Memorias de un mafioso: Capítulo 18

Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere.
Elbert Hubbard

Algunas veces he sentido que no debí despertarme del todo, que permanecer con los ojos cerrados hubiera sido realmente la mejor opción. Pero quizás el pensar antes de actuar sin duda es lo más indicado.

Sentado por lo que calculé más de media hora en los húmedos mosaicos de la regadera, pensé en qué era lo que estaba haciendo ahí. Recordaba recorrer las calles, llegar a la casa y preguntar por Minho. Lo demás era tan borroso y confuso que le restaba realidad a lo que sabía que había sucedido.
Comportarme como un zombi podría ser la descripción perfecta para mis acciones, pero era ilógico utilizar eso como evasiva a lo que propicié.
Sintiéndome tan desalentado e indefenso, recurrí a la vieja táctica de cambiar el dolor por placer, porque ni siquiera desee vengarme, solo deseaba olvidar, y porque mi mente no pensaba en nada más que en Yunho, tuve sexo con Minho.
Nunca nada estuvo más cerca de ser un acto vacio como lo que físicamente él y yo tuvimos. Tal vez siempre había sido así, invariablemente inmerso en mí, probablemente jamás me percate de lo mecánico que podía ser.
Fui yo quien tomó la iniciativa, el que hizo el primer movimiento y el que propicio que nuestra relación diera un paso más allá de la amistad.
Esa noche el cansancio me hizo dormir hasta pasadas las doce pm del día siguiente, solo para enfrentar que el escenario era totalmente distinto al que me había acostumbrado. Despertarme en otra cama junto a otro hombre, fue el golpe que necesitaba para comprender que volvía a estar solo por mi cuenta.
—¿Jaejoong, estas bien?
La voz de Minho resonó por las paredes del baño dándome el impulso para ponerme de pie, aunque mis ganas por abandonar ese provisional refugio eran nulas.
—Ya voy —hablé sujetando por la orilla a una de las toallas colocadas en el entrepaño del mueble sobre el inodoro.
Cubierto de la cintura para abajo, salí yendo hacia la bolsa negra donde tenía mi ropa. Traté de vestirme lo más rápido posible sintiendo la mirada de Minho sobre mí. Luego regrese al baño para arrojar la toalla húmeda en el cesto donde había otra como esa, eventualmente la servidumbre se encargaría de lavarlas. Él nunca hablaba de su riqueza, pero eso no significaba que no disfrutara de los beneficios de esta.
Reconocí en el suelo mi pantalón y camiseta, recogí estas y mis demás prendas desperdigadas por la habitación, doblé todo poniéndolo en una pila a un lado de la bolsa.
—Traje el desayuno —Minho señaló la bandeja encima de la cómoda.
Asentí suavemente seguido de un gracias mientras me acercaba a la comida, un antiácido y dos tabletas para el dolor de cabeza estaban junto a un vaso con jugo de naranja y otro con agua. Tomé los analgésicos y el jugo, desechando la idea de siquiera mirar lo que había en los platos. La inestabilidad en mi estomago anunciaba que aún no estaba listo para consumir nada.
—Deberías comer algo, te sentirás mejor después de eso.
Mi fallada emulación de sonrisa fue lo único que pude ofrecerle. De entre las cosas que no tenía deseos de hacer, la principal era hablar, pero eso era lo mínimo que él se merecía. —Más tarde —solté.
En un momento sus manos oprimieron ligeramente mis hombros, solo para hacerme notar que él estaba detrás de mí. Con la misma sutileza me aparté, para flojamente peinarme e ir a la puerta. —Saldré a tomar aire.
—Te acompaño —ofreció.
—Preferiría ir solo.
—Luces como si estuvieras a punto de desmayarte.
—Estaré bien —aseguré girando la perilla, dirigiéndole una última mirada antes de marcharme.
Y de nuevo él no pregunto nada, al igual que lo hizo la noche anterior, solo dejando que tomara el control, como si asumiera que justo era eso lo que precisaba y no cuestionamientos o aclaraciones en su lugar.
Caminé durante horas, a veces en círculos alrededor de las calles y otras en línea recta. Veía a la gente avanzar metidos en sus propios mundos, cada quien ensimismado en sus asuntos demasiado ocupados para ponerme atención. Quería enfocarme en algo para despabilarme, lo único que decidí fue que no debía seguir en casa de Minho.
