Como en casa: Capítulo 11

Sensaciones

Heechul bajó las escaleras y de inmediato reconoció la parte superior de la cabeza de Junsu, quien sentado a un lado de Jaejoong, dormitaba medio apoyado en el respaldo del sillón más grande.

Repentinamente, Junsu sintió que su cuerpo era impulsado hacia adelante interrumpiendo su apenas iniciado sueño. Luego de comprender que la parte posterior de su cabeza fue golpeada, giró para encontrarse con la expresión molesta de Heechul.

—¡Hyung! —protestó, despeinando su propio cabello.

—Ya me enteré de como desperdiciaste mis esfuerzos, de ahora en adelante pensaré dos veces si vale la pena el ayudarte.

Jaejoong abandonó la lectura de su grueso libro para observar la escena, la atención de sus ojos pasando de Junsu a Heechul y viceversa.

—¿A qué te refieres? ¿Qué hice mal?

—Changmin…

—Dejé las cosas claras —Junsu lo interrumpió—. Además, se supone que la ayuda que te pedí fue para que eligieras lo que me pondría para ese día, nada más.

Heechul resopló rodeando el mueble para ir a pararse frente a él, cruzando los brazos sobre su pecho. —¿Estás llamándome entrometido?

—Yo… yo no dije eso.

—No específicamente —Jaejoong opinó.

—Disculpa pero esto… —Heechul se señaló a sí mismo y a Junsu—… es entre nosotros.

Jaejoong entornó los ojos y retomó su lectura, o más bien pretendió hacerlo.

—Al menos explícame por qué lo rechazaste —Heechul continuó.

—Da igual.

—¿Da igual? ¿Rechazas a la primera persona que demuestra tener un serio interés por ti durante meses, y da igual? Changmin tuvo razón en apodarte el profesor chiflado.

Junsu se encogió de hombros y volvió a recargarse, esta vez en el brazo del sillón.

—¿Es verdad lo que él dijo? ¿Qué es por qué es menor que tú? —Ante la falta de respuesta, Heechul cubrió su rostro con ambas manos, riendo suavemente—. No puedo creerlo.

—Es un estudiante —Junsu respondió en un murmullo.

—Universitario, no de un preescolar.

Junsu frunció el ceño, profundizándolo al notar la sonrisa que Jaejoong trataba de contener. —Ustedes no me entienden.

—He estado con personas menores y mayores que yo. —Jaejoong confesó al sentir que fue incluido en la conversación—. Y el motivo por el que dejamos de vernos no fue la edad.

Heechul estuvo a punto de decir, apuesto que fue por tu personalidad, pero en su lugar quiso hablar sobre su propia experiencia: —Yo salí con un tipo que me llevaba veinte años.

Los ojos de Junsu se ampliaron. Él había frecuentado a hombres que eran un par de años más grandes, pero nunca tan, tan mayores.

—Yo acababa de cumplir veinte años, él estaba recién divorciado y frustrado porque su ex-esposa pretendía vaciarle los bolsillos con el pretexto de la manutención —Heechul dijo, haciendo un ademán con indiferencia—, así que prefirió gastar su dinero conmigo, antes de que ella lograra su cometido.

—¿Entonces salías con él por interés? —preguntó Junsu, arqueando una ceja.

—Si eso es lo que te preocupa de Changmin, te aseguro que él no estaría contigo por eso, él tiene más dinero que tú —especificó—. Pero realmente no era por el dinero, cuando lo conocí no sabía con exactitud cuan acaudalado era, aunque lo supuse en el primer fin de semana que salimos de la ciudad, fue un hombre esplendido conmigo, conozco la mayor parte del país gracias a él.

Jaejoong se removió en su asiento para amoldar mejor su cuerpo en el sofá. —¿Quién terminó a quién? —se interesó.

Los ojos de Heechul se entornaron en una indicación de que la respuesta era bastante obvia. —Yo, a mí nadie me deja —puntualizó—. En ese tiempo conseguí mi primera campaña de ropa interior y a él no le pareció, por lo que terminamos. No necesito que nadie apruebe y dicte la manera en que manejo mi profesión.

Fue el turno de Jaejoong para rodar los ojos e ignorarlo para dirigirse hacia Junsu. —¿Y qué tiene de malo Changmin? de esta casa, él es quien más me agrada, además de ti.

Y aunque Heechul resopló mientras torcía la boca, Junsu se limitó a contestar: —Mi familia no lo aceptaría —declaró levantándose, negándose a seguir hablando y dejando a los otros dos hombres con la palabra en la boca.

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Yunho sorbió ruidosamente lo que restaba de su malteada de vainilla. Sus ojos veían el largo vaso ahora vacío pero en su mente se reproducía una y otra vez el beso que Jaejoong le dio en el patio. Trataba de comprenderlo, pero no lograba hallarle lógica.

Sus labios se habían entumecido, ya fuera por la sorpresa o el pánico que le ocasionó, el caso es que no habían reaccionado a tiempo. Y para cuando resurgió de su abstracción, Jaejoong ya se encontraba juntando la ropa que cayó de su canasto cuando —al parecer— soltó esta al suelo.

Entonces quiso hablar, pero las palabras se estancaron, esta vez porque su lengua se negó a cooperar. Como si nada, Jaejoong ajustó el contenedor de plástico bajo su brazo izquierdo y entró en la casa.

Los días siguientes fueron igual que los anteriores a ese encuentro. Jaejoong no le hablaba, no lo miraba ni le prestaba atención. Para él, Yunho volvió a ser invisible.

