Memorias de un mafioso: Capítulo 4

Las acciones de los hombres son las mejores intérpretes de sus pensamientos.
James Joyce

Comúnmente a mi llegada a la oficina era recibido por el bullicio provocado por los chicos, pero en una ocasión al poner un pie dentro, me sorprendí al no escuchar ni el más ligero murmullo por ninguna parte. Incluso pensé que ese día nadie había ido a trabajar.

De cualquier forma seguí mi camino hasta la oficina del jefe donde al abrirla descubrí el motivo del silencio. Un hombre deslumbrante se encontraba recostado en una camilla en una pose que podía considerar como la más sensual que había visto en toda mi vida. Aquello era tan alucinante que juro que mis ojos observaron un túnel negro que solo era capaz de enfocar a tal divinidad.
Desconozco cuánto tiempo permanecí en trance, lo único es que salí de este cuando una voz lejana pronuncio mi nombre, supongo que lo note así porque mi mente poco a poco comenzó a abandonar el pasadizo oscuro. Sacudí mi cabeza y fui capaz de comprender que esa deidad no era más que mi jefe y que el lugar donde yacía, solo era el sillón de su oficina. A veces mi cerebro me creaba juegos sucios –en el buen sentido–.
La voz que había escuchado antes, pertenecía a uno de los dos chicos que se encontraban agazapados admirando a nuestro jefe dormir pacíficamente. Diablos, incluso podría considerarse pecado el verse así de magnífico haciendo una necesidad básica.
—El jefe es demasiado atractivo ¿cierto? —Uno de ellos dijo.
—Por supuesto, si tuviera una hija, haría hasta lo imposible para casarla con él —Otro agrego.
—Se te olvida que es gay —Volvió a mencionar el primer hombre.
—Nah, el verdadero problema es que los hombres como él solo sirven para una noche, créanme, conozco a los de su tipo —opine.
Enseguida me mordí la lengua porque supe que de cierta forma acababa de insultar al jefe. Espere recibir de ellos reproches pero en su lugar obtuve un tipo de mirada de esas que dicen, “mira quién habla”. Pero no dije más porque sentí que eso en este caso era mi mejor defensa.
Por un minuto, el silencio reino hasta que los tres comenzamos a comentar acerca de los grandiosos atributos físicos de nuestro jefe –si, también yo–. Que si tenía unas piernas largas y tonificadas, que si sus brazos estaban bien trabajados, que si su piel era casi libre de imperfecciones, que si su perfil era primoroso, que si su ojos tenían un brillo excepcional, que si sus labios eran carnosos y besables –bueno eso último solo lo pensé yo–. Era como la versión de la bella durmiente en masculino.
Y todo estaba bien, hasta que uno de ellos no resistió la tentación de tocarle el rostro, aunque sinceramente quien lo puede culpar –era tan endemoniadamente tentador–, entonces el jefe comenzó a dar manotazos al aire como si estuviera espantando moscas que molestaban su sueño. Repentinamente se enderezo quedando sentado en el sillón viéndonos con expresión sorprendida, lógicamente nosotros nos volteamos simulando estar ocupados en cualquier cosa.
Yo pretendí estar concentrado en mis tenis, realmente para lo que había pagado por ellos lucían como si de verdad fueran Adidas, definitivamente la piratería cada vez se esforzaba mas en igualar los detalles de los originales. Me encontraba pasmado con mi hallazgo pero no por ello paso desapercibida la pesada mirada que sentía sobre mí. Por lo que voltee hacia el frente dándome cuenta que esta pertenecía al handsexy man –handsome+sexy– quien no me apartaba los ojos, especialmente de la cara.
Sin aviso, extendió sus brazos para jalarme las mejillas en varias direcciones, no lo he mencionado, pero odio que hagan eso, mas con él no me queje porque mi vida valía más que una simple estirada de mi piel. Su expresión cambio mientras escudriñaba mis facciones, pensé que quizás por fin había caído antes mis encantos, pero no, solo me dijo: —Te pareces a él —No supe a quien se refería pero sin duda ese ‘él’ debía ser muy guapo, digo, para asimilarse a mí.