Así que regrese determinado a que en cinco minutos estaría de nuevo en la calle con mis cosas en mano.
Al entrar en la habitación, guarde lo que tenia fuera de la bolsa y anude esta antes de alzarla pretendiendo irme, la entrada de Minho me detuvo. —¿Te vas?
—Gracias por dejarme dormir aquí —dije mirando hacia el suelo no teniendo aún el valor para verlo a los ojos.
—¿A dónde iras? ¿Regresaras con él?
Innecesario mencionar el nombre, tan patéticamente obvio para él era que mi problema tornaba en una persona.
Negué con la cabeza concentrándome en el peso que cargaba en mi brazo. —Buscaré otro sitio.
—No tienes que irte, si es por lo que pasó ayer no tienes que hacerlo.
—No quiero ser una molestia —confesé a pesar de que sabía que ya lo había sido.
Minho me observo en silencio dando la impresión de que deseaba decir algo, pero solo dio vuelta dirigiéndose a la puerta. —No lo serás, quédate —mencionó dejándome solo.
Por segundos debatí el aceptar o no, su oferta. No es que tuviera alguna otra buena opción de todos modos. Solo un par de días, me dije a mi mismo al poner mis cosas en donde estaban antes.
Una semana transcurrió de manera normal, en la que acudí a la universidad para ocuparme de lo realmente importante, mi futuro. Durante ese lapso no tuve señal de Yunho, desafortunadamente no por eso deje de pensar en él.
El ultimo favor que le había pedido a Minho, fue que alguno de sus empleados le llevara mi –ex– auto a la compañía. Por cobardía quizás, pero no deseaba lidiar con tener que devolverlo por mí mismo. Entonces eso fue lo que se requirió para que él se presentara ante mí.
—¿En verdad no piensas volver eh?
Desde la esquina, recargado en la barda de la casa de Minho, Yunho me veía mientras avanzaba sin prisa, aproximándose.
Absolutamente ninguna contestación le di, en cambio presioné el timbre y aguarde porque alguien me abriera.
—Así que finalmente si te sirvió eso de tener dos velas encendidas —El cinismo con el que pronunció las palabras me hizo enojar, lo cual recalo en el portón cuando le propiné una patada. Con todo y esto, no hablé—. ¿Ahora oficialmente estas con él?
—¿Qué es lo que quieres Yunho? ¿Olvide regresarte algo? —Mi voz surgió casi en un gruñido.
—Sabes lo que quiero.
—¿No deberías estar con tu padre? ¿O quizás buscando un nuevo toyboy?
—Vuelve —musitó intentando alcanzarme.
—No —advertí apuntándolo con el dedo índice—. No me toques.
—¡Diablos, estoy tratando de hablar contigo calmadamente pero lo haces tan jodidamente complicado!
—Eso debería darte la idea de que no quiero tener tratos contigo —siseé volviendo a timbrar, maldiciendo internamente el que nadie acudiera al primer llamado.
—He sido muy paciente dándote espacio para que te sobrepongas de tus caprichos, pero estoy verdaderamente cansado.
—Mis caprichos, claro —Encontré irónica la situación, una conversación absurda carente de adecuados argumentos—. Nómbralo así, si eso te satisface.
—Todo funcionaba perfecto entre nosotros, te daba todo lo que querías y podía jurar que estabas contento.
¡Dios como no me di cuenta antes, de que él me estaba tratando nada más que como a su querido!
—¿A qué te refieres con perfecto? A mantener una doble relación a mis espaldas mientras representabas la parodia de un hogar. Porque eso es exactamente lo que estabas haciendo y aunque para ti yo no aparente ser algo más que un objeto fácil de comprar, estas bastantemente equivocado si crees que solo cerrare los ojos para seguir con esa farsa.
—Yo no pienso eso de ti —dijo estirando su brazo para sujetar mi mano, volviéndolo a esquivar—. Odio los dramas, vayamos a…
—No iré a ninguna parte contigo —declaré soltando el aire contenido en mis pulmones al ver que la puerta se abría.
La mujer del servicio sonrió al verme pero de inmediato ese gesto cambio cuando Yunho me jaló hacia él. Entre el forcejeo, no me percate de la llegada de Minho hasta que se escuchó su voz.
—¿Qué sucede?