Yunho quería platicar con él sobre lo que sucedió, pero a la vez deseaba no hacerlo, sentía que debía pedir disculpas, aunque no tenía certeza de que. Envidiaba la buena relación que Junsu y Changmin llevaban con él, sin embargo, no pretendía que ambos se volvieran cercanos. Así que no, nada de lo que pensaba tenía lógica.

—Oppa —Kyeonghwa lo llamó con irritación—. ¡Jung Yunho!

Él agitó su cabeza, volteando hacia el frente. El ceño fruncido de ella mostraba su molestia, aunque luego lo desvaneció con una sonrisa que lució sobre-esforzada.

—¿Tienes algún problema? Has estado ausente desde que llegamos.

La cabeza de Yunho se agitó antes de apartar el vaso y cruzarse de brazos, apoyándolos en la mesa. —Me preguntaba con quién me ha estado engañando Siwon. Creo que tiene un nuevo mejor amigo del que no me ha hablado.

—¿Finalmente alguien consiguió separar a la uña de la mugre? —ella se mofó.

—Hey ¿quién es la mugre? —Yunho cuestionó, fingiéndose ofendido.

Kyeonghwa rio, lanzando su celular al interior de su bolso de mano. —El mismo en quien estás pensando. ¿Nos vamos? Tengo pacientes en media hora.

Yunho asintió poniéndose de pie, tomándola del brazo cuando estuvo a su lado. —Estoy atravesando por una crisis de amistad y lo único que haces es reírte.

Los hombros de Kyeonghwa se bajaron mientras caminaban fuera de la cafetería, rumbo al elevador del hospital. —No puedo ocultarlo, me alegro de la aparición de ese nuevo amigo, porque eso significa que habrá más tiempo para nosotros.

Yunho resopló sonoramente y ella chocó el codo con su costado. —Además, no te alarmes tanto, debe tratarse de otro de sus amigovios en turno.

—¿Crees que sea ese tipo de amigo?

—Por supuesto, después de tantos años de estar pegados, es casi imposible que de buenas a primeras emerja alguien que interfiera en los tres mosqueteros —volvió a burlarse.

—Sí. Aunque siempre puede existir un D’Artagnan al que le permitamos unirse a la hermandad.

Kyeonghwa refunfuñó, empujando a Yunho en el interior del ascensor en cuanto las puertas de este se abrieron, listos para regresar a sus consultorios.

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El cielo cubierto por tonos naranjas y morados fue lo último que Changmin notó antes de seguir a Jaejoong al interior del Exile Bar por la puerta de servicio. El lugar estaba completamente iluminado por lo que pudo notar todos los detalles que pasaron desapercibidos la última y única vez que estuvo allí.

Al estar casi vacío, el sitio lucía mucho más grande de lo que lo recordaba, pero también menos glamoroso.

Jaejoong le señaló una de las puertas al fondo del establecimiento y él apuro sus pasos para estar a la par. Recorrieron un angosto pasillo que parecía nunca acabar. Vueltas y vueltas los condujeron hasta otra puerta al final del corredor, y de pronto, Changmin se sintió en uno de esos escenarios como los de las películas de gánsters, con la diferencia de que detrás de esa puerta había una opulenta oficina y no un recoveco que era utilizado como calabozo, y que el hombre sentado detrás del escritorio tenía más facha de comediante que de malhechor.

—Señor Ahn, este es el chico que le mencioné. Shim Changmin —Jaejoong los presentó.

Changmin se inclinó y trato de no inmutarse por la pesada mirada que el sujeto frente a él, le dio de arriba-abajo.

—¿Sabes cuales serán tus funciones y sueldo? —le preguntó escuetamente.

—Sí señor.

—¿Tienes alguna duda o algo con lo que no estés conforme?

—No señor.

—¿Cuándo puedes empezar?

—Inmediatamente.

—Bien, entonces vuelve mañana para firmar tu contrato.

Y así de simple, Changmin supo que había conseguido el trabajo.

Despidiéndose con otra inclinación, Jaejoong lo instó a salir y ambos recorrieron el camino de regreso.

—Hyung, gracias de nuevo.

Jaejoong soltó un sonido extraño y lo miró por encima de su hombro. —Deja de agradecerme. Sólo cumple con tu trabajo y evita meterme en problemas.

—No lo haré. No tienes idea de cuánto deseaba tener un trabajo fijo que no interfiriera con mis estudios. Tener media beca no sirve de mucho en estos días y el ser un chofer esporádicamente, no estaba ayudándome.

Jaejoong sonrió tenuemente, él lo entendía, cambiar constantemente de empleos o no tener los suficientes ingresos había sido parte de toda su vida. Un futuro incierto era su diaria preocupación, al menos eso fue así hasta enterarse de la casa que una lejana y desconocida tía le había heredado.

—No es sencillo ser mesero en un centro nocturno. Es estresante, cansado, a veces tienes que lidiar con malos clientes y ni hablar de las escasas propinas.

Changmin se encogió de hombros. —Aun así te las ingeniaste para serlo por más de un año.

—La necesidad…

—Exacto. Un sueldo fijo es lo que necesito y eso es lo que obtendré aquí.

Jaejoong asintió. No le agradaba su empleo, no era uno que haya soñado y estaba lejos de ser su ideal, pero con el obtenía ingresos y gracias a estos, quizás en unos años, tendría un negocio propio.

—Mira a quien tenemos aquí, a nuestro nuevo bartender maravilla —Hyunjoong bromeó, mordiendo su lengua cuando Jaejoong entornó los ojos mientras se pasaba al otro lado de la barra, junto a él—. ¿Te dieron el puesto, cierto? —le preguntó a Changmin.

