One Shot

Sí, ¿acepto?

—Es un tanto cliché que los padres arreglen el matrimonio entre sus hijos y estos después, antes o durante la boda, terminen perdidamente enamorados el uno del otro.
Jaejoong pasó rápidamente frente al televisor, se sentó a mi lado en el sillón y me entregó una de las dos tazas transparentes que llevaba consigo. —Lo sé, pero también es un tema que no pasa de moda —dijo, apoyándose en mi brazo izquierdo, en la misma posición que había estado hasta antes de ir a la cocina.
Moví la cuchara dentro de la taza, comprobando la consistencia del helado de fresa que llenaba más de la mitad del recipiente. Jaejoong conocía mi preferencia por el helado semi derretido, y para no variar, esta vez tampoco olvidó colocarlo unos segundos dentro del microondas antes de entregármelo.
Lo probé y confirmé que estaba justo como me gustaba. —Pero es una historia sobreexplotada, que en estos tiempos modernos es ridícula.
—Es un clásico y los clásicos nunca pasan de moda. Además, de alguna manera creo que existen padres que todavía se empeñan por unir sus capitales por medio de sus hijos.
—Aunque así fuera, es poco probable que un matrimonio basado en un arreglo funcione como lo plantean en una película como esa —dije señalando la pantalla frente a nosotros.
—Espero que esté bromeando señor Jung, porque si se pone a pensar, usted y yo estamos en un proceso similar. Nuestras familias son las que se han empeñado en que nos casemos y es realmente desalentador saber que desde un principio, usted no cree que vayamos a funcionar.
Reí aunque odiaba que me hablara de usted. —No lo había visto de esa forma, gracias por hacerme sentir que estoy atrapado en un matrimonio por interés.
De repente quitó la cabeza de mi hombro y me miró fijamente con una expresión era seria. —¿Qué hay de malo con eso? Todos los matrimonios lo son, lo único que cambia es el motivo por el que lo harás, amor, posición social, dinero, felicidad, estabilidad, todo el mundo desea obtener algo cuando se casa.
No supe como contestar a eso. A veces las palabras de Jaejoong me dejaban sin habla. Por lo regular, yo solía bromear pero él siempre se lo tomaba en serio, a pesar de saber que casi siempre mi intención era hacerlo enojar.
Mi lengua estaba lista para rebatirle, pero recordé que él no había tenido un buen día. Por la mañana fue informado de que su proyecto para extender el estacionamiento junto a la veterinaria, había sido rechazado; por la tarde, uno de sus más antiguos pacientes, el gato Ney, falleció.
Jaejoong amaba su profesión pero en momentos como este, en que no podía hacer nada por salvar a la querida mascota de alguien, decía que habría deseado no elegir ser veterinario.
Así que, lo que menos necesitaba esa noche eran a las maquiavélicas ironías de su novio, o más bien dicho, de su prometido, el cual era yo.
—En ese caso espero que tu razón sea más la primera y no tanto la segunda, porque te lo advierto, conmigo es lo que menos conseguirás —bromeé, aunque era cierto el hecho de que mis finanzas no eran tan buenas, y en todo caso, si nos casábamos, monetariamente yo saldría más beneficiado.
De nuevo se recostó sobre mi brazo, acomodándose para retomar la película. —Digamos que es un poco de todo —musitó.
Comí otra cucharada de mí helado —bastante más derretido— y me dejé resbalar ligeramente por el respaldo. Acomodándome yo también, para centrarme en el televisor por los próximos cuarenta minutos. Mañana tendríamos un almuerzo con sus padres, así que era mejor que disfrutara del silencio y el sabor de lo que comía, mientras podía.
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—Pásame la sal —susurró mi suegro disimuladamente hacia mí lado.
—La comida no necesita que se le agregue más sal. Tiene la cantidad perfecta para tu salud. —Esa fue mi suegra, a sus oídos nada se les escapaba, y para mi mala suerte, Jaejoong había heredado esa habilidad, así que sabía que tarde o temprano probaría en carne propia lo que el señor Kim estaba sufriendo en ese instante.
Me desentendí de la pequeña discusión en la que mi suegra trataba de convencer a su marido de que la mejor manera de mantenerse alejados de los hospitales, era que cuidaran su alimentación. Tenía razón, sin embargo ella se volvía cada día más rigurosa y sinceramente, últimamente sus comidas carecían más y más de sabor, pero desde luego no sería yo quien se quejara de ello.
—Intenta con la salsa picante.
—¡Jaejoong! No le des ideas a tu padre. —La amonestación fue dada muy tarde, el padre de Jaejoong ya se encontraba bañando su arroz con la salsa, y yo riendo por lo bajo.
Había vivido cientos veces esta escena así que estaba acostumbrado a las peleas en la mesa. En mi casa esto también sucedía, sólo que sus alegatos eran diferentes a los de esta familia. Aquí los gritos no aumentaban más de un decibel. —Tengamos un almuerzo en paz. Yunho no querrá volver a acompañarme a comer con ustedes.
Los padres de Jaejoong inmediatamente dejaron de discutir. La señora Kim sonrió y estiró su mano para palmear el dorso de la mía. —Yunho también es parte de esta familia, así que sé que él prefiere que nos comportemos como solemos hacerlo, a que finjamos ser algo que no somos. Después de todo, tendrá que convivir con nosotros por el resto de nuestras vidas —habló ella y luego de la nada, le dio un corto beso en los labios a su marido.
A mi lado, escuché el suspiro que soltó Jaejoong, y aunque no volteé a verlo sabía que él tenía el ceño fruncido. Siempre tenía esa reacción cuando sus padres comenzaban a mostrar su afecto mutuo frente a otros. —Lo cual serán muchas décadas, y es cierto, prefiero convivir con sus verdaderos yo.
Sé que mis palabras habían sido escuchadas, pero ahora el señor y la señora Kim parecían estar más interesados en ellos, que en lo que pudiera decir.
La familia de Jaejoong era lo que uno podría catalogar como el ideal, el matrimonio perfecto con el hijo perfecto viviendo en la casa perfecta mientras llevaban una perfecta vida normal. A ojos de todos, ellos eran el cómo una familia debía ser.

Cuando tenía nueve años, los Kim se mudaron a la casa en la esquina de la calle en yo donde vivía. Enseguida comenzaron a hacerse fama en el vecindario, y por supuesto, también la envidia en el mismo.
Nuestros padres se volvieron amigos y hacían prácticamente todo juntos, desde compras hasta asistir a los partidos deportivos de la escuela, mismos en los que me veía arrastrado yo, a pesar de nunca pertenecí a ningún equipo.
Ese no era el caso de Jaejoong. Él estaba en uno de baloncesto, el cual después dejó para jugar futbol y que luego también abandonó para ser beisbolista. Mis padres siempre lo ponían de ejemplo, porque a Jaejoong todo le salía bien.
Para ellos y la mayoría de la gente que nos conocía, él era el chico estudioso que obtenía buenas calificaciones, el amable y servicial, el deportista, el que en lo veranos se la pasaba en campamentos, y el que era respetuoso con sus padres.
Yo en cambio, era el que a duras penas pasaba sus materias, el que se la pasaba holgazaneando y bromeando con sus amigos, el que dormía o veía televisión durante las vacaciones, y el que muy seguido discutía con sus padres por desobedecerlos.
Pero a puertas cerradas, esta familia mostraba sus fallas, y aunque la imagen de perfección se esfumaba, bien podrían seguir siendo un modelo.

—¿Ves? A Yunho no le molesta —aseguró mi suegra.
Jaejoong volvió a suspirar pero siguió comiendo. Ella tenía razón, no me molestaba pero deseaba que todos termináramos de comer y así poder irnos. No quería que el tema de la boda fuera mencionado.
—Y ya que están aquí, ¿que nos cuentan acerca de sus planes? ¿ya decidieron la fecha para la boda?
Mis esperanzas se esfumaron y tal como había temido antes de bajar del auto hacía una hora, no saldríamos de aquí hasta el anochecer.
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La terraza de mi departamento tenía la peor vista de todo el edificio, daba directo a las hojas de la gruesa e inclinada palmera que algún vecino se le ocurrió la pésima idea de plantar hace años. El espacio estaba techado y aunque era largo, estaba tan angosto que apenas y cabía una silla dejando el justo cupo para pasar.
Jaejoong solía bromear diciendo que detrás de ese viejo árbol había un esplendoroso paisaje que hacía que la renta del departamento fuera tan elevada. Y no es que lo que yo pagaba por vivir allí fuera mucho, pero en comparación al alquiler de él —en uno de los mejores sectores de la ciudad—, sí era un abuso. Pero que se le iba a hacer, amaba tener mi propio espacio y mi escueta decoración.
—¿Ya te dijeron tus papás sobre la idea de ir a la casa de la playa? —Negué con la cabeza en respuesta—. Qué raro, quizás pronto lo hagan, mi mamá dijo que les gustaría que también fuéramos nosotros.
Hice una mueca de fastidio ante eso, era obvio por qué no me habían mencionado nada, sabían que les diría que no.
—Será divertido. Como en los viejos tiempos —aseguró y yo resoplé, doblando el brazo para alcanzar el nudo de mi corbata y así aflojarla, pero entonces recordé que no llevaba ninguna puesta y que era emocional la opresión que sentía en la garganta—. Tu alegría es taaan contagiosa —ironizó.
Oprimí lo ojos cerrándolos y volteé hacia donde estaba él, sentado en la silla a mi lado, sonreí y alcé mi copa pidiendo más vino. Cuando terminó de servirme, bebí un trago.
Estar así de bien con Jaejoong me tomó algo de tiempo. Al principio no lo soportaba con su aura de magnificencia. Estar en el mismo espacio con él, era molesto, y viajar con él lo era aún más.

La casa de sus padres a la orilla del mar era el lugar a donde siempre se iban a vacacionar, un fin de semana fuimos invitados a ir con ellos y desde ese día se volvió una costumbre hacerlo. Tenían un pedazo de playa para uso personal, así que podría decirse que cuando íbamos, nosotros también teníamos nuestra pequeña playa privada.
En uno de esos viajes me permitieron llevar a Yoochun, mi mejor amigo, me aburría tanto estando sólo con adultos, bueno, con ellos y Jaejoong, pero él no contaba para mí en ese entonces.
Jaejoong se la pasaba pretendiendo construir castillos de arena, nunca la salían y si lo hacían, se le desmoronaban a los cinco minutos. Y cuando después de varios intentos fallidos se daba por vencido, permanecía allí hincado viendo el balde con agua, sus herramientas y el montón de arena apilada.
—Pobre Jaejoong, ¿por qué no vas y le ayudas? —Me había dicho mi madre hasta el cansancio.
No entendía que era lo divertido de edificar algo que se iba a destruir, y menos entendía por qué a su edad quería seguir haciendo esas cosas. Pero obedecí, al fin y al cabo resultó que Yoochun parecía estar más interesado en jugar con el perro que vivía en la casa del vecino.
—Estás haciendo todo mal, tonto —le dije a Jaejoong en cuanto me senté frente a él, empezando a mojar la arena—. ¿Cómo esperas que no se caiga si esto está tan seco?
No dijo nada, únicamente se quedó observando mientras comenzaba a llenar un bote para formar una torre.
—Quiero hacer este —dijo tendiéndome el recorte de una revista donde se mostraban los pasos para crear un sofisticado castillo de tres torres.
Asentí, inseguro de si lograría hacerlo. Y así permanecimos por un par de horas, con él poniendo atención y pasándome todo lo que iba pidiéndole, y yo tratando de construir algo que se asemejara a la imagen.
El castillo que resultó no fue la gran obra, pero al menos permaneció allí hasta el anochecer. Y no pude ocultar mi orgullo porque por fin existía algo en lo que él no era bueno y en lo que yo era mejor.
En el presente seguía sucediendo lo mismo. No había nada que yo no intentara hacer por él y a su vez, no había nada en lo que él no me apoyara.

—Sólo estoy asimilando la idea. Pero iremos y será como en los viejos tiempos —dije viéndolo a los ojos—. Con todo y esas comidas tan amenas de nuestra familia.
—Bien, disfrutó tener esas comidas juntos.
Arqueé una ceja, dándole una mirada perpleja. —¿Sabes cuál será el tema principal, verdad? ¿Sabes que no dejaran de repasar nuestras vidas? comenzaran a recordar y recordar hasta llegar a sus propias infancias.
—Entonces deberías sentirte afortunado de que conmigo no tendrás que pasar por esas platicas incomodas donde tus padres sacan a flote tus travesuras de niño o muestran fotos donde apareces desnudo.
—Afortunado, ¿eh? —dije estirando el brazo para agarrar la botella de vino que estaba entra las sillas—. Lo mismo va para ti, conozco todos tus sórdidos secretos.
—Y yo los tuyos.
Llené su copa más allá de la mitad mientras notaba su mirada divertida siguiendo mis movimientos.
—¿Pretende usted emborracharme para propasarse conmigo, señor Jung?
Sonreí de medio lado antes de preguntar: —¿Necesito hacerlo?
—Nop.
Bebí de un sólo trago el contenido restante de mi copa y separé las piernas permitiendo que Jaejoong se sentara encima de mi regazo a horcajadas. Retiró la copa de mi mano y la colocó junto a la suya en la silla que acababa de desocupar. Enredo sus brazos alrededor de mi cuello, juntando nuestras frentes y luego las bocas.
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Por la cantidad de trabajo que Jaejoong consiguió durante los siguientes dos fines de semana, logré zafarme del viaje a la playa. Además, obtuve mucho tiempo libre.
Mi padre decía que aprovechara ahora que podía estar saliendo solo, para ir a todos aquellos lugares a los que luego de casarme ya no podría ir. Yoochun siempre decía lo mismo.
—No sé, no estoy convencido, ¿no has oído aquello de que el matrimonio es como una jaula? Los que están fuera de ella mueren por entrar pero cuando están dentro, mueren por salir.
Entorné los ojos y continué apilando los libros que acabábamos de utilizar para la sesión fotográfica. Mi estudio no era tan grande como deseaba que fuera, pero sabía que dentro de un par de años tendríamos la suficiente reputación para hacerlo crecer.
—¿Estás seguro de querer renunciar a la soltería? —preguntó.
Me encogí de hombros. —Se supone que desde que acepté estar en una relación con Jaejoong, renuncié a ella.
—Sí bueno, pero esto será oficialmente, con testigos y todo. No habrá vuelta atrás.
¡Como si no lo supiera! Todos los días pensaba en ello, pero no decía en voz alta mis dudas. No lo hablaba con nadie más que conmigo mismo.
—Creí que habías dicho que Jaejoong era un hombre que merecía algo serio y no menos.
Asintió, ayudándome a cargar los libros para llevarlos al cuarto del almacén. —Y lo sostengo, pero mi lealtad es para contigo. —Metió la pila de libros en una caja de cartón y enseguida puso una mano sobre mi hombro—. Es mi deber advertirte de esos contras del matrimonio que nadie te dirá.
—¿Y tú los sabes por…que has estado casado… muchas veces? —Arrastré las palabras.
—¡¿Y que si no me he casado nunca?! La mayoría de mis compañeros de trabajo son divorciados, así que me constan los problemas del matrimonio.
La mano que todavía seguía sobre mí, aumentó gradualmente la presión conforme fue hablando. —¿Estás ebrio?
—Bebí un poco —dijo, retirando el brazo y dando un paso atrás.
—¿Un poco como una botella completa?
Soltó una risita que tomé como una confirmación. Negué con la cabeza y le señalé la puerta para que saliéramos de allí.
Yoochun es amigo mío desde que tengo memoria, no existe un solo recuerdo en el que no esté presente. Mi confidente y cómplice durante muchos años, y mi primer amor.
Fue el único que pareció entenderme con respecto a mi aborrecimiento por Jaejoong. El que comprendió como me sentía cuando mis padres me pedían que fuera más como ese niño que tenía por vecino el cual era respetuoso y estudioso. Y el que se solidarizó conmigo en eso de que mis enemigos eran sus enemigos. O al menos eso creí.

Cuando recién entramos en la adolescencia, empezamos a mostrar intenciones de salir con alguien, y él fue el primero que lo dijo abiertamente. Se decía enamorado y profundamente indeciso sobre si declararse o no. Tenía miedo de ser rechazado y que la amistad se perdiera.
Debo admitir que surgió una pequeña esperanza dentro de mi pecho al pensar que esa persona podría ser yo, de acuerdo, fue una gran esperanza. Así que lo alenté para que lo hiciera, asegurándole que obtendría un sí. Estúpidamente creí que estaba probándome, tanteando mi reacción.
Pasé la mayor parte de la tarde imaginándome la cara que pondría, lo que él diría y lo que seguiría. Poco duró mi buen estado de ánimo después de encontrármelo a fuera de mi casa y ver su rostro con rastros de lágrimas.
—Se lo confesé y dijo que no.
—¿Se lo dijiste? ¿Cuándo? ¿A quién? —Me las arreglé para decir, a pesar de que mi cabeza estaba trabajando a marchas forzadas para desmarañar mis ideas.
Se limpió la cara con el antebrazo, rehusándose a verme a los ojos. —Hoy, hace un rato, después de hablar contigo fui a mi casa lo pensé toda la tarde y decidí hacerlo antes de que terminara el día, así que vine, toque la casa de Jaejoong y se lo dije.
—¿A Jaejoong?
—Sí. —Sonrió ligeramente—. Dijo que no le gusto.
No cabía en la sorpresa. Para mí era incomprensible que teniendo casi los mismos gustos que yo, él le agradara. —¿Por qué él?
—No lo sé, supongo que me di cuenta de que es lindo, inteligente y amable —explicó pero atónito como estaba, seguía sin comprender. Al parecer, en ese tiempo Yoochun había visto todo lo que me había negado a reconocer en Jaejoong—. No quiero ir a casa así, ¿puedo quedarme a dormir?
—Claro —respondí como un autómata, abriendo la puerta y dejándolo pasar.
Esa noche dormí muy poco, no podía dejar de pensar en qué momento fue que Yoochun prestó más atención en él que en mí. No es que yo hubiera sido obvio con mis sentimientos, pero al menos creía que yo estaba lo suficientemente cerca como para que paulatinamente lo notara. No sucedió y sin embargo, Jaejoong consiguió lo que yo tanto anhelaba.
Una vez más él demostraba que sin mucho esfuerzo, obtenía lo que yo no.
Me culpé cientos de veces por siquiera mencionar su nombre delante de Yoochun. Por obligarlo a que se levantara más temprano para que me acompañara a la escuela ya que no quería ir yo solo con Jaejoong.
Odiaba que mi mamá me obligara a ir a la escuela con Jaejoong en el auto de su padre, lo hice a regañadientes las primeras semanas pero después los convencí de que ir caminando era un buen ejercicio. Funcionó por un día, al siguiente, Jaejoong quiso hacer lo mismo y me encontré irremediablemente forzado a ser acompañado diariamente por él.
No sabía que era lo que más me molestaba, si el robarme el amor de Yoochun o el rechazo que le había hecho. Sólo sé que a partir de ese instante, me prometí hacerle la vida más difícil de lo que ya se la hacía.

—Tan sólo fue media botella. Deberías acompañarme a tomarme la otra mitad. Hoy cerré un muy buen negocio con una textilera, tengo motivos para celebrar.
Yoochun trabajaba en una empresa de diseño de ropa, y cada dos o tres días tenía algo por lo que celebrar. —Es muy temprano para beber —dije antes de darle indicaciones al personal para que terminaran de ordenar el set.
—Vamos, aún no tienes hijos y ya estas comportándote como un abuelo.
Suspiré mientras consultaba la hora en mi reloj. —Está bien, pero no me quedaré contigo hasta el anochecer.
Sonrió con suficiencia como si supiera que justo eso era lo que iba a suceder. —Te irás cuando tú quieras. Lo prometo —habló poniendo una mano sobre su corazón.
Reí comenzando a recoger mis cosas y avisándole al encargado que me marcharía y no regresaría hasta mañana. Salimos del estudio, dirigiéndonos directamente a mi coche, dejaría el suyo en el estacionamiento ya que de todos modos saliendo del bar estaba seguro de que él ya no sería capaz de manejarlo.
—Así que, ¿sigue en pie lo de tu boda?
—Por supuesto —respondí, haciendo girar la llave para encender el motor.
Por el rabillo del ojo vi como juntaba las manos y frotaba las palmas entre sí. —Entonces deberíamos ir preparando lo de tu despedida de soltero para que nos dé tiempo de hacer una como Dios manda.
Y aunque estaba acostumbrado a sus extravagantes ideas, algo en esa aseguración me dio mala espina.
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Entré tropezando a mi departamento, las luces estaban encendidas así que de inmediato supe que Jaejoong estaba allí.
Respiré hondo tratando de acomodarme la ropa y cabello. La media botella que se suponía sería lo único que nos tomaríamos, fue acompañada por otras dos completas y quizás, algunos tragos más. Perdí la cuenta después de la séptima vez que me serví.
Yoochun y yo acabamos siendo escoltados por el hombre de seguridad que amablemente nos paró un taxi a cada uno para irnos a casa. Mi auto se quedó allí, en el minúsculo y desolado estacionamiento trasero del local. Esperaba que permaneciera intacto hasta mañana por la tarde, porque a juzgar por mi falta de habilidad para caminar e incluso para ver, la resaca del día siguiente iba a matarme por varias horas.
Entrecerré los ojos tratando de encontrar a Jaejoong. Aunque en realidad no tengo mucho en donde buscar, el departamento es de un solo ambiente y a parte del baño, la única sección separada por un muro, que más bien es un ancho librero, es mi recámara. Lo demás se reduce a una cocina comedor, un balcón con dos sillas, un loveseat y una hamaca. Cualquiera que me visitara se quejaría de lo pequeño que era el lugar, pero no existía ni uno sólo que no fuera de inmediato a recostarse en la hamaca. Jaejoong no era la excepción.
Y allí estaba, profundamente dormido, con los brazos cruzados sobre el estómago y sosteniendo con una mano su celular. «El celular». Había dejado el mío en el estudio.
—Ey. —Sacudí su hombro—. Jae, despierta.
Parpadeó unos segundos antes de voltear a los lados, probablemente buscando la voz que lo llamó. —¿Yunho?
—¿Llevas mucho tiempo aquí?
—¿Qué hora es? —preguntó. Alcé el brazo para mirar mi reloj pero mi vista era demasiada borrosa para distinguir los números.
—No muy tarde —respondí con simpleza, quitándome el suéter y corbata para lanzarlos al sofá.
Enderezándose hasta quedar sentado, sacudió su cabello y luego se frotó los ojos. —Lo olvidaste.
—¿Olvidé? ¿Qué? —Ladeé la cabeza, entonces deparé en su ropa, formal—. La cena con tus ex compañeros.
—No contestabas tu celular así que llamé al estudio, me dijeron que saliste temprano.
—Con Yoochun. Y olvide mi teléfono en la oficina —agregué.
Asintió suspirando. —Aun así tenía la esperanza de que llegaras en cualquier momento. Pero al final les llamé a mis amigos para disculparme por no poder ir.
—Lo siento Jae, perdí la noción del tiempo, sabes cómo es Yoochun, siempre se las arregla para convencerte de hacer lo que él quiere.
—No conmigo.
Estudié sus palabras por un momento y era verdad, el encanto de Yoochun era su poder de convencimiento, pero aparentemente no era infalible, con Jaejoong no le servía.

