Herencia
—¡Bien, aquí esta su asqueroso disfraz! —Jaejoong se
quitó la cabeza del traje de botarga para aventarla contra el cuerpo del hombre
frente a él—. ¡De todas formas iba a renunciar!
—Este es tu pago por los días que trabajaste —El
hombre deslizó un sobre blanco contra una de las mesas del lugar—, espero no
volverte a ver cerca de aquí.
—Téngalo por seguro, ni loco vendría a este sitio
inmundo, la comida es demasiado mala para lo que cobran.
—¡Guarda silencio! —Acercándose intento cubrir su boca
con la mano—. ¿Pretendes arruinar mi negocio?
—¡Solo digo la verdad! —Dando pasos hacia atrás, Jaejoong
estiró su mano hasta alcanzar el sobre—. ¡Este restaurante apesta! —Salió del establecimiento
rápidamente.
—¡Tú inútil! —El hombre echó un vistazo alrededor notando
las miradas curiosas de los clientes—. Disculpen esta pequeña interrupción por
favor, todo está bien —Fingió sonreír regresando detrás del mostrador.
Para Jaejoong ese había sido tan solo su quinto día y
ya se encontraba despedido, la paga era mala, el material de la botarga que
tenía que utilizar le provocaba además de calor, urticaria, pero necesitaba el
dinero, requería de esos ingresos para completar sus deudas de ese mes.
Apenas el domingo había encontrado un anuncio pegado
en un poste donde se solicitaba un joven para trabajar en un restaurante de
comida china, con la idea de que se trataría de un puesto de mesero o
lavaplatos acudió a primera hora a la mañana siguiente, pero para su sorpresa
lo que se requería era un animador, alguien que disfrazado de un hombre con
rasgos asiáticos que portaba una vestimenta tradicional y bailaba al compas de
música oriental, repartía volantes bajo los rayos intensos del sol desde las nueve
am hasta las casi siete de la tarde con solo una hora de descanso, una labor
sumamente agotadora.
Durante su poca estancia ahí, había pasado por varios
tragos amargos, como el de que lo empujaran, aventaran cosas, o se burlaran de
él, pero apretando los dientes era como controlaba su molestia, eso fue hasta
que estando casi a nada de terminar su jornada, una pareja de hombres pasados
de copas transitaron a un lado de él lanzándolo a propósito contra el suelo, el
impacto fue más escandaloso de lo que realmente dolió pero su cabeza se ladeo
haciendo que esta quedara al descubierto cuando el atuendo resbalo de ella. Los
hombres comenzaron a mofarse no solo de su traje sino también de su aspecto, el
acabos vino cuando uno de ellos arrojo el resto de su cerveza hacia su cuerpo aún
sentado en la banqueta.
Y aunque Jaejoong sabía que la violencia no resolvía
nada... hacía sentir muy bien, así que impulsándose sobre sus pies se levanto
en un dos por tres lanzándose de lleno contra el que lo mojó, una vez
teniéndolo sometido jaló el pantalón del otro individuo que a consecuencia de
su estado de embriaguez, no tardo mucho en perder el equilibrio.
Toda la escena transcurrió frente a los ojos de los
comensales dentro del restaurante, un par de empleados reaccionaron corriendo
hacia ellos para detener la trifulca en la cual Jaejoong ya se encontraba
propinando golpes y patadas a todas partes, aunque le resultaba un tanto
difícil debido al estorboso traje.
Casi cargándolo lo llevaron al callejón a un costado
donde después de tocar la puerta lateral, entraron dejándolo caer en la esquina
de la cocina. En ese momento el dueño no se encontraba, por lo que al quitarse
la botarga y guardarla, salió de ahí. Pero al otro día, ese mismo sábado, su
jefe se entero de lo sucedido y decidió correrlo. Nunca antes él había
suplicado como esa vez lo hizo, y todavía así el hombre se negó a darle otra
oportunidad, fue por esto que no quiso marcharse sin antes dar su opinión sobre
el lugar.
Antes del medio día, Jaejoong ya se encontraba
caminando por el pasillo hacia su departamento. Rápidamente liberó la llave del
mosquetón de acero detenido en la pretina de su pantalón y abrió la puerta. Sin
cuidado arrojó su mochila sobre la mesa que le servía como comedor, y se dejo
caer en la silla más cercana a él.