—Sí —contestó mirando a su alrededor, con la comisuras de su boca ligeramente alzadas—. ¿Cuantos días me darán de capacitación?

—¿Días? —Jaejoong rio—. Confórmate con una hora, lo demás lo aprenderás sobre la marcha. Al principio te asignaran pocas mesas, te acostumbraras rápido.

—Confía en la voz de la experiencia. ¿En que no has trabajado, Jae?

—En un lugar en el que me paguen lo bastantemente bien por hacer lo suficientemente poco —le respondió a Hyunjoong con simpleza, atando el delantal negro en su cintura. Llevaba casi dos semanas en su nuevo puesto, y todavía le parecía que el único cambio era que ahora en vez de una charola, tenía un mezclador de bebidas.

Al ser un principiante, su sueldo aun no era igual que el de los demás bartenders, por lo que no difería tanto al que recibía anteriormente. De la misma forma, su día terminaba con extremo cansancio aunque con un poco de mejores propinas. Pero al menos allí no debía estar evitando el chocar o derramar las bebidas cuando la gente se atravesaba en su camino.

—Yo tampoco, el día que lo encuentres asegúrate de conseguirme una plaza a tu lado —Hyunjoong dijo, empujándolo ligeramente por el hombro.

El silencio se hizo entre ellos, por lo que Changmin tomó eso como su momento para retirarse. —Hyung, me voy —mencionó, viendo a Jaejoong—. Nos vemos en la casa.

Jaejoong asintió antes de pasar distraídamente un trapo sobre la cristalina superficie de la barra.

—Me alegro de que Johnny no tuviera razón respecto a ti —Hyunjoong habló mirando hacia la puerta por donde Changmin había salido.

—¿En qué?

—Dijo que no tenías amigos.

—Qué sabe él de mí —pronunció entre dientes.

—Supongo que nada. Eres algo… indescifrable. Llevamos tiempo conociéndonos ¿verdad? ¿Cómo es que sólo sé tu nombre y la manera de localizarte?

Jaejoong se encogió de hombros, pasando ahora la franela por los entrepaños inferiores. —Mi vida no es interesante, ¿para qué querrías saber más? Lo que ves es todo lo que soy.

—Me gustaría saber todo de ti.

La mano de Jaejoong se detuvo y luego giró su cuello para voltear a verlo. Sus ojos se entrecerraron por un segundo para después formar dos medias lunas al sonreír.

—Deja de practicar tus tácticas de conquista conmigo y consíguete a otro conejillo de indias. Estoy seguro de que si lo hicieras con tus clientes, obtendrías mejores propinas.

—No estoy…

—¿Podrías mostrarme de nuevo ese truco que hiciste con el soplete? No deseo incendiar el lugar la próxima vez que lo intente por mi cuenta.

Hyunjoong suspiró y buscó en el anaquel de la esquina lo necesario para preparar un coctel caramelizado. Por el momento lo mejor era posponer el tema, de las pocas cosas que había aprendido de Jaejoong era que insistir sólo conseguía que se molestara. Y eso es lo último que quería que sucediera.

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Changmin cerró la puerta con sutileza, provocando el menor ruido posible. Junsu estaba sentado en el piso con su visión fija en la laptop sobre la mesa del café, y él quería que así siguiera.

La enorme cantidad de hojas esparcidas a su alrededor parecían fungir como una muralla, impidiendo que cualquiera se le acercara, aunque tampoco Changmin deseaba hacerlo.

Dándole un vistazo más, movió sus pies para dirigirse a su habitación pero en el último segundo captó los ojos sorprendidos que lo observaban.

—Hey —Fue lo único que Changmin articuló. Habría querido posponer el momento en que le hablara, pero en realidad, no creía que fuera existir el adecuado, así que este no podría ser peor o mejor que otro.

Cuadró sus hombro y caminó hasta quedar detrás del sillón de tres plazas, frente y a una distancia prudente de él.

—Hyung, hablé con el hermano del amigo de mi amigo, el técnico —declaró señalando la computadora—, y me dijo que conseguir las piezas originales para reemplazar las dañadas sería costoso, tomando en cuenta que son varias, por lo que si decides repararla, te aconseja usar genéricas o usadas, lo cual no te garantiza calidad o durabilidad, y dado que el modelo que tienes ya está fuera el mercado, él sugiere que lo mejor será que te consigas un nuevo equipo.

—¿Comprar uno nuevo? —Junsu pronunció, intentando absorber la información que acababa de escuchar.

Changmin asintió, inclinándose para apoyar las palmas de sus manos en la parte superior del sillón. —La buena noticia es que el disco no se dañó, así que podrás recuperar tu información.

Junsu atrajo una de sus rodillas hacia su pecho, le importaba un comino lo que tenía guardado allí, sólo la usaba para su trabajo y debido a que era una laptop gruesa y grande, todo lo almacenaba en su pendrive porque este era más fácil de transportar.

Cálculos numéricos revoloteaban dentro de su cabeza, gastar en algo así, definitivamente no estaba dentro de su presupuesto, no en los próximos tres meses.

El agobio en su rostro fue perceptible para Changmin, por lo que se aclaró la garganta y enderezó para decir: —Tal vez a Yunho hyung no le moleste seguir prestándote la suya, después de todo casi nunca la usa.

Junsu no tenía duda de eso, el mismo Yunho le había asegurado que podía utilizarla todo el tiempo que la necesitara, pero también sabía que tener algo prestado era una responsabilidad que su torpeza no podía costear.