De nuevo vino a mi mente la época en la que su rechazó hacia los sentimientos de Yoochun fue motivo suficiente para molestarlo sin cesar. En la escuela aunque estábamos en diferentes grupos, me las arreglaba para ocasionarle problemas, tanto con los profesores como con sus propios compañeros. Y hubo un tiempo en el que estuve satisfecho con eso, porque sabía que sus padres estaban recibiendo múltiples llamadas por el supuesto mal comportamiento de su hijo.
Pero el gusto no me duraba mucho, ya que no importaba cuan cruel fuera con él, Jaejoong nunca respondía a ninguna de mis ofensas, incluso lo detestaba más porque jamás me echó de cabeza. Se suponía que tu enemigo no debería estarte protegiéndote.
Un día de esos en que mi enfadado fue mayor del que pude soportar, lo encaré en el descanso de una de las escaleras. El timbre había sonado para dar comienzo a la siguiente clase, no obstante, eso no me impidió acorralarlo contra la pared y reclamarle lo sucedido con Yoochun.
Al principio se había mostrado imperturbable, como era su costumbre, pero después su expresión fue transformándose en una de furia como nunca antes se había mostrado. Mi sorpresa era porque a pesar de que le había hecho cosas peores, era por un simple reclamo que él reaccionaba así.
—¿Estás diciéndome quien debería gustarme? ¿No crees que eso es demasiado personal para que interfieras? —preguntó, empujándome por los hombros para separarse de mí—. No puedes obligarme a sentir algo que no siento.
Intentó marcharse pero alcancé a sujetarlo del brazo y con un brusco movimiento lo devolví de espaldas a la pared. Lo mantuve inmóvil con una mano sobre su pecho y la otra la empuñé, deteniéndola a una mínima distancia de su rostro.
Eso era todo, iba a golpearlo sin importarme si con ello me expulsaban. Sin embargo el impulso de adrenalina se fue desvaneciendo y la razón iba tomando su lugar. Darle un puñetazo sería un exceso, pasarme del límite. Pero aun así necesitaba hacer algo para sacar hasta mi última gota de resentimiento.
Sus ojos expectantes se mantuvieron fijos en los míos, reflejando mi propia imagen en ellos. Fue un poco intimidante el verme a mí mismo en él, por lo que tuve que voltear hacia otro lado y pestañear para aclararme las ideas. Posiblemente lucí desconcertado, puesto que de nueva cuenta trató de escaparse, pero con un empujón lo retuve. Quiso hablar, lo noté cuando sus labios se separaron, pero yo no quería escucharlo, así que me aseguré de que no lograra decir nada.
No era el primero al que besaba, pero sí al que deseaba lastimar con ello. Aplasté mi boca contra la suya con furia, con tanta que mis propios labios ardieron por la presión. Sostuve su cara encajando las yemas de mis dedos por debajo de sus orejas, y estaba casi seguro de que le dejarían marcas que difícilmente pasarían desapercibidas. A pesar de eso, él no puso ninguna resistencia, ni siquiera cuando lo pegué más a mí y mordí su labio inferior.
Al final fui yo quien se rindió. Lo liberé mientras observaba como alzaba su mirada para volver a cruzarla con la mía. Durante el beso había notado que sus parpados descendieron hasta que sus ojos quedaron entrecerrados, pero no me pareció extraño ya que siempre ocurría cuando me comportaba severo con él. Pero de la expresión enardecida que mostró minutos atrás, ya nada quedaba, había sido sustituida por una abstraída que hasta cierto punto podría ser calificada como hipnotizada.
Su reacción serena no sé si era porque aceptó que lo besara como un castigo o porque simplemente no le molestó que lo hiciera. Lo que sí sé es que lo que encontré en sus ojos me perturbó, al grado de hacerme reconsiderar mi estrategia con él.
Más enojado conmigo mismo que con Jaejoong, di media vuelta para bajar las escaleras, y aunque estas no eran demasiado largas, el camino se me hizo eterno mientras iba reprimiendo la necesidad de mirar hacia atrás para comprobar si la sensación de su mirada en mi espalda era producto de mi imaginación o no.
Pasaron los días y como era de esperarse, ninguno de los dos habló del asunto, o para el caso, de nada en absoluto. También en uno de esos, Yoochun me había arrastrado fuera del salón para confesarme que lo suyo con Jaejoong era cosa del pasado y que ahora estaba enamorado de alguien más, alguien que por supuesto tampoco era yo.
Esa vez el chico en cuestión accedió a salir con él y ambos estuvieron tonteando por unos meses. Fue entonces cuando comprendí que entre Yoochun y yo, jamás podría existir algo más allá de la amistad y que siendo así, mi disputa contra Jaejoong ya no tenía caso, y lo mejor era evitarlo a toda costa, pretendiendo que no existía.

—Lo siento —me disculpé otra vez.
Agitó su mano con indiferencia y se bajó de la hamaca, estirándose. —Puedo verlos cualquier otro día. ¿Te divertiste?
—¿Eh? —Tardé más de un segundo en comprender la pregunta, no estoy seguro de si fue porque me distraje al verlo mover su cuello para desentumirse o porque el diseño del piso parecía estarse moviendo—. Sí, aunque en realidad sólo estuvimos sentados bebiendo, no hubo mucha diversión.
—No sé si estar conforme con esa respuesta o no. Mi novio me deja plantado y ni siquiera dice que fue por algo divertido.
—Lo siento.
—Deja de disculparte. —Froté mis ojos con ambas manos sintiendo los brazos de Jaejoong a mí alrededor. La punta de su nariz tocó mi cuello y de inmediato se retiró—. Mejor ve a bañarte —dijo, moviendo una mano frente a su cara.
Entorné los ojos pero jalé la orilla de mi camiseta para quitármela. —No actúes como si apestara.
Sin decir palabra, apuntó hacia el baño antes de cruzarse de brazos. Mi respuesta fue un resoplido mientras olía la camiseta que acababa de quitarme. Tal como pensé, él estaba exagerando. Aun así di media vuelta para dirigirme al baño.
Me desabroché el pantalón y pateé para sacarlo de mis piernas apoyándome en el lavabo, los movimientos bruscos hacían que todo diera vueltas.
Desnudo, entre la ducha cerrando la cortina de plástico tras de mí. —Te diré que haremos, después de que me bañé y me ponga algo de ropa, iremos a cenar fuera —grité antes de abrir el agua de la regadera y ponerme bajo esta.
—No tenemos que salir, podemos cenar aquí. —Le escuché decir desde la puerta del baño.
—Ya estás vestido para salir.
—Bien, como quieras. —Aunque Jaejoong no parecía haberle dado gran importancia a mi olvido, su descontento se notaba en la voz.
Al terminar de bañarme y salir, descubrí que mi ropa había sido levantada del suelo y una toalla limpia estaba doblada encima de la tapa del inodoro. Ese simple acto resurgió la culpabilidad que se vio opacada por mis constantes mareos. Molesto o no, él nunca dejaba de tratarme bien.
—Dame diez minutos y estaré listo —dije mientras rodeaba despacio el librero. De pronto sentí que el piso se inclinó unos cuantos grados y mis pies no pudieron mantenerme derecho. Había creído que la ducha ayudaría con mi estado etílico, pero obviamente no fue así.
Rápidamente me sentí envuelto por un par de brazos que me estabilizaron y empujaron hacia el borde la cama.
—Te prepararé un café —habló Jaejoong, retirándome el cabello de la frente con una mano antes de alejarse.
Si cerraba los ojos todo a mí alrededor volvía a la normalidad, así que decidí dejarlos así hasta que me sintiera capaz de levantarme de nuevo.
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—¿Ya decidieron si la boda tendrá un tema en específico o si será al estilo tradicional?
La comida en la casa de mis padres había sido una idea de último momento, según mi madre, el pretexto fue enseñarnos las fotografías del viaje a la playa y darnos los souvenirs que nos compraron. Las fotos no eran más que siete imágenes borrosas guardadas en el celular —pasado de moda— de mi papá, y sus regalos, cinco piedras de colores junto con dos conchas.
No pude disimular mi desprecio al recibirlas, pero al contrario de mí, Jaejoong les agradeció el haberse acordado de nosotros y prometió colocarlas en la pecera de su departamento. Si por mí fuera, las habría arrojado en la primera maceta que nos encontráramos en nuestro camino de regreso.
Era evidente que obsequiarnos eso, había sido un pretexto fabricado para tenernos ahí, mi madre coleccionaba esas cosas para “adornar” sus floreros, así que no dudaba ni por un momento que nos estuviera dando algo precisamente de esa colección.
—¿Qué hay de las flores? —preguntó la mamá de Jaejoong—. Hay de tantas clases, y dependen de la temporada.
Mi madre asintió y añadió: —Por ningún motivo aceptaremos que utilicen artificiales.
¡La boda, la boda! No existía otro tema más importante para ellas. Afortunadamente mi padre y el de Jaejoong, consideraron que era más interesante ir a podar el árbol del patio, así que por esta vez no nos harían montón.
—No estoy seguro respecto a tener flores en la boda —comenté, buscando con los ojos el respaldo de Jaejoong. No encontré ninguno, lo que significaba que estaba por mi cuenta. Uno contra dos.
—¿Por qué no? —preguntó mi suegra con un tono de sorpresa.
—Soy alérgico a ellas —respondí, evadiendo sus miradas y sacando la revista de farándula que estaba metida en uno de los pliegues del sillón—. Vaya, ¿se volvió a divorciar Kang Suncheol? ¿Qué es? ¿Su tercer fracaso matrimonial?
—No, no eres alérgico a las flores —refutó mi mamá. Era de suponer que no obtendría una respuesta a mis propias preguntas, tampoco me interesaba obtenerlas, sólo estaba escudándome en una nota amarillista e intentando cambiar el tema.
Y puesto que mi método no funcionó, decidí ser sincero: —Bien, no lo soy, pero de todos modos no las quiero —dicho eso, continúe hojeando la revista.
—¿Y qué hay de lo que quiere Jaejoong? —dijo ella.
—¿Tú qué opinas, Jaejoong? —le preguntó su madre.
Los tres volteamos con él, quien hasta ese momento trató de permanecer fuera de la discusión, pero naturalmente era ilógico que pudiera mantenerse al margen por siempre.
Sus ojos fueron primero hacia ellas y luego conmigo. No mostró ninguna pista de su respuesta, y para mi gusto, tardó demasiado en darla.
—Podríamos optar por otros adornos, no tienen que ser forzosamente flores.
Ambas mujeres refunfuñaron y yo tuve que acercarme más la revista a mi rostro, para ocultar la sonrisa de victoria. Aparentemente, no estaba tan solo como creía.
—¿Cómo cuáles? ¿Globos? ¡Como si fuera una fiesta infantil! —La desilusión por la falta de apoyo de su hijo, era evidente en su semblante.
—O velas, lámparas de papel, estoy seguro que hay muchas opciones y alguna de ellas será la adecuada para todos —dijo Jaejoong, probablemente en su intento por mediar. Su madre no se mostró conforme pero no dijo más. No obstante, la mía si lo hizo.
—En cuanto al pastel, ¿han pensado en el sabor?
Bajé la revista a la altura de mi nariz y arqueé una ceja en dirección a mi madre. —Uhm ¿sabor pastel? —solté, no podía siquiera imaginarme desperdiciando el tiempo pensando en colores, ingredientes y tamaños de algo que irremediablemente terminaría siendo cortado y comido en menos de media hora.
—¿Te parece que esto es una broma, Yunho? Estamos hablando de un tema serio, y aunque no lo creas, el pastel es el punto central para la organización.
—Mamá, ¿de verdad crees que sé de esas cosas? —«¿o que me interesan?»—. A duras penas y he tomado fotografías donde halla uno.
Mi suegra ignoró lo que dije y luego de ir por su bolso, sacó varios folletos para entregárselos a su hijo. —El estilo puede ser totalmente sencillo o extravagante, con joyas y…
—¿Por qué demonios querríamos joyas en un pastel? —interrumpí.
El resoplido de Jaejoong, que se asimiló a una risa, estuvo a punto de hacerme sonreír, si no fuera porque el dramatismo de mi madre se hizo presente.
—¡No puedo creerlo! Todo lo toman tan a la ligera, como si no estuviéramos contra reloj. ¡Es su boda y no han pensado nada acerca de ella! No es cualquier momento, es el evento de sus vidas, por lo menos deberían de tomarse un poco de tiempo para meditarlo.
Nuestras madres se miraron entre ellas y salieron como ráfaga de la sala. Me costó algo más de un segundo el destrabar la lengua y responder.
—¡Tienes razón, es nuestro boda pero parece que es la de nuestros padres! ¡¿Por qué no simplemente ustedes deciden todo y al final sólo nos mandan los datos del lugar y la hora de la ceremonia para presentarnos y decir acepto?! —grité, y aunque probablemente ya estaban en el otro extremo de la casa, estoy seguro de que me escucharon. La casa no era tan grande para no ser capaces de hacerlo.
Lancé la revista a un lado y me eche hacia atrás contra el respaldo, pasándome las manos por el pelo. Odiaba esto de los preparativos y odiaba sentirme obligado. No tendría por qué ser así, debería de estar emocionado en vez de ansioso por que todo terminara y deseando estar dormido en el proceso.
Pero Jaejoong no merecía eso, así como tampoco la fallida salida de ayer, la doblemente fallida.
Habría jurado que transcurrieron diez minutos desde que cerré los ojos y los volví a abrir, sino es porque hasta antes de sentarme en la cama, las luces habían estado encendidas y Jaejoong despierto, ahora el cuarto estaba en completa oscuridad y él profundamente dormido a mi lado.
En la mañana me disculpé de nuevo por olvidar la cena con sus amigos y después por quedarme dormido. Él no estaba contento pero al menos seguía sin notarse molesto. Lo primero que hizo fue preguntarme si me dolía la cabeza, entonces se levantó de la cama y se puso a preparar el desayuno. Cuando estuvo listo, colocó junto a mi plato un vaso con agua y una pastilla efervescente disolviéndose en el. En ese momento me sentí como un gran imbécil.
—No sé por qué me tratas tan bien cuando no lo merezco —le dije mientras la punta de mi pie derecho rozaba el suelo para mantener el balanceo de la hamaca en la que estábamos recostados—. Incluso a veces pienso que no estás con la persona correcta para ti.
Lo sentí sobresaltarse ligeramente, quizás sin darme cuenta él se había quedado dormido y con mi voz lo desperté, o tal vez sólo lo tomé por sorpresa.
Exhaló suavemente, enviando un aire cálido a través de la tela de mi camisa. Su cabeza se removió hasta cambiarse de encima de mi pecho, a el hueco entre este y mi brazo. Sus ojos adormilados me miraron por un segundo y luego su mano palmeó mi tórax.
—Eso es porque acostumbras a pensar de forma distorsionada respecto a la gente.
Iba a contradecirlo pero colocó un dedo sobre su boca, señalándome que me callara. A continuación cerró los ojos musitando: —Pretendo dormir al menos otra media hora antes de que tengamos que alistarnos para ir a casa de tus papás.
Entonces fui mi turno para exhalar, él tenía razón, necesitaríamos toda la energía que pudiéramos acumular antes de estar con ellos. Porque para no variar, nos la drenarían por completo.
La hamaca volvió a balancearse mientras que la cabeza de Jaejoong se acomodó otra vez en mi pecho. Doblé el brazo izquierdo hasta que mi mano estuvo sobre su brazo y deslicé los dedos de arriba abajo por encima de este.
—Estoy con quien siempre he querido estar. —Su voz había sido queda y calmada, pero firme e irrebatible.
Ese era el hombre con quien había compartido tantos momentos en mi vida y con el que estaba a punto de casarme.

Un fuerte apretón en mi hombro me hizo voltear hacia atrás, Jaejoong estaba allí, a mi espalda, y ni cuenta me di de cuando se movió hacia ese lugar.
—La boda significa mucho para nuestra familia, ¿qué hay de malo con complacerlos un poco? Cual sea la manera en que se organice, yo estaré bien con ello, ¿no piensas tú lo mismo?
Asentí sin convicción. Aceptar los planes de nuestros padres era obtener algo que no quería, pero de todos modos, tampoco quería hacerlos por mí mismo. —Es mucho trabajo —dije, frotándome el cuello.
—Entonces qué mejor que dejar que nos sorprendan —sugirió sonriendo, rodeando el sillón y sentándose a mi lado—. Y si hay algo en específico que tú o yo queramos, se los haremos saber.
Mi mente se abrió ante esa posibilidad y descubrí que al fin había una idea con la que simpatizaba. Asentí de nuevo, con más solidez, y justo cuando abrí la boca para llamar a mi madre y darle la buena nueva, ella apareció con una canasta llena de hilos y estambres en una mano y su estuche con agujas y ganchos para tejer, en la otra. A pocos pasos detrás de ella, venía la señora Kimí quien cargaba una pila de revistas y tejidos inconclusos.
—Vi una blusa en un aparador a un precio de infarto. Estoy segura de que hay una parecida en una de estas —habló mi suegra, dejando caer las revistas en el comedor—. No debe ser tan difícil hacerla por uno mismo.
Mi madre dejó las cosas en el mismo sitio y se dispuso a ordenarlas. —Claro que no, además de que te ahorraras dinero.
Ninguna de las dos nos dio siquiera una mirada, sino que se enfrascaron completamente en una conversación acerca de moda y habilidades manuales. Y con eso, fuimos ignorados por el resto del día.
ѻ ѻ ѻ
Mientras aguardaba a que se adjuntara el archivo en el correo electrónico que estaba escribiendo, observé a Jaejoong de reojo, sosteniendo un par de hojas y poniendo cara de incredulidad cuando empezó a revisarlas. —¿De quién son? —pregunté. Minutos antes había escuchado la llegada de un nuevo fax, así que supuse que eso era lo que él leía.
—De mi mama —contestó caminado hacia mí, recargándose en el escritorio cuando estuvo a mi lado—. Dice que no quieren interferir en nuestra boda, pero que si deseamos planearla por nosotros mismos, tal vez necesitemos saber esto. —Me tendió las hojas y sonriendo de medio lado, se cruzó de brazos, probablemente esperando por mi reacción al verlas.
Eran cuatro en total, la primera contenía una lista con varios, cientos quizás, de pasos a seguir. Luego, cada uno venía desglosado y explicado en un párrafo de seis u ocho líneas.
Obviamente nuestras madres se habían esmerado en esto.
Desde el día de la comida que se convirtió en discusión y terminó en indiferencia, presentí que aunque no se volvió a hablar del tema, las cosas no se quedarían así. Y así era. Se habían tomado demasiado en serio mis palabras y ahora en mis manos tenía las consecuencias.
Aunque, ¿qué tan complicado podría ser el hacerlo por sí solos?
Estaba a punto de averiguarlo.
Elegir fecha era lo primero. Eso era fácil, Jaejoong y yo lo hablamos después de que nos lo preguntaran. Acordamos que sería en algún momento entre septiembre y noviembre. En una época donde no estuviéramos derritiéndonos por el calor, ni congelándonos por el frío.
Mi madre había sugerido que fuera a mitad de año, pero ninguno de los dos anhelaba estar sudando como un par de cerdos en el día de la boda. Aunque tenía mis sospechas de que de cualquier forma eso me pasaría. Al fin de cuentas, uno no se casa todos los días.
Enseguida venía el punto de elegir el estilo. Tradicional, formal, informal, campestre, playera…
Y dependiendo de nuestra elección, teníamos que escoger entre día y noche, a menos que optáramos por playa, para la cual nos recomendaban el atardecer. Y también, dependiendo de esto, estaba el menú y decoración. Porque obviamente no se puede servir la misma comida a las tres de la tarde que a las ocho de la noche, ni es la misma si se trata de una elegante recepción en el salón de un fastuoso hotel, que en el jardín de la casa de los padres de Jaejoong. Por no hablar de si se trataba en un ambiente citadino o en uno pueblerino.
Mi cabeza comenzó a dar vueltas y no iba ni por la mitad de la primera página.
La lista continuó con el pastel, música, fotografía y video, camareros y maestro de ceremonia, trajes, padrinos, luna de miel, invitaciones e invitados, lista de regalos, recuerdos, anillos, estilistas, ensayos, trasporte, mudanza…
Ya estaba sudando. Lo único certero era el fotógrafo y camarógrafos, sería gente de mi estudio. De ahí en más, era un lio de sólo pensarlo.
Doblé las hojas por la mitad y las guardé en el cajón deslizable del escritorio. —Diles que vuelvan hacerse cargo de los preparativos —murmuré, moviendo el mouse para sacar a la computadora de la suspensión. Releí lo que llevaba escrito del correo e intenté recordar lo que me faltaba por poner.
El sonido de la risa de Jaejoong flotó por la habitación mientras que sus brazos me rodearon por la espalda y su cara se pegaba al costado de la mía. —¿Tan rápido te diste por vencido? —preguntó. Mi respuesta fue un suspiro acompañado de un encogimiento de hombros, lo que hizo que él volviera a reír y me diera un beso en la mejilla.
Enderezándose, estiró la mano para tomar el teléfono inalámbrico y lo agitó frente a mi cara. Entonces fue al extremo de la oficina y yo regresé la vista al monitor. No mucho después le escuché decir: «A nuestro Yunho le quedó grande la encomienda de organizar la boda, quiere que por favor, ustedes vuelvan a hacerse cargo de ella».
No me gusto eso de “le quedó grande“, porque a decir verdad, no era que fuera mucho paquete para mí, simplemente era que no tenía ganas de hacerlo. Sin embargo, contradecirlo no era una buena idea, si es que deseaba zafarme del compromiso. Del compromiso de los preparativos, no de el de la boda. La boda era un hecho y no había vuelta atrás, ¿o sí? ¿Quería que la hubiera? ¿Y si la hubiera, la tomaría?
«Un momento. ¿Por qué estaba pensando esas cosas?»
Mi relación con Jaejoong estaba lista para dar el siguiente paso, tal vez incluso hasta lo necesitaba. Ninguno de los dos lo había mencionado y posiblemente de no ser por la intervención de nuestra familia, habría pasado mucho tiempo antes de hacerlo, pero la decisión ya había sido tomada y no iba a ser yo quien se retractara.
¿Cómo podría hacerle algo así a él? A él quien siempre ha estado allí para mí sin ninguna pretensión y a pesar de mi actitud.
Sinceramente aún no me explicaba que fue lo que vio en mí, cuando mi actitud hacia él no era más que de hostilidad. Y continuó siendo así hasta la muerte de mi abuela.

