, quizás por primera vez comenzaba a leer sus emociones con claridad, o tal vez él comenzaba a dejarlas notar.
—Luces demacrado.
—Y tú fuera de estilo —Mi contraataque para su crítica fue demasiado débil hasta para mis oídos, ¿pero no es cierto acaso que los sentimientos ciegan a las apariencias? quizás mis ojos veían una cosa, pero mis emociones deformaban la perspectiva dejando escapar los defectos. De hecho creo que físicamente nunca encontré uno en él—. Y te ves agotado —añadí bajamente.
—Lo estoy —confesó reduciendo de nuevo la distancia—. Entonces, ¿vendrás conmigo?
—Si digo que no ¿quedaras conforme? —argumenté queriendo saber si lo que mencionó la vez pasada seguía en pie, el “no te lo pediré más” revoloteaba en mi mente noche tras noche, cazándome como una recurrente pesadilla, y aunque contrario a lo que dijo él estaba ahí, precisaba de no tener ninguna duda al respecto.
—No —contestó sin vacilar haciendo que mi corazón que recién se había calmado, volviera a acelerarse—. No importa si dices que no regresaras o que quieres continuar como estas ahora, sé que no es cierto, así que no te dejaré.
—Que seguro —dije con sarcasmo haciendo el intento de oprimir el timbre solo para ser detenido por él.
—Esta vez no voy a llevarte arrastras, ni te amenazaré para que me sigas —habló soltando mi brazo para cerrar los suyos alrededor de mi cintura—. Quiero que vengas por cuenta propia porque estoy cansado de perseguirte, quiero que estés a mi lado sin necesidad de voltear para saber si sigues ahí. Ya no deseo extrañar el tenerte cerca, ni pensar en lo que estarás haciendo, sino estar junto a ti.
Sus palabras se volvieron un sutil murmullo mientras el peso de su cabeza se instaló en mi hombro, con su respiración rozando la curva de mi cuello. Cuando recién empecé a estar con él, siempre me quejé de su proximidad, de la falta de espacio entre los dos, pero durante el tiempo de nuestra separación eso fue lo que más añoré. Curioso cómo se valoran los pequeños actos cuando no se tienen.
—Piénsalo honeybun —Sonreí por el sobrenombre, dándome cuenta de que incluso eso también extrañe—. Si vuelves conmigo seré todo tuyo, te imaginas a este maravilloso ejemplar al que tanto deseas, solo para ti.
—Nadie dijo que lo hiciera, si acaso tienes suerte de que aún te encuentre atractivo con la cara maltrecha como la tienes —musité retorciéndome en sus manos afianzadas en mi estómago—. Presumes de ser capaz de vencer a cualquiera, pero mírate, dejándote golpear por tu propia gente.
—Rompí mi voto con ellos, no había manera de salir ileso —declaró moviendo sus brazos rápidamente para capturar mi mano a centímetros del redondo timbre. Sin embargo fueron gentiles por tratarse de mí.
Sacudí la cabeza por la incredulidad, la violencia solo en casos específicos puede ser justificada, obviamente el de él no era parte de estos. —Hey, tengo que timbrar para que me abran —Opté por cambiar el tema.
—Si entras ahí, te perseguiré y esta vez ninguna amenaza me hará retroceder.
Suspiré cansadamente debilitando mi lucha por liberarme. —Solo quiero ir por mis cosas —expliqué mordiendo después el interior de mi mejilla—. Si en verdad quieres que vaya contigo, primero debo recoger mis pertenecías.
De inmediato me soltó girándome para verlo. —Si estas mintiendo Jaejoong…
Detuve su ultimátum levantando las manos a la altura de mi cara, volviendo a suspirar. —¿Lo dije, no es así? que te daría una oportunidad si lo dejabas, pues bien, estoy dispuesto a perdonarte a pesar de que no debería hacerlo.
—Admítelo ya —dijo sonriendo de lado—. No puedes vivir lejos de mí.
—Oh por favor, no soy yo quien ha estado insistiendo —Corté de tajo su engreída actitud—. Entonces espera aquí o no hay trato.
Sorprendentemente se encogió de hombros volviendo al sitio que ocupaba hasta hacia unos instantes, así que si mas, toqué a la puerta siendo está abierta dos minutos después.
Al llegar a la habitación de Minho agrupé mis ropas encima de la cómoda para guardarlas junto a las demás que seguían en la bolsa de plástico negro. Arrojé en mi mochila los cuadernos que estaban en la orilla del modesto escritorio en la esquina del dormitorio y verifique que no olvidara nada.
