Como en casa: Capítulo 10

Pensamientos

Junsu mordía el meñique de su mano izquierda mientras observaba como con menosprecio, Heechul recorría las prendas de su armario, una y otra vez.

—¿Quieres lucir como un profesor moderno y sexy, como uno sofisticado e intelectual, como uno recatado y profesional o como uno rebelde y jovial?

—¿Cuál crees que me quedaría mejor?

Heechul acarició su mentón, inclinando su cabeza y trató de imaginar a Junsu con los distintos tipos de atuendos. —Depende de qué tipo de gente asistirá y qué clase de impresión quieras dejar, si fuera mi caso por ejemplo, optaría por elegantemente pecaminoso, pero dado que tú y yo no somos la misma persona.

Junsu asintió, releyendo la invitación que tenía en su otra mano, no decía nada acerca de la vestimenta. —¿Qué tal moderno, intelectual y profesional? —sugirió.

—Aburrido, de acuerdo. —Heechul revolvió de nuevo la ropa y sacó un pantalón de vestir gris, y una camisa de mangas largas color vino—. Esto servirá.

Los dedos de Junsu trataron de afianzarse rápidamente en torno de los ganchos y tela, que Heechul había empujado firmemente contra su pecho. —Gracias por ayudarme —dijo, acomodando la ropa al borde de su cama, a un lado de él—. En realidad pensé que si no dabas con algo adecuado, ese sería mi pretexto para no ir. Este año en especial, tengo menos ganas que nunca de asistir a una reunión de docentes.

—¿Quién las tendría? Sin afán de ofender pero, de que pueden hablar, ¿de clases y alumnos?

Junsu frunció el ceño, ¿por qué toda la gente creía que sólo de eso hablaban? Ojala fuera así, al menos él tendría algo que contar. —Por lo general de viajes o reuniones con gente importante. Y como yo no hago ninguna de las dos cosas, me dedicó a escuchar.

Heechul hizo un gesto de asco, atravesando la habitación calmadamente. —¿Entonces cuál es la razón para que vayas? ¿Es una obligación?

—Casi. Ya de por si me tachan del ermitaño, si me resisto a convivir incluso en eventos como este, no me sorprendería que para el próximo ciclo escolar decidieran contratar a alguien más social.

Asintiendo, Heechul tomó un peine de la cómoda y comenzó a pasarlo por su cabello, regresando al armario para observarse en el espejo adherido al costado de este. —Odio las relaciones convenencieras. Pero son tan necesarias.

—Había pensado en llevar a alguien conmigo, pero creo que de nuevo iré solo. Y es tan incómodo ser de la gran minoría que va sin pareja.

—Definitivamente tienes que ir acompañado —habló, sacudiendo su cabeza.

—Pero, ¿a quién llevo? ¿a Yunho?

Los brazos de Heechul se cruzaron al tiempo que soltaba una suave risa que sonó más como un resoplido. —Creí que al menos por cortesía me lo pedirías a mí, digo, estoy aquí, delante de ti. —Ante la apariencia apenada de Junsu, cabizbajo y rascando su frente, agregó—: De cualquier forma te hubiera rechazado, detesto las reuniones de trabajo. Y respecto a Yunho, es una muy buena opción, para cualquiera, pero la posibilidad es nula, teniendo en cuenta que desde su reconciliación con Kyeonghwa, él se la pasa pegado a ella. Así que yo asumiré la responsabilidad de conseguirte pareja.

—Pero…

Él lo interrumpió sentándose a su lado, pasando un brazo por encima de sus hombros. —Tengo en mente al hombre idóneo —indicó estirando su otro brazo hacia al frente, trazando con la palma de su mano una línea invisible—. Considérame tu hado madrino.

—Querrás decir, hado padrino.

—Lo que sea. Eso seré y me lo agradecerás.

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Siwon ajustó la distancia entre sus pies, vio la bola en el suelo unos segundos, para luego brevemente echar un vistazo hacia la meta. Se giró un poco hacia la derecha y con el bastón en sus manos, la golpeó suavemente, enviándola al otro lado de la habitación, logrando esquivar todos los obstáculos.

En la pared contraria, la taza de porcelana se movió un poco cuando la pelota tocó su fondo.

—¡Sí! —Siwon profirió, yendo a sacar la pelota para volver a colocarla en su anterior posición.

—¿Es así como pasas tu día?