Aproveché el descuido de Yunho suscitado por la sorpresa, para escabullirme dentro de la casa congelándome al notar a los dos fornidos hombres a cada lado de Minho, posiblemente este mismo lo captó puesto que me sujeto del antebrazo poniéndome detrás de él.
—¿Entonces, te marcharas por tu propia voluntad o tendré que llamar a la policía?
Yunho sonrió de medio lado, dando un paso al frente. —¿Crees que con esa estúpida amenaza me asustarás? —Aparentemente él era de los pocos mafiosos que no temía de las autoridades.
Minho detuvo con su mano, el avance de sus guaruras. —He oído rumores de que la empresa para la que trabajas actualmente, está bajo investigación, por lo que no dudo que a los encargados del caso les agradaría enterarse de que uno de los altos mandos de esta, tiene como pasatiempo cometer actos de violencia en propiedad privada.
Para mi asombro personal, asomado por un costado de Minho, vi a Yunho retroceder conservando su afilada mirada en nosotros, luego sencillamente se viró para retirarse de ahí. Tan fácilmente así que causaba dudas.
El portón se cerró atrayendo mis ojos a las personas que me observaban. Minho le ordenó a sus empleados regresar a sus labores lo que nos dejo a los dos en un incomodo silencio.
—Será mejor que me vaya, ya he causado suficientes problemas —espeté envolviendo la mano en la parte suelta del tirante de mi mochila. Algo en eso, siempre lograba relajarme.
La mano de Minho toco mi hombro tan solo un segundo como si sospechara que no era bienvenido cualquier contacto con él. —Más problemático serás si te vas y después llaman para que acuda a la morgue para reconocerte.
Su broma de mal gusto –lo que al menos deseaba que fuera– no me pareció en lo más mínimo graciosa. Me enderecé dispuesto a contradecirlo pero antes de lograrlo el alzó su mano para callarme. —¿Continuarás diciendo que lo conoces y el no haría eso? —Quise decir que si, quise asegúraselo, pero a quien engañaba, ya una vez metí las manos al fuego por él, y me quemé.
—Por lo menos aquí no intentará entrar, no después de lo que le dije —garantizó, a lo que yo asentí puesto que Yunho no lo haría, porque lo único que le importaba era la compañía y el presidente de esta.
En los siguientes días fue difícil conciliar el sueño, solo lo conseguía si me acostaba lo suficientemente agotado y para que eso sucediera, recurrí a los hábitos que nunca debí dejar.
Visitaba cada establecimiento de diversión nocturna poniéndome al corriente de las reuniones de mi antiguo grupo de juerga. En la mayoría de las ocasiones insípidamente dejaba que la gente hablara, limitándome a estar ahí pretendiendo que los escuchaba. Así fue hasta que deduje que quizás estaba juntándome con los hombres erróneos, que necesitaba a los del tipo rudo y peligroso.
Entonces comencé a hacer lo que nunca, poner atención en los perdedores que me mostraban interés, perdiéndome con ellos hasta altas horas en bares y en el día refugiándome en la biblioteca para solo llegar a casa de Minho a dormir, tratando de evitar sus ojos puesto que no deseaba siquiera preocuparme por lo que hallaría en ellos, la mirada de desaprobación y decepción mientras buscaba afuera la calma que no conseguía encontrar.
Después de eso, decidí avanzar por completo al siguiente nivel, estar con otro hombre –con mis cinco sentidos funcionando correctamente–. Pero antes de continuar con mi vida, debía saldar cuentas, lo que tuve que haber hecho desde un principio.
—Lo siento tanto —susurré en el odio de Junsu, manteniéndolo en un comprimido abrazo—. Ni mínimamente imagine como se sentía.
La implícita disculpa por mi mal comportamiento, se reflejo de nuevo al reforzar los brazos alrededor del cuerpo de Junsu, con él tratando de separarse de mí.
—Yah, estas ahogándome —protestó por lo que lo solté dando un paso atrás distinguiendo como él me veía con desconfianza—. ¿Qué te pasa? ¿A qué viene esa disculpa?
—A lo que hubo entre nosotros en el pasado.
—Oh Dios, ¿tienes una enfermedad terminal y estas tratando de arreglar todo para poder morir en paz?
