Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te
quiere.
Elbert Hubbard
Algunas veces he sentido que no debí despertarme
del todo, que permanecer con los ojos cerrados hubiera sido realmente la mejor
opción. Pero quizás el pensar antes de actuar sin duda es lo más indicado.
Sentado por lo que calculé más de media hora en los
húmedos mosaicos de la regadera, pensé en qué era lo que estaba haciendo ahí.
Recordaba recorrer las calles, llegar a la casa y preguntar por Minho. Lo demás
era tan borroso y confuso que le restaba realidad a lo que sabía que había
sucedido.
Comportarme como un zombi podría ser la descripción
perfecta para mis acciones, pero era ilógico utilizar eso como evasiva a lo que
propicié.
Sintiéndome tan desalentado e indefenso, recurrí a
la vieja táctica de cambiar el dolor por placer, porque ni siquiera desee
vengarme, solo deseaba olvidar, y porque mi mente no pensaba en nada más que en
Yunho, tuve sexo con Minho.
Nunca nada estuvo más cerca de ser un acto vacio
como lo que físicamente él y yo tuvimos. Tal vez siempre había sido así,
invariablemente inmerso en mí, probablemente jamás me percate de lo mecánico
que podía ser.
Fui yo quien tomó la iniciativa, el que hizo el
primer movimiento y el que propicio que nuestra relación diera un paso más allá
de la amistad.
Esa noche el cansancio me hizo dormir hasta pasadas
las doce pm del día siguiente, solo para enfrentar que el escenario era
totalmente distinto al que me había acostumbrado. Despertarme en otra cama
junto a otro hombre, fue el golpe que necesitaba para comprender que volvía a
estar solo por mi cuenta.
—¿Jaejoong, estas bien?
La voz de Minho resonó por las paredes del baño
dándome el impulso para ponerme de pie, aunque mis ganas por abandonar ese
provisional refugio eran nulas.
—Ya voy —hablé sujetando por la orilla a una de las
toallas colocadas en el entrepaño del mueble sobre el inodoro.
Cubierto de la cintura para abajo, salí yendo hacia
la bolsa negra donde tenía mi ropa. Traté de vestirme lo más rápido posible
sintiendo la mirada de Minho sobre mí. Luego regrese al baño para arrojar la
toalla húmeda en el cesto donde había otra como esa, eventualmente la
servidumbre se encargaría de lavarlas. Él nunca hablaba de su riqueza, pero eso
no significaba que no disfrutara de los beneficios de esta.
Reconocí en el suelo mi pantalón y camiseta, recogí
estas y mis demás prendas desperdigadas por la habitación, doblé todo
poniéndolo en una pila a un lado de la bolsa.
—Traje el desayuno —Minho señaló la bandeja encima
de la cómoda.
Asentí suavemente seguido de un gracias mientras me
acercaba a la comida, un antiácido y dos tabletas para el dolor de cabeza
estaban junto a un vaso con jugo de naranja y otro con agua. Tomé los
analgésicos y el jugo, desechando la idea de siquiera mirar lo que había en los
platos. La inestabilidad en mi estomago anunciaba que aún no estaba listo para
consumir nada.
—Deberías comer algo, te sentirás mejor después de
eso.
Mi fallada emulación de sonrisa fue lo único que
pude ofrecerle. De entre las cosas que no tenía deseos de hacer, la principal
era hablar, pero eso era lo mínimo que él se merecía. —Más tarde —solté.
En un momento sus manos oprimieron ligeramente mis
hombros, solo para hacerme notar que él estaba detrás de mí. Con la misma
sutileza me aparté, para flojamente peinarme e ir a la puerta. —Saldré a tomar
aire.
—Te acompaño —ofreció.
—Preferiría ir solo.
—Luces como si estuvieras a punto de desmayarte.
—Estaré bien —aseguré girando la perilla,
dirigiéndole una última mirada antes de marcharme.
Y de nuevo él no pregunto nada, al igual que lo
hizo la noche anterior, solo dejando que tomara el control, como si asumiera
que justo era eso lo que precisaba y no cuestionamientos o aclaraciones en su
lugar.
Caminé durante horas, a veces en círculos alrededor
de las calles y otras en línea recta. Veía a la gente avanzar metidos en sus
propios mundos, cada quien ensimismado en sus asuntos demasiado ocupados para
ponerme atención. Quería enfocarme en algo para despabilarme, lo único que
decidí fue que no debía seguir en casa de Minho.