Siwon se estremeció en su lugar, por un instante la profunda voz lo había confundido pero su cerebro lo hizo reaccionar a tiempo, antes de formular una creíble excusa. —Imbécil. ¿Qué es tan divertido para ti, que siempre tratas de imitar a mi padre?

—Tu reacción —Yunho contestó, cerrando suavemente la puerta luego de entrar—. Y que él me autorizó a ocupar su lugar cuando notara algo fuera de lo común en tus horas de servicio.

—¿Qué soy? ¿Un niño? —Siwon rebatió, rodando los ojos—. ¿Qué clase de profesional sería yo, si necesitara que alguien estuviera supervisando que hiciera mi trabajo? Tú dedícate a lo tuyo y déjame a mí en lo mío.

—Claro, yo tranquilamente regresaré a mi consultorio sabiendo que tú estás utilizando un viejo bastón y una pelota anti-stress para jugar golf en un improvisado campo formado con un cesto de basura, una silla y la taza que te regalé el mes pasado. Lo cual me hace comprender lo que para ti significan mis obsequios.

—¿Pero cuál es el problema? Le estoy dando un buen uso. Tendrías razón de enojarte si la tuviera arrumbada o peor aún, si se la hubiera dado a alguien más sólo porque no me gustó su color —Siwon dijo, dando otro golpe a la pelota, consiguiendo que esta volviera a entrar en la taza—. Por supuesto, yo no soy ese tipo de persona, como tú comprenderás.

Yunho resopló, sentándose en la silla en medio del consultorio, colocando sus pies encima de las llantas para no estorbar los tiros de Siwon. —No me gusta que las cosas sean totalmente blancas. Además, ya tenía dos tazas más, que tampoco utilizo.

—Entonces si me das lo que no ocupas, ni quieres, que te tenga sin cuidado el uso que le doy.

—Hoy estás muy cascarrabias, ¿qué pasó con la etapa de júbilo por la que estabas atravesando?

—Y tú dime, ¿cómo es que lograste que Kyeonghwa te soltara la correa? —Siwon ensanchó sus ojos y después abrió la boca dos segundos antes de decir—: ¡Yah! ¡Arruinaste mi jugada!

Yunho aplastó la pelota con la punta de su zapato para luego doblarse hacia adelante, hasta tomarla con su mano. La había detenido justo cuando esta paso por debajo de su pie derecho. —¿Estás llamándome perro? —recriminó, apachurrando constantemente la bola en su mano.

—Era una broma. ¿Desde cuándo tomas en serio lo que digo? —dijo tratando de recuperar la pelota.

—No le veo la gracia y tampoco creo que merezca ser insultado cuando yo no lo hago contigo.

Siwon sacudió su cabeza y pateó la punta de bastón, provocando que este oscilara un poco. —Rayos, no seas susceptible. Está bien, discúlpame por decir eso, no fue mi intención ofenderte.

—Conmovedora tu disculpa. Aceptada —Yunho dijo, girándose en la silla, después de regresarle la pelota—. ¿Cómo es que nunca tienes pacientes?

—Es que soy tan bueno en mi trabajo, que los mantengo saludablemente alejados de mí.

—Oh —Yunho mencionó con simpleza, para luego cambiar de tema—. Vine a pedirte un favor.

—¿Cuál?

—Pretende que este fin de semana tú y yo tenemos algo que hacer.

—Cariño, si querías pedirme una cita, no tenías por qué ser tan reservado. Nos conocemos lo suficiente como para dejar la timidez a un lado —soltó, sentándose en el borde de su escritorio. Colocando a un lado el bastón y la pelota anti-estrés—. A decir verdad, ya te habías tardado en caer ante mis encantos.

—¿Es así como le hablas a tus conquistas? Me sorprende que siquiera te hagan caso.

—No subestimes mis tácticas de seducción, doctor Jung.

Yunho entornó sus ojos, levantándose de la silla sólo para voltearla y volver a sentarse en ella. Recargando sus brazos en la parte superior del respaldo. —La familia de Kyeonghwa tendrá una reunión en su casa, y le dije a ella que no podré ir porque ya tenía planes contigo.

—¿Y tú no quieres ir por…?

—Por…que no tengo ganas —Yunho contestó, arrastrando las palabras.

—¿Y por qué sencillamente no le dices eso?

—Ella insistiría y me es difícil negarme a alguien que insiste.

Entonces Siwon asintió, borrando toda pizca de burla de su rostro. —¿Por qué regresaste con ella, Yunho? ¿Para qué si las cosas iban a ser igual que antes?