—Pero, nah, tú no podrías ser él —hablo soltándome de repente.
Fruncí el ceño acariciando mis mejillas lastimadas por su brusco tacto y le di una mirada afilada la cual no capto porque de inmediato me dio la espalda. Si, ese hombre acostumbraba a tomar lo que quería y luego simplemente actuaba como si no le importara.
Aunque esta vez él parecía estar pasando por un mal momento, como si acabara de tener una pesadilla, pero eso no podía ser cierto, los gánsters no sufren ese tipo de angustias, más bien ellos las provocan, después de todo a qué le puede tener miedo un ser tan sanguinario como él.
Pero por la manera en que pasaba los dedos entre sus cabellos y el cómo soltaba las bocanadas de humo del cigarro que fumaba, considere que algo en su interior no estaba del todo bien. Después de que paso una de sus manos por su rostro, observo por el gran ventanal que daba hacia una transitada calle indicándonos que diéramos por terminado ese día. Algo bastante raro de su parte, teniendo en cuenta que él era un tirano en muchos aspectos, siempre disponía del tiempo de los demás para satisfacer sus egoístas caprichos.
Para los demás tampoco fue inadvertido, todos lucieron atónitos con lo que acabábamos de escuchar e incluso le mencionaron que aun no era ni medio día, pero él solo agito su mano con desinterés haciendo señas para que nos fuéramos. Yo fui el primero en ponerme de pie y caminar hacia la puerta, no es que tuviera algo que hacer pero al menos podría adelantar tarea –era un nerd en aquella época–.
—¿Por qué no vamos todos a comer fuera? —Uno de ellos propuso al estar yo casi sujetando la manija.
Cuando mis deberes me lo permitían, yo había tenido la oportunidad de ver algunos dramas en los que los empleados y jefes ocasionalmente salían a convivir juntos como de igual a igual, y sonaba bastante lindo el poder tener un rato así. Gire mi cuerpo y permanecí ahí viendo como todos se ponían de acuerdo, me sentía ajeno a la situación, como si estuviera espiando la fiesta del vecino desde mi ventana.
—Pero Junsu no está —mencionaron.
—¿Y? ¿A qué se debe ese repentino interés por él? —El jefe les pregunto—. Además, él ni siquiera trabaja aquí, ¿por qué debería estar presente?
De inmediato el espacio fue llenado por un silencio sepulcral, obviamente el tono había aumentado considerablemente por no mencionar el semblante de pocos amigos que él ahora tenía. Empezaron a escucharse murmullos de disculpas y asentimientos hacia lo que el jefe dijo. Pero él solo menciono que si tanto insistían –jodían– le llamaría. Pero entonces yo tenía que meter mí chuchara diciendo: —Seguro no podrá venir porque debe estar en la biblioteca estudiando para su examen.
Sobra decir que cuando sus ojos se posaron en mi no fue de una buena manera, sentía que estos me perforaban como si de láseres se trataran. Volvió a guardar de mala gana el celular que ya traía en su mano antes de preguntarme cómo es que sabía eso.
Fueron instantes difíciles para mí porque encontrar una respuesta con la que mi jefe quedara conforme no es algo sencillo, por eso opte por decir la verdad.
—Porque estoy en casi todas las clases que él —No lo note muy convencido con ello pero al menos solo dio un resoplido y no insistió más.
Cada quien continuo preparándose para salir y yo me ajuste mi playera intentando parecer insensible al hecho de que ellos se iban juntos a diferencia de mi que comería solo.
—Jaejoong ¿iras con nosotros, verdad? —me preguntaron.
Levante mi cabeza y pude notar la sinceridad de la invitación, así que sin esperar les dije que sí. Mi respuesta fue un tanto entusiasta pero en verdad quería saber cómo era tener una reunión de compañeros de trabajo fuera de este. El jefe no dio ninguna muestra de molestia así que supuse que no tenía inconveniente con ello.