Estaba a punto de salir cuando recordé el lugar en el que me encontraba y como este me había servido de refugio en los últimos tiempos. Abrí de nuevo mi mochila sacando de ahí una hoja que arranque de un block y el primer bolígrafo a mi alcance.
Mi breve nota para Minho no contenía más que el agradecimiento por dejarme permanecer ahí a pesar de ser en la mayoría del tiempo, un punzante dolor para él. Al terminar de escribirla la doblé por la mitad y dejé encima de la cama.
Estando fuera de la recámara di un vistazo rápido por encima del hombro, agradeciendo que él no estuviera aún ahí. Sabía que discutiríamos por lo que estaba a punto de hacer, aunque para mí no hubiera marcha atrás.
Para cuando salí de la casa no pude más que apresurarme hacia la calle, puesto que una de las empleadas estaba discutiendo con Yunho.
La mujer empuñaba en alto lo que parecía ser un teléfono inalámbrico y él solo se dedicaba a mirar hacia cualquier lado que no fuera a ella.
—Jaejoong-ssi, será mejor que llamemos a la policía, este hombre se rehúsa a irse y el joven Minho dijo que si volvía, dejáramos que las autoridades se hicieran cargo de él.
—No será necesario —dije tratando de tranquilizarla—. Ya se va.
—Sí, me voy con él —Pude sentir la sonrisa de Yunho cuando su rostro se pegó al costado del mío al abrazarme por la espalda.
—Jaejoong-ssi —Murmuró ella.
—Está bien —respondí quitando las manos de Yunho de alrededor de mis hombros, teniendo que conformarme con mantenerlas entrelazadas con las mías ya que él se negó a soltarlas—. Él está conmigo —puntualicé no queriendo entrar en detalles, lo cual no evito que él lo hiciera por mí.
—Soy su hombre —especificó, probablemente al sospechar que ella se lo diría a Minho. Ahora que lo pienso eso fue genial ya que, ¡todos en su casa debieron pensar que me había vuelto loco!
—Gracias por todo —Le dije a la mujer antes de jalar la mano de Yunho para marcharnos de ahí. No me volví para mirarla pero seguro no me apartó los ojos hasta que doblamos en la esquina.
Después de unas cuadras, Yunho me arrebató la bolsa que sujetaba con uno de mis brazos y él comenzó a liderar el camino.
—No necesito que cargues mis cosas, puedo hacerlo por mi mismo —protesté intentando recuperarlas.
—Es solo por si cambias de opinión —rebatió mirando a ambos lados de la calle que estábamos a punto de atravesar—. Dudo que te escapes sin esto —dijo agitando el contenido en la bolsa.
—Si eso pasara, nada me lo impediría —aseguré.
—Entonces conseguiré un grillete y ataré tu tobillo al mío.
Ni por un segundo creí que se tratara de una broma, él es capaz de hacer eso y mucho mas. —Solo para que te quede claro, estoy siendo demasiado indulgente contigo —declaré.
—¿Y vas a cantármelo todo el tiempo? —gruñó deteniendo mis pasos.
Con una larga zancada retomé el camino gracias a que él se distrajo por el ruidoso sonido de los automóviles transitando. —No si lo mantienes en mente —dije resistiéndome cuando paso uno de sus brazos por encima de mis hombros, volviéndome a parar.
—Llegamos.
Mi vista fue hacia el alto edificio frente a nosotros, donde repasé dos veces el anuncio con grandes letras. —¿Un hotel?
—Por lo pronto, aquí viviremos.
Volví a mirar hacia arriba y a los alrededores, una zona lujosa que se suponía no podía seguirse permitiendo. —¿Cuánto exactamente cobran en un sitio como este?
—Más que en uno de esos clandestinos que están a las afueras de la ciudad.
Torcí los ojos dejándome arrastrar al lobby donde me aparté para que él hablara con el hombre en la recepción. Poco después ambos abordamos el ascensor para llegar casi al último nivel.
—¿Estas gastando tus ahorros aquí? —enuncié observando los números digitales que indicaban los piso que subíamos.
—Es de mala educación hablar de dinero.
—Al diablo con eso, a ti nunca te han importado los modales, así que ¿lo estás?