Yunho frunció el ceño, mirándolo fijamente. —Estoy intentado que esta vez sea distinto.

—¿Evadiéndola y mintiendo?

—Te pedí un favor, no un sermón.

—Lo haré, pero no dejaré de decirte lo que pienso, si tengo que soportar cuando tú lo haces conmigo, también tú tendrás que aguantar lo que yo te diga.

—Lo justo es lo justo.

Siwon sonrió, cruzando sus tobillos y relajando su postura. Su sermoneo había terminado. —Ahora dime, ¿cuál será el itinerario para nuestro tórrido fin semana?

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Heechul se dio un último vistazo en el espejo de su tocador y salió de su recámara, cerrando la puerta tras de sí. Revisó la hora en su celular, calculando que era el momento perfecto para hacer su buena obra del día.

Desde el extremo contrario del pasillo, pudo notar que la habitación de Changmin estaba abierta, lo que significaba que él no estaba adentro.

Se acercó a la barandilla de las escaleras, alegrándose de encontrarlo sentado en uno de los sillones, puesto que no tenía deseos de buscarlo por toda la casa.

—¿No tienes nada que hacer para mañana, verdad?

Changmin cambió su vista de la revista en sus manos al rostro de Heechul, ahora de pie a un costado del sofá. —No hasta pasada la madrugada cuando mi almohada y yo tengamos nuestra habitual cita nocturna.

Heechul frunció la nariz, deslizándose por el brazo del sillón hasta sentarse en la orilla de este. —No quiero saber —dijo, viendo como Changmin sonreía y tomaba de su taza para después depositarla en la mesa del café frente a él—. Hay una reunión casual a la que un alma desesperada necesita que le acompañes —expuso sin más.

Changmin cerró la revista, manteniendo un dedo dentro para no perder la hoja en la que iba. —¿Quién? —cuestionó, siguiendo con su ojos el dedo índice de Heechul, que apuntaba hacia el segundo piso. Al comprender de la persona que se trataba, rodó los ojos, retomando su lectura—. ¿Él te dijo que vinieras a pedírmelo?

Heechul cruzó sus piernas mientras masajeaba su cuello y movía la cabeza en círculos. Hacer el bien siempre lo estresaba. —No precisamente, pero es obvio que te necesita a ti.

—No lo creo, últimamente me evade tanto como yo lo evado a él.

—Eso es porque es tímido —murmuró, juntando sus labios en una línea cuando Changmin volteó a verlo arqueando una ceja—. Está bien, es porque es estúpido y no se da cuenta de lo que deja ir contigo. Pero eso no quiere decir que eventualmente no lo hará y quien sabe, mañana podría ser ese eventualmente.

Changmin lo pensó seriamente y luego de lo que pareció una eternidad mencionó: —¿Debería ir buscando que ponerme?

Finalmente Heechul respiró con facilidad, aflojando también sus labios para formar una media sonrisa. —Si yo fuera tú ya lo estaría haciendo.

Las hojas de la revista se agitaron cuando Changmin la dejó caer en el espacio que acaba de desocupar en el sofá. Con pasos lentos rodeó el mueble dirigiéndose a las escaleras. —No toques mi jugo de manzana —advirtió, ya subiendo los peldaños.

—No —Heechul declaró, a pesar de que se inclinó para tomar la taza y llevarla a su boca, inmediatamente bebiendo el contenido que aún quedaba en ella—. ¡Yah! ¡Esto no es jugo!

Pisoteando, siguió el mismo camino hasta estar de nuevo en su cuarto en busca de su enjuague bucal para aminorar la sensación amarga que la cerveza le había dejado.

Quizás debería de renunciar a hacer del celestino, era evidente que ni siquiera le dejaba un buen sabor de boca.

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Jaejoong roció por segunda vez con limpiador multiuso, la superficie de la pequeña mesa redonda y la frotó en semicírculos con su franela gris. Una y otra vez la pasó por el mismo lugar, como si tratara de darle brillo, algo inútil con lo que estaba usando.

Sus ojos estaban centrados en la superficie cubierta de fórmica, pero su mente divagaba en sus recuerdos. Para su molestia, Yunho ocupaba la mayor parte de ellos.

—Tierra llamando a Jaejoong —Hyunjoong le dijo, luego de tronar dos dedos frente a su cara.