—Voy a pensarlo —musitó.

Changmin asintió en varias ocasiones y comenzó a alejarse. —Sólo avísame cuando eso suceda, pero no tardes demasiado. El hermano del amigo de mi amigo trabaja en un espacio reducido y este no es bodega de cacharros.

Junsu iba a disculparse por ser una molestia cuando notó la media sonrisa socarrona en el otro rostro. Verlo burlándose de él fue un alivio, debido a que eso representaba que ellos volvían a estar bien, que su amistad seguía en pie.

—Debes tener alguna tarjeta de crédito que no hayas sobregirado, y quiero pensar que no todos los establecimientos de la ciudad te han baneado por no cumplir con los pagos.

Junsu achicó los ojos, lamentándose de que su historial crediticio fuera de dominio público. —Mis cuentas están al corriente, mi época de deudor fue hace siglos, deja de hablar sobre eso —explicó, siguiendo con su vista el recorrido de Changmin por los escalones.

—Está bien, hyung, supongamos que te creo, sólo avísame.

La cabeza de Junsu permaneció echada hacia atrás, viendo el barandal del segundo piso y sintiendo que el alivio que lo embargaba instantes antes, se había tornado en un hueco al oírlo por segunda vez, refiriéndose a él como “hyung”.

Meses insistiéndole en que lo llamara de esa manera, hasta que por fin renunció y se acostumbró a ser el único de la casa con el que no se utilizaba ese término, se volvió una costumbre. Ahora, el repentinamente usarlo, sonaba… raro.

Y tal vez no era el gran dilema, pero de cierta forma era antinatural tratándose de él.

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Heechul respiró profundamente antes de despegarse del torso de Siwon y rodar de encima de su cuerpo. Estiró ambos brazos a sus costados, después poniendo sus manos entrelazadas sobre su estómago descubierto.

—Siento que mi corazón está a punto de estallar.

Siwon se puso de lado, apoyando la cabeza en la palma de su mano derecha.—Conozco un buen cardiólogo que puede arreglar eso —dijo pasando sus dedos por el húmedo cabello en la frente de Heechul.

—¿Con iniciales KS?

—No —respondió, enderezándose para bajar de su cama, andando hacia el baño—. Mis principios me lo impiden, no me involucro emocionalmente con mis pacientes.

El entrecejo de Heechul se arrugó al escucharlo. Él estaba saliendo con Siwon, sí. Involucrándose emocionalmente, no. No al menos de la manera en que Siwon lo implicaba, amorosamente. ¿Por qué era eso a lo que se refería, no? Pero él no lo estaba, ¿o sí?

A Heechul no le estaba gustando la confusa sensación que se originó dentro de su cabeza a raíz de un simple comentario. Sea lo que fuera, no estaba bien, así que se paró, vistió rápidamente luego de dar con sus ropas desbalagadas, y se acercó la puerta emparejada del baño.

—¡Tengo que irme, nos vemos! —gritó. Y antes de que Siwon contestara, salió de la habitación y del departamento.

Siwon no tuvo tiempo de preguntarle cual era la urgencia puesto que la espuma del shampoo sobre sus ojos comenzó a irritarle y el enjuagarse fue más apremiante.

Se suponía que habían ido a su casa a cenar. Era verdad que en cuanto pusieron un pie en el departamento las prioridades cambiaron, optando más por ocupar sus manos en desnudar al otro que en preparar lo que llenaría sus estómagos, pero creyó que los planes seguían y que ahora se saciarían con comida.

Quizás Heechul tenía prisa, probablemente no vio motivo para quedarse después de lo que acababan de hacer. ¿No era el sexo la base de su relación después de todo? Las pláticas y mutua compañía eran sólo el plus ¿no?

Por primera vez Siwon consideró el ir más allá de encuentros furtivos, hacía tiempo que buscaba eso, pero al parecer eligió al hombre incorrecto. El problema es que realmente estaba interesado en él. No era sólo la atracción física, esta vez existían tantos puntos en común entre ambos que llegó a preguntarse cómo es que apenas se percataba de ello. Probablemente su empecinamiento por Changmin bloqueó la atención a su alrededor.

Pero de todos modos eso ya no importaba. Ahora tenía a Heechul, aunque no sabía exactamente por cuanto tiempo.

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Changmin refunfuñó mientras abandonaba la comodidad del sillón donde hasta hacía unos segundos estaba recostado. Acostumbrado a levantarse temprano, le fue imposible permanecer más tiempo en su cama, a pesar de que no habían pasado ni cuatro horas desde que se había ido a dormir. Ahora se sentía somnoliento pero incapaz de conciliar el sueño.

Su primer día en su nuevo trabajo fue más agotador de lo que creyó que sería, aunque cometió menos errores de los que supuso. Realmente esperaba que Jaejoong tuviera razón respecto a que se acostumbraría pronto.

El timbre que lo había sacado de su reposo volvió a sonar, así que Changmin se apresuró a enderezar su ropa, no sin antes mirar a la pareja tranquilamente sentada en el comedor. Ni siquiera parecía importarles que alguien estuviera llamando a la puerta.

—¿Por qué tengo que ser yo el que siempre abre la maldita puerta? No es como si fuera el único que vive aquí —siseó en alto para ser escuchado por los otros dos.

Yunho mostró una sonrisa que no le bastó para impedir que Changmin le lanzara una furiosa mirada, sin embargo, no le siguió prestando mayor atención cuando Kyeonghwa jaló de su manga para que le respondiera una pregunta que no tenía idea de cuál era.

Ella hizo una mueca pero la repitió. Aunque Yunho habría deseado tampoco oírla esta vez.