Así que regrese determinado a que en cinco minutos
estaría de nuevo en la calle con mis cosas en mano.
Al entrar en la habitación, guarde lo que tenia
fuera de la bolsa y anude esta antes de alzarla pretendiendo irme, la entrada
de Minho me detuvo. —¿Te vas?
—Gracias por dejarme dormir aquí —dije mirando
hacia el suelo no teniendo aún el valor para verlo a los ojos.
—¿A dónde iras? ¿Regresaras con él?
Innecesario mencionar el nombre, tan patéticamente
obvio para él era que mi problema tornaba en una persona.
Negué con la cabeza concentrándome en el peso que
cargaba en mi brazo. —Buscaré otro sitio.
—No tienes que irte, si es por lo que pasó ayer no
tienes que hacerlo.
—No quiero ser una molestia —confesé a pesar de que
sabía que ya lo había sido.
Minho me observo en silencio dando la impresión de
que deseaba decir algo, pero solo dio vuelta dirigiéndose a la puerta. —No lo
serás, quédate —mencionó dejándome solo.
Por segundos debatí el aceptar o no, su oferta. No
es que tuviera alguna otra buena opción de todos modos. Solo un par de días, me
dije a mi mismo al poner mis cosas en donde estaban antes.
Una semana transcurrió de manera normal, en la que
acudí a la universidad para ocuparme de lo realmente importante, mi futuro.
Durante ese lapso no tuve señal de Yunho, desafortunadamente no por eso deje de
pensar en él.
El ultimo favor que le había pedido a Minho, fue
que alguno de sus empleados le llevara mi –ex– auto a la compañía. Por cobardía
quizás, pero no deseaba lidiar con tener que devolverlo por mí mismo. Entonces
eso fue lo que se requirió para que él se presentara ante mí.
—¿En verdad no piensas volver eh?
Desde la esquina, recargado en la barda de la casa
de Minho, Yunho me veía mientras avanzaba sin prisa, aproximándose.
Absolutamente ninguna contestación le di, en cambio
presioné el timbre y aguarde porque alguien me abriera.
—Así que finalmente si te sirvió eso de tener dos
velas encendidas —El cinismo con el que pronunció las palabras me hizo enojar,
lo cual recalo en el portón cuando le propiné una patada. Con todo y esto, no
hablé—. ¿Ahora oficialmente estas con él?
—¿Qué es lo que quieres Yunho? ¿Olvide regresarte
algo? —Mi voz surgió casi en un gruñido.
—Sabes lo que quiero.
—¿No deberías estar con tu padre? ¿O quizás
buscando un nuevo toyboy?
—Vuelve —musitó intentando alcanzarme.
—No —advertí apuntándolo con el dedo índice—. No me
toques.
—¡Diablos, estoy tratando de hablar contigo
calmadamente pero lo haces tan jodidamente complicado!
—Eso debería darte la idea de que no quiero tener
tratos contigo —siseé volviendo a timbrar, maldiciendo internamente el que
nadie acudiera al primer llamado.
—He sido muy paciente dándote espacio para que te
sobrepongas de tus caprichos, pero estoy verdaderamente cansado.
—Mis caprichos, claro —Encontré irónica la
situación, una conversación absurda carente de adecuados argumentos—. Nómbralo
así, si eso te satisface.
—Todo funcionaba perfecto entre nosotros, te daba
todo lo que querías y podía jurar que estabas contento.
¡Dios como no
me di cuenta antes, de que él me estaba tratando nada más que como a su
querido!
—¿A qué te refieres con perfecto? A mantener una
doble relación a mis espaldas mientras representabas la parodia de un hogar.
Porque eso es exactamente lo que estabas haciendo y aunque para ti yo no
aparente ser algo más que un objeto fácil de comprar, estas bastantemente
equivocado si crees que solo cerrare los ojos para seguir con esa farsa.
—Yo no pienso eso de ti —dijo estirando su brazo
para sujetar mi mano, volviéndolo a esquivar—. Odio los dramas, vayamos a…
—No iré a ninguna parte contigo —declaré soltando
el aire contenido en mis pulmones al ver que la puerta se abría.
La mujer del servicio sonrió al verme pero de
inmediato ese gesto cambio cuando Yunho me jaló hacia él. Entre el forcejeo, no
me percate de la llegada de Minho hasta que se escuchó su voz.
—¿Qué sucede?