Como pudimos nos acomodamos en dos autos, por desgracia a mi me toco en el que iba el jefe, lo digo porque en todo el viaje no paro de decir que condujeran mejor y solo porque un bache se atravesó provocando que su cabeza rozara el techo del coche, pero la culpa era de él, ¿quien le dijo que creciera tanto? ahora pagaba las consecuencias de ello. A partir de eso solo fueron quejas tras quejas. Lo que si, es que la temperatura era bastante agradable. Porque el aire acondicionado estuvo encendido todo el tiempo ya que el jefe era intolerante al calor.
Al llegar, los empleados del establecimiento nos recibieron con algarabías, se desvivían por atendernos, al parecer los de la compañía eran clientes frecuentes de ese lugar. Nos asignaron una gran sala solo para nosotros y rápidamente comenzaron a llenar la amplia mesa con varios platones llenos de comida hasta que esta quedo atiborrada con ella. Todo lucía exquisito.
Después de eso varias mujeres voluptuosas comenzaron a rodearnos, claro que la mayor parte de la atención iba dirigida al gánster mayor, porque tontas no eran, sabían claramente donde estaba el dinero. Pero la mala noticia es que por mucho que ellas se esforzaran no podrían obtener nada más allá de wons, en primera porque él era en exceso petulante –abreviando, inalcanzable– y en segunda porque sus intereses no iban por ese lado, para gustarle necesitaban deshacerse de un par de cosas y aumentarse otras más.
Yo volví a centrarme en los alimentos y bebidas repartidos por doquier. Platillos para todos los gustos, res, cerdo, pollo, pescado, ensaladas, postres. Vinos que solo había visto en anuncios de televisión. Era una situación surrealista para mí. Y lo mejor es que era hospiciano por nuestro jefe, de eso me entere en el momento en que se me complico resistir la tentación y estaba a punto de llevarme un bocadillo a la boca, pero mi cerebro reaccionó y le pregunte a uno de los chicos si todos pagaríamos eso, el se rió antes de decirme que el jefe siempre pagaba en ese tipo de salidas. Así que ni tardo ni perezoso comencé a probar todo lo que estuvo a mi alcance.
Luego uno de los chicos, Myungsoo, tomo mi brazo alegando que debía sentarme en otra parte, así que me jalo llevándome al lado del jefe y después se fue con los demás quienes ya se encontraban en su propio mundo de perdición –alcohol y mujeres–. Por experiencia propia sabia que el sentarse junto a la persona que pagara todo no es la mejor idea, porque simplemente no puedes consumir todo lo que en verdad deseas puesto que el otro no dejara de darte esa mirada desaprobatoria que dirá que eres un glotón. Y puede que si lo sea, pero mis finanzas jamás me permitirán costearme tales manjares como los que tenía en esa ocasión.
Entonces mis deseos fueron frenados por las circunstancias, así que solo tomada una que otra pequeñez. El jefe en cambio no se dedicaba más que al licor y cigarros. De vez en cuando me echaba una que otra mirada, como si estuviera vigilando todo lo que hacía.
—¿Por qué estas comiendo tan poco? —me cuestiono.
—No quiero aprovecharme de que yo no pagare nada —explique sin más.
—Tonterías, come hasta hartarte, dudo que por mucho que consumas mi riqueza se vaya a terminar —me contradijo con su tan acostumbrada modestia—. No pienses que todos somos igual de pordioseros que tú.
Con ese último comentario, mi ya de por si desgastado orgullo sufrió otra rasgadura más que amenazaba con terminar por completo con este. Fue así que me propuse acabar con todo lo que había ahí y si era posible, ordenar mas para que se diera cuenta cuanto este pordiosero podía hacerlo gastar. La realidad es que no era tampoco ningún sacrificio hacer eso porque cada cosa que había era deliciosa.