—No. Ellos tienen demasiados compromisos como para acompañarnos en una cena.

—¿Pero no es posible que pudieran hacer un espacio para nosotros? Mis papás dijeron que cualquier día que ellos decidan está bien.

—La relación entre tus padres y tú es distinta a la que yo tengo con los míos. Estar con ellos es como reunirse con personas con las que estas interesado en negociar, actúas de cierta manera tan sólo para quedar bien.

—¿Pero para ti no es importante el que nuestras familias se lleven bien?

—¿Pensarías que soy malo si digo que no? —él cuestionó, apretando sus labios en una sonrisa.

Kyeonhwa frunció el ceño bajando su mirada hacia su regazo. —¿Y es que acaso el día de nuestra boda tampoco contaremos con su presencia?

Inmediatamente en la boca de Yunho se borró toda señal de diversión, ella había mencionado la palabra que temía y él no estaba seguro de cómo responder a eso.

Para su fortuna Changmin apareció de regreso pero entonces al notar a la persona que escoltaba, incrementó la incomodidad que se estaba asentando en su estómago.

—Iré a decirle que estas aquí.

Los ojos de Yunho se posaron en el hombre que desde el pie de la escalera veía como Changmin subía hacia el segundo piso. De pronto las miradas de ambos se encontraron y para disimular el que estuviera observándolo, opto por darle un asentimiento a manera de saludo, gesto que fue correspondido por Hyunjoong.

Los pasos en las escaleras los hicieron virarse hacia ellas, observando como bajaba Changmin seguido de un adormilado Jaejoong que turnaba sus manos para frotar sus ojos y peinar su enmarañado cabello.

—¿Olvidaste que teníamos una cita hoy?

Jaejoong asintió rascando sus brazos y parpadeando constantemente para deshacerse del ardor en sus ojos. —Dame unos minutos y estaré listo.

—Si quieres podemos dejarlo para otro día.

—No, ya estás aquí —le dijo antes de subir otra vez a su habitación—. Siéntate, no tardo —indicó estando ya de espaldas.

Hyunjoong miró a su alrededor mientras se acercaba al sillón junto al que Changmin ocupaba por completo. —¿Cansado?

—Estoy acostumbrado a desvelarme, pero no a permanecer tanto tiempo de pie —respondió ahogando un bostezo.

—Gajes del oficio.

—Hey, eres el chico de la barra.

Hyunjoong ladeó el rostro para ver al hombre que habló desde la mitad de la escalera. —Eso creo —mencionó enarcando una ceja.

—Un gusto verte de nuevo —Heechul dijo, empujando los pies de Changmin hacia el suelo, para así él poder ocupar el lugar ahora disponible—. De cualquier forma, ¿a qué debemos tu visita?

—Hyung…

Heechul palmeó la rodilla de Changmin para que se callara. —Por cierto, soy Kim Heechul —extendió su mano esperando recibir la del otro, y cuando estuvo a punto de estrecharla, Jaejoong apareció.

—Estoy listo.

—Mucho gusto —Hyunjoong dijo en tanto se levantaba apresuradamente para alcanzar a Jaejoong quien ya estaba abriendo la puerta principal.

Heechul se cruzó de brazos poniendo mala cara y dejándose caer en el respaldo. —¿Qué tiene de especial un tipo como él? ¿Cómo es que puede lograr la atención de hombres que no son igual de desagradables que él? ¿Acaso las personalidades grises están de moda? Si es así, entonces yo, oh, hola, no los había visto —soltó al notar a las dos personas en el fondo de la habitación.

Kyeonghwa sonrió pasando un mechón de cabello detrás de su oreja. —Sí, pude ver el porqué —insinuó agitando su cabeza—. Nosotros también deberíamos irnos —le dijo a Yunho, poniéndole el reloj en su muñeca a la altura de sus ojos para que viera la hora.

Yunho se sobresaltó por el que considero, súbito movimiento. Despejó su mente y se puso de pie. Retirando la silla de ella cuando igualmente se levantó.

Luego de salir de la casa, caminaron hacia el automóvil que estaba estacionado en el pequeño empedrado. Detuvo la puerta del pasajero hasta que ella terminó de acomodar su vestido, y a continuación rodeó el vehículo para subir en el.

La puerta de la cochera se abrió en cuanto presionó el botón y comenzó a conducir en reversa. Al llegar a la calle pudo escuchar la risa de Jaejoong y la que se mezclaba con esta.

Giró el volante y ambos hombres estuvieron a la vista, sonriendo mientras descendían del carro rojo a la orilla de la banqueta.

—Es por esto que me urge un mecánico —Hyunjoong exclamó al alzar el cofre y asegurarlo con la varilla de soporte.

Las manos de Jaejoong fueron detrás de su espalda mientras examinaba la maquinaria, tratando de encontrar la avería aun cuando sus conocimientos en la materia eran casi nulos. —Y quizás ahora también una grúa.

Yunho se encontró frunciendo el ceño al observar la escena frente a él. La familiaridad y la manera con la que ellos se comportaban entre sí, era poco común en el Jaejoong que recordaba, el cual no difería mucho del presente.

Sin embargo, contemplándolo pudo comprender que aunque el actual Jaejoong difícilmente sonreía en su presencia, si lo hacía con otros, mas específicamente con su compañero de trabajo.

Sin pensarlo demasiado, su pie se deslizó suavemente en el acelerador, logrando aproximarse sin ser percibido por ninguno de ellos. Apagó el motor estado a un lado del automóvil varado y abandonó su propio carro.

