Si quieres
decirle a la gente la verdad, sé divertido o te matarán.
Billy Wilder
—¡¿Entonces
resumiendo, lo que acabas de decirme es que fui una especie de carnada?!
Él
dijo antes de que apretara la ropa de Junsu en un rápido agarre, sus nudillos
blancos daban muestra de cuan duro este era. Y aunque sacudió el brazo que yo
le sostenía, me aferre más a él negándome a la más mínima posibilidad de lo que
ocurriría si yo lo llegaba a soltar.
—Lo
siento Yunho pero solo quise decirte la verdad.
—¡No!
—Con las palabras de Junsu, se movió hacia delante haciendo que el retenerlo se
me dificultara cada vez más, tanto que incluso los dedos de mis pies intentaban
afianzarse al piso para hacer contra peso impidiendo que él pudiera lastimarlo—.
¡No lo haga! ¡Espere un momento! —le suplique.
—¡Par
de malditos bastardos, ¿qué creen que soy? ¿un jodido imbécil al que pueden
utilizar cuando les plazca?! —grito sin apartar su mirada de Junsu—. ¡Lárgate
de aquí, luego me encargare de arreglar cuentas contigo! —Como si la
resistencia que yo oponía fuera insignificante, él se deshizo de mi en un
milisegundo a lo que yo velozmente respondí volviéndomele a enganchar.
—¡Por
favor! ¡No sé por qué este tan molesto pero ¿no podríamos intentar resolverlo
con palabras?!
—¡¿No
te dije que te fueras de aquí?! ¡¿Por qué infiernos sigues entremetiéndote?!
Teniendo
claro que con seguir sujetándolo no lo detendría, opte por usar mi cuerpo como
barrera entre Junsu y él.
—¡¿No
puede por una vez en su vida hablar como lo hace toda la gente? ¿Por qué
siempre tiene que comportarse como un cavernícola?! —Sí, estaba más que
comprobado que el miedo desataba mis estúpidas agallas.
—Jae,
yo tengo la culpa de todo y Yunho tiene razón para estar molesto.
Junsu
susurro detrás de mí, sin embargo yo no le preste atención y seguí —Quise
pensar que usted era algo más que un mafioso y que en alguna parte de su cabeza
su razonamiento seguía funcionando, pero veo que no es más que inservible
maleante por el que nadie daría un solo won.
Mordí
el interior de mi mejilla preparándome para lo que seguiría, es decir, la tunda
del siglo sobre mí. Mi boca se movía rápido pero mi cerebro no se quedaba atrás
mandando centenares de alertas a todo mi ser –sobre todo a mis partes nobles– indicándole
que soportara todo lo que viniera hasta perder la razón.
Las
manos de Junsu se afianzaron a mi cintura sintiendo como su cuerpo se tensaba
pegado en mi espalda al ver como el puño de Yunho era alzado. Todo fue en
cámara lenta y de pronto se congelo la imagen. Él mantenía el brazo en el aire
pero no avanzaba ni retrocedía, era como si estuviera teniendo una disputa
mental en cuanto a hacerlo o no, aunque quizás solo estaba sumergiéndonos en el
martirio emocional.
—Yunho,
yo soy el único culpable, ya te lo dije —Junsu dijo liberándome y haciéndose a
un lado—, si tienes que golpear a alguien, es a mí.
—¡¿Estás
loco? Si vas a decir algo, quizás deberías utilizar palabras que no incluyan
golpes! —Lo frené antes de que diera otro paso adelante.
—Yo
le dije que te quiero —Mis ojos se agrandaron y Yunho paso ambas manos por su
cabello—, le dije que lo utilice para darte celos porque quería que vinieras
conmigo a pedirme que regresáramos —Mirándolo directamente, espere a que Junsu
continuara pero al no hacerlo, negué con mi cabeza efusivamente.
—Oye,
no tienes que inventar tal cosa, esto lo podemos resolver tan solo con una
disculpa, se que estas dolido por lo que viste en la oficina pero.
—Hablo
en enserio, no estoy mintiendo, en todo este tiempo no he dejado de quererte —Mordió
su labio inferior desviando su mirada.
—Pues,
pues aunque así fuera, digamos que lo tú dices es la verdad, aun así no es
suficiente para que él tenga derecho a pegarte.
Pesqué
la mano derecha de Junsu dándome prisa en salir del lugar dejando al hombre de
las cavernas atrás sin importarme si tenía o no, algo más que decir.