Llevo ambas manos a su rostro antes de cruzar sus
brazos sobre la superficie de la mesa ocultando su cabeza en estos. Tenía
exactamente dos semanas para conseguir otro lugar en donde vivir. Su actual
casero le había dado no más de un mes para mudarse puesto que necesitaba el
pequeño departamento para otro inquilino que ofrecía más dinero por el
alquiler. Aunque el señor Nam le concedió la oportunidad de una contraoferta
por parte de Jaejoong, este contaba con un presupuesto limitado y le era
prácticamente imposible pagar más que lo que ya hacía.
Lamentablemente el poco tiempo que tenía entre sus dos
trabajos –ahora ya solo uno– le impidieron realizar una búsqueda más adecuada
sobre las posibles viviendas en la ciudad. Ninguna de las que había visitado
estaba a su alcance y ahora que sus ingresos se habían reducido en un cuarenta
por ciento, mucho menos.
Respiró hondo haciendo su asiento hacia atrás para
levantarse, revisó la hora en el reloj redondo colgado unos centímetros arriba
del marco de la puerta principal, una posición que le facilitaba el control de
los minutos que le restaban para llegar puntual a cualquiera de sus labores.
Seis horas y media le quedaban antes de que tuviera
que checar su entrada en el bar donde era mesero. Recogió la mochila tomándola
del agarre en la parte superior y se desplazó hacia la salida. Una hoja doblada
por la mitad lo detuvo a medio camino al encontrarla cerca de la puerta, lo más
probable es que la hubieran deslizado por debajo de esta y apenas se daba
cuenta de ello.
Se agachó juntándola de un solo movimiento y la
extendió con tres dedos.
«Sr. Kim Jaejoong-ssi, soy el Lic. Park y me es urgente hablar con
usted, por favor comuníquese conmigo a la brevedad posible al 723–7830»
Releyó la nota cuatro veces más, volviéndola a doblar
y metiéndola dentro del bolsillo delantero de su mochila. Salió del
departamento cerrando con llave para luego colocar esta dentro del mosquetón asegurado
en su pantalón y avanzó hasta estar fuera del edificio.
La tarde paso en un pestañear y cuando fue tiempo de
regresar para alistarse para su turno nocturno en el “Exile Bar”, Jaejoong
llegó con pesadez en sus piernas y el vacío en su estómago. De los tres cuartos
de azotea que había visitado, ninguno de ellos fue el indicado para vivir. Una
de las propietarias le mencionó que tenía otra habitación mas en renta, pero
del otro lado de Seúl por lo que él no podía ir a verla en ese momento, así que
acordó en hacerlo mañana, y aunque probablemente esta tampoco se ajustaría a lo
que él deseaba, realmente necesitaba tener un techo bajo el cual dormir en los
próximos días.
Caminó hacia el pequeño patio a un lado de la cocina y
tomo una cubeta de metal, la cual lleno con agua poniéndola después sobre una
de las hornillas de la estufa, encendió el fuego y puso una tapa para que esta
se calentara más rápido. Su falta de dinero le hacía ahorrar la más mínima cantidad
de gas por lo que el viejo boiler fijado en la pared junto a la descompuesta
lavadora, solo servía de adorno al igual que esta, al fin y al cabo humeaba más
de lo que realmente calentaba. Su esperanza era que ahora que el clima estaba
volviéndose cálido, podría ducharse utilizando el agua que emanaba directo de
la regadera. De inmediato se dio un golpe mental al comprender que eso ya no sería
necesario.
Mientras esperaba a que el agua estuviera a la
temperatura apropiada, se dedicó a llenar otro balde más grande cargándolo con
cuidado de no derramar nada hasta dejarlo bajo la regadera después yendo a
preparar su uniforme, su pantalón negro y camisa blanca ya estaban planchados
colgando en sus ganchos sostenidos por un clavo a un costado de la puerta de su
habitación. Abrió el cajón del pequeño mueble que le servía como tocador y sacó
de ahí uno de los dos moños negros, un par de calcetines, y su bóxer.
Luego de quince minutos regreso a la cocina, apagó la
lumbre y con ayuda de un trapo empuño la agarradera de metal llevándola hasta
vaciarla con la demás agua fría en el baño.