En medio de mi banquete, una de las mujeres se me acerco para preguntarme si yo era el mismo amante de Yunho que el otro día lo acompaño, –supongo que me confundió con Junsu– con la boca llena me fue imposible sacarla de su error pero ella parecía tener otro tipo de intenciones, lo sé porque de pronto se arrimo tanto a mi cuerpo que podía sentir su respiración en mi oreja. Como si la corta distancia entre nosotros no le bastara, inclino mas su cabeza para susurrarme que le parecía lindo, y bueno no hay que ser demasiado inteligente para saber lo que seguía, puso su mano encima de mi rodilla y me ofreció un poco de diversión –si, del tipo adulto–. Con delicadeza retire su mano de mi y rechace solemnemente su oferta no dándole oportunidad a un re-ofrecimiento confesándole mi preferencia, por los hombres. Resoplo y refunfuño cruzando sus brazos para después marcharse pisoteando hacia los otros chicos.
Yo simplemente volví a mi objetivo –dejar en bancarrota a Jung Yunho–. Una hora después me di por vencido cuando en mi estomago no cabía ni una migaja mas y aun había comida disponible. Lo rescatable del fracaso es que por lo menos por ese día había comido como rey.
Listo ahora para conversar con los demás me dispuse a ir con ellos pero note las expresiones frías que tenían en sus rostros mientras miraban hacia donde me encontraba. No lograba comprender lo que les sucedía hasta que mi jefe me levanto del sillón sujetándome de los antebrazos dejándome frente a él.
—Tengo comezón en mis dientes.
Eso fue todo lo que pude entenderle antes de que con gran habilidad, él empezara a mordisquear mi cuello, aumentando la intensidad con cada segundo que pasaba. El estado de shock en el que estaba, bloqueo provisionalmente el dolor por el ataque, pero luego fue tan fuerte el agarre de su mandíbula que no pude evitar quejarme. Si lo que tenia eran cosquillas ¿por qué no se conseguía una mordedera, o mejor aún, iba al dentista?, ¿por qué diablos tenía que aliviar su malestar conmigo? Probablemente porque el hombre lo que realmente tenía era complejo de lobo, quizás era un hombre-lobo, quizás estaba reclamándome como de su propiedad, quizás esa era su forma para hacerme su pareja, de acuerdo estaba exagerando, pero ya que me mordía por todas partes, mi cerebro parecía estar fuera de sí.
Por más que trate de zafar sus brazos me fue imposible lograrlo, solamente conseguí hacerle más difícil su “labor”. Pero lejos de que él se tranquilizara, solo me agarro por la nuca y se abalanzo contra mis labios haciendo que los separara cuando mis protestas salieron, entonces aprovechó para arremeter contra mi indefensa lengua, todo lo que podía hacer era rogarle porque tuviera piedad por ella.
Con tales acciones, el ambiente de la habitación daba la impresión de tornarse un tanto erótico para los demás presentes, quienes no dejaban de perderse un solo detalle de nuestra lucha por obtener el control de mi cuerpo. Comencé a sospechar que esto no era un evento inesperado porque tal parecía que los demás no estaban sorprendidos de las acciones del jefe. Pero en ese momento lo único que me preocupaba era la bestia que tenia sobre mí, la cual se me pegaba cual sanguijuela.
Reuniendo la suficiente fuerza, logre despegarlo de mi cuello e inmediatamente me lleve una mano a la punzante zona sobresaltándome al encontrar sangre en mis dedos una vez que los vi. El maldito me había roído mi delicada piel al grado de provocarme una herida.
Mi reacción inmediata fue abalanzarme a él pero fui detenido por Myungsoo quien sujetándome de la cintura impidió que le diera a ese hombre su merecido. Agh, y hubiera bastado un ligero puñetazo para dejarlo inconsciente, no es que yo fuera Hulk pero él estaba tan alcoholizado que con mi poca potencia –muscular– era suficiente para tumbarlo.
—Si mordió tan fuerte es porque ya está a punto de sucumbir —dijo uno de los chicos.
Escuchar eso corroboro mis suposiciones de que esto no era la primera vez que sucedía, así que voltee para recriminarles los hechos notando que todos miraban hacia un costado de mi. Me petrifique al pensar en que de nuevo seria atacado por el cuasi caníbal, por lo que con recelo observe por el rabillo de mis ojos hacia mi derecha –donde creía estaba el hombre en cuestión– encontrándolo recostado sobre el sillón. Dado que su respiración era acompasada y sus parpados estaban cerrados, era obvio que dormía.