La seriedad con la que hablo me asustó, ciertamente tenía idea de cuan reducida era la mentalidad de la mayoría de mis amigos, creo que eso influía en que yo me juntara con ellos, el saberse inteligentemente superior era una vasta ventaja para tenerlos a mi alrededor, pero la tétrica manera en que a ellos les gustaba mofarse de mí, utilizando a la muerte, era espeluznante.
—Casi estoy arrepintiéndome de sentirme culpable contigo —dije.
—Nah, no te sobrevalores demasiado, si yo la pase mal a tu lado fue por mi culpa, confié y esperé algo que tú no podías darme.
La lucidez de sus palabras me trajo la identificación en ellas. Si no le hubiera permitido a Yunho ser parte importante en mi, yo no habría tenido que atravesar esa situación.
—De cualquier forma si eso te ayuda a aligerar tu conciencia, te perdono —Dio dos palmadas en mi espalda entrelazando luego su brazo con el mío—. ¿Y cómo van tus cosas? He oído perversos rumores de que has estado muy activo en el gremio últimamente, pero los ignore porque sé que Yunho jamás toleraría eso. Ya sabes, por su complejo de bestia territorial.
Desenganché nuestros brazos por el enfado de que ese nombre saliera a relucir. —Lo que él opine o no al respecto, es insignificante.
—Ah —Junsu volvió a tomarme del brazo, adhiriéndonos más—. Ustedes tuvieron una discusión.
—Fue mas como que tuve una revelación en vivo y a todo color —Me aparté poniendo distancia entre ambos—. Escucha, lo único que yo quería decirte es que lo lamento, en relación con lo demás, es algo solo de mi incumbencia.
Sin decir más, me fui en busca del nuevo espécimen que me regresaría a mi camino original. A la ruta de la gloria y despreocupación.
En noventa minutos conseguí pescar a un tipo cualquiera que conocí en la cafetería a dos metros de la universidad. En algún momento de su barata conquista, propuso ir a un lugar con privacidad, acepte y ambos salimos de ahí para dirigirnos a su departamento que según él, no estaba muy lejos.
No logramos avanzar más allá de la esquina cuando una figura humana no tapó el paso. Al instante fruncí el ceño, las circunstancias que iban tan idóneas se tornaron en nefastas con solo verlo.
Inadvertidamente, Yunho atrapó mi mano ordenándome con gruesa voz que lo siguiera, con lo que evidentemente el sujeto que me acompañaba, no estuvo de acuerdo.
—Eso será en otra oportunidad, él y yo tenemos ya candentes planes —Rodé los ojos por el estúpido comentario, quejándome posteriormente al ser mi brazo agitado bruscamente cuando Yunho me soltó la mano.
No existió el tiempo suficiente para intervenir entre la caída del hombre y la patada que este recibió en el muslo, pero si antes de que obtuviera otro. —¡¿Te has vuelto loco?! —clamé.
Con ninguna respuesta ni delicadeza, comencé a ser prácticamente arrastrado por la banqueta haciendo el mayor intento por liberarme. —¡Te lo dije muy claro la otra vez, no iré a ninguna parte contigo, así que suéltame!
Mi sentencia lo detuvo pero no consiguió que me dejara. —¡En ese caso, tengamos esta amena plática en medio del patio de tu escuela para que todo el mundo sepa la clase de individuo que tienen como alumno! —pronunció enérgicamente haciendo énfasis al señalar a los espectadores que nos observaban.
Consciente de las miradas y oídos bien dispuestos a escuchar, bajé el tono para que solo fuera audible para ambos. —Al menos no soy un delincuente.
Su fría expresión no me inmuto ni por un segundo, había descubierto que el miedo que solía tenerle, se desvaneció en el momento que su careta se cayó.
—¿Y que si lo soy? Yo no estoy inscrito aquí, no es a mí a quien echaran —acusó poniéndome en claro el propósito de su escena.
—De manera que eso es lo que pretendes —declaré enfrentándolo—. Haz que me expulsen y te juro que esta vez no me quedare con los brazos cruzados.
Por la proximidad que absurdamente aumente, no le fue nada difícil agarrarme del brazo y jalarme hacia el lado contrario de la facultad. ¡Por lo menos opto por otro campo de batalla que no afectaría mis estudios!
El callejón aledaño a la cafetería –en donde ni señas hubo del paradero de mi frustrada-cita-carnal– y la muy descuidada tienda de libros usados, fue el punto adecuado que él supuso para proyectarme contra la ladrillada pared, esquivando por muy poco el chocar con los botes y bolsas de basura a lo largo del muro.