Se desvistió rápidamente entrando en el área de la
ducha, mezclo con una jícara el agua y comenzó a bañarse. Al terminar sabiendo
que nadie podría verlo, recogió su ropa del suelo y salió desnudo rumbo a su
recámara donde arrojó las prendas en el rincón en que se hallaban las otras que
había utilizado en la semana. Se metió dentro de su ropa interior mientras
caminaba de vuelta al baño para darse una rápida rasurada, después de eso
volvió disparado a vestirse.
Con los calcetines, pantalón, camisa y chaleco puestos,
hizo a un lado la cortina gris que cubría el hueco del closet y descolgó una
vieja gabardina negra que alcanzaba a cubrirle hasta la mitad de sus
pantorrillas. Se colocó el moño en su cuello y luego cerró cada uno de los
botones del abrigo –desde el cuello hasta su cadera– antes de ir por el
pantalón de mezclilla que acababa de quitarse para recuperar el mosquetón que
olvido quitar.
Fue a la sala llevando entre sus manos su cartera,
celular y llaves, lanzó todo dentro de su mochila y sacó la otra billetera que
llevaba dejándola en el brazo del sillón al caminar a la puerta principal donde
se deslizó en sus brillosos zapatos negros agachándose luego para amarrarse las
agujetas. Dio un último vistazo a sus cosas y así mismo, comprobó el reloj en
la pared y apagó la luz antes de cerrar la puerta de su departamento detrás de
él.
---
A la mitad de su horario como mesero en el bar, sentía
que los talones de sus pies ardían y que el resto de sus piernas daría
cualquier cosa por solo descansar diez minutos. Contando a los clientes que
acababa de tomarles la orden, había atendido a cuarenta y cinco, de los que
eran idas y vueltas para asegurarse de que no se les ofreciera nada.
Mientras esperaba porque las bebidas fueran
preparadas, prestó atención a la caótica pista donde se podían ver a las
diversas personas bailando solas, en pareja o en grupo. Y él por un momento se
imagino que si dispusiera de ese mismo tiempo libre que ellos tenían, lo usaría
para permanecer recostado y el dinero para vivir como realmente quería hacerlo.
Despabiló su mente una vez que el bartender colocó sobre su charola los dos
vasos con líquido azul y morado que le había pedido.
—Hoy ha estado muy atareado —mencionó Jaejoong tratando
de prolongar su estadía por lo menos un minuto más, recargado en la barra.
—Al menos eso significa que tendremos más propinas —el
barman le respondió levemente sonriendo.
—Aún no he contado, pero nadie me ha dado más de diez
mil wons —Jaejoong frunció el ceño al recordar el brillo que había mostrado
cuando un tipo le entrego un billete de cincuenta mil wons tan solo para que
después le dijera que solo conservara el veinte por ciento, al menos lo que
obtuviera era para él y no tenia que compartirlo con los demás—. No será mucho
la diferencia a otras noches.
—Quizás
deberías aplicar la técnica de Johnny —El hombre hizo un gesto hacia el mesero
que estaba riendo con un par de chicas en una de las mesas—. Siempre obtiene
jugosas gratificaciones.
—Sí,
pero también da a pie a que muchos de los clientes se tomen atribuciones con
él, no gracias, prefiero mantenerme al margen —puntualizó tomando la bandeja y
adentrándose entre la multitud que bailaba en medio del lugar.
Al llegar
a la mesa, Jaejoong depositó los vasos sobre la superficie asintiendo hacia la
pareja de hombres antes de alejarse observando a cada uno de sus clientes
asignados. Cuando sus ojos dieron con la mesa veintitrés y la encontró vacía,
empezó a divagar alrededor tratando de hallar a las personas que debían estar
ocupándola, pero ni una señal obtuvo de ellas.
Un
escalofrió viajó a su frente al checar en su tableta la cuenta aún sin pagar
correspondiente a la de ese número, era casi tanta como su sueldo por dos
meses. Avanzó hasta el balcón de la segunda planta escaneando cada uno de los
rincones y luego volteó hacia la salida, ahí, los tres chicos que buscaba,
parecían estar discutiendo con el hombre de seguridad.
Bajó
como rayo los escalones zigzagueando entre la multitud hasta llegar con ellos.