Jaejoong salió de su trance, sorprendiéndose al encontrar a Hyunjoong de pie, frente a él. —¿Qué dijiste?

—¿Te ocurre algo?

—No —Jaejoong negó, yendo a la siguiente mesa por limpiar.

Hyunjoong ladeó su cabeza, examinando su rostro, notoriamente no convencido de su respuesta. —Tienes algún problema —concluyó.

Jaejoong soltó un suspiro semejante a una corta risa. —No.

Los hombros de Hyunjoong subieron unos cuantos centímetros y volvieron a bajar, después él se acercó al otro y murmuró: —Hoy tendré una cita con el supervisor. Creo que probablemente se trata sobre Johnny.

Disimuladamente, su pulgar señaló hacia atrás, al sitio donde el hombre en cuestión se encontraba detrás de la barra, moviendo su cabeza al ritmo —de lo que Jaejoong supuso— de la canción que escuchaba a través de sus enormes audífonos de diadema que lo asimilaban a un locutor de radio.

—Es casi seguro que él se marche, lo oí conversando con los chicos y mencionó algo de un nuevo empleo. Así que si el señor Ahn me pide un nombre, voy a recomendarte.

Jaejoong agitó su cabeza de manera negativa. —No es necesario. —A él no le gustaba deberle favores a nadie.

—Voy hacerlo, en primera porque es lo correcto y adecuado, no quiero tener a un novato al que capacitar por completo, y en segunda, porque ese puesto debió ser tuyo desde el comienzo —afirmó Hyunjoong, viendo al hombre a su lado, encogerse de hombros—. Y si esto sale tal como imagino, la próxima semana tendrás que invitarme a comer para celebrar.

Una sonrisa apareció en las facciones de Jaejoong ante la mención de la salida. —¿No se supone que debería ser al revés?

—No, porque al ser yo tu superior, te conviene más que dejes una buena impresión en mí, así que estoy dándote la oportunidad para ello.

Entonces la sonrisa se amplió en su rostro mientras daba una última pasada del trapo en la mesa y se movía hacia otra. —Bien, ya veremos, antes tiene que suceder ese algo por el cual celebrar.

Hyunjoong le puso una de sus manos en el hombro y dijo: —Confía en mí, lo habrá.

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Junsu resbaló al bajar del taxi, evitando caerse al sujetarse de la puerta del vehículo. Changmin lo miró de reojo, riendo por lo bajo mientras le pagaba al conductor.

—¿Por qué tu cuerpo tiene esa extraña atracción por el suelo, parece que siempre quiere estarlo besando?

—No sé, pero te aseguro que no es con mi consentimiento, actúa por cuenta propia —Junsu declaró, pasando sus manos por los costados de su pantalón. Las palmas de sus manos de pronto empezaron a picarle.

—¿Estas nervioso?

—Un poco.

—¿Por esta reunión casual? —Changmin realmente no sabía a qué se enfrentarían en cuanto entraran al restaurante. No pudiendo preguntar cuando de por si fue un poco incómodo el presentarse unas horas antes en la habitación de Junsu y decirle que él sería su acompañante.

Viniendo la propuesta de Heechul, no le extrañaba que no le hubiera mencionado toda la verdad, que las cosas se hubieran dicho conforme a su beneficio. Había supuesto que el plan de invitarlo provenía sólo de él, pero esperaba que al menos Junsu para esas alturas ya lo supiera y por qué no, que tuviera deseos de que así fuera. Y aunque este al verlo lució sorprendido, tuvo la decencia de sonreír y decirle: estaré listo en un segundo.

Si lo hubiera rechazado, habría sido totalmente merecido por no ser capaz de sobreponerse de su absurda ilusión por él. Un escarmiento para su orgullo que aún tenía espacio para ser pisoteado.

Pero sus pensamientos se difumaron minutos después, cuando tuvo una completa visión de la ajustada ropa de Junsu y la estela de fresca colonia que dejaba por el camino mientras bajaban las escaleras, se coló por sus fosas nasales.

Junsu era su perdición, y Changmin lo sabía.

—Sí, no, siempre que asisto a eventos como este, tengo una sensación de vacío en la boca del estómago —Junsu confesó, otra vez restregando las manos en sus muslos.

—Yo a eso le llamo hambre —Changmin bromeó.

Junsu ignoró el comentario al tiempo que buscaba la invitación guardada en alguna parte de su ropa, misma que encontró doblada y un tanto arrugada, en su bolsillo trasero. —Es como el presentimiento de que algo saldrá mal.