Aproveché el descuido de Yunho suscitado por la
sorpresa, para escabullirme dentro de la casa congelándome al notar a los dos
fornidos hombres a cada lado de Minho, posiblemente este mismo lo captó puesto
que me sujeto del antebrazo poniéndome detrás de él.
—¿Entonces, te marcharas por tu propia voluntad o
tendré que llamar a la policía?
Yunho sonrió de medio lado, dando un paso al
frente. —¿Crees que con esa estúpida amenaza me asustarás? —Aparentemente él
era de los pocos mafiosos que no temía de las autoridades.
Minho detuvo con su mano, el avance de sus
guaruras. —He oído rumores de que la empresa para la que trabajas actualmente,
está bajo investigación, por lo que no dudo que a los encargados del caso les
agradaría enterarse de que uno de los altos mandos de esta, tiene como
pasatiempo cometer actos de violencia en propiedad privada.
Para mi asombro personal, asomado por un costado de
Minho, vi a Yunho retroceder conservando su afilada mirada en nosotros, luego
sencillamente se viró para retirarse de ahí. Tan fácilmente así que causaba
dudas.
El portón se cerró atrayendo mis ojos a las
personas que me observaban. Minho le ordenó a sus empleados regresar a sus
labores lo que nos dejo a los dos en un incomodo silencio.
—Será mejor que me vaya, ya he causado suficientes
problemas —espeté envolviendo la mano en la parte suelta del tirante de mi
mochila. Algo en eso, siempre lograba relajarme.
La mano de Minho toco mi hombro tan solo un segundo
como si sospechara que no era bienvenido cualquier contacto con él. —Más
problemático serás si te vas y después llaman para que acuda a la morgue para
reconocerte.
Su broma de mal gusto –lo que al menos deseaba que
fuera– no me pareció en lo más mínimo graciosa. Me enderecé dispuesto a
contradecirlo pero antes de lograrlo el alzó su mano para callarme.
—¿Continuarás diciendo que lo conoces y el no haría eso? —Quise decir que si,
quise asegúraselo, pero a quien engañaba, ya una vez metí las manos al fuego
por él, y me quemé.
—Por lo menos aquí no intentará entrar, no después
de lo que le dije —garantizó, a lo que yo asentí puesto que Yunho no lo haría,
porque lo único que le importaba era la compañía y el presidente de esta.
En los siguientes días fue difícil conciliar el
sueño, solo lo conseguía si me acostaba lo suficientemente agotado y para que
eso sucediera, recurrí a los hábitos que nunca debí dejar.
Visitaba cada establecimiento de diversión nocturna
poniéndome al corriente de las reuniones de mi antiguo grupo de juerga. En la
mayoría de las ocasiones insípidamente dejaba que la gente hablara, limitándome
a estar ahí pretendiendo que los escuchaba. Así fue hasta que deduje que quizás
estaba juntándome con los hombres erróneos, que necesitaba a los del tipo rudo
y peligroso.
Entonces comencé a hacer lo que nunca, poner atención
en los perdedores que me mostraban interés, perdiéndome con ellos hasta altas
horas en bares y en el día refugiándome en la biblioteca para solo llegar a
casa de Minho a dormir, tratando de evitar sus ojos puesto que no deseaba
siquiera preocuparme por lo que hallaría en ellos, la mirada de desaprobación y
decepción mientras buscaba afuera la calma que no conseguía encontrar.
Después de eso, decidí avanzar por completo al
siguiente nivel, estar con otro hombre –con mis cinco sentidos funcionando
correctamente–. Pero antes de continuar con mi vida, debía saldar cuentas, lo
que tuve que haber hecho desde un principio.
—Lo siento tanto —susurré en el odio de Junsu,
manteniéndolo en un comprimido abrazo—. Ni mínimamente imagine como se sentía.
La implícita disculpa por mi mal comportamiento, se
reflejo de nuevo al reforzar los brazos alrededor del cuerpo de Junsu, con él
tratando de separarse de mí.
—Yah, estas ahogándome —protestó por lo que lo
solté dando un paso atrás distinguiendo como él me veía con desconfianza—. ¿Qué
te pasa? ¿A qué viene esa disculpa?
—A lo que hubo entre nosotros en el pasado.
—Oh Dios, ¿tienes una enfermedad terminal y estas
tratando de arreglar todo para poder morir en paz?