Por frustración oprimí mis manos en puños dirigiéndome hacia el baño, había llegado el momento de ver los resultados de mi altercado. Me acerque al gran espejo colocado a lo largo de una pared examinándome minuciosamente. Maldije en mi mente cuando comprobé que tenía una marca demasiado notoria en un lado de mi cuello, y lo de alrededor de esta también lucia rojo. Temí que esa marca fuera a durar varios días, porque si era así, ¿cómo demonios lograría ocultarla?, era pleno verano así que no podía darme el lujo de utilizar playeras de cuello de tortuga y mucho menos la camuflajearía con maquillaje, nop, ese no era mi estilo.
Aunque lo más probable es que la gente obtuviera una idea equivocada del porqué de la magulladura, lo más seguro es que la considerarían un chupetón, cuando la verdad es que fui abusado por un borracho. Pero quien iba a creerme cuando mi reputación era un tanto dudosa porque por alguna razón, en la universidad mis amoríos eran sumamente conocidos por el alumnado, un presentimiento me decía que Junsu era el culpable de ello.
Suspire por lo menos tres veces antes de regresar con los demás deteniéndome a medio metro de la puerta al escuchar cuchicheos.
—Solo tienes que esperar un poco —Una voz masculina pronunció.
—¿De verdad vas a prestarme el dinero? —Con entusiasmo una mujer le pregunto.
—Sí, pero baja la voz que nos pueden oír —él confirmo.
Con mi inevitable curiosidad a todo lo que da, me repegué en una de las paredes para acercarme y así poder dar un vistazo a los misteriosos que conversaban en el pasillo. Llegando a una de las esquinas, fácilmente pude vigilarlos. Se trataba de una de las chicas que trabajaba en el lugar y el sujeto era Heonyong, uno de mis compañeros de la oficina.
—Entonces Yongie, nos vemos cuando me tengas el dinero~.
La mujer se despidió de él soplando un beso en el aire que al parecer fue suficiente para dejarlo flotando entre campos de flores multicolores. Si, un simple gesto cariñoso puede embobar a las personas cuando se encuentran necesitadas de amor.
—Hey, esa en definitiva es una linda chica —Lo saque de su ensueño con mis palabras al salir de pronto de mi semi-escondite—. Tienes buenas habilidades por atrapar a alguien así de sexy.
Con una mirada de asco total, retiro con brusquedad la mano que unos segundos antes le había colocado sobre su hombro, argumentando que tenía aversión hacia las personas como yo –gays– que le parecían sucias y pervertidas. Vaya, yo me pregunte que si ese era el caso que hacia trabajando para un hombre con las mismas preferencias, a eso yo le llamo falsa moral. Además yo solo lo había tocado por simple camaradería, sin ningún interés sexual de por medio, el tipo de tan mal ver no era, pero para ser sincero mis estándares eran algo más altos.
Cansadamente rodé los ojos moviendo mi mano con desdén y le ofrecí una simple disculpa, mas por el hecho de deducir antes de tiempo que él era alguien civilizado y de mente abierta. Alcance a dar dos pasos cuando él me volvió a hablar diciéndome que con todo y mis gustos, él creía que yo era un buen chico.
Por supuesto, y nadie podía negarlo. Tal vez el hombre tenía poca tolerancia en cuanto a la diversidad de amor, pero sin duda tenía un buen radar de almas. Siquiera conmigo no le fallo. Y por ello con ese sencillo comentario mi opinión sobre él, cambio. Di vuelta sonriendo y palmeé su espalda. Confié en que ya que opinaba que yo era una buena persona, ahora estaba bien que hiciera eso.
—Por eso, necesito que me hagas un favor.