Ella había sido la única a la que podía acudir cuando la situación se tornaba insoportable. El matrimonio de mis padres tenía muchos altibajos, bastantes, a veces creía que peleaban por mera costumbre. Pasaban largas temporadas en las que ni siquiera se dirigían la palabra, pero también tenían sus ratos en que todo estaba bien, aunque lo otro era más frecuente.
De cualquier forma, mi abuela era quien iba por mí para llevarme a su casa, y hacía que me olvidara de los problemas en casa. Era la que me llamaba cada fin de semana para preguntarme como me iba en la escuela, y la que jamás me comparaba con nadie más.
Murió un mes después de que cumplí dieciocho años y en su funeral, lo que menos deseaba era hablar con alguien, así que les dejé a mis padres la tarea de recibir los respetos de los asistentes para yo irme a sentar en el rincón más alejado, donde pasaría desapercibido. Invisible para casi todos, menos para Jaejoong.
Él se acercó y sin más, se sentó en la silla frente a mí, colocando una bandeja con un tazón de carne y otro de arroz junto con una botella de agua.
—Debes tener hambre —dijo, con la expresión más seria que le había visto.
Bajé la cabeza y la hundí en mis brazos cruzados sobre la mesa. —¿Qué haces aquí? —siseé—. No necesito de tu fingida simpatía, ambos sabemos que no nos soportamos y que nos odiamos, así que si te mando mi madre, tan sólo vete y dile que te pedí que me dejaras solo.
—Yo no te odio.
Fastidiado, alcé la vista para exigirle que se marchara, que aunque fuera por ese día, dejara de molestarme. Pero la sinceridad que hallé en sus ojos me detuvo. No sabía si él estaba allí por lastima o porque no tenía nada mejor que hacer, pero le creí, no era por obligación.
No me odiaba y ni siquiera me tenía resentimiento, eso fue obvio luego de ver como distraía y ahuyentaba a cada una de las personas que trató de acercárseme.
Fue entonces que me abrí a la posibilidad de que él podría no ser todo lo que pensaba que era. Que quizás, tratándolo, podría llegar a tolerarlo. Meses después no sólo sucedió esto, sino que también me simpatizo tanto que sin darme cuenta comenzamos a ser amigos,

—Listo —dijo, resoplando y desocupando un espacio para sentarse encima del escritorio—. No es que haya sido tan difícil convencerlas, sólo pretendieron estar siendo forzadas a hacerlo.
Volteé hacia él y sonreí. Sin importar cuanto tiempo pasara, Jaejoong siempre intentaba facilitarme la vida. ¿Por qué no habría de querer casarme con este hombre?
ѻ ѻ ѻ
Con un fuerte empujón abrí el set donde se suponía debía estar desde hace media hora. El piso no había sido recientemente encerado sin embargo mis pies derraparon y por un momento temí que si no me sujetaba rápido de algo, una de las luces nuevas que todavía no terminaba de pagar, iba a estrellarse contra el suelo luego de que mi cuerpo se topara contra ella.
—¡Jefe! —gritó el encargado de vestuario cuando alcanzó a detenerme del brazo—. Cuidado.
Le agradecí mientras me enderezaba y comenzaba a buscar con la mirada a Jaejoong. Él junto a su madre y la mía, estaba en el rincón revisando algunas de las fotografías de sesiones anteriores con otras parejas, la mayoría habían sido tomadas por mí, pero esta vez yo estaría frente al lente.
—Llegas tarde. —Mi padre, vestido impecablemente de negro, emergió del vestidor—. Y sucio.
—Lo sé —respondí. Mi manga derecha y parte de la camiseta, estaban manchadas con aceite de auto. Resulta que uno no siempre sale ileso cuando trata de cambiarlo—. Tuve contratiempos.
Se encogió de hombros y apuntó a las dos mujeres en la esquina. —Es a ellas a las que tendrás que explicarles. —Por supuesto, a mi madre y suegra—. Aunque Jaejoong ha hecho un buen trabajo al mantenerlas ocupadas.
Asentí volteando hacia el empleado que me habló en ese momento. —Tiene que ponerse esto y trate de limpiarse con esto —dijo, tendiéndome un pantalón, camisa y suéter, y luego un paño húmedo—. En quince minutos empezamos.
Antes de que pudiera quejarme o decir cualquier cosa, el chico se fue. Mi padre palmeó mi espalda y yo fui a cambiarme.
En medio del ajustamiento del cuello de la camisa y el suéter, Jaejoong entró en la habitación con un par de zapatos y un cinturón en sus manos. Su atuendo era similar al mío, pero sabía que no era su estilo, así como tampoco el mío, así que naturalmente la ropa también había sido elegida por…
—Mi mamá olvidó pedir que te entregaran esto.
Suspiré. Su madre solía tener esta clase de gustos… snobs.
Me miré en el espejo de cuerpo completo y contemplé mi imagen. Ñoño. Lucía absolutamente ñoño. Hice un gesto de dolor al descubrir que tenía un lado de la cara manchado con aceite. Con frustración comencé a limpiarme.
—Esto es horrible —me quejé.
Jaejoong dejó las cosas en el taburete pegado a la pared y me quitó el trapo, frotándolo ligeramente en mi rostro. —Ya casi está —dijo refiriéndose a la mancha de grasa.
—No hablo sólo de esto —señalé mi cara—, sino de toda la situación. El estar aquí para una sesión fotográfica sobre nuestro compromiso, pretendiendo que esta fue de acuerdo mutuo. Tuve que posponer todos mis pendientes de buenas a primeras. Estoy obligando al personal a que trabaje durante el almuerzo, a que sigan al pie de la letra las exigentes y excéntricas instrucciones de dos mujeres que pase lo que pase, nunca estarán satisfechas. Y encima de todo, tengo que ponerme algo que ni siquiera me gusta.
—Y utilizar un anillo de utilería —agregó él con mofa, mostrando la argolla plateada entre sus dedos índice y pulgar.
Rodé los ojos y tomé el cinturón, introduciéndolo por las presillas del pantalón. —¿Te parece que estoy haciendo un berrinche?
Asintió en silencio antes de alisarme el suéter, después terminó de acomodarme el cuello de la camisa, pasó sus dedos por mi frente para arreglar el cabello y sonrió. —Luces bien. En dos horas habremos terminado, y tú y yo estaremos comiendo en algún lugar, olvidándonos de cualquier cosa bochornosa o incomoda que haya sucedido aquí.
—Delante de la gente con la que trabajo todos los días —siseé, él rio.
—Estoy seguro de que están acostumbrados a lidiar con familias.
—No con la nuestra.
—Hay peores. Siempre las hay.
«Sí, pero no las conozco».
Quité los zapatos del taburete para sentarme en este y ponérmelos. Jaejoong se colocó tras de mí, masajeando mis hombros.
—El lado amable es que, a pesar de lo incomodo que sientas que es, el resultado será un lindo recuerdo también para nosotros. Algo que nos hará sonreír cada vez que veamos las fotos.
—Que romántico —me burlé. Sus manos simularon cerrarse alrededor de mi cuello, zarandeándome un par de veces.
—Al mal paso darle prisa. —Me instó a ponerme de pie una vez que tuve abrochados los zapatos y me empujó hacia la puerta.
—Creí que el de la mala disposición era yo —musité mientras abría la puerta.
Mis pasos se detuvieron en seco ante la visión frente a mí. ¿Cuántas veces había visto a mis padres abrazados? Mejor aún, ¿cuánto hacía que los veía así de juntos y de buena gana?
Tristemente no pude recordar una escena igual, así que no existía una respuesta. Pero en cambio en ese momento, tenía a mi padre con su brazo tras la espalda de mi madre, sujetándola firmemente y recargando sus cabezas juntas. Ella por su parte, tenía su brazo afianzándolo por detrás de la cintura. ¡Y ambos estaban sonriendo!
No había gritos, quejas, ni murmuraciones entre dientes. Era bizarro aun sabiendo que todo era una farsa para la cámara.

Si bien había mencionado que en mi casa, desde siempre, las discusiones eran el pan de cada día, viví bien en ese ambiente. Uno se acostumbra a esas situaciones.
La mayoría del tiempo no estaba tan mal. Sobre todo cuando pasaban semanas en que ambos se ignoraban luego de una larga discusión. Prefería verlos distanciados que peleando hasta por el más mínimo detalle.
En realidad creo que eran pocas las cosas en las que llegaban a estar de acuerdo. Y constantemente pequeñas diferencias entre ellos provocaban grandes pleitos, mismos que incluso me hacían salir de casa.
Recuerdo uno en especial. Mi papá había llegado tarde por quinta vez consecutiva y eso detonó la ira contenida de mi madre. De pronto objetos empezaron a volar y a estrellarse contra paredes, muebles y piso. Las voces se volvieron tan fuertes que uno de los vecinos amenazó con llamar a la policía. No hubo necesidad de ello, los padres de Jaejoong interfirieron.
La señora Kim se topó conmigo en cuanto entró a la casa —yo iba de salida—, me dijo que fuera con Jaejoong y le avisara que estaban con mis padres, que regresarían más tarde y que no los esperara para cenar. Entonces el señor Kim me pidió que le hiciera compañía, porque a Jaejoong no le gustaba estar solo.
En ese momento cualquier lado era mejor que estar allí, así que acepté. Taché de cobarde a Jaejoong y miles de burlas se me ocurrieron para decirle en cuanto lo viera, pero no estaba de ánimos. Así que cuando me dejó entrar a su casa, sólo hablé lo necesario.
No supe cuántas horas permanecí a su lado, pero mientras estuve ahí, se mantuvo callado, únicamente hablando luego de entregarme el control de la televisión, diciéndome que podía ver lo yo quisiera. Le cambié al primer canal que vino a mi mente y los dos nos quedamos en silencio viendo videos musicales hasta que sus padres llegaron y yo regresé a mi casa. Luego de eso, nunca nadie mencionó cosa alguna.

El matrimonio de mis padres era más como él de dos personas que estaban juntas porque se sobrellevaban, no porque se amaran. Realmente esperaba que el destino de Jaejoong y mío fuera totalmente distinto.
Mi sorpresa debió prolongarse demasiado, puesto que mi suegro agitó su mano en alto para indicarnos que nos acercáramos. Jaejoong, quien debió captar el motivo por el cual no avanzaba, tomó mi mano y aseguró en tono bajo: —Todo estará bien.
Y tal como aquella vez en la funeraria, hallé sinceridad y comprensión en sus ojos. Apreté su mano y ambos retomamos el camino. —Que empiece el show.
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La sesión de fotos terminó hora y media después de lo previsto, tornándose la situación tan estresante que tuve morder mi lengua al punto de dejarla adormecida para evitar soltar mis no tan amables opiniones.
Acatar las órdenes de todo el mundo no es algo sencillo. Párate aquí, haz tal expresión, al menos finge que te estas divirtiendo, no fuerces tanto esa sonrisa que se ve falsa; eran las frases que más repetía en mi profesión como fotógrafo, jamás pensé que recibirlas de otra persona fuera así de odioso.
Mi desesperación fue en aumento y parecía que todos se empeñaban en empeorarla. Hasta mis propios empleados hicieron lo impensable ante una situación demandante, comportarse como inexpertos novatos. Preguntas como, ¿jefe esta le parece bien? ¿cuál cree que sería la mejor luz para utilizar? ¿esto está bien? ¿qué tal esto?
Se suponía que por ese día yo no era más que un cliente común y corriente. Y si esa era la actitud insegura que proyectaban ante los demás, el estudio fotográfico no iba a prosperar tal y como yo quería.
Tal vez los inhibió que mi temperamento de alguna manera se manifestó en mis facciones, es lo más posible. Pero ¿dónde quedaba el profesionalismo? En los próximos días, ellos y yo tendríamos una charla al respecto.
Lograr irnos a comer solos también fue una hazaña, pero una vez en el auto, sentí que el aire entraba con naturalidad en mis pulmones. La sensación de libertad fue tan regocijante, que la necesidad de ir a un bar se hizo imperiosa. Y qué mejor que el bar de Doyeon —uno de mis amigos— para desahogar la tensión acumulada.
El lugar no era nada del otro mundo, pero era acogedor y privado. Un sótano ambientado con una barra, seis mesas, dos mesas de billar, un plasma empotrado en la pared, un baño y un cuarto diminuto que servía como bodega. Cuando Doyeon decidió crear su pequeño negocio, se aseguró de que este fuera uno donde los clientes pudieran relajarse y sentirse en confianza, todos —sus conocidos— opinábamos que lo había conseguido.
Era nuestro punto de reunión más frecuente, no sólo porque el dueño siempre nos daba un descuento, sino porque tenía todo lo que nos gustaba; billar, música y alcohol.
Por lo regular, al menos a uno de nuestro grupo de amigos se le podía encontrar aquí cualquier día de la semana. Hoy, tres estaban sentados en una de las mesas, Yoochun era uno de ellos.
Fuimos vistos de inmediato y enseguida chiflidos resonaron por encima del partido de baloncesto que se transmitía en ese momento por el televisor, sus manos nos indicaron que fuéramos hacia ellos y así lo hicimos.
La conversación que comenzó con un “estoy ebrio” por parte de Dongwoo, en algún punto se transformó en “¿cuándo se echaran la soga al cuello?”.
La respuesta fue evasiva puesto que Jaejoong no dijo nada y yo ni idea tenía.
—Pero, ¿cuánto tienen de novios? ¿Diez años?
—Casi —contesté.
Dongwoo silbó antes de tomar un largo trago de su cerveza y decir: —Dicen que los noviazgos largos son la antesala de los matrimonios cortos.
—Yah, no seas ave de mal agüero —dijo Yoochun—. Además, todos los matrimonios tienen altas probabilidades de fracaso, sin importar cuanto tiempo previo lleven juntos.
—¡Gracias por sus buenos pronósticos! —Alcé mi cerveza y brindé.
Yoochun rio y chocó su botella con la mía. —Por Jaejoong. Que su sacrificio no sea en vano.
—¡Oye! ¿Cuál sacrificio?
Taejun quien había permanecido en silencio, decidió que ese era justo el momento para intervenir y confundirme más: —Sí, hombre, mira que dejar su soltería por un hombre como tú, no cualquiera.
—¿A qué te refieres con un hombre como yo? ¿Y qué es eso tan malo en mí como para que digas que “no cualquiera”?
Yoochun agitó sus manos frente a mí, como diciendo “tan sólo mírate”. Lo miré entrecerrando los ojos y él sonrió con un gesto de simpatía. —Sin afán de ofender pero, siendo sinceros, Jaejoong tiene todas las oportunidades de encontrarse con el partido perfecto. Ya sabes, ser atractivo no basta cuando se trata de cuestiones económicas o sociales. Nuestros estudios básicos fueron en la misma escuela, pero eso fue meramente circunstancial. Mientras que nosotros somos simples lacayos, él bien podría ser el rey.
—¿Rey? ¿De qué diablos están hablando? Está bien que yo no sea millonario pero tampoco es que esté en bancarrota, y aunque ese fuera el caso, a Jaejoong no le importaría porque a diferencia de ustedes, él no es materialista.
—Eso es lo que…
—No prestes atención —interrumpió Jaejoong las palabras de Dongwoo, mostrándole a Doyeon la botella vacía con la intención de pedirle otra cerveza—, están molestándote porque nos tienen envidia.
Reí, incrédulo. ¿De que habían de tener envidia? ¿De unos padres obsesionados con que sus hijos se casen? ¿De una estrafalaria e impuesta organización de la que no existía alguna escapatoria? Lógicamente no era nada de eso.
Sin embargo, Yoochun bajó su mirada y tintineó los dedos en una de las botellas, luciendo desolado por un instante y suspirando. —Tienes razón, Jae —soltó, extendiendo los brazos por detrás de Dongwoo y Taejun hasta sujetar sus cuellos—. Estamos celosos de ustedes porque nosotros estamos más solos que un astronauta a la deriva.
Traté de encontrar el atisbo de la sonrisa que estaba seguro él reprimía, pero no hubo ninguna señal de ella. Parecía estar diciendo la verdad y no bromeando como yo creía.
—Bien, ya, hagamos un brindis por la próxima unión de estos dos amigos —propuso Taejun, poniendo en alto su botella.
Todos alzamos nuestras bebidas pero Doyeon llegó a la mesa y detuvimos en el aire el choque de ellas. —¿Por qué brindamos? —dijo, entregándole una nueva cerveza a Jaejoong
—Por los novios —respondió Yoochun—. Porque su relación siga siendo tan buena como hasta ahora.
—Cursi pero cierto. —Doyeon recogió las botellas vacías y golpeó con una de ellas a las nuestras—. La siguiente ronda va por cuenta de la casa.
—¡Eh! —gritamos al unísono, a esas horas éramos los únicos clientes, así que el ruido hizo eco en las paredes. Pero la algarabía duró poco.
—Aun así tienen que pagar lo que ya han consumido y lo que vayan a consumir después —declaró.
El ánimo decayó y protestas se dirigieron hacia él mientras que yo daba un sorbo a mi cerveza, mirando a Jaejoong.
—No te importa, ¿verdad? —le pregunté.
—¿Qué?
—Que no tenga tanto dinero como tú.
Desde un principio estuve consciente de la diferencia económica entre ambos. Su familia ya de por sí era un grueso respaldo financiero, su negocio estaba produciendo mejores ganancias que las mías, y a mí me faltaba mucho para igualarlas. Pero nunca lo vi como un inconveniente, en realidad jamás me interesó tanto. Pero oírlo de otra persona, conocer la opinión de alguien por fuera de la relación, me sembró la duda.
La seguridad que sentía y la que proyectaba, se diferenciaban duramente.
Con tranquilidad volteó hacia mí, entornó los ojos y sacudió la cabeza. —Creí haberte escuchado decir que yo no era materialista.
Uno podría considerar que su respuesta debería de haberme complacido, pero no lo hizo. Necesitaba escuchar algo más conciso. Mi solemne expresión en silencio se lo dijo, y por si no era suficiente, el enarcar una ceja se lo dejó más claro.
Volvió a entornar los ojos, esta vez con más énfasis, a continuación tomó mi cara con ambas manos y me miró fijamente. —No me importa en absoluto. Nunca me ha importado y jamás lo hará.
Por inercia sujeté sus manos y las acaricié con los pulgares. Como si el tiempo se detuviera, observé como su rostro fue acercándose, pero el contacto no se dio. Reproches y golpes en la mesa rompieron el momento.
—Eish. Tan siquiera absténganse de toqueteos frente a nosotros.
Sonriendo, Jaejoong dejó caer sus brazos a los lados mientras que yo palmeaba la cabeza de Yoochun. —Entonces, ¿qué tal un concurso? Quien tome menos, pagará la cuenta de todos —propuse, bebiéndome luego lo que quedaba en mi botella.
Después de eso, cerveza tras cerveza fueron agotándose tan pronto como llegaban a nuestro poder.
A la mañana siguiente me enteré de que por ser el primero en quedar inconsciente sobre la mesa, fui declarado como el absoluto y total perdedor.
ѻ ѻ ѻ
Indeciso, evaluaba uno por uno a los nombres en la lista que había impreso de mis contactos de correo electrónico. La tapa de la pluma que movía constantemente, golpeteaba en el papel causando el único ruido que podía escucharse en la sala del departamento de Jaejoong.
Llevábamos más de una hora revisando a los posibles invitados a nuestra boda. Posibles porque una vez que tuviéramos esa lista, debíamos añadirla a la de nuestros padres y cotejar la cifra de asistentes en total para saber si debíamos reducir el número. Enseguida de eso, habría que contactarlos y verificar sus datos para enviar las invitaciones. Después, esperar la confirmación de su asistencia y entonces en ese momento, ya podríamos considerarlos como nuestros invitados.
Pero me había planteado que mi lista no contendría más de veinte personas, sabía que tan sólo el número que mis suegros sugerirían, sería colosal, así que deseaba que mi tarea en la reducción fuera nula.
Y aquí estaba, disminuyéndola por tercera vez ya que todavía me sobraban quince.
Sin verlo venir, Jaejoong pasó su brazo por encima de mi hombro y con gran eficacia, tachó gente de mi lista. —Allí tienes, dos menos. —Tan rápido como actuó, se fue a sentar al extremo opuesto del sillón que yo ocupaba—. No quiero a ningún ex tuyo en la boda.
Mi boca se abrió soltando un sonido de sorpresa, revisé los nombres y el sonido volvió a repetirse. —Son personas con las que constantemente tengo tratos, sería una grosería no invitarlos.
—Me da lo mismo, puedes decir que será algo privado, sólo para la familia. O lo que se te ocurra —dijo sin mirarme, enfocándose en su propia lista.
Sin rebatir, me impulsé con una rodilla sobre el asiento, estirándome lo suficiente para alcanzarlo y arrebatarle su hoja.
—¡Oye! —protestó, pero lo ignoré y me apresuré en revisar la suya.
Sonreí con malicia al hallar de inmediato al primero que sería descartado. Tracé una línea sobre el nombre y continué buscando. No hubo más, pero estaba satisfecho de por lo menos haber encontrado uno.
Sin palabras le devolví la hoja, esperando su reacción, la cual obtuve al instante.
—¿Es en serio?
—Si yo no puedo tener a ningún ex, tú tampoco.
—Fue mi novio cuando yo tenía unos ¿que serán? Quince, dieciséis años y no duramos ni dos semanas. Ahora está casado y tiene hijos.
Trató de razonar pero me mantuve en mi posición. —Lo justo es lo justo.
Resopló echando la cabeza hacia atrás en el respaldo, despeinándose el cabello como si algo estuviera provocándole comezón, entonces estiró los brazos y se enderezó de nuevo.
—¿Qué te parece si terminemos esto otro día, cada quien por separado, y luego antes de entregarlas las checamos juntos para darle una aprobación final?
—De acuerdo.
—Bien —suspiró, haciendo a un lado su hoja y lápiz—, vayamos al siguiente punto, el viaje de bodas.
—Oh, ¿también nos dejaron escoger el destino de nuestra luna de miel? —ironicé sonriendo—. ¿No son ellos dadivosos?
Jaejoong asintió riendo. —¿Ya tienes alguna idea de a donde quieras que vayamos?
—No en sí, quizás a un lugar tranquilo, relajante.
—¿Relajante? —preguntó frunciendo el ceño—. Había pensado en algo como África, tal vez un safari, ¿no crees que sería una maravillosa aventura que recordaríamos por el resto de nuestras vidas? ¿te imaginas la cantidad de fotos asombrosas que podrías tomar?
—Guau, aguarda —dije, colocando al frente las palmas de mis manos para conseguir que se detuviera—. ¿Un safari? ¿Quieres ir a uno de esos? —Para mí intranquilidad, él asintió—. Eso es lo último que a mí se me ocurriría, por más atrayente que sea lo de las fotografías, el siquiera pensar en pasar por situaciones incomodas y precarias, es tan desalentador.
Las arrugas que ya se habían formado en su entrecejo, se profundizaron. A continuación se volteó en su asiento, doblando una pierna bajo él. —Entonces que sugieres, ¿una playa?
—¿Por… por qué no? ¿No has oído que la luna de miel es el pretexto perfecto para que los recién casados se vayan a la playa y regresen más pálidos de lo que se fueron debido a que difícilmente abandonan la habitación?
—Pero no es nuestro caso —contestó, menospreciando mi explicación con un desdeñoso gesto de su mano—. Nosotros sí saldremos porque no somos así de novatos como esas parejas, seremos recién casados sólo de nombre.
—¿Y qué? ¿Ahora el sexo entre nosotros te parece aburrido?
Si nuestra vida sexual le resultaba tediosa, desde ya debería de darse por cancelado este matrimonio.
Sus puños se agitaron en el aire, mostrando frustración. No obstante su expresión se tornó en una de total diversión. Y aunque seguía sin contestar, consideré que era un ‘no’.
De pronto se puso de pie sobre el sillón y caminó hasta quedar detrás de mí, entonces con un leve empujón, logró sentarse, entrelazando sus tobillos y brazos sobre mi abdomen. —No dije eso. Pero quiero que el viaje represente el conocer nuevos lugares, paisajes, y no solamente la decoración de un cuarto de hotel.
Refunfuñé encajando la tapa de la pluma en mi lista, arrojándolas hacia la redonda y acristalada mesita frente al televisor, pero mi puntería fue mala así que ambas cosas fueron a parar al suelo. Jaejoong quien usualmente me habría regañado por desordenar su departamento, rio, causando que se aligerara la tensión que comenzaba a formarse en mi estómago.
Era de suponer que no se conformaría con visitar cualquier lugar. Su gusto por explorar cosas nuevas era más que conocido por mí. Pero creí que si escogía un sitio que no involucrara embarcarnos en una riesgosa aventura, volveríamos a salvo a casa.