La seriedad con la que hablo me asustó, ciertamente
tenía idea de cuan reducida era la mentalidad de la mayoría de mis amigos, creo
que eso influía en que yo me juntara con ellos, el saberse inteligentemente
superior era una vasta ventaja para tenerlos a mi alrededor, pero la tétrica
manera en que a ellos les gustaba mofarse de mí, utilizando a la muerte, era
espeluznante.
—Casi estoy arrepintiéndome de sentirme culpable
contigo —dije.
—Nah, no te sobrevalores demasiado, si yo la pase
mal a tu lado fue por mi culpa, confié y esperé algo que tú no podías darme.
La lucidez de sus palabras me trajo la
identificación en ellas. Si no le hubiera permitido a Yunho ser parte
importante en mi, yo no habría tenido que atravesar esa situación.
—De cualquier forma si eso te ayuda a aligerar tu
conciencia, te perdono —Dio dos palmadas en mi espalda entrelazando luego su
brazo con el mío—. ¿Y cómo van tus cosas? He oído perversos rumores de que has
estado muy activo en el gremio últimamente, pero los ignore porque sé que Yunho
jamás toleraría eso. Ya sabes, por su complejo de bestia territorial.
Desenganché nuestros brazos por el enfado de que
ese nombre saliera a relucir. —Lo que él opine o no al respecto, es
insignificante.
—Ah —Junsu volvió a tomarme del brazo,
adhiriéndonos más—. Ustedes tuvieron una discusión.
—Fue mas como que tuve una revelación en vivo y a
todo color —Me aparté poniendo distancia entre ambos—. Escucha, lo único que yo
quería decirte es que lo lamento, en relación con lo demás, es algo solo de mi
incumbencia.
Sin decir más, me fui en busca del nuevo espécimen
que me regresaría a mi camino original. A la ruta de la gloria y
despreocupación.
En noventa minutos conseguí pescar a un tipo
cualquiera que conocí en la cafetería a dos metros de la universidad. En algún
momento de su barata conquista, propuso ir a un lugar con privacidad, acepte y
ambos salimos de ahí para dirigirnos a su departamento que según él, no estaba
muy lejos.
No logramos avanzar más allá de la esquina cuando
una figura humana no tapó el paso. Al instante fruncí el ceño, las
circunstancias que iban tan idóneas se tornaron en nefastas con solo verlo.
Inadvertidamente, Yunho atrapó mi mano ordenándome
con gruesa voz que lo siguiera, con lo que evidentemente el sujeto que me
acompañaba, no estuvo de acuerdo.
—Eso será en otra oportunidad, él y yo tenemos ya
candentes planes —Rodé los ojos por el estúpido comentario, quejándome
posteriormente al ser mi brazo agitado bruscamente cuando Yunho me soltó la
mano.
No existió el tiempo suficiente para intervenir
entre la caída del hombre y la patada que este recibió en el muslo, pero si
antes de que obtuviera otro. —¡¿Te has vuelto loco?! —clamé.
Con ninguna respuesta ni delicadeza, comencé a ser
prácticamente arrastrado por la banqueta haciendo el mayor intento por
liberarme. —¡Te lo dije muy claro la otra vez, no iré a ninguna parte contigo,
así que suéltame!
Mi sentencia lo detuvo pero no consiguió que me
dejara. —¡En ese caso, tengamos esta amena plática en medio del patio de tu
escuela para que todo el mundo sepa la clase de individuo que tienen como alumno!
—pronunció enérgicamente haciendo énfasis al señalar a los espectadores que nos
observaban.
Consciente de las miradas y oídos bien dispuestos a
escuchar, bajé el tono para que solo fuera audible para ambos. —Al menos no soy
un delincuente.
Su fría expresión no me inmuto ni por un segundo,
había descubierto que el miedo que solía tenerle, se desvaneció en el momento
que su careta se cayó.
—¿Y que si lo soy? Yo no estoy inscrito aquí, no es
a mí a quien echaran —acusó poniéndome en claro el propósito de su escena.
—De manera que eso es lo que pretendes —declaré
enfrentándolo—. Haz que me expulsen y te juro que esta vez no me quedare con
los brazos cruzados.
Por la proximidad que absurdamente aumente, no le
fue nada difícil agarrarme del brazo y jalarme hacia el lado contrario de la
facultad. ¡Por lo menos opto por otro campo de batalla que no afectaría mis
estudios!
El callejón aledaño a la cafetería –en donde ni
señas hubo del paradero de mi frustrada-cita-carnal– y la muy descuidada tienda
de libros usados, fue el punto adecuado que él supuso para proyectarme contra
la ladrillada pared, esquivando por muy poco el chocar con los botes y bolsas
de basura a lo largo del muro.