—Ya
se los dije, sin ticket no pueden salir —El fornido vigilante les indico
interponiéndose entre la puerta y los hombres.
—¡Pero
lo perdimos, ¿cómo esperas que lo encontremos con toda esta gente alrededor?!
—Uno de ellos protestó altaneramente.
—Yo
los atendí y aún no han pagado —Jaejoong habló desde atrás logrando que las
cuatro miradas se fijaran en él—. La cuenta todavía está abierta —Mostró su
tableta electrónica para indicar que no mentía—. En cuanto la liquiden, les
daré el comprobante y ustedes podrán marcharse —agregó sin lucir inseguro por
las expresiones que los tres sujetos le dieron.
—Estás diciendo que…
Su amigo, quien estaba parado junto a él, puso la mano
sobre su hombro y este dejo de hablar. —Paguemos de nuevo, no es demasiado y
tampoco nos dejara en la calle si lo hacemos.
—Este lugar es nefasto —Otro de ellos bufó—, y su
personal de muy baja categoría.
Jaejoong apretó los labios dejándolos en una línea
recta tratando de evitar que una sonrisa sarcástica se dibujara. En su lugar
les enseño la cantidad que debían pagar y recibió la tarjeta de crédito que uno
de ellos le extendió pidiéndoles que aguardaran solo un instante antes de
desaparecer hacia la caja registradora.
Él tenía bastante experiencia con situaciones
similares así que ahora ignoraba a los tipos que pretendían ser de la realeza,
no daba más información de la necesaria y siempre buscaba el respaldo de los
vigilantes, puesto que el conservar su empleo dependía de ello. También sabía que
no debía distraerse más de cinco minutos porque alguno de sus clientes se
fugaría sin pagar, y por supuesto, la casa no invitaba en esos casos. Jaejoong
se repetía casi cien veces en su cerebro que solo era un trabajo y mas nada un
asunto personal. Se sacudía cualquier molestia porque difícilmente podría
liberarla ahí, no cuando mientras discutiera con ‘alguien’ sus demás clientes estarían
siendo descuidados.
Jaejoong regreso con el baucher y tarjeta pidiéndole
su firma al dueño y entregándole después de esto, ambos objetos. Sin necesidad
de seguir ahí, giró sobre sus talones para volver a sus labores.
La noche transcurrió pesada y abrumada para él, cerca
de las cinco de la madrugada metió la llave en la cerradura de su departamento abriendo
la puerta perezosamente, la cerró con su talón para luego quitarse los zapatos
y caminar al destartalado sofá donde se dejo caer.
---
Antes del medio día de ese domingo, Jaejoong escuchó
el estruendo de sonidos que se asemejaban a una docena de cláxones en la parte
trasera del edificio, buscó a tientas la sábana pero al no sentirla se movió de
lado, olvidado el lugar donde se encontraba e irremediablemente cayó al piso.
Maldijo aún con los ojos cerrados rascándose la nuca y
bostezando mientras se acercaba a la ventana, hizo a un lado la vieja cortina
café para asomarse fuera.
—Maldito tráfico —pronunció entre dientes al ver el
embotellamiento en la estrecha calle.
Regreso al sillón sentándose ahí y echando su cabeza
hacia atrás. Se enderezo para tomar su celular del interior de su mochila, registrando
los pequeños compartimentos para obtener la tarjeta que la casera le había
entregado ayer. Frunció el ceño cuando lo primero que tocó fue la nota del
abogado, él no quería saber nada de alguno de ellos, especialmente porque por
lo general estos solo implicaban problemas y de esos ya estaba hasta el cuello.
Suspiró marcando el número de la mujer al finalmente
tener la tarjeta en su mano. Dos timbres y ella contestó.
---
El viajar por más de cincuenta minutos de un extremo
de la ciudad al otro, había sido un desperdicio de tiempo, el departamento –si
es que podía siquiera llamársele así– estaba en el doble de malas condiciones
que cualquiera que haya visto antes. Humedad cubría cada una de las paredes,
mismas que parecían estarse cayendo por partes, el piso tan mohoso que dudaba
que tuviera algún arreglo y a lo demás no pudo darle importancia porque justo
en ese momento una patrulla se estacionó frente a ellos para inspeccionar la
vivienda de junto.