Su afición por los deportes extremos era algo tan arraigado en él, que cuanto más tiempo pasaba sin tener esa adrenalina que el peligro le inyectaba, más intolerante se comportaba. Afortunadamente parecía que con el trascurso de los años esa necesidad iba disminuyendo, pero eso no significaba que se conformara con una pobre actividad.
Cuando él decidía aventurarse en algo nuevo, lo hacía con todos los riesgos que eso conllevaba.
La época universitaria fue su etapa más osada. Sus padres habían decido regalarle un automóvil, pero él los convenció de que una motocicleta le sería de más utilidad con el tráfico de la ciudad.
Nadie imaginó que lo que en realidad vio en ella fue su iniciación en las carreras clandestinas y posteriormente en el motocross. ¿Pero quien iba a hacerlo si para todos, Jaejoong era el perfecto estudiante e hijo? Jamás alguien pensó que rompería con esa imagen al entrar en la rebeldía y negarse a dejar de correr en moto.
Recuerdo a mis padres diciéndome por teléfono: «Es algo que habríamos esperado de ti, no de él». Y en realidad, yo tampoco lo esperé, aunque ver su lado rebelde me pareció sexy, pero también sumamente peligroso. Probablemente fue ahí cuando mis sentimientos se hicieron evidentes, incluso para mí mismo.
Y pese a que todos le insistimos en que cambiara de pasatiempo, él continuó rehusándose. Anteriormente había practicado deportes extremos, pero eran tan de vez en cuando que nunca resultaba con grandes heridas.
La motocicleta le trajo golpes, raspones, y varios sustos a su familia. Y a mí casi un colapso al enterarme del accidente que lo envió al hospital.
Fractura en su pierna derecha, esguince en su brazo izquierdo además de múltiples contusiones por todo el cuerpo, fue el diagnostico que obtuve en cuanto llegué a Corea. Estaba exhausto por el largo viaje, pero no dude ni un segundo en ir directo al hospital.
Al entrar en su habitación fui recibido por sus ojos expectantes, quizás fue mi rostro sin afeitar lo que lo sorprendió, o tal vez lo ojeroso que lucía, probablemente ambas cosas, aunado al hecho de que no esperaba verme ahí.
Trató de enderezarse en el respaldo de la cama, pero el dolor debió hacerlo cambiar de opinión ya que con un suspiro volvió a recostarse, sonriendo ampliamente. —Ey, ¿cuándo llegaste?
Sin dejar de sonreír, aguardó por mi respuesta pero yo estaba tan concentrado en los artefactos a su alrededor y conectados a él, así como en los moretones y raspaduras en todas las partes visibles de su cuerpo, que no supe que decir.
—Se ve peor de lo que es, y es más, estoy seguro de que mis papás fueron los que persuadieron al doctor para que me retuvieran más de lo debido —dijo moviendo las cejas de arriba abajo—. Temen que vuelva a subirme a “ese aparato del demonio”, así es como mi mamá bautizo a mi moto.
Fruncí el ceño ante la posibilidad de que esto que le había sucedido no fuera suficiente motivo como para dejar su terquedad por usarla. —No creo que debas volver a subirte en esa estúpida motocicleta.
—Oye, realmente me gusta este deporte. En serio. Soy principiante así que contratiempos como este son por falta de practica y le suceden a menudo a…
Todavía no era dado de alta y por lo que decía, ya lo estaba imaginando de regreso en el hospital, esta vez siendo internado por algo más grave, quizás una lesión en la cabeza. —Tienes que dejarlo.
Bufó cerrando los ojos, luciendo cansado. —Fue un accidente, pude haberme tropezado caminando en la calle y de igual forma acabar en un hospital.
—Pero no fue así y si hubiera una próxima vez, podría ser peor. Tienes que dejarlo.
—Ya te dije que luce peor de lo que es.
—Jae, todos están preocupados por ti, incluso yo.
Volvió a sonreír todavía sin abrir los ojos. —Incluso tú.
—Te lo pido como amigo, por favor.
—¿En verdad estás preocupado por mí?
—No tienes idea de lo complicado y costoso que es conseguir un vuelo disponible a última hora, empacar todas tus cosas y rumbo al aeropuerto, avisarle por teléfono a las personas con las que vives que te vas y no sabes si volverás. Pero lo hice. Y pasé la mayor parte del viaje despierto pensando en lo terco que eras y en lo mal que podrías estar. Después al aterrizar ni siquiera me molesté en irme a bañar, a pesar de que en serio, en serio lo necesito. Así es que no, no me preocupas en lo más mínimo.
Jaejoong pareció pensarlo por un momento y entonces asintió. —Está bien, dejaré el motocross. Pero la moto no. Es lo único que logra que llegue puntual a mis clases.
—Supongo que eso es mejor que nada —dije sentándome en la orilla de la cama.
Repentinamente la habitación se quedó en silencio y nos dedicamos a escuchar los pasos apresurados del otro lado de la puerta y al personal que voceaba a tal o cual médico.
—Ey, ¿no merezco al menos un abrazo? —Volteé a verlo y como un resorte me levanté de la cama, inclinándome hacia él sólo para detenerme un segundo después cuando recordé su estado.
—Estás enyesado y conectado a cosas. ¿Qué tal si se desconecta una?
Hizo una mueca estirando su brazo libre y a continuación agitó su mano indicándome que me acercara. Encogí los hombros y lo hice. El abrazo que empezó más como un ligero contacto, se trasformó en uno tan apretado que temí estarlo lastimando, aunque él no se quejara, así que me separé.
Su semblante seguía siendo tan pálido como cuando entré, pero el brillo en sus ojos había aumentado. —Me alegro que al fin estés de regreso. Ahora ve a casa, es cierto eso de que necesitas darte un baño.

Con el paso de los años se hizo más sencillo negociar con él si le brindaba una buena opción, una donde no tuviera que renunciar por completo a su propósito original.
—¿Qué tal Suiza? Siempre he querido ir allí —propuse recargando la cabeza en su hombro.
—¡Oh, los Alpes! Podríamos ir a esquiar.
El agarre de sus manos en mi estómago se hizo más fuerte, haciéndome sentir comprimido. —Odio esquiar, nunca logro que mi cara permanezca más de diez minutos lejos de la nieve —solté mientras intentaba liberarme, no lo conseguí—. Además, para que ir allí a eso, si aquí también hay nieve, en cualquier lado seguirá siendo blanca y fría.
Sus brazos y piernas se aflojaron y yo pude moverme hasta quedar semi recostado en su pecho. —Cualquier playa seguirá teniendo arena y mar —alegó, apretándose de nueva cuenta contra mi espalda.
—Creí que elegir el lugar resultaría sencillo.
Soné derrotado y era así como en realidad me sentía. Nada en esta boda estaba siendo fácil.
Permanecimos en silencio hasta que percibí el cómo su pecho se elevaba y bajaba abruptamente. Él estaba listo para dar su veredicto.
—Te diré que, tú escoge el sitio y yo haré el itinerario —anunció, no dando pie para una réplica ya que aunque iba a darla, él se aseguró de impedírmelo, cubriendo mi boca con dos dedos—. Me aseguraré de que existan actividades del agrado de ambos.
Siendo sincero, no confiaba mucho en lo del “agrado de ambos”, posiblemente terminaríamos yendo y haciendo algo que sería únicamente de su gusto, y no habría nada que pudiera hacer al respecto.
Sin embargo, eso era algo que en este instante no quería discutir, no cuando tenía a uno de sus talones frotándose contra mi bragueta y a sus dientes rozándome la piel del cuello. En esta situación, todo —sin exclusión alguna— pasaba a segundo término.
—Hacer el amor contigo es algo de lo que nunca me cansaré.
ѻ ѻ ѻ
—Todavía no hemos hablado sobre donde viviremos después de casarnos.
Su voz me sacó del letargo que el sexo siempre me provocaba. Él podría tener cabeza para otros asuntos pero yo seguía pensando en lo que acabábamos de hacer, por lo que no es de extrañar que le respondiera con un simple: —¿Eh?
La cama se hundió un tanto más de su lado al darse vuelta para ponerse de costado. Sus ojos lucían adormilados pero supongo que no tenía suficiente sueño como para dejar el tema. —No pensaras que seguiremos viviendo cada uno por su cuenta, ¿o sí?
—Claro que no —contesté, aunque la verdad era que ni siquiera lo había pensado.
—Entonces deberíamos ir analizando la posibilidad de vender uno de nuestros departamentos y usar el otro.
—No quiero vivir en uno como el tuyo.
Su cara de extrañeza no se hizo esperar. Mi respuesta había sido tajante, pero es que era tal cual, su estilo no iba conmigo. —¿Uno como el mío? Y dime, ¿cómo es el mío?
¿Existían palabras para describirlo? Yo no las tenía. Podría tratar de darle mil explicaciones y quizás ninguna sería coherente porque no dejarían de sonar como un capricho por no querer abandonar el mío. —Así —hice ademanes en el aire—, rimbombante.
Había supuesto que mi respuesta lo haría sentir insultado, pero el verlo reír tan naturalmente me hizo ver que era todo lo contrario. —¿Disculpa? ¿Te parece que mis gustos son ostentosos?
El silencio fue mi afirmación, y cuando él no agregó nada, tuve que hacerlo yo. —Creo que el mío podría ser un buen hogar para nosotros.
Una ahogada carcajada escapó por sus labios y luego un suspiro que sirvió para cortarla. —Yunho, si hay un lugar que se adapte más a un hogar, ese es el mío. Sin ofender pero el tuyo parece más un cuarto de entretenimiento, ni siquiera tiene muros divisorios o secciones claramente establecidas.
Su explicación fue pausada y en voz baja, tal vez en verdad no quería ofenderme, pero si lo hizo. —Me gusta lo sencillo y práctico, ¿qué hay de malo en eso? —A diferencia suya, mi actitud estaba a la defensiva y era claramente palpable.
Pese a ello, bastó un bostezo y una caricia de su parte para bajar las defensas y tomar su comentario como lo que era, simple percepción.
—Necesitamos un lugar que se ajuste al gusto de ambos.
Llevé las manos detrás mi cabeza y miré al techo antes de decir: —El tuyo no me agrada. —Su departamento era lo que cualquiera podría catalogar como ‘chic’. Además de tener todo lo que al mío le faltaba, estaba elegantemente decorado. Artículos modernos y costosos por doquier, un closet en el que podría caber mi propia cama y librero, y una ducha espaciosa en la que podíamos bañarnos juntos sin problemas, pero no eran lo suficiente para hacerme cambiar de opinión.
El colchón volvió a hundirse y entonces la parte superior de Jaejoong vino a descansar en la mía, poniendo su nuca sobre mi clavícula mientras con su mano izquierda tocaba un lado de mi cara. —Podríamos buscar algo más, quizás uno nuevo, una casa, un sitio en el que por lo menos quepa mi pecera.
—Sólo que sea en un acuario —bromeé, aunque su pecera era realmente enorme—. Auch.
No podía verlo, pero presentía que el pellizcarme la cadera le había causado una gran sonrisa de satisfacción. —No te metas con mis peces —advirtió, deslizando las puntas de sus dedos por un costado mío.
—No pretendas iniciar una guerra de cosquillas porque sabes que no seré yo quien salga perdiendo.
—¿Ah sí? ¿Tan seguro estás? ¿Apostarías tu hamaca a que yo sería el primero en rendirse?
—Apostaría mi hamaca y mi cámara favorita.
Eso bastó para que sin previo aviso se girara hasta quedar encima de mí, comenzando con las cosquillas. Desde un inicio fue su batalla perdida, y a pesar de que lo dejé luchar por más tiempo del que yo necesitaba para ganar, nunca se acercó al triunfo.
Puso sus manos en alto en señal de rendición, entonces se volcó sobre su espalda en la cama y resopló fuertemente. —De cualquier manera tu hamaca será parte de nuestro mobiliario —dijo petulantemente—. También tus cámaras estarán a mi entera disposición.
—Yah, mis cámaras están fuera de discusión. Son como tus pececitos —dije riendo entre dientes.
Resopló de nuevo, estirando su brazo para apagar la luz de la lámpara a su lado. —¿Has pensado que en poco tiempo, así pasaremos nuestras vidas?
—¿Compitiendo por quien gana haciéndonos cosquillas?
Un ruidoso manotazo azotó mi brazo. —Pasando noches… y días juntos.
«Ah». Suspiré. —Oficialmente serás Jung.
—Ja, ¿qué te pasa? Eres tú el que pasará a ser Kim.
Me estiré y luego di vuelta para quedarme boca abajo, acomodándome para dormir. Muy pocas veces hablábamos sobre como sería cuando estuviéramos casados, y aunque últimamente el tema de la boda era lo que más discutíamos, siempre era sobre los preparativos, no por la vida después de.
Tenía dudas, ¿pero no era normal tenerlas cuanto más se acercaba la fecha? Me preguntaba si él al igual que yo, también las tenía.
—¿No hay ocasiones en las que te sientes inquieto respecto a esto?
—¿A la boda? —dijo en voz baja.
—Sí.
—A veces, en especial cuando discutes con nuestras madres, cuando me siento entre la espada y la pared por tener que ponerme de parte de alguno de ustedes.
Me empujó haciendo que me pusiera de costado, entonces me rodeó con los brazos, pasándolos por debajo de los míos, enganchando sus manos en mi espalda baja.
Apoyé la barbilla sobre su cabeza y cerré los ojos. —Pero en sí, me refiero a lo de casarnos.
Por su silencio, creí que no me había escuchado, que probablemente se había dormido, pero entonces se separó y volvió a encender la luz.
—¿A qué viene eso? —preguntó sentándose.
Respiré profundamente, su atenta y preocupada expresión hizo que me arrepintiera de siquiera sacar el tema, pero ya estaba hecho, ahora debía continuar.
—No lo sé, sólo es algo que ha estado rondando por mi cabeza. Pero, no crees que así como estamos, ¿está bien?
Sus ojos se ampliaron por un instante y su mirada lució perdida antes de que se enfocara en mí. —Yunho, ¿estás tratando de decirme que no quieres casarte? Dime, necesito saberlo, porque si es así…
«¿Lo estaba?».
Agité la cabeza a manera de negación, respondiéndole a él y a mí mismo. —No, no es eso, yo… no me hagas caso, son los nervios, ansiedad o algo así. —Sujeté una de sus manos, entrelazando nuestros dedos.
—Yun…
—De verdad —aseguré dándole un apretón—. No es nada, olvídalo.
—De acuerdo —musitó—. Pero si en algún momento decides o piensas que no quieres hacerlo, habla conmigo. Podemos detener todo…
—Jae, ya te dije, no es eso.
No me creía, lo notaba en su mirada. ¿Cómo culparlo si ni yo mismo lo hacía?
La incomodidad era evidente. Era preciso que se aligerara el ambiente, y para eso nada mejor que un cambio de tema. —Entonces, ¿cuál es mi premio?
—¿De qué?
—Te gané en las cosquillas.
Bufó. —No sé, ¿qué quieres?
—Un auto nuevo.
—¡Yah! Pide algo que esté al alcance de mis manos.
—¿Manos, eh? —pregunté moviendo las cejas de arriba abajo—. ¿Qué tal un masaje?
Hizo un gesto de conformidad, estirando los brazos y tronándose los dedos. —En ese caso, empecemos. Sobre tu estómago.
No tuve siquiera oportunidad para reaccionar a su orden. Él mismo me volteó e instantes después, estuvo sentado encima de mis muslos.
Las yemas de sus dedos rozaban a penas perceptiblemente mi espalda, la sensación fantasma me hacía estar expectante. Y justo cuando iba a decirle que se dejará de juegos, las palmas de sus manos aplastaron mi piel tan vigorosamente que parecía estarla amasando.
—Ey, pedí un masaje no una tortura.
—Ssh, no vamos a discutir mis tácticas. Entre más te quejes, más fuerte lo haré.
Traté de incorporarme pero con sus brazos frenó todo movimiento. —Cambié de opinión, ya no quiero nada.
—Bien, bien, seré suave.
Sus dedos entonces disminuyeron la presión mientras se desplazaban a lo largo de mi espalda y hombros. Pronto me sentí relajar, la tensión en los músculos disminuir y los ojos más y más cansados.
Pero a la deriva del sueño, las caricias se trasladaron hacia el sur, prologándose por más tiempo del debido. No fue necesario preguntarle que se proponía, era evidente y lo sentía apuntando por encima de uno de mis muslos.
No hubo muchas palabras después de eso, pero el dormir quedó por completo postergado.
ѻ ѻ ѻ
Yoochun me dijo: «Oye, ¿podrías venir por mí? Perdí mi auto». No era la primera vez que le sucedía algo como eso, así que le creí. Llamó a las diez de la noche para decírmelo, y como un tonto, caí en la trampa. Tomé las llaves de mi auto y conduje apresuradamente a la dirección que me dio.
Entrar al bar en cuestión y ser recibido por una estridente música con la que bailaban decenas de personas que llevaban gorros de colores sobre sus cabezas, fue algo raro. Pero el ser abordado por dos hombres vestidos con ajustados pantalones de cuero, el torso descubierto y un moño en el cuello, lo fue aún más.
Fui conducido por ellos hasta las cuatro mesas unidas cerca de la pista de baile. Entonces fue cuando descubrí que la mayor parte de mis amigos y conocidos, estaban allí.
«Oh-oh. Esto es una trampa».
—¡Al fin está aquí el festejado! —Yoochun, mucho más sobrio de lo que esperaba encontrarlo, dijo mientras despedía con un gesto a los dos hombres y pasaba un brazo por encima de mis hombros, obligándome a sentarme en uno de los lugares desocupados—. ¡Sorpresa!
—¿Qué es esto? —pregunté, aunque tenía una ligera sospecha de cuál sería la respuesta.
—¿No es obvio? ¡Tu pre-despedida de soltero! —declaró levantando los brazos—. Te aseguro que no tendrás ninguna queja, no escatimé en los preparativos. Y te prometo que nada de lo que pase o no pase aquí, saldrá a la luz.
—Chun es conmovedora tu intención, en verdad, pero mañana tengo un desayuno en casa de mis padres y…
—Bah, no vas desperdiciar la fiesta sólo por eso, mañana cancelas o qué sé yo, ¡pero esta noche es tu noche!
—Nuestra noche —dijo Dongwoo, quien pasó a nuestro lado, acompañado de dos chicos vestidos únicamente con diminutos shorts. Uno de ellos palmeó mi hombro y luego de guiñarme el ojo, siguió caminando.
Cuando Yoochun sonreía de la manera en que ahora mismo lo estaba haciendo, era porque lo peor estaba por venir. —Lindos ¿eh? —preguntó, viendo alrededor a todos los demás… ¿acompañantes?—Puedes escoger al que quieras, menos a ese —dijo señalando a un tipo alto disfrazado de bombero, que al igual que los demás, estaba descamisado—. Apartado para mí.
Solté un sonido de incredulidad. Era el primero de nuestro grupo de amigos en casarse, así que no había punto de comparación con otras despedidas de soltero, y aunque Yoochun argumentó que esta sólo era el preámbulo de la verdadera, sin duda podía decir que parecía prometedora.
Un sombrero de copa color verde me fue colocado sobre la cabeza, y un vaso de plástico en la mano. Luego de sentarme, di un trago a la bebida que no supe distinguir que era y me ajusté el sombrero. —¿Qué soy, el sombrerero loco?
Yoochun se encogió de hombros, ocupando la silla de al lado. —Tienes que distinguirte de los demás. ¿Cómo esperas recibir un trato especial si ni siquiera saben quién es el festejado?
No estaba muy convencido de querer recibir ese trato especial pero en algo tenía razón, de no llevar algo distintivo, pocos me reconocerían puesto que al menos el setenta por ciento de los presentes, eran personas desconocidas para mí. No tenía ni idea de dónde habían sacado a tanta gente, pero supongo que en una fiesta, entre más personas haya, más divertida es.
Estaba tomando mi cuarto trago, ¿o era el sexto?, cuando sentí curiosidad por saber la hora. Mi reloj de pulso marcaba una que no podía ser cierta porque, según mis cálculos, yo no llevaba tres horas allí. Y a juzgar por la manera en que mis movimientos causaban que me mareara, tampoco era correcto el número de tragos que creía llevaba tomados.
Entre una multitud difuminada de cuerpos, alcancé distinguir a Yoochun regresando de donde no recordaba que había ido. Venía bailando hacia la mesa, chocando sus palmas con cualquiera que se topara en su camino. Después de eso lo perdí de vista.
Traté volver a dar con él pero entre las cegadoras luces fluorescentes, la bulla de los espectadores que observaban a los go-go dancers, el sonido ensordecedor, y el exceso de alcohol que estaba a la disposición de todos, me fue imposible lograrlo. Y de hecho, me surgió la duda de cuánto dinero habrían invertido en esta fiesta. Es increíble que mis amigos, quienes siempre se quejaban de lo caro que últimamente estaba todo, gastaran a manos llenas cuando de estas cosas se tratara.
—Oye fiestero, mira lo que conseguí. —Apareció Yoochun frente a mí, sacando la mano tras su espalda, revelando un tazón que dejó en la mesa.
—¿Gomitas?
—Con vodka —agregó mientras se llevaba un puñado de estas a la boca.
Guiado por la curiosidad, tomé una para probarla, no sabía mal, así que agarré una segunda, apreciando esta vez lo extraño de su forma. La giré repetidamente entre mis dedos, no estaba seguro de si realmente era lo que pensaba que era. De todos modos la comí.
—¿Tienen forma de…?
La sonrisa que no había abandonado su rostro en toda la noche, se ladeó, en tanto sus ojos proyectaron un brillo especial. Tal vez únicamente era un efecto de las luces. —Sí —contestó, sacando otra del tazón para ponerla a la altura de mis ojos—. Y mira esta. —Apenas y tuve tiempo para distinguir lo que esa representaba, porque en un parpadeo, él ya la estaba masticando—. Espera a que veas los cupcakes que conseguiremos para la despedida oficial.
Nah, no quería verlos, las gomitas eróticas fueron lo bastante ocurrentes. Mas no lo diría. Apreciaba el empeño que le pusieron a la sorpresa. Y vaya sorpresa, nunca me habría esperado estar comiendo largos y coloridos…
—Es extraño, ¿sabes?
Su voz se oía afectada por el alcohol, a pesar de que no arrastraba las palabras. —¿Qué?
—Que mi mejor amigo se vaya a casar con mi primer amor. —Soltó una risa nasal—. Con mi Jaejoongie.
No me gustó su declaración, por lo que sin vacilación alguna, mi codo conectó con su brazo izquierdo. —Nunca fue tuyo. —No protestó por el golpe, ni siquiera lució como si hubiera escuchado lo que dije, simplemente estiró su brazo para detener al mesero que pasaba en ese instante y agarró dos vasos de la bandeja que llevaba.
—Debí haber aprovechado cuando te fuiste del país —dijo luego de entregarme uno de los vasos y a continuación bebió del suyo.
«¿Mi estancia en Australia podría haber sido su oportunidad?»