El timbre sonó y medio segundo después las puertas del elevador se abrieron permitiéndonos salir del artefacto. —No puedes esperar que repentinamente cambie mis estándares, esto debe llevarse con cautela —indicó mirando las habitaciones repartidas por el largo pasillo.
—Y me imagino que para cuando ese día llegue, tu capital se habrá evaporado.
—Yah, deja de hablar de eso —siseó deslizando la tarjeta en el lector de la puerta y esta se abrió—. Después buscaremos algo más adecuado para ti.
—¿Qué quisiste decir con eso? —demandé cerrandola tras de mí.
Sin responder, lanzó la bolsa contra la pared dejándose luego caer de espalda sobre la cama. —¡No será valioso, pero es lo único que tengo! —grité quitándome la mochila para depositarla con cuidado en una de las dos sillas del rincón.
—Ven.
Lanzó sus lentes al buró y se enderezó sobre un codo estirando el otro brazo hacia mí, doblando constantemente su dedo índice. —¿Para qué? —pregunté.
Mis ojos se ampliaron cuando súbitamente él se levanto para venir directo a mí y obligarme a caminar hacia la cama, restringiéndome en su agarre y llevándome consigo en el inmenso colchón al tumbarse en este.
—¡¿Qué crees que soy? ¿Un muñeco de trapo o algo así?! No puedes…
La interrupción de mi frase fue debido al gran peluche que estaba sentado cerca de la puerta del baño, no lo había notado al entrar pero indiscutiblemente se trataba del mío.
—¿Estuve en lo correcto al no tirarlo?
Asentí a su cuestionamiento, quedándome de pronto sin palabras y sin saber que hacer a continuación. No era el objeto en sí, era el valor que vio en este para guardarlo por mí. Que lo conservara ya decía mucho de sí, pero el que lo llevara hasta ahí daba muestra de que pensó en mi tanto como yo lo hice de él.
—Fue vergonzoso cargar con ese bulto de ácaros en mi espalda, no logré conseguir un plástico que lo cubriera del todo.
Su voz sonó aminorada ya que el que tuviera la boca pegada en mi nuca dejaba muy poco espacio para que esta fluyera con libertad. Los besos que plasmaba en mi piel tampoco fueron de gran ayuda.
Por incontables segundos me perdí en mis pensamientos, inadvirtiendo las acciones que de un momento a otro, consiguieron semi-desnudarme. Para cuando fue consciente de ello, su dorso –también descubierto–, rozaba mi espalda y sus manos se desplazaban en círculos en mi abdomen.
—No tengo ningún dolor, deja de sobarme.
Riendo, me dio vuelta quedando uno frente al otro y presionó su frente contra la mía. —Sí que sabes romper el encanto.
—¿Cuál? —Alcancé a decir antes de su boca sellara la mía, no permitiendo que nada escapara a través de nuestros labios.
Por reflejo enrollé los brazos detrás de su cuello, dándole absoluta facilidad para que terminara de quitarme el pantalón –ya desabrochado– y con este se fuera la ropa interior.
Nunca he sido tímido por mostrarme al natural ante cualquiera, pero con él era distinto. Lo intenso de su mirada me acobardaba, tanto que no podía verlo a los ojos, y aunque no podía examinarme por cuenta propia, estaba casi seguro de que me sonrojaba cada vez que él se fijaba en mí.
Rompió el beso para al igual que hizo conmigo, remover sus ropas quedando ninguna barrera entre nosotros.
A diferencia de otras ocasiones, esa vez pareció no tener prisa, que él podía tardarse todo el tiempo del mundo tan solo para recorrerme por completo únicamente con las puntas de sus dedos.
Los trazos húmedos que dibujaron sus labios desde mi clavícula hasta el ombligo, me provocaron escalofríos, lo que se equilibraba con la maraña de inquietudes en mi estomago.
Mis rodillas temblaron cuando sus manos las separaron. Era como ser un primerizo de nuevo, lo suficientemente nervioso para dejarme ser guiado y lo bastantemente anhelante para querer saber lo que sucedería.
Se ajustó entre el desocupado espacio en mis muslos y apoyó la mitad superior de su cuerpo con las palmas de sus manos a los lados de mi cabeza. Con su rostro a plena vista, fui capaz de notar íntegramente las lesiones en este y una onda de afecto me hizo llevar la mano para retirar el mechón de cabello que caía justo en su ojo dañado. Por el tacto, bajó los parpados volviéndolos a levantar casi de inmediato para revelar un brillo especial en sus pupilas, uno que me pregunté si siempre había estado ahí y tan solo no le había tomado trascendencia.