Él no necesitó más y salió de ahí en cuanto se lo
permitieron los judiciales.
A pasos de llegar a su edificio, miró por el rabillo
de su ojo como el señor Nam lo señalo con su mano derecha y un hombre fue
directo con él.
—¿Kim Jaejoong? —preguntó interceptándolo en el
corredor y Jaejoong lo vio de la cabeza a los pies y todo el camino de nuevo
hacia arriba antes de asentir—. Mi nombre es Park Yoochun, ayer deje una nota
en la puerta de su departamento, no estoy seguro de si la recibió, es por eso
que decidí volver.
—¿Por qué? —cuestionó arqueando una ceja sin dejar de
escudriñarlo con la mirada.
—Necesito hablar con usted, ¿podemos hacerlo ahora
mismo?
Jaejoong parpadeó con la vista hacia el suelo, sea
cual fuera el asunto que quería tratar, debía ser urgente puesto que ¿qué
abogado trabaja en domingo? Otra vez sin pronunciar palabra solo asintió
caminando a las escaleras de concreto con la palabra ‘sígame’ implícita en sus
acciones.
Entró en su departamento dejando la puerta abierta
para que el hombre pasara, abandonó sus cosas sobre el comedor volteando
después hacia el otro. —Usted dirá.
—Bien, soy
abogado, y estoy aquí en representación de la señora Jang Nayoung, su tía.
—¿Tía? —Jaejoong jaló la única silla y se sentó en
ella—. Creo que tiene al hombre incorrecto, yo no tengo ningún pariente.
—Está equivocado señor Kim, la señora Jang era prima
cuarta de Kim Yoonji, la madre de usted.
—Sí, ese es el nombre de mi mamá pero, dijo usted
¿prima cuarta?
—Las bisabuelas de ambas eran primas hermanas —aclaró—,
por lo tanto usted es su sobrino quinto.
—¿Eh? —Los términos y grados revoloteaban en su mente sin
poder comprenderlos—. Sigo sin entender, pero aún así ¿qué es lo que tiene que
ver conmigo?
—Su tía falleció y fue su deseo que lo buscara, ella
también le dejo todos sus bienes, usted es su único pariente y heredero
universal.
—¿Yo? —Entrecerró sus ojos por un momento y luego los
amplio—. ¿Y de que trata esa herencia? ¿Deudas?
El licenciado Yoochun sonrió tenuemente antes las
preguntas. —Tan solo saldo a su favor y una propiedad —declaró.
—¿Qué tipo de propiedad? —Jaejoong inquirió con
ansiedad.
—¿Puedo sentarme antes de responderle?
—Oh, por supuesto —contestó rápidamente apenas dándose
cuenta que el hombre había permanecido de pie todo este tiempo.
—Gracias —Yoochun se sentó en el sillón y acomodó su
maletín encima de su regazo—. Es una casa al norte de la ciudad.
Y de pronto el panorama de Jaejoong parecía abrirse
pasando a través de la espesa neblina dejando a la luz una esperanzadora salida
al futuro. Pero su subconsciente detuvo su viaje dimensional clavando sus pies
firmemente en su realidad.
—¿Existe algún requisito que debo cumplir para poder
tomar posesión de ella? ¿Pagar algún subsidio? ¿Sus honorarios? ¿Cuáles son los
trámites? ¿La casa está hipotecada? ¿Se debe algo por ella? ¿Está seguro que no
hay ningún otro familiar? —soltó en un respirar poniendo a los oídos del otro
hombre en aprieto por captar todo.
—La casa está totalmente pagada y libre de cualquier
deuda, necesita arreglar las escrituras y eso tendría algún costo —Reparó en como
Jaejoong se bajó de hombros por lo que se apresuro en agregar—: La señora Yang
pagó mis honorarios por adelantado además de que dejo un capital que usted
puede utilizar para solventar cualquier gasto por el papeleo al que sin ningún
problema le asesoraré para realizarlo y referente a lo último, sí, estoy absolutamente
seguro de que no hay más nadie.
—Esto parece demasiado irreal —murmuró quedamente—.
¿Puedo ver su identificación?