Suplico logrando con su expresión que yo asintiera sin por lo menos haber escuchado su petición. Lo que él deseaba era que tomara prestados 100 millones de wons de la cuenta del jefe, claro sin que este lo supiera, supuestamente Heonyong lo devolvería diez días después y no existirá problema alguno. Excepto el hecho de que mi vida estaba en juego, ¿cómo diablos podía pensar que yo me atrevería a quitarle si quiera medio centavo al príncipe de los demonios?, era verdad que en algunas ocasiones yo abusaba del nivel de estupidez que todos los seres vivos tenemos, pero jamás a tal grado y con tanta lucidez.
Entonces por el contrario a mi antigua acción, negué efusivamente con mi cabeza. Él rogo sosteniéndome del brazo cuando estaba por irme –Ja, ¿quién era el que no quería contacto?– me dio varios alegatos implorando porque lo hiciera, pero lo cierto es que no había forma en que yo me atara la soga al cuello. Por más que él prometiera que repondría el dinero, era mucho riesgo para mí, aunque lograra devolver la cantidad sin que alguien lo notara, el movimiento bancario quedaría registrado y tan solo con que se revisaran los estados financieros, seria evidente el desfalco.
Viendo mi negación absoluta, sugirió que por una semana lo dejara a cargo del manejo de la cuenta del jefe, cuenta que desde el primer balanceo que hice quedo a mi tutela, lo único que debía hacer era decir que no podía atenderla por mi tareas y exámenes, entonces Heonyong podría tomar la obligación ya que él era antes el que se ocupaba del asunto.
Mi razonamiento continuo diciéndome que no cediera ante el chantaje emocional, pero su cara de sufrimiento y desesperación fue tan fuerte para mí que acepte, sin saber que estaba enterrándome en mi propia tumba con ello.
Con una gran sonrisa me dio las gracias prometiendo invitarme a tomar un día y enseguida se fue detrás de la mujer, lo más seguro es que ella solo buscara el dinero pero aunque se lo advirtiera a Heonyong, él no iba a prestarme atención. De cualquier manera, desee que todo le saliera bien.
Al regresar a la sala di con la imagen de Myungsoo zarandeando el desplomado cuerpo del jefe en el sofá mientras insistentemente le decía que era tiempo de irse. La habitación ahora solo era ocupada por ellos dos, probablemente todos decidieron marcharse cuando entendieron que la bebida y comida gratis se termino.
—¿Qué te parece si tú lo llevas al auto y yo manejo? —sugerí.
Myungsoo accedió sin reparo acomodando al jefe sobre su espalda. Una vez dentro del coche, lo acomodo en el asiento trasero sentándose a su lado para sostenerlo y así evitar que cayera hacia el frente. Myungsoo saco las llaves de su pantalón y me las entrego.
Mientras conducía, él me fue dando las instrucciones para llegar al lugar del jefe. El barrio donde vivía era totalmente fuera de la zona por donde yo me movía, es más, ni siquiera sabía de la existencia de esas calles.
Cuando me estacione frente a un enorme edificio, tuve que pestañear dos veces comprobando que la dirección fuera la correcta. Y lo era.
Camine detrás de Myungsoo hacia el interior del gran condominio, entrando al elevador, él presiono el número del piso comenzando a subir de inmediato. Me mantuve observando por la pared transparente que daba hacia la calle. Este tipo de ascensores creí que solo los tenían los hoteles, al parecer no se había escatimado en los gastos cuando se construyo la edificación.
—¿Cómo puede un tipo con el jefe pagar este sitio? Solo trabaja unas cuantas horas —solté mis pensamientos libremente—. ¿Acaso este es el resultado por aprovecharse de la necesidad de la gente humilde? ¿Tiene lazos con alguien de la realeza?
Miles de hipótesis circulaban por mi cabeza, muchas de ellas tan locas y ridículas que opte por no manifestarlas, pero es que era ilógico creer que a la edad del jefe pudiera darse el lujo de vivir ahí.
—Todo esto vino del presidente de la compañía —Myungsoo contestó mis preguntas—, el encargado de todo el negocio.