—¿Necesitan ayuda? —inquirió, esquivando a Jaejoong y colocándose junto a Hyunjoong.

El hombre lo vio de pies a cabeza y luego regresó al motor que revisaba. —No enciende, creo que el problema…

La concentración de Jaejoong dejó de enfocarse en las palabras pronunciadas al sentir que la tela de su camiseta era estirada. Su mirada bajó justo a tiempo para percatarse de que la delgada mano que lo sostuvo ligeramente, era retirada para regresar dentro del automóvil, desde donde la dueña de esta lo observaba.

—No hemos tenido oportunidad de ser presentados formalmente, Shin Kyeonghwa, novia de Yunho.

Francamente, Jaejoong habría preferido mantenerse como desconocidos, el saber el nombre del otro sólo implicaba que cada vez que se toparan se tendrían que saludar. La mujer parecía ser del tipo insistente, algo que a él le desagradaba.

Con más cortesía que ganas, él asintió musitando su nombre antes de devolver su atención a lo que el otro par hacía.

El motor comenzó a resonar aunque no con mucha potencia y Yunho colocó el capó en su lugar, retirándose unos cuantos pasos.

—Gracias —Hyunjoong le dijo, asomándose por la ventanilla abierta—. Jaejoong sube, no estoy seguro de cuanto durara nuestra buena suerte.

Sin hablar, Jaejoong se apuró en entrar en el coche que con una rápida despedida por parte de Hyunjoong, condujo hacia el final de la cuadra dando vuelta a izquierda y desapareciendo de sus vistas.

—Oppa —Kyeonghwa lo llamó. Y a decir por la expresión de ella, no era la primera vez que lo hacía—. Perderemos la reservación.

—Sí, lo siento —Yunho se disculpó, sacudiéndose de su estado de ensoñación para ocupar el lado del conductor y retomar su camino hacia el restaurante.

Aceleró en cuanto tuvo la oportunidad, así que Kyeonghwa se relajó contra el respaldo, respirando profundamente y distrayéndose con las imágenes fugaces que observaba por la ventanilla ahora semi-abierta.

Yunho sabía que ella odiaba la velocidad, pero probablemente él seguía tan ensimismado en sus propios pensamientos que ese detalle no pasaba por su cabeza. Y el hecho de que el velocímetro continuara aumentando, la consternaba más.

Lo que le pareció ser una prometedora tarde juntos, empezó a lucir desalentador si lo único que obtendría sería la compañía de un cuerpo cuyo interés estaba en otra parte.

Fue demasiado evidente la desatención que él le mostró minutos atrás, las reacciones dejándole claro que prefería escuchar lo que demás conversaban que lo que ella pudiera decirle. Tal vez era un detalle que podría dejar pasar, sino fuera porque Yunho se perdió demasiadas veces en sus pensamientos.

En el pasado le habría reclamado su indiferencia, aunque ni siquiera recordaba que alguna vez tuviera que hacer eso. Yunho nunca había sido un hombre descortés, por lo que ser ignorada jamás fue un problema. Pero recientemente, eso era lo más común en él.

Si se suponía que estaban enmendando su relación, ¿por qué entonces sentía como si el esfuerzo fuera unilateral? Y lo más importante ¿por qué ella, siempre considerándose una mujer segura, comenzaba a desarrollar una especie de recelo por Jaejoong, el imán que le arrebataba la mirada de Yunho?

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En silencio, Jaejoong se mantenía moviendo el popote por toda la circunferencia del vaso de su frapuccino. Una espuma de color cada vez más beige, se formaba por la canela y crema batida que estaban incesablemente siendo mezcladas.

Un cortó suspiro escapó por sus labios y Hyunjoong supo que era hora de intervenir en su ánimo.

—Así que no sólo tienes amigos, sino que también son de utilidad y están dispuestos a ayudar.

—Jongpil y yo no somos exactamente amigos, sólo conocidos.

—Conocer un mecánico honrado es una gran ventaja —Hyunjoong farfulló golpeando su propia bebida con las yemas de los dedos—, más si este ofrece un descuento especial al conocido de su conocido.

Jaejoong rodó los ojos enderezándose en su silla. —Lo dejé vivir conmigo durante una época en la que él no podía pagar un lugar por sí mismo, supongo que se siente en deuda conmigo.

—¿Lo mismo ocurre con tu otro conocido, el que nos ayudó fuera de tu casa? ¿También se siente en deuda contigo?

—No —respondió, volviendo a remover su bebida.

—Ah, entonces únicamente estaba siendo amable, ahora yo soy el que se siente en deuda con él.

—Le diste las gracias, eso fue suficiente.

—Eso me recuerda que aún no te agradezco. Gracias.

Jaejoong, quien había conservado sus ojos fijos en el frapucciono, alzó la vista con curiosidad. —¿De qué?

—Por presentarme a tu conocido, hacer que su deuda contigo me beneficiara, por madrugar y acompañarme y por comprarme este café —Hyunjoong agregó la parte final al levantar su vaso.

—¿Quién dijo que yo pagaré tu café?

—Ya es tiempo de que contribuyas en algo, no es justo que sea siempre yo el que pague todo cuando salimos —le respondió a Jaejoong con un encogimiento de hombros.

—Tampoco es como si hubieras aceptado mi dinero en esas ocasiones.

—Tal vez quería dejar en deuda a mi conocido.

Jaejoong sonrió mientras mordía la punta de su popote. —Bien, estamos a mano —dijo poniéndose de pie—. Ahora será mejor que regrese a casa, tengo cosas que hacer antes de ir a trabajar.