El viajar había surgido de imprevisto. Se suponía que eran pocas las probabilidades de ganarse una beca para ir a estudiar fotografía a Melbourne, pero de todos modos apliqué para ella. No fui seleccionado, así que me di por vencido. Entonces, a una semana y media del viaje, recibí una llamada notificándome que uno de los ganadores no podría ir y que yo era el primero en la lista de suplentes.
Los preparativos fueron rápidos, no habían pasado ni diez minutos desde que colgué, cuando ya estaba avisándole a mi padre sobre mi partida y a mi madre preguntándole que maletas podía llevarme.
Días después Jaejoong me ayudaba a empacar, o más básicamente, a limpiar mi habitación.
—¿Sabes lo que es esto?
Volteó a verme arqueando una ceja, dejando sobre la cama la pila de manwhas que cargaba. —¿Un yo-yo? —preguntó, buscando a los lados dónde había dejado la bolsa negra con las revistas.
—Tss, además de lo obvio, es lo que me mantenía ocupado todos los días en mi niñez. Pasaba horas jugando con esto mientras escuchaba música.
No le dije que esa era mi escapatoria de las discusiones de mis padres.
—Siendo así, tal vez no deberías deshacerte de algo tan memorable. —Ladeé la cabeza, mirándolo fijamente—. No es sarcasmo —aclaró.
Ajusté la cuerda que estaba floja alrededor del yo-yo y doblé la muñeca para lanzarlo hacia el frente. Todavía conservaba el toque. Tres movimientos más y lo eché en la caja junto con las demás cosas que tiraría.
—Esa época ya fue. Y si no lo tiro yo, seguro lo hará mi mamá, así que… —Me encogí de hombros.
—¿Estás seguro que no quieres quedarte con ninguna? —Apuntó con su pulgar hacia las revistas y manwhas.
Negué con la cabeza. —Hace tiempo que ya no me gustan.
Exhaló profundamente dejándose caer de espaldas sobre la cama. —Tus padres van a extrañarte.
—Más vale que así sea, no quiero que en seis meses cuando regrese, me encuentre con que mi habitación está siendo usada como almacén de escombro.
Escuché su risa. Ambos sabíamos que esa era una gran posibilidad. —Te dejaría quedarte en la mía.
—¿Quedarme yo, con el perfecto Kim Jaejoong?
Sus mejillas se inflaron e inmediatamente después se puso de pie. —Ya te he dicho que no soy perfecto.
Resoplé antes de seguir limpiando tal y como me lo había pedido mi madre.
«Más te vale dejarlo decente si no quieres que sea yo quien lo haga».
Esa implicación era la amenaza de que en mi ausencia, ella tiraría mis cosas a diestra y siniestra, sin alguna contemplación.
—Será aburrido cuando no estés aquí —dijo, continuando él también con la limpieza.
—Te mandaré correos, te contaré de todas mis aventuras sucias con los australianos. —Le guiñé un ojo, sonriendo.
Hubo un momento de silencio y entonces Jaejoong volvió a hablar. —Pero asegúrate de que no sean tan… tan detalladas.
—Está bien —hablé riendo. De todos modos sólo había estado bromeando.
—¿Yunho?
—¿Sí?
—¿Tú… vas a extrañarme?
—¡Claro que no! —exclamé negando con la cabeza.
—Entonces no me molestaré en responder a ninguno de esos correos que planeas mandarme.
Entorné los ojos agachándome para sacar la caja que guardaba debajo de mi cama. Mi vieja colección de autos miniatura estaba allí. Soplé para quitar la capa de polvo que la cubría y la abrí.
—¿Yunho?
—¿Mmh? —respondí mientras examinaba cada uno de los carros. Viejos recuerdos inundaron mi mente.
—¿Puedo besarte?
Al principio creí haber escuchado mal, pero al verlo a la cara, a sus ojos atentos, comprendí que no existía ningún error. Entonces me quedé pasmado, no tenía idea de que contestar, o si deseaba hacerlo. Después de todo, no era una pregunta que hubiera esperado, mucho menos de él.
Lo había besado antes, incluso él tenía la misma expresión que en aquella ocasión, pero esta vez, si ocurría, sería por mutuo acuerdo, mutua intención. El pensamiento no me desangraba y en cambio sí, me atraía.
Me había imaginado besándolo, no sólo a él, a varios. Amigos, personas a las que conocía, por simple curiosidad. ¿Cómo sería si…?
Hacerlo en realidad la despejaría.
Bajé los hombros pretendiendo lucir desinteresado, dándole la oportunidad de echarse para atrás, o por qué no, decir que era una broma.
Pero él no habló, únicamente avanzó hacia mí. Probablemente iba a paso normal, pero yo lo percibí como si fuera en cámara lenta. Y la escasa distancia que nos separaba se sintió como si fuera inmensa. Tal vez eso era lo que significaba estar anhelante.
Cuando estuvo delante de mí, sus manos temblorosas quitaron de las mías la caja con los carros y la pusieron suavemente en la cama. Una sonrisa titubeante se dibujó en su boca antes de que me sujetara por el cuello, obligándome a inclinarme.
Y así de fácil estaba siendo besado por un amigo —el chico al que creí que detestaría por siempre— y también estaba correspondiéndole.
No fue un beso que me hiciera escuchar campanas o ver estrellas, pero fue uno que inició nuevos sentimientos, o que por fin los despertó. Fue el que se multiplicó por varios más, y el que nos mantuvo ocupados por el resto de la tarde.