—¿Es esto lo que has estado haciendo, metiéndote con cuanto sujeto se atraviesa en tu camino? —recriminó situándose frente a mí.
—Eso no es tu asunto, lo que haga no te importa —aclaré estirándome para poner las palmas de mis manos en su dorso y con estas aventarlo.
El empuje no tuvo algún efecto a mi favor, sino que él se lanzó en mí dejándome de nuevo contra la pared. —Has estado haciendo toda clase de idioteces que el propio Junsu me llamo para preguntarme qué era lo que pasaba contigo.
La ira borboteó por mi cuerpo como si un tapón la hubiera estado conteniendo y este saliera despedido con un enorme plop. ¿Quién infiernos dijo que yo necesitaba supervisión? ¿Y por qué jodidos tenía que ser precisamente él quien me la diera?
—¿Y que con eso? ¿Si decido comportarme como un desenfrenado o como el golfo de la ciudad cual es el problema? No soy una frágil princesa a la que hay que rescatar, soy un adulto libre que no tiene que darle cuentas a nadie de sus actos.
El apretado puño de Yunho se alzo paralizándose a milímetros de mi rostro, listo para recibir el golpe noté como su mano se extendió para sujetarme de la barbilla y así encararlo. —¿Por qué te pones tan quisquilloso respecto a mi entonces? —preguntó.
—Eso es distinto, tú me mentiste cuando estábamos juntos, haciéndome creer que teníamos algo serio —contesté volteado la cara, logrando zafarme.
Yunho aterrizó duramente su mano en la pared a un lado de mi cabeza haciéndome parpadear por la impresión. —Vas a volver conmigo —estipuló como si se tratara de un decreto.
—No —contradije mirándolo directo a los ojos.
—No estoy preguntándote.
—¡No regresare a ese lugar, y por sobre todas las cosas, no contigo mientras sigas con ese hombre!
Se alejó dándome espacio suficiente para moverme y componer mis ropas. —Ya te lo dije, no voy a dejarlo.
—Bien, no hay nada más que hablar —indiqué disponiéndome a marcharme. No dando ni un paso completo, él me frenó.
—Él es la persona que me sacó de las calles, quien me dio de comer y me obligo a ir a la escuela aun cuando le dije que no quería hacerlo porque sé que lo único que importa es el dinero y el poder, él es quien estuvo ahí para mí siempre que lo necesite.
—¡Pero también es quien obtuvo un provecho de ello! —refuté viéndolo fijamente mientras procesaba lo que acababa de decirme. Tenía lógica su argumento pero no la razonable para consentir su manera de relacionarse—. Ok él hizo todo eso por ti, le doy el crédito, pero ya ha tenido suficiente de ti, puedo aceptar que sigas haciéndote cargo de sus negocios pero no que tengas un vinculo sexual con él.
Yunho levanto sus brazos dejándolos caer de inmediato a sus costados haciendo ruido cuando estos chocaron con el mismo. —Tú deberías comprender porque estoy haciendo esto, porque después de tantos años me niego a volver a ser alguien invisible para la sociedad, a ser de nuevo el marginado por el que nadie da un won, el que no tiene nada más que la soledad como compañía.
—¡Yo tenía eso y estaba bien con ello! —repliqué apretando los puños—. Pero tuviste que entrometerte y arruinarlo haciéndome infeliz, diciéndome que me amabas para luego encajarme un puñal por la espalda declarando que eso es lo que hay y debo conformarme, pues no lo hago.
Nuevamente se acerco asiéndome de la pretina de mi pantalón esta vez suponiendo de antemano lo que pretendía, lo aparte de un codazo. —No vuelvas a buscarme porque si no, yo mismo le llamaré a la policía.
—¿Realmente eso quieres que haga? ¿De verdad quieres que desaparezca de tu vida?
Tomándome del hombro me retuvo para que le respondiera. —Es lo que más deseo —dije.
Quitó su mano de mí, retrocediendo un tanto. —No soy alguien que fácilmente doblega su orgullo, así que no te lo pediré más.
Dio vuelta sobre sus talones yéndose sin mirar atrás. Como hipnotizado me quede ahí sintiendo ardor en las partes donde Yunho presiono, un extraño frío dentro de mi estomago y una seca opresión en la garganta.