—¿Como que tropezarás con el camarero y te convertirás en el centro de atención de todos?

—Lo que sucede en mi imaginación es mucho peor —Junsu alzó su mano deteniendo lo que Changmin pretendiera decir—. No, no te diré que.

Changmin resopló, cambiando su expresión en cuanto el hombre fuera del restaurante les solicitó la invitación antes de permitirles el paso.

—Por cierto, gracias por venir conmigo.

—No hay problema, además le debía un favor a Heechul hyung —dijo recordando el trabajo como modelo artístico que hacía unos meses le había conseguido, que a pesar de haber sido vergonzoso para él, el dinero que obtuvo fue una muy buena gratificación para su pudor.

—Aun así, gracias.

Changmin asintió, dándole una palmada en su espalda. —Como dije, no hay problema.

El bullicio en el salón los recibió en el instante en que pusieron un pie dentro. Las mesas abarrotadas de sillas vacías y personas desperdigadas, le recordaron a Junsu el porqué de la reunión. Convivir y relacionarse con los demás.

Volteó a su derecha, donde Changmin estaba, le mostró un atisbo de sonrisa y dijo: —Busquemos donde sentarnos y pasar desapercibidos hasta que sea hora de irnos.

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Siwon vacío sus bolsillos dejando las cosas encima del estante pegado a la pared aledaña a la puerta, escuchó el sonido de fricción en el piso y de inmediato se viró hacia Heechul.

—Tus zapatos.

—¿Qué? —Heechul preguntó, mirando a sus pies—. Oh, lo siento —agregó, desamarrando las agujetas y quitándoselos para ponerlos a un lado de los de Siwon—. Es la costumbre, en casa nunca lo hacemos.

—Sí, ustedes tienen muy malas costumbres.

Heechul se encogió de hombros yendo directo al sillón, dejándose caer en este.

Estar en el departamento de Siwon siempre era relajante. Un lugar sin una mota de polvo, minimalista y tan silencioso que hasta el más ligero movimiento podía ser ruidoso para sus oídos. Por eso mismo, aunque no lo vio acercarse, supo a la perfección que Siwon estaba a punto de sentarse junto a él.

—Es maravilloso tener un espacio para ti mismo. Sin gritos, malas caras ni un tacaño casero.

—Cuando quieras puedes venir.

Heechul sonrió subiendo uno de sus pies en el sofá, atrayendo la rodilla hacia sí para apoyar su mentón en ella. —Cuidado con lo que ofreces, podría tomarte la palabra tan en serio que después no podrás sacarme de aquí.

—No me importaría —sugirió, reduciendo de apoco la distancia entre ellos—. Especialmente si estás en mi habitación.

—Aja, detén ahora mismo esos pensamientos lascivos, chico mañoso. Yo me refería a venir aquí solamente a obtener un poco de paz y silencio.

—Oh déjame, un hombre tiene derecho a soñar —Siwon se quejó, apoyándose en el respaldo y tapándose los ojos con ambos brazos.

Heechul lo observó un segundo, a continuación movió sus piernas hasta quedar sentado sobre el regazo de él, descansando una rodilla a cada lado suyo. —Bien, la próxima vez trataré de no cortarte tan rápido las alas —habló entrelazando sus manos por detrás de la cabeza de Siwon, al igual que él lo hacía en su espalda baja, juntándolos más.

—Eso suena mejor —Siwon indicó, antes de reunir su boca con la otra, deteniendo las caricias de sus labios para pegar sus frentes—. Mucho mejor.

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A mediados de su estancia en el restaurante, Junsu casi podía declararse victorioso al evadir cada una de las pláticas tediosas con las que evento tras evento tenía que lidiar.

Ir con Changmin resultó ser la mejor opción que Heechul pudo haber tomado por él. Acudir con compañía, era como poseer una barda de seguridad que les impedía acercársele. El perfecto repelente que lo mantenía animado y lo salvaguardaba.

Fue una lástima que el gusto no se prolongó hasta que se marcharon.

Cuando uno de los pocos profesores que parecía estar dándose el tiempo de saludar a cada uno de los presentes, se les aproximó, Junsu no supo por qué pero de pronto se sintió nervioso.

—Shim Changmin-ssi —había sido lo primero que dijo el hombre, en lugar de nombrarlo a él—. Que sorpresa verlo por aquí.