Yoochun soltó una pequeña risa sacando su credencial y
cedula profesional, después su licencia de conducir estirándose para
entregándoselas en la mano. —Tengo conmigo también una copia del poder notarial
que me otorgó la señora Yang —Consiguió el documento de su portafolio, igualmente
traspasándoselo al instante.
—¿No tiene una foto de la casa? —Jaejoong argumentó
sin levantar su vista de los escritos en sus manos.
—Me temo que no, pero podemos ir a verla cuando usted
guste —Con la sonrisa aún en sus labios, Yoochun ofreció, pero su gesto fue
borrado cuando Jaejoong lo miro con recelo.
—¿Puede ser hoy mismo?
—Claro —El abogado acepto los documentos guardando
todos en su maletín levantándose cuando el otro lo hizo.
—Sé que es un poco apresurado, pero entre semana es
complicado para mí el…
—Como le dije, no hay problema, esto es parte de mi
trabajo.
—Bien, solo uh, tomaré algo y nos iremos —Jaejoong
apuntó a su habitación antes de adentrarse en esta saliendo casi enseguida con
un suéter en su brazo deteniéndose cerca de la mesa para meter su celular en el
bolsillo frontal de su pantalón y recoger las llaves.
---
Jaejoong desabrochó el cinturón de seguridad al tiempo
que jalaba la manija para abrir la puerta del auto de Yoochun estacionado frente
al blanco portón seccional que cubría casi toda la parte frontal de la casa.
Miro a su alrededor comprobando el lugar, la zona
parecía agradable y prospera, las aceras estaban limpias, un par de negocios y
tiendas de conveniencia podían distinguirse en la siguiente calle y un
sofisticado edificio de departamentos se encontraba situado a dos casas.
—Es grande —declaró teniendo a Yoochun cerca.
—Lo es, tiene dos pisos, cuatro recámaras y patio
trasero —Abrió la puerta provocando un rechinido y dejó entrar primero a
Jaejoong para después cerrarla tras ellos—. No la conozco del todo, pero
aparenta estar en buenas condiciones, es cierto que es un poco vieja pero nada
que unos pequeños arreglos no puedan solucionar.
La fachada rustica fue lo primero que le robó la
atención, luego el pasto recortado que brotaba solo en algunas partes donde el
empedrado no interfería con su crecimiento, casi todo a lo largo de los
cimientos de la casa. Jaejoong distinguió las marcas de auto en el espacio que
supuso seria la cochera, al cruzarla para subir los dos escalones que lo
separaban de la puerta principal.
En cuanto ingresaron, se sintió el cambio de
temperatura, la calidez contrasto la brisa fresca del exterior, muestra clara
de que sería una noche fría.
—Realmente han sido muy pocas la veces que he estado
aquí y la mayoría del tiempo fui solo a la que era la habitación de su tía
—Yoochun avanzó a mitad de la sala siguiendo los movimientos de Jaejoong quien
observaba más detalladamente el interior—. Sé que la cocina es esa —Apuntó el
arco sin puerta enmarcado con madera—, y por ahí mismo se sale al patio.
Jaejoong se limitó a asentir mientras seguía en la
dirección que le fue indicada deteniéndose cuando el teléfono del otro hombre sonó.
—Un momento —Yoochun se disculpó retrocediendo unos
pasos hacia fuera dejándolo en completa libertad para continuar la exploración.
Pasando el umbral, Jaejoong vio los estantes empotrados
contra la pared que aportaban más espacio para andar con facilidad entre los
electrodomésticos y demás muebles integrales que componían la cocina. Un horno
de microondas estaba incorporado en un estante debajo de una vitrina que
resguardaba una despostillada vajilla y un espacio abierto estaba lleno de
frascos de especies y condimentos, en medio del lugar había una estufa negra y el
mueble adyacente al de esta, estaba equipado con un fregadero de doble tarja.
Sobre las encimeras reposaban una licuadora, cafetera
y dos tarros en la esquina cerca del tomacorriente doble polarizado.
El también negro refrigerador, se encontraba alojado
dentro de un hueco que se adaptaba perfectamente a su tamaño y por encima había
un estante más. Jaejoong tiró de la agarradera para abrir la parte del
congelador sin escarcha donde solo había un recipiente con cuatro espacios
ocupados de los diez que disponía para formar cubos de hielos. Cerró y abrió la
parte inferior hallando nada más que un agua embotellada en uno de los
transparentes compartimentos pegados a la puerta. Todo se veía tan limpio como
vacío.