—¿Es esto lo que has estado haciendo, metiéndote
con cuanto sujeto se atraviesa en tu camino? —recriminó situándose frente a mí.
—Eso no es tu asunto, lo que haga no te importa
—aclaré estirándome para poner las palmas de mis manos en su dorso y con estas
aventarlo.
El empuje no tuvo algún efecto a mi favor, sino que
él se lanzó en mí dejándome de nuevo contra la pared. —Has estado haciendo toda
clase de idioteces que el propio Junsu me llamo para preguntarme qué era lo que
pasaba contigo.
La ira borboteó por mi cuerpo como si un tapón la
hubiera estado conteniendo y este saliera despedido con un enorme plop. ¿Quién infiernos dijo que yo
necesitaba supervisión? ¿Y por qué jodidos tenía que ser precisamente él quien
me la diera?
—¿Y que con eso? ¿Si decido comportarme como un
desenfrenado o como el golfo de la ciudad cual es el problema? No soy una
frágil princesa a la que hay que rescatar, soy un adulto libre que no tiene que
darle cuentas a nadie de sus actos.
El apretado puño de Yunho se alzo paralizándose a
milímetros de mi rostro, listo para recibir el golpe noté como su mano se extendió
para sujetarme de la barbilla y así encararlo. —¿Por qué te pones tan
quisquilloso respecto a mi entonces? —preguntó.
—Eso es distinto, tú me mentiste cuando estábamos
juntos, haciéndome creer que teníamos algo serio —contesté volteado la cara, logrando
zafarme.
Yunho aterrizó duramente su mano en la pared a un
lado de mi cabeza haciéndome parpadear por la impresión. —Vas a volver conmigo
—estipuló como si se tratara de un decreto.
—No —contradije mirándolo directo a los ojos.
—No estoy preguntándote.
—¡No regresare a ese lugar, y por sobre todas las
cosas, no contigo mientras sigas con ese hombre!
Se alejó dándome espacio suficiente para moverme y
componer mis ropas. —Ya te lo dije, no voy a dejarlo.
—Bien, no hay nada más que hablar —indiqué disponiéndome
a marcharme. No dando ni un paso completo, él me frenó.
—Él es la persona que me sacó de las calles, quien
me dio de comer y me obligo a ir a la escuela aun cuando le dije que no quería
hacerlo porque sé que lo único que importa es el dinero y el poder, él es quien
estuvo ahí para mí siempre que lo necesite.
—¡Pero también es quien obtuvo un provecho de ello!
—refuté viéndolo fijamente mientras procesaba lo que acababa de decirme. Tenía
lógica su argumento pero no la razonable para consentir su manera de
relacionarse—. Ok él hizo todo eso por ti, le doy el crédito, pero ya ha tenido
suficiente de ti, puedo aceptar que sigas haciéndote cargo de sus negocios pero
no que tengas un vinculo sexual con él.
Yunho levanto sus brazos dejándolos caer de
inmediato a sus costados haciendo ruido cuando estos chocaron con el mismo. —Tú
deberías comprender porque estoy haciendo esto, porque después de tantos años
me niego a volver a ser alguien invisible para la sociedad, a ser de nuevo el
marginado por el que nadie da un won, el que no tiene nada más que la soledad
como compañía.
—¡Yo tenía eso y estaba bien con ello! —repliqué
apretando los puños—. Pero tuviste que entrometerte y arruinarlo haciéndome
infeliz, diciéndome que me amabas para luego encajarme un puñal por la espalda
declarando que eso es lo que hay y debo conformarme, pues no lo hago.
Nuevamente se acerco asiéndome de la pretina de mi
pantalón esta vez suponiendo de antemano lo que pretendía, lo aparte de un
codazo. —No vuelvas a buscarme porque si no, yo mismo le llamaré a la policía.
—¿Realmente eso quieres que haga? ¿De verdad
quieres que desaparezca de tu vida?
Tomándome del hombro me retuvo para que le
respondiera. —Es lo que más deseo —dije.
Quitó su mano de mí, retrocediendo un tanto. —No
soy alguien que fácilmente doblega su orgullo, así que no te lo pediré más.
Dio vuelta sobre sus talones yéndose sin mirar
atrás. Como hipnotizado me quede ahí sintiendo ardor en las partes donde Yunho
presiono, un extraño frío dentro de mi estomago y una seca opresión en la
garganta.