—No habrías tenido ninguna oportunidad —le dije a Yoochun.
Frunció la nariz, dándole golpecitos a la base del vaso para vaciar dentro de su boca hasta la última gota de licor. —Te admiro, no sé si alguna vez yo pueda atarme la soga al cuello. Amigo, eres mi héroe.
Puse los ojos en blanco. Ahora su lucidez también se notaba afectada por el alcohol.
—No podrás quejarte, te organicé la mejor pre-despedida de soltero con la que pudieras jamás fantasear. Y fue hecha especialmente en agradecimiento por elegirme como tu padrino.
Me mordí la lengua. Hacía una semana que le había enviado un mensaje de texto diciendo algo así como:
Yo: Oye, ¿quieres ser mi padrino?
Él: Uhm, sí, por qué no.
Una hora después me envió otro para preguntarme si ser el padrino implicaba cooperar en los gastos de la boda. Obtuve un ‘genial’ cuando le dije que no. No creí que en realidad fuera a representar tanto para él.
Aunque pensándolo bien, tal vez no era tan buena idea escoger a alguien que tiene toneladas de información sobre ti y que puede hundirte a la hora del discurso, eso era de temer. Que no sacará mis trapos sucios ante los invitados sería una de mis plegarias al estar frente al altar.
—Están muy serios. —Dongwoo y Taejun llegaron a nuestro lado, seguidos por un conjunto de personas semidesnudas—. Sonrían para la foto.
Al menos una decena de desconocidos se colocaron detrás de nosotros y un hombre con atuendo de marinero se sentó en mi pierna derecha mientras que uno uniformado de policía ocupó la izquierda. Sus brazos se enroscaron detrás de mí cuello e intentaron cambiar de pose cada vez que el flash aparecía.
Terminé viendo destellos blancos al tiempo que el pelotón se movía hacia la siguiente víctima. Me quité el sombrero, limpiándome el sudor de la frente con el antebrazo. Hacia un terrible calor aquí.
—Necesito ir al pipis room —dijo Yoochun, levantándose despacio.
Con un poco de dificultad, se las arregló para esquivar a la gente y hacer su camino al baño. Yo estaba parpadeando demasiado y los bostezos eran cada vez más frecuentes, por lo que supuse que era mi momento de partir.
Decidido a salirme como la humedad, no le avisaría a nadie hasta estar fuera. Sin embargo, la puerta estaba del otro extremo de la pista, lo cual no me daba mucha probabilidad de tener éxito en mi huida. Pero debía arriesgarme, así que abandoné la mesa, rodeé a la multitud bailando simulando ir con el ritmo mientras andaba.
La suerte de no ser reconocido se acabó en cuanto un vaquero me capturó por el brazo y empezó a arrastrarme hacia en medio de la pista de baile.
—Hora de bailar, novio.
ѻ ѻ ѻ
—Uhm —gruñí al contestar el celular.
—¿Que le hiciste a Jaejoong?
Froté mis ojos renuentes a abrirse y traté de comprender lo que la voz acababa de decir. «¿Con quién hablaba?» —¿Eh?
—Dijo que canceláramos la boda. ¡¿Qué diablos le hiciste a Jaejoong?!
«Ah, mi mamá. Un momento. ¡¿Qué?!».
Me enderecé en la hamaca. Mis pies descalzos tocaron algo blando en el suelo, miré hacia abajo y descubrí que se trataba de Yoochun durmiendo en posición fetal. En este momento no era tan importante saber qué estaba haciendo él allí, sino más bien entender de qué estaba hablando mi madre.
Me aclaré la garganta, bajándome de la hamaca por el lado contrario. —Dilo de nuevo. ¿Jaejoong dijo que hicieran qué? ¿Cuándo hablaste con él?
De pronto el desayuno del día siguiente vino a mi mente, y a juzgar por la claridad de la luz en mi departamento, ya era cerca del mediodía.
—Me perdí el desayuno —siseé.
Un largo y exasperado resoplido resonó por la bocina. —Obviamente se canceló, y no, yo no hablé con él, lo hizo su madre. Sea lo que sea que hayas hecho, ¡más vale que lo arregles ahora mismo, Jung Yunho!
Por miedo a que el agudo grito fuera a reventarme el tímpano, alejé el teléfono de mi oído, justo en ese instante el rechinido de las bisagras de una puerta me hizo voltear al frente. Un hombre con sólo ropa interior emergió de mi baño. —Voy a colgar, te llamo luego —le dije a mi madre antes de colgar—. ¿Quién eres tú?
El extraño sonrió mientras se sacudía con una mano el cabello mojado. —Espero que no les moleste que haya usado el baño. Tengo que irme y necesitaba quitarme de encima el olor a cerveza.
—Te pregunté quien eras. —Me dio un poco de temor cuál sería su respuesta.
—Changmin. —Su nombre no me dijo nada, así que arqueé una ceja y él captó la indirecta, entornando los ojos—. Uno de los bailarines de la fiesta de ayer. El bombero para ser más preciso.
Asentí, sonaba lógico. Eran escasos los destellos en mi memoria de lo que había sucedido anoche, por lo que pretendí recordarlo. —¿Pasaste la noche aquí?
—No. Esta mañana mientras dormían, aproveché para entrar en el departamento y bañarme —ironizó.
No estaba de humor para bromas, mucho menos para las de un desconocido. Tenía nauseas, hambre y una gran desconcierto por lo de Jaejoong. —No recuerdo mucho de anoche —confesé.
—Me imagino —dijo yendo hacia el libreo donde estaba una mochila, suya, supuse—. Y antes de que preguntes, no, no pasó nada entre tú y yo, o tu amigo y yo, o los tres, o cualquier combinación que se te ocurra.
—Ni siquiera había pensado en ello. Pero, ¿qué es lo que haces aquí?
Se abrochó el pantalón que acababa de ponerse y desdobló una camiseta, metiéndosela por la cabeza. —Ustedes estaban demasiado alegres para valerse por sí mismos, así que les di un aventón. Pero cuando llegamos, tu amigo se puso muy insistente en no dejarme ir, y de alguna manera acabe siendo aplastado por su peso.
Típico de Yoochun, nunca sabe cuándo terminar una fiesta y dejar ir a los invitados.
—Ah, gracias entonces. ¿Se te debe algo? —Busqué a tientas la cartera en mi pantalón.
Dejó de amarrar las agujetas de sus zapatos para girar la cabeza en mi dirección. —No —respondió sonriendo de medio lado—. Me voy. —Se puso de pie, jalando su mochila hasta colgársela en el hombro.
Fue hacia la puerta y luego de abrirla, le dio un último vistazo a Yoochun, quien respiraba sonoramente en el piso, entonces salió, asomando la cabeza medio segundo después.
—Por cierto, suerte con tu boda —dijo antes de cerrar tras él.
Suspiré. Suerte era precisamente lo que necesitaba ahora mismo.
ѻ ѻ ѻ
Jaejoong abrió la puerta con una expresión totalmente inescrutable. Si estaba molesto, si estaba triste, si la situación le era indiferente o incluso, si sentía alivio, no sabría decirlo. Sólo sé que definitivamente él no estaba feliz.
Había preferido timbrar y no entrar por mi cuenta, a pesar de que conocía el código de acceso. A Jaejoong no le gustaba ser impuesto a la presencia de alguien al que no tenía ganas de ver, y en este momento, presentía que yo era uno de esos casos.
La tensión era perceptible en el aire.
Se apartó de la entrada permitiéndome el paso. El ruido de mis pies arrastrándose por el suelo era lo único que se escuchaba en el interior. Creí que se había ido a su habitación pero entonces lo vi sentado en la esquina del sillón, sosteniendo un vaso de plástico entre sus manos.
—Tenemos que hablar —dije acercándome.
Tomó un sorbo de lo que sea que contuviera el vaso y negó con la cabeza. —No ahora, hagámoslo después.
Me senté a su lado, sujetando su brazo para hacer que me mirara, pero él sólo se soltó de mi agarre y sacó el celular de su bolsillo. —Jaejoong… —La brillosa pantalla del teléfono quedó frente a mi rostro, tomándome tan desprevenido que tardé en poder distinguir la imagen que mostraba.
Alrededor de una docena de personas aparecían en la fotografía. Varias de ellas alzando sus brazos, otras con los pulgares apuntando hacia arriba. Yoochun al igual que los demás, se notaba divertido, sonriendo tan ampliamente que parecía estarse carcajeando.
Y en medio de todos ellos, estaba yo, con el marinero y el policía sentados en mis muslos riendo mientras hacían el signo de amor y paz con sus manos.
—¿Cómo...?
Bloqueó el celular, haciéndolo a un lado. —Las noticias vuelan —dijo poniendo una sonrisa apagada—. A medianoche recibí un mensaje diciendo, ‘Doyeon-ah, mira lo que te perdiste por no venir a la despedida de Yunho hyung’. Imagino cuan ebrio debía estar esa persona para confundir nuestros nombres.
—No fue nada —expliqué, sintiendo la necesidad de defenderme. Agitó la cabeza y volvió a beber del vaso, luego lo dejó vació en el piso—. No recuerdo del todo, pero estoy seguro que no hice nada, lo que se ve en la foto fue todo, no hubo más.
—Lo sé —susurró—. No estoy molesto por lo que vi y tampoco es que desconfié de ti.
«Así que sí estaba molesto». —¿Entonces?
Suspiró poniéndose de pie, caminado hacia la enorme ventana donde abrió las persianas lentamente y dándome la espalda, dijo: —Es por lo que no veo en la foto. Yunho, ni siquiera estás pretendiendo sonreír. —Su voz sonó cansada. Triste—. No luces como alguien que esté pasando un buen rato. Y es ilógico, ¿sabes? Se supone que estás con tus amigos, sin chaperón y en una fiesta.
—Es porque Yoochun fue quien lo planeó, yo no lo pedí, esas cosas no…
Se viró repentinamente, deteniendo mis palabras con la palma de su mano en alto. —No, es porque has estado de malhumor, pesimista, inseguro y actuando como alguien muy distinto al Yunho que conozco. Últimamente nada te parece o buscas cualquier detalle para contradecir, no es que no lo hicieras antes, pero ahora es constantemente.
Levantó sus brazos abriendo la boca para decir algo que finalmente no dijo. Sus manos echas puño cayeron pesadamente a sus costados y vino hacia mí.
—Desde esta mañana mi mamá ha estado llamando cada hora para preguntarme como estoy. Amenazó con venir hasta aquí si no le doy una explicación coherente, porque la que le doy no es lo suficientemente convincente —mencionó sonriendo—. Así que estoy enfadado contigo porque me has arrastrado en tu comportamiento, pero estoy aún más molesto porque creo que estás en tu derecho de estar así y yo aunque quisiera, no puedo.
—Jae…
—Alguien tiene que ser el sensato en esta relación —indicó, estirando sus manos para que las tomara. Cuando lo hice, tiró de ellas hasta que me levanté—. Ve a tu casa, mañana iré contigo para que desayunemos juntos.
—Pero…
—Te veo mañana —repitió al tiempo que me guiaba hacia la puerta. Las comisuras de sus labios se crisparon en un intento de sonrisa y un beso más sonado que sentido, fue depositado en los míos.
Abrió la puerta antes de girar sobre sus talones y marcharse, dejándome el explícito mensaje de ‘esta es la salida, ya sabes que hacer’.
Como si me fuera imposible moverme, permanecí inerte observando el pasillo del edificio, sin tener certeza de como llegué allí.
Con la mente en blanco, cerré la puerta para ir en busca de Jaejoong. No me fue difícil encontrarlo, de hecho ir a su habitación había sido la primera opción, y sorpresa, ahí era donde estaba él, recostado sobre su estómago en la orilla de la cama.
Pudiera ser que él hubiera dado por terminada nuestra conversación, pero todavía no hablábamos de lo primordial.
—¿Por qué cancelaste la boda?
Fue notable el sobresalto que tuvo al escucharme, no esperaba que aún estuviera en el departamento, sin embargo no se volteó a mirarme. —Preferí hacerlo ahora y no cuando este en el altar y tú no aparezcas.
No podía verme a mí mismo, pero podría jurar que toda señal de color en mi cara, había desaparecido. —Jamás te dejaría plantado.
Se giró y por varios segundos se mantuvo viendo el techo. Su camiseta se había enroscado hacia arriba, pero eso parecía no incomodarle, por el contrario, lucía tan relajado que comenzaba a angustiarme.
Entonces cambio de posición. Sentándose pegado a la cabecera. Mirándome directo a los ojos. —Tampoco quiero que te cases conmigo por obligación o compromiso.
Iba a negar que eso fuera cierto, que de casarnos ninguno de esos serían los motivos, pero titubeé por demasiado tiempo, tanto, que él tomó de nuevo la palabra.
—¿Me quieres?
—Por supuesto que sí —contesté inmediatamente.
Sonrió. La primera sonrisa sincera de ese día. —Casarme contigo únicamente para complacer a nuestras familias y que en el proceso sea el fin de nosotros, no es lo que me traerá felicidad. Así que no necesito una boda, ni firmar ningún papel. Con quererte y que me quieras, es suficiente.
—Pero los planes ya están hechos, y vamos tan avanzados que no veo cual es el gran problema entre nosotros. ¿Por qué echar por la borda algo que ya está casi listo? Es más, si es necesario, aceptaré que vivamos aquí. Después de todo tenías razón, tu departamento es más conveniente.
—Te dije que los planes se pueden cambiar, incluso detenerse. Aunque no voy a negarlo, la boda me hacía ilusión, pero no tanto como para imponértela.
—¡Es que no estás haciéndolo! —La angustia seguía carcomiéndome, y eso aunado a los efectos del alcohol de anoche, eran una bomba para mi temperamento. Buscaba cualquier argumento que fuera capaz de convencerlo de no cancelar, pero era imposible con él mostrándose tan determinado en hacerlo.
—Cuando alguien elige casarse debería estar feliz, y tú no lo estás. Más bien parece que sólo estás aceptándolo porque ¿qué otro remedio te queda? ¿es lo que sigue, no? Lo que se espera de ti.
Me recargué en la pared, cruzándome de brazos. Jaejoong estaba en lo cierto, todo eso lo había pensado. Pero a pesar de que siempre he querido complacer a las personas, recibir la aprobación de ellas, si no sintiera lo que siento por él, nunca habría siquiera accedido al compromiso.
Se arrastró hasta bajar de la cama y después de lucir como si estuviera debatiéndoselo, se acercó a mí. —No quieres casarte conmigo, y lo acepto. Si es porque no estás listo, estoy de acuerdo, y si nunca llegar a estarlo, también. —Con ambas manos me sujetó de los hombros, instándome a verlo—. Un matrimonio requiere el acuerdo de ambas partes, si no, ¿cuál es el caso?
—Yo jamás dije que no quería casarme.
Suspiró también apoyándose en la pared, junto a mí. Luego me dio un leve empujón y dijo: —A veces no necesitas palabras para decir cosas.
No lo entendía, tenía mis dudas pero creí haberlas estado guardando para mí mismo. Me preguntaba cuán transparente era para los demás.
El timbre de su celular resonó desde la sala y Jaejoong dejó caer la cabeza hacia adelante. —Mi mamá —dijo, yéndose enseguida.
Me quedé viendo hacia la nada, repentinamente sintiéndome incómodo, con ganas de no estar allí. Quizás lo correcto sí era darnos unas horas y vernos al día siguiente, aunque pensar en marcharme sin resolver lo nuestro no era lo que consideraba más óptimo.
Al salir de su habitación lo vi sentado en uno de los sillones, con las piernas cruzadas y la cabeza apoyada en el borde del respaldo mientras sostenía el teléfono pegado a su oreja.
—No, te digo que Yunho y yo no rompimos, la boda es la que se cancela.
Otra vez se escuchaba cansado, ¿cuántas veces habrá tenido que decir eso? Yo simplemente le había colgado a mi madre y ella no había vuelto a llamar. Nuestros padres eran tan distintos.
—Jae —le llamé en tono bajo, y cuando volteó a verme, sonreí ligeramente, acercándome—. ¿Nos vemos mañana?
Asintió devolviéndome la sonrisa, estirando su mano libre para tomar una de las mías. —Hasta mañana —gesticuló dándome un apretón para luego soltarme.
Mirándonos mutuamente, avancé a la puerta y me fui, con una gran pesadez en la boca del estómago.
ѻ ѻ ѻ
La risa de Yoochun podía escucharse desde afuera de mi departamento, había olvidado que lo dejé ahí antes de salir.
Con el pelo enmarañado, un tazón repleto de lo que consideré cereal y un cojín usado como soporte para este, veía atentamente una revista.
¿Por qué no me había dormido allí en vez de la hamaca? La torcedura en el cuello estaba matándome.
—Hyung, este capítulo es tan gracioso. No sabía que aún tuvieras estos comics.
Fruncí el ceño al notar que la caja de plástico junto al loveseat en donde él estaba sentado, había sido movida de su lugar habitual, la esquina de la habitación, debajo de otras cajas con material fotográfico.
Fui directo hacia él y le arrebaté el comic. —Iba a tirarlos pero Jaejoong los guardó por mí. ¿Estuviste esculcando mis cosas?
—Ah por favor, no seas quejoso, estaba aburrido. Además no husmeé tanto y me limité a buscar en los lugares donde no creía que podrías tener tus artefactos… privados. —Estiró un brazo tratando de recuperar el comic pero me alejé, pateando la caja antes de ponerlo adentro y asegurar la tapa.
—Tss, artefactos privados. Esta no es tu casa como para encontrarte con esos objetos “privados”.
—Buen punto. Como sea, deberías considerar comprar una televisión. ¿Qué clase de persona no tiene una? Quizá ese sea el regalo de bodas que les dé. —Sonrió, enseguida metiendo una cucharada de cereal a su boca.
Cargué la caja y la llevé conmigo a la habitación, donde la dejé sobre la cama. —Ya no habrá boda —dije mientras caminaba hacia la cocina.
—¿Cómo dices?
—Jaejoong la canceló.
Su expresión de incredulidad se asimilaba a la del gesto que uno hace cuando prueba algo amargo. Pero casi de inmediato fue reemplazada por una de fastidio, después siguió comiendo. —Ja ja, eres muy gracioso. Tus bromas son sensacionales.
—Me pregunto qué habría dicho mi mamá si le hubiera respondido eso, esta mañana cuando me llamó por teléfono para gritarme.
—¿Estás hablando en serio?
Saqué un vaso para servirme agua, luego de beberla fui a sentarme en la hamaca. Me sentía agotado. —Por cierto, ¿tienes idea de quien pudo confundir el nombre de Doyeon con el de Jaejoong y enviarle una foto de la fiesta de ayer?
Ladeó la cabeza y enseguida alzó las manos, en rendición. —A mí no me mires, yo no sé nada, anoche estaba tan tomado que ni siquiera podía enfocar la vista para desbloquear mi celular.
Suspiré recostándome, manteniendo un pie en el suelo para balancearme. Los parpados se volvieron tan pesados que sin resistencia dejé que mis ojos se cerraran, después los cubrí con mi antebrazo y traté de olvidarme del mundo. Pero apenas estaba durmiéndome, el ruido de un plato me despabiló.
Era Yoochun, quien estaba lavándolos en la cocina.
—¿Por eso te terminó? ¿Qué clase de foto era?
—No terminamos, es sólo que ya no habrá boda. Y no, no fue por eso, él piensa… piensa que no quiero casarme.
Salió secándose las manos en la mezclilla de su pantalón, regresando a sentarse en el sillón. —¿No será más bien que estaba buscando un pretexto? Quizás entró en pánico y te echó la culpa —dijo encogiéndose de hombros.
—En realidad sí tengo dudas, no tanto para no querer casarme, pero hay algo en mí que preferiría que nos quedáramos tal y como estamos.
—Entonces ya está, quédense así.
Sonaba fácil, pero no lo era. —Jaejoong quería casarse, quiere hacerlo, lo sé, es evidente. Y presiento que esto de la cancelación nos distanciara.
—Entonces dile que está equivocado y cánsense.
—¿Así de simple?
Asintió. —Hyung, ustedes ya son como un matrimonio, viven en distintos lugares pero pasan la mayoría de las noches uno en la casa del otro. Incluso van al super juntos. No le veo lógica a tus dudas, prácticamente has estado casado desde hace años.
—Pero esto es definitivo. Una vez hecho, no hay marcha atrás.
—Ehm, creo que si la hay y se llama divorcio.
—¿Por qué estás tan crítico cuando no parabas de decirme que el matrimonio era como una jaula? ¡Tú mismo has estado diciéndome todas estas cosas!
—¿Y qué? ¿No puedo cambiar de opinión? ¿No has oído acerca de que las bodas te contagian el sentimiento?
—¿Estás diciendo que de un día para otro decidiste que ahora sí quieres casarte?
Volvió a encogerse de hombros. —A lo mejor, quien sabe, primero debo encontrar con quien hacerlo.
Negué con la cabeza. —Estás loco.
—Pero piénsalo, ¿quieres o no quieres?, no hay medias respuestas para eso.
Tomé impulso con el talón de mi pie en el piso y me balanceé en la hamaca. Pensar era lo último que deseaba en ese momento.
—¿Qué es esto?
Volteé a verlo, cuando distinguí lo que estaba sosteniendo, un casco negro, me acomodé de nuevo para dormir. —Changmin debió olvidarlo.
—¿Quién?
Resoplé. ¿No debería siquiera saberse el nombre de sus conquistas? ¿Especialmente si eran de la noche anterior? —El bombero erótico.
—El bomb… ¿quieres decir que realmente estuvo aquí y que no fue una alucinación mía?
—Sí —contesté con cansancio.
—Diablos, creo que le dije que me había enamorado de él.
Reí. —No te preocupes, estabas ebrio, nadie toma en serio a un ebrio, mucho menos si se trata de ti. Y aunque no fuera así, ya no lo volverás a ver.
—Y ahora que dejó el casco, su atuendo estará incompleto.
Entorné los ojos. —No es como si no pudiera conseguirse otro.
—Quizás debería buscarlo para devolvérselo. Oh, te imaginas, al estilo de cenicienta.
—Podrías iniciar la búsqueda de tu bombiciento ahora mismo, la cabeza está empezando a dolerme y necesito un descanso de tus… ocurrencias.
—Ha de ser interesante salir con uno, dicen que los bomberos son buenos con las mangueras.
«Se acabó». Me levanté y fui rumbo a mi cama, no sin antes darle una palmada en la nuca al pasar detrás de él.
—Cierra la puerta al salir.
ѻ ѻ ѻ
Resultó que Jaejoong no fue a mi departamento al día siguiente, tampoco al que le siguió a este, ni al otro después de ese. Sin embargo, me envió un mensaje disculpándose por no poder ir puesto que se presentó una urgencia en la veterinaria.
Le respondí con un simple ‘está bien’ porque por supuesto, mi falta de valor no me permitió llamarle luego de eso.
No habíamos hablado, no sabía lo que estaba pasando por su cabeza y de alguna manera, me alegraba de que así fuera. Aunque la incertidumbre no era buena consejera, en especial cuando tenía ratos libres y mi cerebro se ponía a imaginar todo tipo de escenarios, donde yo salía perdiendo.
Mis inseguridades se habían encargado de hacer comparaciones entre los dos. Muchas veces yo era egoísta, injusto e inadecuado para Jaejoong, así que, ¿por qué seguía conmigo?
Temía preguntárselo.
Era poco el trabajo que tenía en el estudio, estábamos en una de esas etapas que denominábamos como temporada baja en las que ni siquiera había necesidad de que yo fuera, pero aun así iba. Mi departamento empezaba a sentirse como una caja asfixiante y cualquier cosa que me mantuviera ocupado era mejor que permanecer allí.
Pero cuando era hora de cerrar no había más remedio que volver a casa. Aunque esta noche me atraía más la idea de ir a la de mi niñez, con mis padres.
La decoración era la misma de siempre, incluso el color durazno de las paredes seguía intacto. Los muebles habían sido sutilmente reemplazados por unos —aunque nuevos— del mismo estilo. Estar ahí me remontaba a viejos tiempos.
Mi papá no ocultó su extrañeza al encontrarme sentado a la mesa cuando llegó, mas no dijo nada. Esta noche estaban inusualmente callados, «pelearon» pensé yo. En silencio comimos y al terminar cada quien se ocupó en algo.
Ya no tenía habitación en la casa, así que al decirle a mi madre que me quedaría a dormir, ella me –señaló el sillón entregándome una almohada y una sábana que no me cubriría en absoluto del frio de la madrugada, pero que seguramente era un reflejo implícito de su molestia por la cancelación de la boda.
Eran pasadas de la medianoche y yo trataba —por tercera vez— de dormir. De nuevo sin éxito alguno.
Masajeé mis sienes dándome por vencido, si no cansaba mis ojos no podría dormir en lo que restaba de la noche.
Mis padres no eran muy adeptos a los libros, con suerte podría encontrar una revista o un catálogo de lo que fuera con lo que ahora estuviera obsesionada mi mamá. Pero a estas horas hacer ruido significaba despertar a los que dichosamente dormían y Dios no permita que eso suceda. Con el malhumor de mi insomnio bastaba.
La televisión parecía una mejor opción, y mucho más la vieja colección de películas de la familia. La que antiguamente había estado cintas VHS y que mi madre insistió hasta el cansancio para que se las pasara a DVDs, rehusándose a perder sus recuerdos.
En nuestro segundo viaje a la casa en la playa, el padre de Jaejoong había llevado consigo su nueva videocámara. Y desde ese momento nuestras familias se habían encargado de que cada acontecimiento “importante” fuera grabado.
En sí, la mayoría eran cosas aburridas, tales como las comidas que se hacían de vez en cuando en el patio de la casa de Jaejoong, los partidos de cual fuera el deporte en que él estuviera y eventos académicos donde él y/o yo participáramos.
Tomé al azar una de las cajas y metí el DVD en el reproductor. La primera imagen que apareció me hizo arrugar la cara, mi papá estaba cantando desafinadamente en la sala de la casa. Recordé ese día, mis padres habían discutido porque mi madre decidió por cuenta propia que necesitábamos más gastar los ahorros en un equipo de karaoke que en mandar a reparar el televisor. Horas más tardes, de alguna manera ella consiguió convencerlo y los Kim fueron invitados a una improvisada reunión.
Recargado en el respaldo del sillón, oprimí el botón del control para adelantar el video. Fui saltando escena tras escena tratando de encontrar una que no pareciera ser tan aburrida.
Entonces aparecí yo, sentado en la parte superior de un trepadero de jungla de aros, con Jaejoong en el suelo, agachándose y brincando para atravesarlo una y otra vez.
De pronto su voz infantil hizo eco en la sala, y las manos de mi viejo yo en la pantalla, se alzaron para cubrirse las orejas.
—Salvemos al muuundo… no lo cansen maaás… y no destruuuyan… su campo yaaa.
—¡No es campo, tonto, es tierra! Y cállate, haces que mi oídos duelan —Mi voz había sonado severa y el profundo ceño en mi rostro denotó mi molestia al gritarle. Jaejoong mostró una expresión de sorpresa pero se quedó en silencio, paralizado en su lugar.
De fondo también se escuchó el grito de mi madre, sólo que el suyo era para mí. —Sigue de grosero y no habrá más parque para ti.
Mi mirada estuvo fija hacia un punto a la izquierda de la cámara mientras bajaba de un brinco del trepadero, a continuación me dirigí hacia ella para decir: —No voy a jugar más. ¡Quiero irme a casa! —La toma fue directo al suelo y luego de un sonoro ‘¡Yunho!’, se cortó.
Interrumpir la grabación fue un comportamiento muy infantil, pero obviamente, yo era un niño en ese entonces. Había olvidado ese día, cuando después de que mi madre se disculpó varias veces, me tomó de la muñeca y llevó casi corriendo de vuelta a casa. No hubo dinero para las máquinas de videojuegos por algunos días.
Ahora Yoochun apareció en pantalla, impecablemente uniformado y agitando un diploma hacia la cámara. Después la toma fue abriéndose y varios de mis antiguos compañeros desfilaron haciendo lo mismo que él. Nuestra graduación de la escuela.
De nuevo la imagen se movió, desplazándose por alrededor hasta dar con mis padres quienes posaban junto conmigo para un fotógrafo. La señora Kim dijo algo incomprensible debido al ruido de las demás personas y posteriormente hubo un corte.
En la siguiente escena estábamos Yoochun, Jaejoong y yo, alineados en ese orden. Aunque las sonrisas de ellos eran inmensas, mi mala cara era lo que más sobresalía. Teníamos una foto de ese momento y cada que mi madre la veía, solía reprocharme el que saliera así.
Me excusaba diciendo que esas cosas no me gustaban. Nunca le dije el verdadero motivo, que Jaejoong fuera quien estuviera a lado de Yoochun y no yo, como había querido.
La película seguía reproduciéndose, las voces de mis padres y suegros volvieron a escucharse y de la misma forma que hace rato, le adelante unos cuantos minutos.
Un golden retriever negro que corría de un lado a otro, llamó mi atención. Yoochun estaba corriendo tras él, gritándole en un afán inútil para que se detuviera. Sus pies resbalaban constantemente en la arena mojada pero eso no lo hacía desistir.
De pronto la cámara cambio de ángulo para mostrar a Jaejoong sentado en otro punto alejado del alboroto, rodeado de cúmulos de arena, palas y pequeños baldes. No alcanzaba a verse su rostro, pero por sus aspavientos, era obvio que se sentía frustrado.
Entonces de alguna parte fuera de cuadro, emergí yo, caminando hacia él con pasos cansados y demasiado lentos. Me hinqué frente a su edificación derrumbada, tomé uno de los cubos y —aparentemente— le rocié agua con la mano a uno de los montículos.
Mientras construíamos el castillo, la interacción entre ambos fue tranquila. Quien no nos conociera desde hace años, podría pensar que desde siempre nos llevamos bien. Pero si por el contrario vieran la fotografía que tomaron un par de horas después junto a mi obra maestra de arena, considerarían que no éramos más que un par de extraños posando para el lente, con Jaejoong riendo y yo, mirando de reojo al lado contrario de la cámara.
—¿Verdad que lucen lindos juntos? Ellos todavía no lo saben pero nuestro Jaejoong se casará con Yunho.
El comentario de la señora Kim me sacó una sonrisa. Ni siquiera sé cómo pudo suponerlo si yo más bien daba indicios de que en un futuro iba a arrojarlo desde un puente.
—Esa mujer tiene buen ojo. En aquel entonces yo nunca habría esperado que eso sucediera.
La voz de mi madre provino de la nada. No sabía si llevaba allí más tiempo o acababa de llegar, pero me tomó desprevenido y el sobresalto causó que encajara las uñas en el sillón.
Hizo a un lado uno de los cojines para sentarse junto a mí, haciendo ruido al remover la cuchara dentro de la taza que traía, que a juzgar por el olor, contenía té de manzanilla. —Incluso cuando empezaste a ser amable con Jaejoong, creí que algo malo estabas tramando.
—Tal vez así era y lo sigo haciendo.
Agitó su mano desechando mis palabras, luego me quitó el control de la mano y le subió el volumen al televisor. Por un rato permanecimos en silencio observando en la pantalla al papá de Jaejoong tratando de enseñarnos a volar un papalote.
De alguna manera presentía que mi madre iba a decirme algo, la tensión podía percibirse de su parte, y justo cuando abrí la boca para preguntarle, ella se adelantó:
—Tu padre y yo hemos decidido separarnos. Sin divorcio porque a estas alturas, es un gasto inútil.
Volteé a verla buscando una pista de si lo que acababa de escuchar era una especie de broma, pero encontré no más que evasión. Ella continuaba con la mirada clavada al frente, luciendo seria pero a la vez intimidada, en pocas ocasiones la había visto actuar de esa manera.
Sonreí soltando un fuerte resoplido. Como si por fin estuviera liberando la respiración por mucho tiempo contenida. Y en realidad así era, me sentía aliviado.
—Ya era hora —dije, logrando entonces que se virara hacia mí, mostrándose asombrada. Mi sonrisa se amplió al doble—. He esperado esta noticia desde hace tanto. —Mi rodilla fue palmeada sonoramente aunque el golpe apenas y dolió. Pero su mano se quedó allí, inmóvil. Probablemente ella necesitaba un poco de apoyo, tal vez algo de comprensión, así que lo único que atiné a hacer, fue a sujetar su mano y darle un apretón antes de soltarla—. De ahora en adelante seremos una mejor familia.
Asintiendo sopló el humo que salía de su taza, enseguida bebió del té acomodándose mejor en el sillón.
—¿Qué pasó con Jae? ¿Por qué todavía no se han arreglaron las cosas entre ustedes?
Arrugué la cara, pasar de hablar de un matrimonio desastroso al desastre de organizar otro. —¿Es tan evidente? —pregunté, queriendo postergar el tener que dar mi respuesta.
—No estarías aquí viendo videos caseros si ustedes se hubieran reconciliado.
Resignado me deslicé por el respaldo dejando los brazos a los lados en una posición de total languidez. —Exactamente no es que hayamos peleado. Fue más bien como que lo entristecí al arruinar sus deseos, y, ahora mismo no estoy en el mejor estado de ánimo como para tratar de solucionarlo.
—¿Y entonces qué? ¿Dejaran que el tiempo pasé y se solucione por arte de magia?
—No tanto así, pero si se pudiera, lo haría. Y es que no sé qué puedo ofrecerle para que la relación siga funcionando. Si le digo que estoy seguro de que quiero casarme estaría mintiendo y si le digo que me gustaría que continuáramos siendo lo que hasta ahora hemos sido, él no aceptaría, o quizás sí, pero no estaría conforme y la larga… Además tampoco es como si estuviera completamente seguro de que en verdad eso es lo que quiero.
—No entiendo que es lo que te detiene a casarte con Jaejoong. Sé que la idea salió de nosotros, pero no es como si ustedes no hubieran mostrado señales de estar listos para hacerlo.
—Es sólo que no había pensado en ello y de repente ya estábamos hablando de atuendos, invitados, pasteles. Creí que así como estábamos era suficiente pero de repente no lo era. Me sentí abrumado, presionado, con miles de dudas. Todos parecían muy decididos en sus papeles, en lo que les correspondería hacer, y entretanto, yo me analizaba y era como si estuviera en la nada, haciendo lo que se esperaba que hiciera. Pero entonces está el futuro, que sucedería después de la boda, como sería nuestra vida de casados, ¿sería como lo tuyo con papá o como lo de los padres de él? No creo que podamos encajar en ninguno de los dos, ni siquiera creo que deberíamos.
—Y me imagino que a Jaejoong no le has dicho nada de esto.
Negué con la cabeza. Si le hubiera dicho esto, los planes se habrían cancelado desde el principio. —No quería defraudarlo o hacer que dudara de mis sentimientos por él, aunque de todos modos lo conseguí. Fracasé sin necesidad de casarme. —Bufé llevándome las manos a la frente.
Después de eso volvimos al silencio, observando un aburrido festival escolar donde Jaejoong fungía como maestro de ceremonias. Cada que tomaba la palabra se escuchaba a su mamá exclamar su emoción.
Era incomodo, estar así los dos sin decir nada lo era. Mis padres y yo nunca habíamos tenido una gran comunicación, nunca habíamos sido tan expresivos entre nosotros. No obstante, esta noche mi madre estaba comportándose diferente, pudiera ser que el té tenía alguna especie de efecto raro en ella, puesto que su mutismo sólo significó que estaba meditando, así me lo hizo ver al hablar:
—Cuando me casé, en realidad no fui como tú, no pensé mucho en el futuro ni en cómo sería compartir tantas cosas con una única persona por una eternidad. Tu padre y yo estábamos enamorados y eso nos bastó. A pesar de eso algo falló, supongo que nosotros no éramos el uno para el otro y para cuando nos dimos cuenta, ya teníamos una casa que pagar y un hijo al que criar, así que continuamos juntos. No digo que todo ha sido malo, pero, no lo que nos ha hecho verdaderamente felices. Después de lo que acabo de decirte, esto te parecerá incongruente, pero sigo creyendo en el matrimonio, y aunque el mío no funcionó, no por ende pasa lo mismo con el de los demás. Así que no puedes suponer que el tuyo será un fracaso sólo porque el de alguien más lo fue. Mucho menos cuando tú y Jaejoong tienen la compatibilidad y el acoplamiento que nosotros nunca tuvimos.
Me quede callado, no sabía que decir al respecto. Por desgracia, últimamente no sabía muchas cosas. En la mayoría de las ocasiones mi mutismo daba el mensaje erróneo a la gente, por supuesto, está no fue la excepción.
—¿Hay algo más que te preocupa? Quizás es que, ¿sientes que no lo quieres tanto como para unir tu vida a la de él?
—No —me apresuré en decir—, Jaejoong es, es… el amor de mi vida. Eso es lo único de lo que no tengo dudas.
Sentí calor en mi rostro al admitirlo. No era una confesión que hacía con frecuencia, ni siquiera con Jaejoong, pero al menos confiaba en que él lo supiera.
Cuando no hubo una réplica ni ningún tipo de sonido, exceptuando el del televisor, volteé a verla. Lo que encontré fue escalofriante. Mi madre estaba sonriendo, cálidamente. Una expresión así de afectiva jamás me habría producido tal sensación perturbadora, pero dado que provenía de ella, era comprensible. Por extraño que suene.
—Estoy de acuerdo en que la decisión de casarse no debería ser algo precipitado, después de todo, es la felicidad lo que está en juego. Pero eso que me dijiste, debería ser suficiente para responder cualquiera de tus dudas.
Se puso de pie mientras bebía de su taza, y tal como vino, se fue, dejándome todavía más desconcertado porque de pronto y esta conversación que acabábamos de tener pudiera ser solamente un producto de mi imaginación.
ѻ ѻ ѻ
Luego de terminar con los DVDs y de repasar dos veces las fotografías del álbum familiar, decidí que era hora de dormir las tres horas que faltaban para el amanecer. Esos eran mis planes, pero mi mente no los compartía. Di vuelta de un costado a otro en el escuetamente acolchonado sillón. Por lo que decidí que si iba a estar dando vueltas en una dura superficie, bien podría hacerlo en la comodidad de la cama en mi departamento.
Por el resto de la noche el insomnio me obligó a pensar en tantas cosas, muchas fueron tonterías como, ¿qué les diría a mis empleados cuando preguntaran por la boda? ¿hablarían a mis espaldas sobre la situación?
Aunque eso era lo que menos importaba. Si en algo debía desgastarme las neuronas, era en hallar una resolución a mi relación con Jaejoong. ¿Por qué demonios debía enfocarme en los cuchicheos de otras personas cuando de mi vida se trataba?
Los recuerdos también mantuvieron a mi mente ocupada, el viaje a Australia entre ellos.