Aspiré por la nariz al instante en que se agachó para unirnos en un beso que se prolongó en varios más hasta que rodó hacia mi costado izquierdo, saliendo de la cama para ir a la maleta junto al closet.
Coloqué un brazo sobre mis ojos abandonándome en las sensaciones que aún me llenaban. Un leve golpe con el dorso de su mano en una de mis piernas me trajo a la realidad, donde un hombre volvía a situarse sobre mí, instándome a plantar los pies en la cama. En lugar de hacer eso, pasé los tobillos por detrás de sus muslos empujándolo hacia mí.
Antes de caerme encima, logró reaccionar rápido deteniéndose con los brazos y frunciendo el ceño por mi maniobra. Y sin darle oportunidad de hablar, lo atraje de la parte posterior de su cuello, acoplándolo a mi boca.
Mientras me mantenía ocupado en sus labios, pude percibir sus manos hurgando por cualquier parte, frenando lentamente el movimiento al asentarse en mi espalda baja. No protesté por lo frío que se sentían sus dedos dentro de mí, ni por lo molesto que esto implicaba. Sin embargo, lo hice cuando él sin piedad mordió y jaló el lóbulo de mi oreja.
—¡Vuelve a hacerlo y me voy!
Mi refunfuño solo le causo gracia con lo que comprobé que yo era un masoquista, ahí estaba tumbado dejando que hiciera de mi lo que le placiera y aun después de recibir dolor, no fingí ni un mínimo intento por marcharme.
Luego de eso, eliminó lo que restaba de mi raciocinio al tan íntimamente conectarnos por completo. Viendo mi reflexión en sus ojos y con miles de emociones ahogándome desde mi interior.
Los movimientos acompasados, las respiraciones entremezcladas y palpitaciones, eran todo lo que sobresalía en mi universo. No existía nada más para mí en ese momento, éramos solo Yunho y yo. La intensidad era tanto que un mareo se propago causando que mi vista se distorsionara, el final estaba cerca aunque yo deseaba prolongarlo lo más posible.
Con el éxtasis circulándonos de arriba-abajo, yacimos rendidos viendo al techo y como si algo espectacular hubiera en este, una sonrisa se expandió por mi cara entretanto me encargaba de recuperar el aire en mis pulmones.
—Me alegra que me prefirieras sobre él —Yunho dijo espontáneamente, entorpeciendo la bruma que me rodeaba—. Con él pudieras haber tenido una mejor vida —A pesar de que no dijo a quien se refería, supe que se trataba de Minho.
Y si, quizás eso era verdad, pero tenía la certeza de con quien quería estar. —¿Te parezco tan interesado como para quedarme con él por dinero? —expuse cruzando los brazos detrás de mi cabeza, adiós éxtasis, hola hostilidad.
—Lo digo no solo en el sentido económico —Supe a donde quería llegar con eso, yo mismo lo había pensado antes. Aún así no era un motivo bastante para hacerlo.
—Supongo que a los dos nos gusta la mala vida —Señale tanto a él como a mí, indicando de quien hablaba. Lo aceptáramos o no, ambos salíamos con un tipo poco conveniente.
Resopló mas como de cansancio que de disgusto, se viró hacia mí con su mano tomando mi oreja para que yo hiciera lo mismo que él. Renuente, pero me roté.
—¿Ya no duele? —mencionó tocando la esquina de mis labios, en donde me había golpeado la noche en que descubrí el tipo de relación que tenía con su “padre”, por suerte eso estaba en el pasado.
—No —solté en un bostezo recibiendo a cambio el roce de sus nudillos, como si fuera una pincelada en mi mejilla—. ¿Cómo puede preguntar eso un hombre que tiene un ojo parcialmente morado y una marca de nudillos en su mandíbula?
—Se ve peor de lo que es —afirmó juntando nuestras manos—. Hace dos días que esto pasó y no fui a buscarte porque prefería esperar a que mi aspecto fuera menos, escandaloso.
Suspiré sintiendo su respiración en la punta de la nariz, deseando sentir sus labios contra ella pero negándome a hacérselo saber. —¿Si ya no estarás a cargo de la empresa, quien lo hará? ¿Alguno de la oficina?