Changmin sonrió tímidamente y se inclinó hacia él, y Junsu se limitó a obsérvalos en total perplejidad hasta que el hombre por fin le dirigió su atención.

—¿También es alumno suyo, Kim-ssi?

Un incómodo silencio se prolongó más de lo debido, uno en el que Junsu se sintió sumamente examinado por los dos pares de ojos. Su boca se abrió pero ningún sonido salió de ella.

—No, somos sólo amigos —Changmin aclaró por él.

—Oh, ya veo. Bueno, solo pasé a saludar, mi esposa me espera así que debo irme.

Ambos asintieron hacia él y en cuanto el profesor se retiró, Junsu creyó que junto con él, se fue su buen humor.

La mención de que Changmin fuera su alumno no implicaba nada malo en sí, pero para él, era sólo la confirmación de lo que aparentaban.

Ahora que iban en el taxi rumbo a la casa, su mente no dejaba de analizar lo que ya desde hace tiempo pensaba.

Changmin intentó en varias ocasiones comenzar una conversación, pero le fue imposible al obtener respuestas monosílabas de Junsu, y él no se explicaba que era lo que pasaba si bajo su perspectiva, todo había salido bien.

Junsu descendió del automóvil luego de pagarle al conductor y espero a que Changmin abriera el portón para entrar.

Las luces de las casa estaban encendidas pero nadie se encontraba en la planta baja. Junsu fue hacia la cocina y jaló la puerta de la alacena, desacomodando cuatro de las tablillas que la conformaban.

Olvidándose de sacar lo que buscaba, empezó a acomodar delgadas tablas.

—Fue entretenido salir contigo, deberíamos hacerlo más seguido y… —Changmin dijo, deteniéndose al notar que Junsu se mostraba más concentrado en el rearmado de la puerta, que en lo que le estaba diciendo.

Con tres de sus dedos, lo sujetó por la barbilla, virando su cara para con él. Obligándolo a que le prestara atención. —Ya te he dicho que me gustas y no sé, tal vez si lo intentamos podría…

—Tú también a mí, me gustas, en verdad, sería tonto negarlo a estas alturas con todo lo que pasado entre nosotros —Junsu respondió sin titubeos, distinguiendo que Changmin no se molestó porque lo había interrumpido sino que una sonrisa curveaba sus labios. Con un gran nerviosismo continuó—: Pero sinceramente lo nuestro no puede avanzar más allá de lo que ya tenemos ahora. Sé que te he mandado señales distintas a lo que estoy diciéndote en este momento, pero yo busco a alguien en quien apoyarme alguien con quien ir a la par, alguien…

Esta vez fue el turno de Changmin para frenar sus palabras. —¿Qué insinúas? ¿Que en lugar de ser alguien útil para ti, sólo seré un estorbo?

Junsu negó con su cabeza rápidamente. —No, no me refiero a eso, pero tú y yo estamos en distintas etapas, tú aún estudias y yo…

—Ah ya veo, así que esto se resume a una “posición social” —volvió a cortarlo, doblando sus dedos para denotar lo que decía—, quieres un pez gordo que te ofrezca algo y no a un estudiante muerto de hambre como yo.

—Tú no eres un muerto de hambre.

El semblante de Changmin se endureció sin apartar su mirada de la cara del otro. —Pero no soy ese alguien importante con cierto status que tanto buscas. —Junsu pareció estar dispuesto a responder pero él no le dio la oportunidad de hacerlo. Se cuadró de hombros comenzando a caminar hacia atrás—. Habría sido más fácil para ambos que me dijeras esto desde un principio, pero es bueno saberlo al fin. —Preparándose para dar media vuelta sobre sus talones, pronunció por encima de su hombro—: Gracias por la cena gratis, hyung. —Luego se desplazó hacia las escaleras y se perdió de vista.

Junsu soltó un profundo suspiro, depositando las tablillas que todavía traía en sus manos, en la superficie de formica, creyendo que en ese instante era más necesario sacar los utensilios y prepararse un té, que reconstruir cualquier viejo mueble.

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Para Yunho, el fin de semana pasaba lento y falto de emoción. Arrinconado en su habitación o en el sillón individual de la sala, es lo que había hecho en las últimas horas.

La verdad era que no estaba acostumbrado a quedarse en casa, él siempre tenía con quien y a donde ir. Pero con Siwon desaparecido e imposible de contactar en sabrá Dios donde, sus posibilidades de hacer algo distinto a vegetar, eran cero.