En mi camino a la casa de Minho, no dejé de
cuestionarme si era tan malo desear a alguien para ti mismo. No compartir a esa
persona para ser egoísta queriendo que todas sus muestras de afecto fueran para
ti.
Puesto que había notado que él solo sonreía cuando
yo estaba alrededor y también reía solo con lo que yo decía, me preguntaba si
ese hombre provocaba lo mismo en él. Me odiaba a mi mismo por pensar en eso y
no querer que fuera así.
Los empleados estaban acostumbrados a que
deambulara por la casa casi como un fantasma, por eso no hicieron caso cuando
entre y camine sin decir nada, directo a la habitación que compartía con Minho.
El hecho de que la propiedad tuviera habitaciones
reservadas para los invitados fue recalcado en alguna ocasión por él, pero me
rehusé a ocupar una de estas. Use la excusa de que mi estancia ahí era solo
temporal pero la realidad era que no quería estar solo, eso me traería a más
recuerdos.
El atardecer permitía que todavía parte de la
habitación estuviera iluminada, así que fui a sentarme en uno de los rincones
donde daba la luz de tonos asemejándose al naranja. Sustraje uno de los libros
de mi mochila y comencé a leerlo.
Para cuando comprendí que las miles de letras no
tenían sentido alguno para mí, abandoné el texto sobre la pierna que tenía
estirada y apoye mis brazos cruzados sobre la rodilla de la otra.
El click de la puerta al ser cerrada me hizo
imaginar que Minho acababa de llegar, pero no tuve el ánimo para comprobarlo.
De pronto percibí un tenue calor en mi brazo seguido de algo de peso en este,
ladeé la cabeza para encontrar a Minho sentado a mi lado poniendo su atención
en algún punto en el techo, aunque ya para ese momento no se vieran más que
nuestras sombras reflejadas por la luminosidad de los faroles del jardín.
Entonces de la nada sentí la necesidad de reír, con
ningún motivo en particular lo hice, pero la rara risa que salió de mi garganta
fue irreconocible para mis oídos, solo porque esta suscitaba vibraciones en mi
cuerpo, pude constatar que efectivamente procedía de mí.
Los estremecimientos de las semi-carcajadas
produjeron lágrimas en mis ojos, al grado que mi vista empezó a nublarse y la
cabeza a congestionarse. El dolor en esta aumentaba mientras más esfuerzo ponía
en controlar que ningún ruido escapara de mis labios.
Minho debió apreciar mis inconsistentes
respiratorias porque no mencionando nada, pasó su brazo encima de mis hombros
atrayéndome a él. Sin poder controlarme, dejé que libremente las lágrimas
escaparan y que la aflicción fluyera en mí.
Mis emociones eran una mezcla de enojo, depresión
pero también de un inmenso agradecimiento para con el hombre que sin importar
que, me sostenía mostrando solo su apoyo.
Sabía que no tenía el derecho de hacerle eso a él,
que era como utilizar sus sentimientos para mi beneficio y conveniencia, podía
incluso estar seguro de que tal vez nunca podría pagarle esa deuda. Pero el
dolor era tan grande, que me impidió ver el de los demás, solo pensé en obtener
un alivio sin importar de quien lo tomaba y las repercusiones de eso.
Si yo fuera distinto, si lo hubiera intentado con
él, me habría ahorrado tanto sufrimiento. Puedo afirmar que lo de nosotros
nunca habría resultado como lo mío con Yunho. Sin embargo, no puedo prometer
que no lo habría lastimado.
Quizás eso era lo que yo requería para bajar mis
defensas y experimentar lo que el amor puede ser. Con una persona como Minho
tan solo habría aceptado lo que él tenía para ofrecerme, sin corresponder, tal
como lo había hecho con tantos más.
En silencio permanecimos así hasta que el cansancio
hizo su trabajo, permitiéndome dormir una noche más.
TT_TT Yunho ha de estar bromeando, es que no se da cuenta de lo que pasa, es como si Jae se acostarse con alguien mas , apuesto que el no lo permitiría, quiere que lo acepte,... ba! Mugroso viejo pervertido, esta arruinando todo entre ellos.. ...ya lo arruino.. ...
ResponderBorrarPobre Jae el creyendo en Yunho y esta sale con sus tonterías.. .....
U. U estoy depre con este Cap. ......
Que capitulo tan triste y decepcionante para Jae, pues Uunho no cambiará con respecto al pedófilo.
ResponderBorrarGracias!!!