Durante la semana antes de marcharme, Jaejoong y yo estuvimos “saliendo”. No hubo ninguna declaración de por medio, simplemente empezamos a pasar el tiempo juntos tomados de las manos y dándonos besos de tanto en tanto. Sin embargo, lo conservamos en secreto.
Mi estadía en Melbourne originalmente iba a ser de seis meses, pero logré prolongarla a un año. Aún después de eso, todavía no quería regresar, así que hice trámites para terminar mis estudios allí. Y posiblemente habría sido así de no ser por el accidente que Jaejoong tuvo en la motocicleta.
A veces, nuestros amigos bromeaban diciendo que Jaejoong se accidentó a propósito para traerme de vuelta. Yo no le veía la gracia.
Aunque en el transcurso de ese año y medio, cada uno de nosotros mantuvo su vida amorosa muy aparte del otro. Estuve en algunas relaciones pasajeras, nada sobresaliente y por lo que me contaba, era su mismo caso. No obstante, él tenía novio cuando volví a Seúl.
Decía que no era nada serio a pesar de que llevaban un poco más de dos meses y sus papás ya lo conocían. De cualquier manera, Jaejoong pasaba más tiempo conmigo que con él, tanto que un día le reclamó por ello y terminaron.
Le dije a Jaejoong que debió anteponerlo por encima de mí pero me respondió que ahora que yo estaba de regreso, él no le iba a hacer falta. No dije nada después de eso.
Entonces continuamos saliendo, como en los viejos tiempos sólo que cada vez con más frecuencia. Una noche de nueva cuenta nos besamos y a partir de esa, nunca dejamos de hacerlo.
Cuando me preguntó si nosotros éramos más que amigos, es que deparé en lo estábamos haciendo. En gran parte se sentía como si siguiéramos siéndolo, amigos, pero uno no besaba constantemente a su amigo en la boca, por lo tanto sí, éramos algo más.
—Supongo —contesté.
Él dio un simple asentimiento y a continuación dijo: —¿Eso significa que somos algo así como novios?
Lo pensé por instante y ya que la idea no me desagradaba, me encogí de hombros, aceptándolo. Mis nulas palabras fueron recompensadas con una sincera sonrisa y más tarde con algo mejor.
Así fue como empezamos una relación formal. Desde siempre Jaejoong se había mostrado paciente conmigo, y a su modo, esperó sin exigir nada, desinteresadamente.

Arrojé la cobija que me impedía levantarme, eran más de las ocho de la mañana y si acaso, fue media hora lo que conseguí de sueño. No necesitaba verme en un espejo para saber que profundas ojeras enmarcaban mis ojos, podía sentirlos tan pesados que lejos de horrorizarme con mi apariencia, necesitaba más algo para despabilarme.
Casi arrastrando los pies fui al refrigerador para sacar una coca-cola, prefería tomar eso a un insulso café. Si Jaejoong estuviera aquí, me la habría arrebatado.
«Yunho-ssi, no es bueno para su salud, no beba eso».
El sonido metálico que se escuchó al destapar la lata, retumbo en las paredes vacías. ¿Por qué mi departamento estaba tan despersonalizado? La única fotografía que había era una que estaba en el librero. Era una donde yo posaba cerca de la cascada de Jeongbang. De ahí en más, era un lugar tan simple y llano como el día en que me cambié.
De pronto lo que yo denominaba como mi escueta decoración, me abrumó.
No es que no tomara fotografías fuera del trabajo, sino que todas estaban en el departamento de Jaejoong. Por algún motivo siempre escogíamos ponerlas allí y nunca duplicarlas aquí.
¿Sería tan malo casarme con él? ¿Vivir con él? Ya compartíamos bastante. Sin contar los días anteriores, por lo regular no pasábamos más de tres días a la semana durmiendo por separado. Incluso Yoochun me lo había dicho, prácticamente ya éramos un matrimonio.
Pero la renuencia seguía. No me detenían mis sentimientos hacia él, ni lo que supuestamente perdería al terminar con mi soltería, como ya lo había mencionado, eso lo perdí desde el momento en que me comprometí en la relación. Era algo que no sabía explicar, quería estar con él pero no quería casarme, no todavía.
Sin embargo, la idea de vivir juntos me atraía. Obtendríamos grandes beneficios de hacerlo. No tendría que correr de un sitio a otro si olvidaba alguna cosa, pagaríamos una única renta, tendría a alguien esperándome o a quien esperar en casa, nuestra casa.
Es verdad que discutiríamos por las cosas más simples, como quien dejó algo tirado, quien no hizo aquello, quien prefiera u odiaba tal cosa. Pero seguramente serían más como las discusiones de sus padres y no las de los míos.
No recordaba cuándo fue la última vez que peleamos o por qué fue, y es que aunque tuviéremos una discusión, esta nunca llegaba a gran escala gracias a que Jaejoong siempre trataba de encontrar un punto medio para ambos. Uno que invariablemente yo terminaba por aceptarlo.
Pero él ahora lo haría, ¿podría… aceptarlo?
La vibración de mi celular sobre la barra de la cocina me alertó de la llegada de un nuevo mensaje de texto. Abandoné la lata casi vacía y tomé el teléfono para revisarlo. Era de Jaejoong.

Iba a ir a desayunar contigo pero me quedé dormido  Comemos juntos? Yo cocino

Le respondí con sólo un pensamiento rondando por mi cabeza: «Necesito verlo. En este momento».
ѻ ѻ ѻ
Sin avisar entré por mí mismo al departamento, cerré suavemente la puerta tras de mí y miré alrededor.
Me entretuve observando cada uno de los rincones. Imágenes de ambos, de nuestra familia y amigos, plagaban el lugar, que a diferencia del mío, si parecía un hogar.
Hallé a Jaejoong en la cocina, con la cabeza sumergida en la alacena y la punta de su pie derecho moviéndose sin cesar. Noté el cable que iba desde su bolsillo hasta más arriba del cuello, supuse que estaba escuchando música, porque de otra forma era ilógico que no me hubiera escuchado llegar.
Fui a sentarme en uno de los bancos de la isla, esperando a que me viera. Aproximadamente dos minutos después, lo hizo, poniéndose una mano en el pecho y sujetando con la otra un contenedor con arroz.
Sonreí moviendo la mano a manera de saludo. Se quitó los audífonos y los puso a un lado junto con el reproductor de audio y el arroz.
—Te esperaba hasta más tarde —dijo acercándose. Sus brazos me rodearon por el cuello en una posición algo incómoda, por lo que separé las rodillas para que el pudiera acomodarse entre ellas. Mis propios brazos rodearon su cintura, cerniéndolo contra mí al tiempo que recargaba la cabeza en su hombro—. Perdón por no ir a verte antes como dije que lo haría. Estuve ocupado con lo del estacionamiento, además, parece que todas las mascotas de la ciudad decidieron enfermarse al mismo tiempo.
Por su tono imaginé que trataba de ponerle un poco de humor a la situación. Romper la tensión por vernos por primera vez después de la cancelación.
Reforcé el abrazo, apretándolo tanto como pude y creí que no lo asfixiaría. Jaejoong respondió pegando el costado de su cara en mi nuca, y cuando trató de separarse, volví a tensar los brazos en un esfuerzo silencioso para que el momento no terminara.
—Hoy estás extremadamente afectuoso.
—Te extrañe —musité sobre la manga de su camiseta.
Lo escuché reír antes de que me sujetara por el pelo y lo jalara para que hiciera la cabeza hacia atrás.
—Yo también —declaró, dándome enseguida un beso—. Estaba pensando en que preparar de comer pero ahora que has dicho eso, dejaré que escojas tú. ¿Qué es lo que quieres?
Eso mismo era lo que me había preguntado incontables veces.
—¿Te acuerdas del día en que te regalé un plátano llenó de hormigas? ¿O cuando metí en tu mochila una revista pornográfica y tu mamá la descubrió? ¿O cuando arrojé tu bicicleta por las escaleras? Lo siento.
Jaejoong me miró extrañado. Sus manos que reposaban en mis hombros, comenzaron a moverse de arriba abajo por mis brazos. —¿A qué viene eso?
—Anoche hice un examen de conciencia.
Asintió sonriendo. —Eso explica tu aspecto. Parece que no has dormido en días.
Respiré hondo, llevándome las manos a la cara, percibiendo la incipiente barba que olvidé afeitar. Me sentía cansado y de repente me preguntaba a dónde se había ido la resolución con la que salí hacía menos de una hora.
—No entiendo cómo es que seguiste hablándome.
Frunció el ceño dando pasos hacia atrás hasta encontrarse con el mueble de la cocina integral, en donde se apoyó mirándome a los ojos. —Lo que yo no entiendo es por qué sacas a relucir el pasado.
—No fui nada amable contigo.
—Digamos que no me facilitaste la vida y a pesar de que de mil formas traté de llevarme bien contigo, tú simplemente eras muy terco, bueno, sigues siéndolo —habló agitando una mano en el aire—. Pero da igual como hayamos empezado, lo importante es como terminamos. Además, tampoco es que mi niñez o adolescencia hubiera sido arruinada por ti.
—Creía que eras distinto —declaré. Realmente nunca había hablado de esto con él. Nos hicimos amigos tal como nos hicimos novios y futuros esposos. De un instante a otro. Sin siquiera analizarlo. Y por ello, muchas cosas quedaron en el aire, sin hablarse, dándose por hecho, olvidas y superadas.
—Tu enamoramiento por Yoochun te tenía cegado.
Bueno, no todas ellas.
Su expresión denotaba su victoria por agarrarme con la guardia baja. Fruncí la cara, avergonzado. El enamoramiento que alguna tuve por Yoochun era un tema sensible para mí. No porque siguiera sintiendo algo por él, sino porque ese secreto tan bien guardado, lo había revelado en una borrachera. Afortunadamente la mayoría de los presentes estaban en la mismas —o peores— condiciones etílicas que yo, así que nadie habló después del tema, exceptuando a Jaejoong.
—Sí, sí recuerdo esa época, pero también recuerdo claramente como me encubriste con mis padres la primera vez que me fui de pinta, o como te presentaste en el hospital al día siguiente de mi accidente, ojeroso y desaliñado, curiosamente casi como ahora, y como hasta el día de hoy me has apoyado por completo.
—No en la boda.
Subió los hombros y las palmas de sus manos en un gesto de ‘que se le va a hacer’. Resignado podría ser la palabra para describirlo. Era como si el que estuviera aquí ni siquiera le diera una esperanza de que yo hubiera decidido cambiar de planes.
O tal vez era que a él ya no le interesaba, quisiera hacerlo yo o no.
—No siempre podremos estar de acuerdo o querer las mismas cosas y no por ello es el fin del mundo.
—¿Pero estás bien con eso? ¿Con no casarnos? ¿Nosotros, estamos bien?
Rio, utilizando las manos como apoyo para poder subirse a la encimera y sentarse en ella. —¿Acaso creías que terminaría lo nuestro? Yunho, eso no era un ultimátum. A menos que tú…
—Nunca pensé en el futuro de nuestra relación, no porque lo considerara como algo pasajero, simplemente no lo hice. Y ahora todo lo que veo es confusión. Nos conocemos desde hace tanto que sé qué clase de persona eres, sé que esperar de ti, y estoy seguro de que tú también lo sabes todo de mí, o al menos la mayor parte. No le temó a eso, pero las dudas siguen allí.
—Yo igual las tengo, ¿sabes? Me pregunto si hacemos lo correcto, si soy el adecuado para ti, si podré hacerte feliz, quiero creer que sí, ¿pero, y si no? Al igual que tú, pienso y entre más lo hago, más preocupaciones aparecen. Inclusive hay ocasiones en la que dices que soy perfecto y dudo que sea broma. Me asusta pensar en que no lo sea, porque estoy repleto de defectos.
Fui mi turno para reír y Jaejoong mostró su descontento dejando sobresalir a su labio inferior. Me paré y caminé hacia él. Lo sujeté por las muñecas, deteniendo sus brazos que hacían el intento de empujarme.
—Siempre ha sido broma, sólo para molestarte, te lo aseguro —dije y él suspiró—. ¿Cómo voy a pensar que eres perfecto cuando tienes tal gusto por las cosas ostentosas?
Iba a protestar pero señalé su boca con un dedo, impidiéndoselo. Su cara de indignación se volvió más evidente y sus brazos empezaron a luchar por zafarse.
—No creí que tuvieras ese tipo de pensamientos. Si a alguien veía seguro en medio del caos de los planes, ese es a ti.
—Puedo ser seguro en muchos aspectos pero cuando se trata de ti…
—Deberías estarlo más. —Sonrió a medias y yo aproveché su descuido para deslizar mis manos hasta tomar las suyas—. No quisiera negarte algo que te hace ilusión, pero no estoy preparado para casarme, hay algo que me… detiene. Es tonto lo sé y tal vez no me entiendas.
Sus dedos se separaron para que se entrelazaran con los míos, firmemente. —Por supuesto que te entiendo, Yunho.
—Pero quiero dejar claro que no es porque no te quiera lo suficiente o crea que lo nuestro no puede durar por siempre, es sólo que… no está en mí, por ahora.
Asintió sonriendo. —¿Ves? Sólo tenías que decirlo. —Sus brazos hicieron fuerza jalándome para que me acercara, pero todavía tenía cosas por decir, y hablar abrazado a él me era prácticamente imposible.
Lo solté sin realmente querer hacerlo, retrocedí unos pasos y respiré hondo. —Estoy consciente de que como pareja alcanzamos cierta madurez en la que ya eso de novios de manita sudada no es suficiente, aunque no precisamente eso es lo que hasta ahora hemos sido, pero creo que es justo y necesario ir a la siguiente etapa.
Podía ver la expectación en sus ojos, casi palparla cuando di otro paso hacia atrás y me hinqué. Dudé entre doblar una de las piernas o quedarme así, después de todo esto no era una propuesta de matrimonio y no tenía mucho por ofrecer. No había anillo ni un evento y tampoco lindas palabras ensayadas.
Sin embargo lo quería, en serio lo deseaba.
—¿Quisieras que, viviéramos juntos?
Decirlo no resultó ser tan difícil, a no ser por la compresión que sentía en el pecho mientras aguardaba su respuesta. Silencio prolongado durante milésimas de segundos que parecían horas.
Probablemente para empeorar mi agonía, a propósito miró hacia el techo, luciendo como si estuviera pensándolo con gran detenimiento. No es que considerara que vivir juntos fuera una decisión fácil de tomar, pero yo estaba terriblemente nervioso y necesitaba que contestara ya.
—Me lo pides así tan de repente que… —exhaló— me he quedado en blanco.
—Esa no es una respuesta —me quejé, sentándome sobre mis talones.
Refunfuñó y con un brinco bajó de la encimera. —Como si fuera a decirte que no —dijo sacudiendo la cabeza.
Estiró la mano esperando que la tomara, pero me resistí a hacerlo. No iba a levantarme a menos de que obtuviera mi respuesta, clara y concisa.
Inesperadamente y sin mucha gracia, dobló las piernas hasta quedar hincado frente a mí. No pude evitar sonreír al notar la mala cara que tenía. Sus labios juntos en una línea y la nariz arrugada. —¿Por qué tardaste tanto en pedírmelo? Naturalmente que quiero.
Apenas estaba procesando lo que acababa de decir cuando ya tenía a sus manos sujetando mi cara y su boca a milímetros de la mía.
El beso transcurrió sin prisas, ignorando el hecho de que la falta de circulación en mis piernas estuviera matándome. Lo sostuve por la cintura pretendiendo apegarlo más a mí, pero sus manos fueron a mis hombros, alejándome sutilmente.
—¿Sabes que es lo que no parece justo? —cuestionó y sólo acerté a negar con la cabeza. No podía pensar en nada más que en lo húmedos y rosados que lucían sus labios. Lo que sea que fuera, quería que lo dijera rápido para así retomar el beso—. Que aunque no vayamos a casarnos, tú ya hayas tenido una fiesta con los chicos. —Parpadeé para ampliar mi vista hacia al resto de su rostro. La seriedad estaba desplegada por todo este—. ¿Crees que Yoochun quiera hacerme una a mí también? ¿Una como la tuya?
—De ninguna manera —dije rápidamente.
Me puse de pie mandando a Jaejoong de un sentón al suelo por el súbito movimiento. Sus ojos se achicaron pero no le pedí disculpas. Me agaché para tomar su mano izquierda y jalar de ella hasta pararlo. Mis piernas hormigueaban y su balance era deficiente, por lo que aguardé unos segundos a que nos estabilizáramos. En cuanto él dio muestras de haber recuperado su equilibrio, lo insté a caminar pero entonces tuve una idea mejor.
Pasé un brazo por detrás de sus muslos y me incliné para arrojarlo sobre mi hombro. Mis rodillas protestaron por el peso extra pero fueron acostumbrándose conforme nos iba dando un tour por nuestro —próximamente— departamento.
Entre sus uñas clavándose en mi espalda en un intento por sujetarse y sus gritos de risa mezclados con desesperación por que lo bajara, me sentía como una especie de cavernícola.
Aunque para otros pudiera parecer lento, para mí estaba bien ir avanzando poco a poco, dando un paso a la vez. Y quien sabe, tal vez en un futuro estaremos frente al altar dando el sí, acepto.