Yunho no deseaba tener esa necesidad de esconderse de Kyeonghwa, de hecho se rehusaba a aceptar que precisamente era eso lo que estaba haciendo. Su raciocinio le decía que sólo estaba rehuyendo de los eventos familiares, no en específico de ella.

Pero también sabía que estaba ocultando la razón del porqué hacia eso.

Kyeonghwa esperaba algo de su parte, y él no estaba preparado para ello. A veces cuando se quedaban en silencio, Yunho temía que el tema surgiera. Y eso no estaba bien, al estar con ella no debía sentirse de esa manera.

Y luego estaba lo que Jaejoong provocaba en él. Esa fascinación que atraía su mirada a donde quiera que él estuviera.

Yunho se perdía en sus pensamientos hasta cuando Jaejoong pasaba a su alrededor. Trataba de que su sobre-atención fuera desapercibida, pero seguramente no sucedía así.

Estaba seguro de que fue descubierto por él en un par de ocasiones, y aunque intentó fingir que fue simple coincidencia el que sus miradas se cruzaran, Jaejoong no era tonto y era cuestión de tiempo el que ellos tuvieran una discusión por lo mismo.

Era obvio que para Jaejoong, Yunho no era una persona merecedora de su simpatía.

Pero es que él sencillamente no podía evitarlo.

Tal vez lo que ocupaba era meditación. Un momento para olvidar lo que era correcto y lo que no debería de hacer. Y que mejor lugar para ello, que el columpio del jardín.

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Jaejoong arrojó su último par de calcetines en la cesta con ropa que acababa de descolgar. Utilizó una mano para cubrir sus ojos, evitando que el sol los lastimara cuando volteó hacia el cielo. Con su antebrazo, limpió la ligera capa de sudor sobre su frente y luego reafirmó el agarre en el canasto de plástico, dirigiéndose a la puerta trasera de la casa.

Ocupado en controlar que ninguna de sus prendas cayera al pasto, no se preocupó por los escalones que debía subir, ni mucho menos cuan cerca estaba de ellos.

La punta de sus pies desnudos topó con el primero y lo siguiente que supo fue que estaba tirado boca abajo y que aún sujetaba el canasto con su ropa a unos centímetros de su cabeza.

—Estúpido —se dijo a sí mismo al levantarse, revisando la parte de sus piernas que su bermuda de mezclilla dejaba al descubierto.

Una de sus rodillas estaba raspada y totalmente blanca. Su tórax dolía al igual que sus codos, sin embargo no podía evitar el reírse por su descuido.

—¿Estás bien?

Jaejoong alzó su vista hacia Yunho, quien con expresión indefinida lo observaba desde el marco de la puerta.

—Estás sangrando.

Declaró y Jaejoong se miró hacia donde él apuntaba con su dedo. Una tenue línea roja resbalaba por su pantorrilla. —No es nada —respondió, agachándose para recoger la cesta que había dejado en la cima del escalón antes de ponerse de pie, e ignoró el ardor que causó el movimiento.

—Yo podría…

—No —dijo, intentando pasarlo pero Yunho lo retuvo poniendo una mano en su hombro.

—Pero debes desinfectar…

—¿Por qué te interesa? —Jaejoong espetó, sacudiéndose del agarre—. ¿Por qué no captas la idea de que no quiero tener tratos contigo?

Yunho parpadeó al percatarse de que a medida que Jaejoong hablaba, inconscientemente retrocedía hasta que su espalda chocó contra la pared. Y de pronto se sentía acorralado.

—Me molesta que me hables más de lo necesario, y hasta que te fijes en mí. Que finjas que te importo y que estamos en los mejores términos. Que te me acerques —Jaejoong aludió, a pesar de ser él quien reducía la distancia entre ambos—, y que aunque te rechace una y otra vez, tú vuelvas a acercarte, comportándote como si nada hubiera pasado. Eso es lo que más me fastidia de ti. En realidad no hay nada que no me desagrade de ti.

Yunho asintió, comprendiendo a lo que Jaejoong se refería. Dispuesto a retirarse, movió su pie derecho para dar media vuelta pero antes de que lograra hacerlo, fue inmovilizado por el cuello y su boca atrapada en un beso.

La lengua y labios de Jaejoong rozaban a los suyos, por lo que intuyó que al menos eso era algo que no le incomodaba de él.