—No, será alguien de los altos mandos —enunció repasando con su pulgar el patrón del anillo en mi dedo anular.
En los días lejos de él, por mi mente atravesó el pensamiento de quitármelo y perderlo, mas no se convirtió en una realidad puesto que además de ser demasiado valioso, era muy pronto para ello, tal vez la disimulada esperanza que albergaba, fue en realidad la razón por la que no me deshice de este.
—Espero que busques otra forma de ganarte la vida, una muy diferente a lo que has estado haciendo.
—¿Qué hay de malo con lo que hacía?
Jadeé por lo ridículo de su pregunta. Si tuviera que crear una lista con los puntos en contra, rebasarían una centena. —Te lo diré simple, es ilegal.
—Eso es solo un rumor —musitó—. De cualquier forma, aún no tengo idea de lo que quiero ser.
—Empezar por irnos de este hotel sería un buen inicio.
—Aquí el precio es moderado, dado que no me quedaré en ningún sitio que no cuente con aire acondicionado ¡Ese hombre y su fobia al calor! Para nosotros los pobres eso no era una opción, sino una costumbre. Además, si el dinero se acaba, podemos usar el de tu antiguo depósito, nunca me lo pediste de regreso.
—Eso fue porque no lo recordaba —especifiqué—. ¿Voy a tener que ser tu sustento a partir de ahora?
Acomodó su hombro y cuello sobre la almohada, halándome a sus brazos. —Ser tu sugar baby no suena mal —dijo comprimiéndome más en su pecho.
El intercambio de papeles no me molestaba, pero era imposible que Yunho se conformara con ello. —En ese caso tendrás que adaptarte a la vida que pueda darte.
—Era una broma —recargo su barbilla arriba de mi cabeza bajando y subiendo sus manos por mi espalda—. Nunca dejaré que me controles monetariamente —Como si, es absurdo el pretender controlarlo de cualquier manera.
La pesadez en mis ojos se incremento con la parsimonia de su tacto en mi columna vertebral, me sentía al bordo del sueño en el que colapsaría en cualquier instante. —Mañana temprano iremos a conseguirte un celular —determinó.
—Tengo clases ¿lo olvidas?
—No vayas. Es más importante que tengas algo para poder comunicarme contigo, fue desesperante no poderlo hacer en los pasados días.
—¿Y de quien es la culpa? Eso no habría pasado si tú…
—Dejemos ya ese tema, no deseo acordarme de ese tipo con el que estabas viviendo.
Bufé separándome de él, yo tampoco quería hablar de lo suyo con el anciano, pero si alguien era el mayor culpable, indudablemente no era yo. —Por supuesto, como lo mío fue el gran pecado —Su dedo índice bloqueo mis labios impidiéndome seguir hablando.
—Duerme.
Concretó acercárseme otra vez, imposibilitándome el escaparme al subir su pierna sobre las mías.
Mi cuerpo se adaptó a su cercanía como si esa fuera la única forma de estar, recuperando la tranquilidad y calidez que tanto falta me hacía, y relajándome por el sonido del latido de su corazón debajo de mi oreja. Finalmente pude volver a dormir con plenitud.

9 comentarios:

  1. me encanto el cap!
    gracias x actualizar =D

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  2. que bueno que hayan regresado <3 espero sigan juntitos XD
    esperaré con ansias el nuevo capítulo, muchas gracias ^^

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  3. Realmente me encanta como escribes!!!
    Me gusto que regresaran, forman la pareja
    perfecta...
    Esperare con ansias el siguiente capitulo ñ_ñ
    Gracias por actualizar!!!

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  4. Por fin Yunnie! Recapacito. ....uff le tomo tiempo pero lo bueno que Jae lo ama y lo Perdono......aunque ahora que no tienen mucho dinero.. ..sera difícil, al menos pata Yunho. ....
    Me gusto la escena donde hicieron el amor, fue tan tierna, yunho se tomo su tiempo acariciando y deleitandose con Jae, ademas esa mirada,....omo *w*

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  5. Que hermoso y lindo capitulo, el del perdón. Al fin juntos.

    Gracias!!!

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  6. No pude ser de otra manera siempre juntos,hermoso capitulo gracias

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