En mi camino a la casa de Minho, no dejé de cuestionarme si era tan malo desear a alguien para ti mismo. No compartir a esa persona para ser egoísta queriendo que todas sus muestras de afecto fueran para ti.
Puesto que había notado que él solo sonreía cuando yo estaba alrededor y también reía solo con lo que yo decía, me preguntaba si ese hombre provocaba lo mismo en él. Me odiaba a mi mismo por pensar en eso y no querer que fuera así.
Los empleados estaban acostumbrados a que deambulara por la casa casi como un fantasma, por eso no hicieron caso cuando entre y camine sin decir nada, directo a la habitación que compartía con Minho.
El hecho de que la propiedad tuviera habitaciones reservadas para los invitados fue recalcado en alguna ocasión por él, pero me rehusé a ocupar una de estas. Use la excusa de que mi estancia ahí era solo temporal pero la realidad era que no quería estar solo, eso me traería a más recuerdos.
El atardecer permitía que todavía parte de la habitación estuviera iluminada, así que fui a sentarme en uno de los rincones donde daba la luz de tonos asemejándose al naranja. Sustraje uno de los libros de mi mochila y comencé a leerlo.
Para cuando comprendí que las miles de letras no tenían sentido alguno para mí, abandoné el texto sobre la pierna que tenía estirada y apoye mis brazos cruzados sobre la rodilla de la otra.
El click de la puerta al ser cerrada me hizo imaginar que Minho acababa de llegar, pero no tuve el ánimo para comprobarlo. De pronto percibí un tenue calor en mi brazo seguido de algo de peso en este, ladeé la cabeza para encontrar a Minho sentado a mi lado poniendo su atención en algún punto en el techo, aunque ya para ese momento no se vieran más que nuestras sombras reflejadas por la luminosidad de los faroles del jardín.
Entonces de la nada sentí la necesidad de reír, con ningún motivo en particular lo hice, pero la rara risa que salió de mi garganta fue irreconocible para mis oídos, solo porque esta suscitaba vibraciones en mi cuerpo, pude constatar que efectivamente procedía de mí.
Los estremecimientos de las semi-carcajadas produjeron lágrimas en mis ojos, al grado que mi vista empezó a nublarse y la cabeza a congestionarse. El dolor en esta aumentaba mientras más esfuerzo ponía en controlar que ningún ruido escapara de mis labios.
Minho debió apreciar mis inconsistentes respiratorias porque no mencionando nada, pasó su brazo encima de mis hombros atrayéndome a él. Sin poder controlarme, dejé que libremente las lágrimas escaparan y que la aflicción fluyera en mí.
Mis emociones eran una mezcla de enojo, depresión pero también de un inmenso agradecimiento para con el hombre que sin importar que, me sostenía mostrando solo su apoyo.
Sabía que no tenía el derecho de hacerle eso a él, que era como utilizar sus sentimientos para mi beneficio y conveniencia, podía incluso estar seguro de que tal vez nunca podría pagarle esa deuda. Pero el dolor era tan grande, que me impidió ver el de los demás, solo pensé en obtener un alivio sin importar de quien lo tomaba y las repercusiones de eso.
Si yo fuera distinto, si lo hubiera intentado con él, me habría ahorrado tanto sufrimiento. Puedo afirmar que lo de nosotros nunca habría resultado como lo mío con Yunho. Sin embargo, no puedo prometer que no lo habría lastimado.
Quizás eso era lo que yo requería para bajar mis defensas y experimentar lo que el amor puede ser. Con una persona como Minho tan solo habría aceptado lo que él tenía para ofrecerme, sin corresponder, tal como lo había hecho con tantos más.
En silencio permanecimos así hasta que el cansancio hizo su trabajo, permitiéndome dormir una noche más. 

2 comentarios:

  1. TT_TT Yunho ha de estar bromeando, es que no se da cuenta de lo que pasa, es como si Jae se acostarse con alguien mas , apuesto que el no lo permitiría, quiere que lo acepte,... ba! Mugroso viejo pervertido, esta arruinando todo entre ellos.. ...ya lo arruino.. ...
    Pobre Jae el creyendo en Yunho y esta sale con sus tonterías.. .....
    U. U estoy depre con este Cap. ......

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  2. Que capitulo tan triste y decepcionante para Jae, pues Uunho no cambiará con respecto al pedófilo.

    Gracias!!!

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