El destello del porqué debía apartarse, desapareció tan rápido como surgió, así que Yunho únicamente cerró sus ojos, y se dejó envolver por el momento.

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Yunho ajustó el tirante de su mochila que atravesaba su torso mientras agitaba su otra mano cerca de su rostro para así refrescarse un poco. Estando casi en verano, él preferiría estar dentro de cualquier espacio que contara con aire acondicionado, y no a en la intemperie donde el clima estaba espantosamente caliente. El problema es que tenía una cita y no quería faltar a ella. Si tan sólo esta se diera prisa.

A punto de rendirse y llamarle para cancelar, lo vio salir del estacionamiento de la universidad, platicando con dos amigos más, de quienes se despidió antes de seguir su camino hacia él.

—¿Llevas mucho esperando?

Yunho sonrió negando con la cabeza, ayudándole a guardar los libros en su mochila. —¿Cómo estuvieron tus clases?

El chico suspiró con cansancio, sacudiendo el polvo inexistente en su pantalón blanco. —Horribles, ¿cómo es que soportaste al profesor Yoon en psicología? Estuve a punto de dormirme a mitad de su clase.

—Fácil, muchos líquidos, si me entretenía bebiendo aunque fuera agua, evitaba que cerrara los ojos.

—Ah, eso no funcionará conmigo, mi vejiga no es muy tolerante y podría tener algún accidente en mi ropa.

—Gracias por la imagen.

—¿Qué? Deberías estar acostumbrado a oír cosas peores. En nuestra profesión hay que perderle el asco a todo.

—¿Pero hay necesidad de hablar de vejigas entre nosotros?

—Está bien ya no lo haré, delicado.

Yunho sonrió, rodeándole los hombros con uno de sus brazos. El beneficio de salir con alguien que estudiaba en su misma facultad era eso, la facilidad para reunirse dado que la mayoría del tiempo, sus estudios y horarios compaginaban.

Estando con él, Yunho no sufría de distracciones en clase, sus calificaciones habían aumentado y su vida volvía a girar en torno a su propio futuro.

Cuatro meses atrás, en lugar de enfocarse en sus libros, se mantenía al pendiente de su celular y por lo mismo, las llamadas de atención de sus profesores eran constantes. En ese entonces, Yunho había tenido muchos pensamientos dentro de su cabeza y casi todos ellos eran respecto a una sola persona.

Ahora la situación era distinta, el recuerdo de Jaejoong sólo llegaba a su mente cuando lo veía en los alrededores. Lo que no era muy usual desde que este dejó de trabajar fuera de la cafetería.

Generalmente llegaba a encontrárselo a las afueras del hospital aledaño a la universidad. Como en ese mismo instante ocurría.

Apoyándose con una mano en el muro de piedra, Jaejoong mantenía su cabeza gacha, sujetándose con la otra mano la espalda baja. Parte de su pelo le cubría la mitad de su cara, pero no existía manera en que Yunho no pudiera reconocerlo.

Sin reflexionarlo, desistió el atravesar la calle como siempre lo hacía, para continuar su camino por la misma banqueta hasta llegar a él. A su lado, con las yemas de sus dedos tocó su brazo y preguntó: —¿Estás bien?

Un breve sobresalto sacudió el cuerpo de Jaejoong, haciéndole abrir los ojos y dirigirlos hacia Yunho. Su expresión se tornó más seria en cuanto el hombre que lo acompañaba los alcanzó.

Yunho colocó una mano en su hombro para recobrar su atención. —Te duele…

—No es tu asunto —cortó Jaejoong, moviéndose para quitarse la mano de encima y sin más, entrar en el hospital.

—Qué persona tan maleducada —Yunho le escuchó decir al hombre junto a él, pero su concentración estaba plenamente en Jaejoong, hasta que este se perdió de vista entre las decenas de personas que circulaban por ahí—. ¿Nos vamos?

—Sí —dijo y de inmediato su mano fue tomada para instalarlo a caminar.

Ellos retomaron la conversación mientras que el deseo por regresar e ir tras Jaejoong prevalecía, a duras penas permitiéndole contestar con frases que sonaban casi mecánicas, a sabiendas de que en un par de horas ni siquiera recordaría el tema del que hablaban.

Preocupado o no por Jaejoong, lo correcto era seguir con el curso natural de las cosas. Tenía razón, los asuntos de él no eran más de su incumbencia.

Desafortunadamente, algo en su interior no opinaba lo mismo.

[ Capítulo 11 ]