Con esa información me confundí un poco más, y estaba a punto de cuestionar algo más, pero mi pregunta murió en mi boca cuando Myungsoo puso uno de los dedos del jefe –apoyado sobre sus hombros– en un pequeño dispositivo y la puerta del departamento se abrió. Las luces en el interior se encontraban encendidas, así que pude contemplar con asombro la ostentosidad esplendorosamente. Refinamiento y modernidad era todo lo que había alrededor.
—Tiempo sin verte, Myungsoo.
Sentado en un reposet, un hombre mayor que lucía bastante elegante hablo hacia nosotros. Myungsoo palideció ante el hombre murmurando un suave ‘señor presidente’. En ese momento supe de quien se trataba, así que me incline hacia él. Su porte era imponente dejándote sin aliento como si emanara cierto tipo de poder sobre ti.
—¿Te…Tenía una cita con el jefe? —Myungsoo le pregunto.
—No, es solo que deseaba verlo —El presidente hablo recorriendo con una de sus manos un costado del rostro del jefe.
El comportamiento del hombre a mi juicio personal era un poco, raro. Como si el interés fuera algo más que el de un patrón-empleado. Me sacudí tratando de librarme de esas percepciones, intentando seguir el hilo de la conversación de los otros dos hombres. Myungsoo explico que el jefe no actuaba así –embriagarse– por lo regular, que solo fue porque habíamos ido a comer juntos y se prolongo más de lo debido. Todo esto porque el presidente dijo que si así era como siempre regresaba de la oficina.
Después las voces bajaron de tono cuando el jefe se removió en el agarre del otro hombre, así que Myungsoo señalo hacia una de las habitaciones indicando que iría a recostarlo. Cuando solo el presidente y yo quedamos en el mismo espacio, comencé a sentirme un tanto ansioso y divague mi vista por cada uno de los rincones del departamento hasta que tope con una caja encima de un pequeño taburete. El hecho de que esta no tuviera tapa dejaba ante mis ojos una maravillosa obra de arte en forma de ropa.
—¡Hugo Boss!
Exclame con emoción atrayendo la atención del presidente. Él se coloco a mi lado y me pregunto si me gustaban los diseños de esa marca. Yo asentí con efusividad, por supuesto que me gustaban, desde siempre había ansiado tener una prenda de marca prestigiosa –una original– pero mi presupuesto nunca me lo había permitido. Después el hombre jalo su brazo atrayendo consigo otro paquete que contenía trajes Christian Dior. Mi pecho se oprimió inevitablemente por la sensación que recorrió mis manos al pasar mis dedos por la finísima tela de la costosa prenda.
—Son mandados a hacer especialmente para Yunho —dijo—. Son exactamente a su medida.
Mi boca se abrió de solo imaginar la cuantiosa cantidad de dinero que debió derrocharse en ello. Seguramente la cifra incluía más ceros de los que había visto nunca. Y lo peor del caso es que el jefe no apreciaba ese gesto, es decir, eran demasiado pocas las veces en que yo lo había visto vestido con un traje de diseñador. Por lo regular siempre usaba ropas casuales que lo mantuvieran fresco, entonces no le sacaba provecho a su guardarropa. Tan solo por llegar a esa conclusión sentí una envidia terrible que me hizo achicar los ojos y fruncir los labios.
Mi mueca desapareció cuando el presidente me examino con sus ojos escalofriantemente. Se puso una mano sobre su mentón antes de arquear una de sus cejas y hablar con un matiz profundo.
—¿Quién eres?
Ups, pequeño detalle que no tenía ni media maldita idea de cómo explicar, así que él comenzó por mí dándome ciertas opciones:


  • Chofer: No.
  • Empleado del condominio: No.
  • Parte de la familia –pandilla– de la compañía: No.
  • Amante de Yunho: NO.

Esa última fue la más descabellada de todas, ¿en qué mundo podría yo tener ese tipo de relación con el jefe? ¿cómo pudo siquiera ocurrírsele tal cosa? Entonces al rechazar todas sus alternativas lo único que ocasione fue que el hombre sospechara más hacia mí.
Peino su cabello con ambas manos repasando en voz alta cada una de las posibilidades cuando repentinamente me fulmino con su diabólica mirada casi gruñéndome: —Eres un policía encubierto —afirmo.