—Sí, también yo. Presiento que si me descuido, acabaras ocupando mi lugar.

—Podría ser, nunca te confíes de nadie.

—Ni siquiera de tus conocidos.

El hombre refunfuñó y Hyunjoong abandonó su silla de un salto, pasándole un brazo por encima de los hombros. Y aunque sólo fuera un pequeño acercamiento, se alegró de que Jaejoong no rechazara el contacto. Sintiendo eso, como el primer paso más allá de ser simples conocidos.

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Yoochun abrió la puerta de su casa y le permitió el paso a Yunho, quien luego de quitarse los zapatos, se reunió con él en la sala-comedor-cocina de su casa. El espacio era pequeño, pero bastante acogedor y agradable, al igual que un hogar.

—Tienes suerte de encontrarme, estaba a punto de ir a la tintorería a llevar mis trajes y los de Hyeri.

Yunho inhaló el característico olor a té verde que siempre rodeaba a su amigo y que por su puesto siempre impregnaba su casa. —Siwon tiene razón, tu mujer te tiene comiendo de su mano.

—Siwon no sabe nada acerca de los matrimonios, él no es el indicado para hablar —Yoochun se defendió, pateando ligeramente los dos costales de tela en el piso para despejar el lugar donde se sentaría.

—Cierto, ninguno de los dos lo sabemos —Yunho expuso, dejándose caer en uno de los sillones.

Las piernas de Yoochun se doblaron hasta que su trasero tocó el suelo, luego las cruzó y se recargó en los bultos a su lado. —Bueno, tú estás más cerca que él, al menos te encuentras en una relación estable.

Yunho divagó por unos minutos, divirtiéndose por el hecho de que no importaba cuánto cambiaran sus vidas, el hombre frente a él nunca dejaba sus viejas costumbres. Luego, se fijó en el techo recién pintado, en el nuevo librero y finalmente en la pecera redonda que servía como maceta de una planta acuática en el centro del mueble.

—¿Remodelando? —preguntó.

Yoochun entrecerró los ojos y negó con la cabeza. Después siguió esperando a que el otro soltara cual fuera la razón por la que estaba allí. Indudablemente esta no parecía ser tan solo una visita de cortesía.

Revisando la hora en su celular, decidió apresurarlo para que esa inexistente plática no se prologara hasta el anochecer. —Oye, se supone que ya debería de estar en camino si es que quiero ayudar con la cena tal como se lo prometí a...

—Kyeonghwa y yo vamos a un ritmo diferente.

—¿A qué te refieres? —instó a Yunho a que continuara.

—Aunque yo quisiera tomarme las cosas con calma, parece que ella ya está lista para un siguiente nivel.

—Formalizar un compromiso.

Él asintió. —Hoy lo mencionó sutilmente, así que creo que no falta mucho para que tengamos esa charla sobre vestidos y smokings.

Yoochun estiró los brazos hacia el frente, juntando sus manos en un puño. —Es comprensible, ¿no? tienen meses de estar juntos. Has estado con ella más tiempo que con nadie que recuerde.

—Lo sé.      

—Pero aún no es suficiente.

Yunho notó que eso no fue una pregunta sino una afirmación, sin embargo no hizo nada por contradecirlo o rebatirle. —¿Cómo supiste que era el momento de casarte con Hyeri?

—Me di cuenta de que ella pasaba más tiempo en nuestro departamento que en el suyo. Estábamos desperdiciando el dinero al pagar una renta de más.

—Eso es todo, ¿reducir gastos?

Yoochun chasqueó la lengua y agitó su mano denotado indiferencia. —Sí, bueno, y todo lo demás, ya sabes, entender que es la persona para ti, etcétera etcétera.

Levantándose abruptamente, Yunho fue hacia el diminuto patio. No queriendo hablar más del tema, decidió cambiarlo. —Siempre me he preguntado por qué prefieres el suelo a la comodidad de un mueble —declaró, al tiempo que veía la extraña vegetación que cubría casi toda el área—. Tu esposa sí que se mantiene entretenida. —Sujetó la hoja puntiaguda de una de las plantas para después jalar y tocar las otras.

—¿Sabes que ella se dará cuenta si te metes con sus plantas? Mi mujer se toma en serio el maltrato vegetal —Yoochun advirtió detrás de él.

—Como todo botánico respetable —se burló, volteando y sacudiendo sus manos juntas antes de regresar al interior—. ¿Sabes con quien ha estado saliendo Siwon?

—No, hace un par de semanas que no hablo con él.

—Creo que tiene un nuevo amigo.

—¿No? ¿Siwon? —Yoochun colocó una mano sobre su pecho fingiéndose sorprendido—. Eso es tan extraño de él.

Yunho metió ambas manos en los bolsillos de su pantalón y levantó el mentón. —Yah, lo digo en serio.

—Pero nada es en serio tratándose de Siwon —le rebatió, tendiéndole uno de los dos costales con ropa que acababa de recoger. Más a fuerzas que de ganas, su amigo lo aceptó, y él lo escoltó hacia la puerta—. Ya deberías de saberlo. —Con su mano libre alineó sus zapatos y comenzó a ponérselos logrando que Yunho hiciera lo mismo.

—Él no acostumbra a guardarnos secretos.

Yoochun se estiró para tomar sus llaves de la repisa clavada en la pared y a continuación jaló el pestillo de la cerradura de la puerta. —Siempre hay una primera vez. Ya vendrá cuando quiera…

Las palabras se cortaron conforme los ojos de Siwon se ampliaban y su dedo índice se congelaba a centímetros del timbre.