– Fin –


Ya sé, me quedó larguísimo y sin libidinosidades :S Con cada escrito me hago más pudorosa! Hasta lo próximo…

58 comentarios:

  1. Ejjeje si te quedo largo pero muy bueno.
    ^_^ mujer me alegro mucho de que estes viva, hace rato que no pasabas por el blog ni a dejar un saludo u.u
    Pero bueno lo importante es que ya estas aqui ^0^
    El fic me encanto, de veras que Jae es un amor. Y con mucha paciencia, mira que a él siempre le ha tocado estar detras de Yunho, pero en fin lo importante es que ellos esten bien, casados o no, lo que realmente porta es que se amen, yo se que es um futuro no muy lejano estaran dando el Si en el altar.

    Gracias por fic. Besitos y no te pierdas tanto ^,~

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    1. Acabas de llamarme perdida?

      :) gracias por comentar

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  2. yeah es bueno que estes de nuevo la historia esta super
    gracias
    la leere en el moil jejejej

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  3. Me encanto *w*
    Leer como fue su relación desde un principio y como fueron cambiando
    sus sentimientos, fue lento pero bonito <3
    aunque sí he de aceptar que por un momento me cayó mal Yunho,
    mira que tratar así al pobre de Jaejoong sin conocerlo, pero supongo
    es algo muy humano y eso también fue lo que me gusto de la historia!
    fue realista en cuanto a sentimientos humanos y situaciones.
    Gracias por compartir tus fics, hasta la próxima.

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    1. todo lo mio es lento, incluso mis yunhos

      gracias por comentar ^^

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  4. Creo que fue un my buen shot. Ver como los sentimientos de YunHo se van desarrollando, sus inseguridades, sus recuerdos entremezclados y como le afectan. Me gusto, nos hiciste ver un lado muy humano en cuanto a "dar e siguiente paso" se refiere.
    Gracias por compartir :)

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  5. me encanto la historia lo que si es desesperante es lo indeciso de yunho y jae tiene mucha paciencia pero también mucho amor por yunho
    mira que soportar a un yunho grosero de niño
    y lo trato muy mal y a pesar de eso seguía a su lado hasta que por fin yunho se dio cuenta de que lo quería y tener que pasar tanta angustia por que no se decide a casarse pero que bueno que por fin estarán viviendo juntos como esposos pero sin el papel que lo abale
    no se como no tubo miedo de que llegue otro y se lo lleve de su lado
    bueno es que estaba muy seguro de el amor que jae le tiene
    por favor no te ausentes mucho regresa pronto se te extraña hasta pronto espero bye

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    1. *o* al menos alguien me extraña

      gracias por comentar (:

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    2. TT^TT Pero si yo también te extrañe u.u

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    3. eso quiere decir que más de una persona me extrañó (>_<)

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  6. No me canso de leerlo uno de los mejores y más hermosos fics yunjae que hay expresas tantos sentimientos en estas palabras escritas tantas realidades que vale la pena tomarse el tiempo para leer y disfrutar deeste maravilloso escrito.
    gracias por tu trabajo

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  7. me mori jejeje JJ tiene mucha paciencia yo que el, le daba a yunho unas pataditas para q despertara el muchacho.... mira que es muy lento xD

    PD: que bueno que estes de vuelta con una buena historia :D

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  8. Estuvo lindo,pero de verdad me hizo falta el lemon la verdad,al menos uno pequeño, me encanta lo comprensivo que Jae fue, wao de verdad amaba a Yunho desde peque omg! que hermoso <3

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  9. Para qué tantas broncas ¿Tan fácil que es tomar un avión rumbo a Los Angeles, para casarse en Las Vegas?

    O por lo menos, eso es lo que siempre he pensado. Digo, el viaje incluye la luna de miel.

    Me gustó el fic, es tan largo como todas las elucubraciones de Yunho~ Pero lo entiendo, nadie quiere casarse... o por lo menos, eso es lo de estos tiempos.

    ¡Yoochun es genial! Espero que haya devuelto el casco al sexy bombero, que de seguro lo hizo y luego lo acosó hasta conseguir una cita *yeah! ve YooMin aunque no pase*

    Me gustó tu oneshot, y sí, te mereces un mes de descanso, o tal vez dos :P

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    1. Es que si se iban a las Vegas, la historia se acaba 18 000 palabras antes y me habría quedado con el demás relleno en la mente.

      Ademas dije tres meses! u.u Hubiera desarrollado el yoomin para ganarme ese mes extra.

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  10. Me gustó mucho la historia, el como poco a poco Yunho fue demostrando sus inquietudes y sus dudas, me alegro muchisismo que Jaejoong sea tan comprensivo, eso demuestra madurez en él y que por el hecho de que Yunho no quiera casarse no quiere decir que rompan la relacion.

    Soy partidaria de vivir primero en union libre para saber si funciona o no.

    Y esta muy bien que de vez en cuando se escriba una historia sin que haya lemon explicito, este tipo de historias son necesarias de vez en cuando.

    Gracias por el shot!!

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    1. en realidad no le puse de esas cosas pecaminosas para darle un descanso a los ojos de todas esas setsosas que los leen a diario

      gracias a ti por comentar :D

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  11. Hola ilz;

    Lo que más puedo dicer,eso está lindo!! Muy,demasiado hermoso!!
    Si,quedo largo,cuase una historia en capítulos,pero és tan buena que no puede parar de leer.
    Lo que no haya lemon,hace con que la histora quedase aun mejor.
    Felicitaciones! Estoy encantada *_* !

    Un abrazo y matta ne.
    Hanajima-san.

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  12. Muy linda historia de principio a fin. Ahora si aplica lo "del odio al amor solo hay un paso", además como cree que Yoochun no se iba enamorar de Jae si es un ángel. Además que sexi ha de haber estado Changmin como bailarín exótico, además de bombero... Gracias

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    1. no se por qué pero los hombres con uniforme de oficiales o cosas asi, son sexies... bueno no todos XD

      gracias por comentar

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  13. No habia podido leer antes por algunos pendiente y ahora me quiero golpear por ello,por no haber leído mucho antes este oneshoy, Que mas puedo decir? definitivamente fue una historia muy hermosa, temía por que acabara diferente y todo pero gracias al cielo que no fue así y tuvo un final digno, realista y no fantasioso,me gusto mucho la trama, porque es algo distinto, me gusto la relación que había entee ambos, como evoluciono su relación y la madurez de esta, que ambos eran comprensivos el uno con el otro,a pesar de que yunho tardo en comprender y conocer al verdadero jae a pesar de hacerle tantas cosas durante su infancia pero lo bueno es que abrio los ojos y se dio la oportunidad de ser parte de la vida de jae. T__T es que en serio, su relación era muy hermosa, surgieron dudas y todo pero aclararon las cosas y vieron que a pesar de las presiones su amor siempre permanecio intacto y era lo mas seguro que tenían! Jaj yoochun era todo un caso pero al final sus consejos sirvieron de ayuda,espero haya encontrado a su bomberito changmin xD, muchas gracias por compartirnos esta historia que no dejare de decir que me encanto ;; en serio, gracias ♡

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    1. Jae decía que Yunho era el terco pero él igual, veía que no lo querían y seguía ahí, recibiendo maltratos! por eso eran tal para cual XD

      Aunque ahora pienso en que final esperabas. Quizás que se separarían? que yunho despertaría de una ensoñación donde se imaginó toda una vida con el hombre que en ese momento se casaba con otro, mientras el barría afuera de la iglesia? que un meteorito caería y se destruiría el mundo?
      nah no me creo capaz de poner un final que no sea HEA

      gracias por comentar ^^

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  14. HAAh, pensé... es un one shot de seguro lo termino rápido, pero en fin cuando termine de leer ya era muuuuy tarde, pero m gusto muchoq ni m di cuenta de la hora.. esta historia resulto muy divertida, me gustò como se fue desarrollando la historia, con un yunho muy travieso y antipático xD y un Jae que lo tolero x mucho tiempo, aunque admito q m quede con ganas de boda, pero todo tiene un tiempo... ahahah me quede con ganas de un Yoomin :P ... en fin gracias por el fic, estuvo muy bueno y me gustaron las ocurrencias, me hizo reir y también ganas de hacerles cositas malas al insensible de Yunho...

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    1. hacerle cositas malas? much@s tambien quisieramos eso!

      gracias por comentar :)

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  15. Me encantp ilz!!
    Aunque no haya tenido su boom boom pow! Estuvo muy hermoso
    Amo como redactaste a Yunho en su ligera y perdido momento con respecto a la boda
    Jaejoong es tan maduro que en verdad comprende los sentimientos de su pareja ♥
    Me siento orullosa de esta pareja y tu oneshot lo representa muy bien
    Muchisimaa gracias por la bonita historia y espero saber mas noticias de ti :3

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    1. me alegra que te gustara, gracias por comentar ^^

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  16. Me encannnnnnnnnnnnnto
    yo quería boda , pero siendo realista el amor es compromiso y sinceridad
    firmar un papel no te asegura nada...la vida asusta.
    A la única boda a la que quiero asistir es la de Jae y Yunho XD........Belluse

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    1. a mi me asustan más las personas...

      gracias por comentar :)

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  17. Cierto al fin aparecisteee!! La historia estuvo muy buena! El YunJae ya estaba establecido y todo se fue dando paso a paso! Me gusto!

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    1. aparezco y desaparezco XD gracias por comentar

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  18. Diooooooooos!!!! Te extrañe y apenas ente blog y me encuentro con este shot, que me encanto, kargo no se me hizo creo que duro lo que tenia que durar, toda la historia, la indecision de Yunho, la paciencia de Jaejoong, dioooos muy buena...

    Espetocon ansias locas tu próxima actualización 😀

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  19. es el mejor one shot que he leido ! felicidades!

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  20. La segunda vez que lo leo, y la segunda vez que me gusta..... GrACIAS

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  21. Me encanto desde la primera vez que lo leí (imagínate cuantas XD)~ me hubiera gustado que Yunni no sea tan frió y que por lo menos haya mostrado su amor de una manera mas abierta, a su estilo, claro...hay maneras, conozco a ese tipo de personas mas de lo que debería... quede ligada a este shot pero seria genial si hubiera una 2 parte donde muestre por lo menos sus celos ,no se, que aparezca un tercero que sea capaz de hacerle creer a YH que no la tiene tan segura con Jae, aunque todos sabemos que JAE adora a yunni y a pesar de que apresca un adonis el no se fijara en otro... es solo para que se de cuenta de ese amor y lo valore, aveces el ser hostil o no demostrar lo que sientes por alguien a quien le importas crea inseguridades, como las de jae y pues es mejor cuando alimentas y haces crecer el sentimiento, creo yo, pero bueno, nada.....si se casan o no realmente dejo de torturarme cuando Yunho mostraba sus dudas, es que a no todo el mundo le hace ilusión casarse~ es algo natural y sobre todo real....pero también es una consecuencia de como haz ido haciendo las cosas tu antes o tambien del concepto que tu tengas de ello, como yunho que tenia miedo que su matrimonio sea como el de sus papas....Psdt. tambien me hubiera gustado lemon, pero no por pervert, sino porque este Yunho es muuuuuuuuuuuuuuuuuy diferente a otros Yunhos que leí jajajajajaja es cierto!, me hubiera gustado saber que sentía al hacer el amor con Jae...y pues me dejas con esas ganas...de verdad espero que si hay una segunda parte pueda ser eso contado :D esperanzas..... en fin espero que vuelvas pronto , se te extraña!

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    1. No se si vayas a leer esto, cuando veo que es de anónimo siempre como que me da esa sensación de que la persona ya no volvera a checar si hay respuesta, pero igual la dejo~

      Para empezar me alegra ver que algo que escribo lo comparen o lo consideren como la vida cotidiana, me hace sentir menos frívola y más real XD.
      Desde un principio decidí que no le pondría sexo a la historia, porque esas partes se me complican hacerlas. Los celos si iba a incluirlo pero pero la historia de fue dando de otra forma y termine no poniéndolos.

      Sí quiero hacer una segunda parte pero como será medio enfocada a otra pareja, lo más seguro es que no cumpla con tus... ganas? XD aunque es mejor quedarse con deseos de más y no de ya no más.

      Gracias por comentar ^^


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    2. ok entiendo :( ~ si lo mas probable es que no , solo leo Yunjae pero igual entonces esperare a que publiques otro shot yunjae...porque me gusta como escribes.

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  22. Porfavor haz una segunda parte T_T seria genial que la hagas así sea enfocada en el yoomin?¿ quisiera saber que pasa con Jae y Yun y si se llegan a casar o talvez puedas meter a un ex de jae que le haga dar celos a Yunho y haya mas drama xd este fic lo he releído un montón de veces y no deja de gustarme gracias :)
    .Prisca

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    1. XD si, yoomin. Pensada ya está, la cuestión es hacerla.

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  23. Deteste la actitud de Yunho en este fic xd pero me encantó la historia ¡ espero que pronto nos des una segunda parte :c gracias :)

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  24. Wow! Sin duda este es el Oneshot mas largo que he leído.. ..Lo ame! Fue muy bueno.. ..fue, como decirlo, mas realista, algo que esta dentro de las posibilidades de la vida cotidiana. ....me fascino.. ..y mas por que el final fue diferente a lo que Imagine.. ...creo, casi jure que acabaría con el "Si Acepto" de Yunho, pero no, me sorprendió y me pareció un final atinado.. ...
    Y es que como no tener dudas de un matrimonio, mas cuando no fuieste tu el que lo pidió, simplemente lo das por hecho puesto que tus parientes lo creen asi .....
    La actitud de Jae me enncanto, muy centrado, se nota que es amor, aun con todas las bajezas de Yunho, el jamas se hecho para atrás, y fue paciente y persistente con Yunnie.. ...Jae es hermoso ^^ .....Me gustaría un epílogo tal vez con una boda ahora si pedida y aceptada por ambos.. ...una que los dos disfrutaran planear.. ...
    Muchas gracias.. .pase un agradable rato leyendolo.. ..^^

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    1. Gracias por comentar en este y todos los demás! ��

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  25. Hola! :) pasaba a decir que ¡me encantó tu one-shot! *-* la verdad es que ya lo había leído, pero no te había dejado comentario... soy re floja xd pero me dije a mi misma: "con ese ¡hazte escuchar!! ¿quien no comentaría?", conllevó mi seudoredención y bueeeeeno, solo basta decir gracias~ :D fue hermoso <3 ame la personalidad de ambos, la lentitud de Yunho y el masoquismo de Jaejoong, realmente me gusto mucho >.< te envío mucho saludos internéticos(?), que estes bieeeen! c:

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    1. me alegro que te gustara y que te animaras a comentar y gracias por los saludos yo te mando otros a ti :)

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  26. me ncantooo *O* amo tanto el yunjae y cuabdo no yunho es muy despistado y lento pero jae es un masokista y le necanta me encanta cuando ambos son de esa manera...*w*

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  27. QUE LINDA HISTORIA ,PARA QUE NECESITABAN CASARSE SI ESTUVIERON 10 AÑOS DE NOVIOS,EL AMOR ESTA NO LO NECESITAN ME ENCANTA LOS CELOS YUNHO. ESCRITORAS DEL YUNJAE VUELVAN A ESCRIBIR ESTE ES UN AÑO YUNJAE PORFIS GRACIAS

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  28. Me gusto! Nunca había leído un Fanfic así , me gusto! Fue muy realista, no como lo que usualmente se lee que terminan viviendo felices por siempre :) pero tuvo un lindo final, solo sentí que Yunho era medio baboso, 😒 pero Jae era muy lindo 😻 gracias por compartir

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  29. Me encantó, tanto amor que le tiene Jae desde el principio, Yunho al fin sedio cuenta de cuanto amor le tiene a Jae y de como Jae siempre le ha demostrado su amor.

    Gracias!!!

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