Regresó su vista al frente donde la ventana por arriba
del fregadero permitía que la luz de la tarde se filtrara. Se desplazó hasta
esta para echar un vistazo hacia el exterior, sorprendiéndose por el verde del
llano césped que no media más allá de tres centímetros.
En su premura y desconcierto por la información que el
licenciado Park le había mencionado, olvido preguntar cuánto tiempo de
fallecida tenía su –recién descubierta– tía. Probablemente muy poco dadas las
buenas condiciones en que todo se apreciaba, si bien había un poco de polvo
aquí y allá, no era demasiado como debería de ser para una casa descuidada por
semanas.
Jaejoong se perdió por unos instantes en las
posibilidades que habría tenido si esta propiedad hubiera llegado unos años
atrás.
El tren de sus pensamientos se interrumpió al escuchar
un suave murmullo seguido de un duro azote de lo que creyó se trato del refrigerador.
Dio media vuelta tomando del mango al objeto que tuvo más pronto a su alcance, cuando
descubrió al despeinado hombre descalzo delante de él, con el torso descubierto
y solo portando una holgada bermuda.
Alzo en alto el sartén antes de engrosar su voz
firmemente. —¡No te muevas o te parto la cabeza en dos!
:::: .::::. ::::
—Señor Yoon, él
es Jaejoong, el muchacho del que le hablé —dijo la mujer con el gafete de
hospital que sostenía el brazo de Jaejoong dando un paso hacia el hombre quien
sonrió inclinándose frente a ambos.
—Me alegra
tenerte ya aquí, necesito mucho de tu ayuda.
Jaejoong asintió
mordiendo su labio inferior para evitar decir cualquier cosa, sabía
perfectamente que el favor se lo estaban haciendo a él porque el atender un
pequeño puesto no representaba el mayor problema para el hombre, quien ya lo
había venido haciendo por mucho tiempo, pero que por ofrecerle un empleo fingió
no darse abasto con su cafetería. Así que, ¿quién era él para contradecirlo?
Si de todas
formas permanecía cerca del hospital constantemente, por qué no ocupar su
tiempo en ganar ese dinero que tanto falta les hacía a él y a su madre.
—Gracias por
aceptarme, seré el mejor empleado que jamás haya tenido —Jaejoong se enderezó
por completo para inclinarse noventa grados.
—Se que lo serás,
ahora ven que te mostraré que es lo que venderás.
Ambos se despidieron
de la mujer antes de que Jaejoong fuera guiado por el hombre al interior de la
cafetería para ser instruido acerca de lo que a partir de ese día se encargaría.
me gusta! continua *-*
ResponderBorrargracias XD
Borrarwaaa q intriga!!!
ResponderBorrarquiero saber a quien quiere golpear xDDD
wooo me gustaria
ResponderBorrarsaber a quien iba a golpear!!!! siguelo por favor ñ_ñ...
mmm olas soy magalyjae¡¡ mm luego dejare mi coment con mi nick¡¡ esk ando apuradita¡¡ wa gracias¡¡ ya puedo copiar dejare mi coment cuando lo lea en el celu¡¡ wa espero no te olvides de actualizar memorias de un mafioso¡¡ en face sot Joongie Villegas JEJ Y POS TE DIJE Q TE IVA A ACOSAR PA Q HAYA ACTUS¡¡ JAJA XD bueno te cuidass byee
ResponderBorrary yo te pase libre para que lo hicieras :) y no he olvidado el del mafioso, en esas ando
Borrarme enkanto¡¡ waa¡ kelo contii¡¡ TOT AHORA SI ME IREA LER EL CAP 20¡¡ yeha graciasssssssssss
Borrar*-* tmb me recomendaron este fico!! asi que estare pendiente de el!! yee!!
ResponderBorrarwaa me gusta... ya quiero saber quien es el hombre que entro a la cocina asustando a Jae ^^
ResponderBorrarinteresante....comenzare a leerlo
ResponderBorrarMe gusta ese gran cambio económico para Jae. Quién ese hombre al que Jae quiere golpear???
ResponderBorrarGracias!!!