La sonrisa de Yoochun brotó mientras Yunho asomaba su cabeza para conocer el motivo por el que el hombre detuvo su andar, al descubrirlo profirió: —Vaya, hablando del rey de Roma.

Siwon ladeó la cabeza tratando de comprender, pero antes de que tuviera tiempo de hacerlo, Yoochun puso en su mano el otro costal que él llevaba y lo giró tomándolo de los hombros, alentándolo a que caminara.

—Chicos, ¿hoy es el día de visita a tu amigo el olvidado, y alguien olvidó decírmelo? —preguntó pero nadie contesto, de cualquier manera no esperaba una respuesta—. Entonces, ya que insisten, pasemos el resto de la tarde juntos, nos aguardan muchas actividades hogareñas.

Yoochun oyó sus resoplidos pero no deparó en ellos, se adelantó para abrir la cajuela de su auto y los apresuró para que metieran la ropa allí.

Probablemente a su regreso, tendría que comprar comida para llevar, puesto que no había manera en que él fuera a cocinar para los nuevos agregados que sabía se quedarían a cenar. A Hyeri no le molestaría la compañía extra y a él le vendría bien el revivir por una noche, la vieja rutina de su época estudiantil.

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Yunho dio vuelta a una de sus copias engrapadas y continuó leyendo mientras se removía en el mullido y único sillón pegado a la pared, cuando escuchó que la puerta principal se cerraba y su compañero de vivienda regresaba del trabajo.

—Estoy empezando a preocuparme por ti.

—¿Por? —le preguntó, dejando las hojas sobre su regazo, prestándole completa atención.

Yoochun se encogió de hombros, aventando su mochila en un rincón para después sentarse en el piso. —Hace días que cada vez que salgo o entró por esa puerta, te encuentro ahí sentado.

—¿Y eso es malo?

—Sí. De tu parte sí —señaló—. ¿Qué pasó con Kwanghee?

Yunho resopló, echando su cabeza hacia atrás. —Estás tan atrasado en noticias. Hace cuatro meses que no estamos juntos.

Yoochun parpadeó un par de veces e intentó de recordar. —¿No es ese el nombre del enfermero?

—No. Y antes de que preguntes por él, ha pasado medio año desde la última vez que le hablé.

—¿Entonces con quién has estado saliendo?

—Hasta hace una semana, con Hyoncheol.

Un agudo silbido escapó por entre los labios de Yoochun, con su cabeza ladeada hacia su hombro derecho, se acomodó mejor en la dureza del suelo. —Sí que has estado muy activo este año. —Los hombros de Yunho se encogieron en tanto su cuerpo se deslizaba por el respaldo del sofá—. ¿Estás ocupando el puesto de casanova en la ausencia de Siwon?

Yunho resopló otra vez, presionando con dos dedos el puente de su nariz. —¿Qué hay de malo con que salga y conozca gente?

—Que uno no reemplaza al otro.

Una de sus cejas se arqueó, torciendo su cuello para mantener los ojos en la cara de su amigo. —¿Eso qué significa?

Yoochun suspiró, estirando sus piernas e inclinado la parte superior de su cuerpo, apoyándose con ambas palmas de sus manos. —Nunca has sabido estar solo, así que entiendo que después de que rompieras con este chico, ¿cómo es que se llama? ¿Jae, Jaesung?

Disgustado, Yunho se puso de pie, enrollando las hojas y sosteniéndolas con una de sus manos. —¿Qué hay con Jaejoong? Hace mucho que no lo veo y sinceramente no sé por qué tienes que meterlo en esta conversación a la que tampoco le veo razón.

—Aunque nunca lo conocí, sé que ibas tan enserio con él que fue muy sorpresivo su rompimiento —le dijo, siguiéndolo a la cocina.

—¿No tú mismo me dijiste que pusiera en orden mis prioridades? Pues bien, eso hice —Yunho declaró mientras buscaba dentro de la alacena algo para cenar. Una caja de té verde, azúcar y medio paquete de galletas, fue lo único que halló.

—Te aconsejé que adecuaras tus horarios, que atendieras tus estudios, no que terminaras con él.

—Me centré en mi carrera. ¿Sabes cuantas malas notas he obtenido desde que no estoy con él? Ninguna. Con él me distraía tanto que incluso uno de mis profesores me preguntó si me ocurría algo. Mi sueño siempre ha sido ser médico, y para ello necesito ocupar mi tiempo únicamente en eso —explicó, ahora examinando el refrigerador— ¿Por qué demonios no hay nada?

Yoochun ignoró la queja, cerrando la puerta del electrodoméstico que Yunho dejó abierta, y luego persiguiéndolo de regreso a la sala. —Creo que el salir con gente, como tú mencionaste, también implica tiempo, y es lo que has estado haciendo todos estos meses.

La cabeza de Yunho se sacudió de un lado a otro en tanto iba a su habitación en busca de su billetera y llaves. —No es lo mismo, ellos no ocupan todos mis pensamientos —habló un poco más fuerte para ser escuchado.

—¿Y cuando alguien los vuelva a ocupar, lo dejarás para pasar a otro?

—Cenemos fuera, esta casa sin Siwon se desmorona a pedazos —le propuso, emergiendo de su cuarto.

Yoochun sonrió poniéndole una mano sobre el hombro y encaminándolo a la puerta. —No estoy seguro de si estás haciendo lo correcto o no, pero acepto esa invitación. Dios sabe que muero de hambre.

—Chun-ah.

—¿Mmh?

—Eso no va a suceder. Por lo menos, no pronto.

[ Capítulo 12 ]