—¡No! en realidad si soy el amante del señor Yunho —Me apresure a decir—. Lo siento por no aceptarlo antes.
A como se había conducido el interrogatorio, era mayormente preferible mentir en ese aspecto a que el hombre creyera que estaba investigándolos. Todos sabemos que la mafia odia por sobre todas las cosas a los hombres que respetan la ley, y si son de los que llevan uniformes obligando a que los demás cumplan con las normas del país, es peor. Tal vez atrocidades podrían haberme ocurrido si yo dejaba que él conjeturara que estaba en lo correcto.
Por otro largo momento me volvió a observar de arriba-abajo fijándose con detenimiento en mi cuello. Un temblor recorrió mi cuerpo cuando supe que había visto el hematoma en el. Por instinto trate de cubrir la piel con mi mano.
—No te preocupes, debió morderte solo por su estado alcohólico. Probablemente mis hábitos se le pegaron —menciono.
Tuve la ligera impresión de que quiso insinuar algo con ese comentario, fue como si estuviera disculpándolo para que entre él y yo no hubiera problemas pero también dejando claro que ellos eran cercanos, tanto así para compartir costumbres. Me saco de mi especulación Myungsoo cuando regreso con nosotros.
—Se quedo dormido. Señor, necesita que lo lleve o…
—No es necesario, me quedare esta noche aquí —El presidente lo interrumpió apresurándose en agregar más antes de que saliéramos de ahí—. Myungsoo, no olvides que dejé a Yunho a tu cuidado.
—No se preocupe señor —Myungsoo se inclino.
El presidente asintió y con su mano nos ordeno que nos retiráramos, ambos salimos cerrando la puerta detrás de nosotros muy suavemente. A mí me seguía pareciendo bastante anormal que ese hombre tuviera tantas atenciones para con el jefe, estaba seguro de que ningún empleador se portaba así con su personal. Darle un majestuoso departamento, vestirlo con ropa exclusiva no era un trato común y corriente. Ahí había algo más y yo quería saberlo. Sí, mi curiosidad ante todo.
—Uh, Myungsoo, ¿no sentiste algo turbio entre los jefes? —Tantee el terreno cuestionando levemente.
—¿A qué te refieres? —Recibí una respuesta evasiva con otra pregunta.
—Al patrocinio de tantos bienes hacia el jefe, vamos, ¿qué clase de presidente ejecutivo le da a uno de sus subordinados ese tipo de comodidades y por si fuera poco tiene acceso a la casa de este cuando le plazca? —solté claramente los eventos que descubrí esa noche.
Si él me hubiera contestado que así era el trato con todos los de la compañía, en ese mismo momento habría hecho hasta lo inimaginable para unirme a la banda. Pero él simplemente dijo que desde que él había entrado a trabajar ahí, ese era el trato que tenia para el jefe, que este desde pequeño había formado parte de la “familia”. Para mí eso solo significaba que ellos mantenían una relación más allá de lo profesional, pero cuando le cuestione esto a Myungsoo me dejo claro que nadie podía asegurar o negar eso. Que circulaban muchos rumores pero que el jefe no hacía nada por disiparlos, que simplemente decía que él sería el sucesor del presidente y por tal, la gente a su alrededor esparcía chismes por envidia.
Yo lo único que sabía con certeza en ese entonces, es que Jung Yunho era lo bastante atractivo como para levantar las bajas pasiones de cualquiera, incluso de un hombre como el presidente.

2 comentarios:

  1. Humm. ....creo que el Presidente es un maldito que se ha aprovechado de Yunho desde pequeño, por Dios ese viejo lo violaba!? Lo sigue asiendo? Ojalá este equivocada, otro con lo de la mordida y su origen.......
    Al parecer Jae y Yunho se conocen pero de donde y cuando?
    Junsu sigue sin aparecer.. ....

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  2. Yunho por su forma de ser y carácter se ve que ha sufrido mucho y creo que tiene que ver mucho su jefe en ello.

    Gracias!!!

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