Tan
adentrados habíamos estado en la “conversación” que no nos dimos cuenta cuando
empezó a llover. El asfalto se encontraba completamente mojado y unos cuantos
charcos se agrupaban debajo de la banqueta.
Dimos
la vuelta a la cuadra, deteniéndonos bajo el techo de un pequeño negocio que
permanecía cerrado. La llovizna que caía inclinada, alcanzaba a mojarnos
ligeramente pero en ese instante había asuntos más importantes que tratar.
—Jun…
Junsu
alzo su mano deteniéndome empezando a hablar —Se que no te gusta el compromiso,
que cuando sientes que algo está yendo demasiado formal buscas una salida, tal
vez disfrutas mucho de tu libertad o yo que se —Se recargo contra la cortina de
metal cruzando sus brazos sobre su pecho—. Al principio lo deje pasar porque
estábamos comenzando pero nunca te detuviste y yo no tenía ganas de compartirte
con nadie, yo no soy así. Entonces trate de alejarme de ti y conocí a Yunho,
siendo sincero, no pensé que llegaría hasta este punto, solo quería que
sufrieras un poco pero obviamente no contaba con que tus asquerosos encantos
funcionaran también con él. ¡¿Qué eres? ¿Un maldito imán o algo así? Todos los
sujetos que te conocen terminan poniendo sus manos sobre ti!
Suspire
mientras trataba de seguir todo lo que me decía, si bien yo no había hecho
mucho o en realidad nada para que ese hombre tuviera algún tipo de deseo
conmigo, sabía que tampoco era como si me hubiera sacrificado demasiado cuando
él hizo sus cosas sobre mí. Además de que ciertamente mi infidelidad había sido
la causante de sus anhelos de venganza. Resumiendo, no tenía cara para
defenderme.
—Y
lo peor del caso es que no sé por qué sigo sintiendo algo por ti cuando tuve a
Yunho conmigo, es decir, él puede darme lujos y comodidades inimaginables, es
muy varonil y a la vez guapo, con sus brazos tan bien formados y sus piernas,
Dios, sus piernas, tan largas y esos muslos tonificados, y por si fuera poco,
es el dios del sexo, viéndolo así, sin dudas en todos los aspectos es mejor que
tú.
Un
‘gracias’ casi escapo de mí, porque sarcásticamente hablando, acababa de
humillarme por todos lados. Si esa era su forma de quererme, entonces por favor
que no me quisiera tanto.
—Pero
sabiendo todo esto, aun no puedo sacarte de mi mente, solo pienso en ti y el
único que consiguió sentirse celoso, fui yo. No puedo creer que fui tan idiota
como para caer en tus juegos de estira y afloja. Es como si nunca hubieras
conocido a alguien quien realmente te importara y desearas conservar. Solo te
digo que si sigues siendo de esa forma, terminaras solo.
Paso
el dorso de su mano por sus ojos limpiando las escasas lagrimas que fugazmente
logre notar. Sintiéndome culpable y enternecido, trate de darle un poco de confort
estirando mi brazo para acercarlo a mi pero él de un manotazo, lo empujo lejos.
—No
me toques, no quiero tu compasión —Ocultó sus manos en los bolsillos de su
pantalón resoplando audiblemente—. Yunho me dijo que ustedes dos se conocen
desde hace tiempo, ¿Por qué no me lo habías dicho?
—Porque
no hay mucho que decir, además tampoco es algo que me de orgullo —Moví el
cabello que las pocas gotas en mi rostro hizo que se pegara a mi frente,
pretendiendo con esto estar lo suficientemente ocupado para no verlo a los ojos.
—¿Sientes
algo por él? —La pregunta me cayó de sorpresa, y con mi cerebro desprevenido me
fue difícil hallar una respuesta correcta, finalmente en lo que me pareció una
hora, Junsu volvió a hablar—. No es necesario que contestes, de todos modos ya
no me importa, el hecho de que aun no logre superarte no quiere decir que te
siga esperando —Se enderezo estirándose de brazos—, no estás listo para alguien
como yo, y hay bastantes chicos allá afuera que seguro morirían por estar
conmigo.
—Yo…
estoy de acuerdo contigo —Fue lo único que fui capaz de decir antes de que él
se diera vuelta comenzando a caminar.
—Ah
y te daré un consejo o más bien una advertencia —Sin voltear por completo solo
por encima de su hombro mostro un extraño brillo en sus ojos—, Yunho no es
fácil de manejar así que más vale que te prepares, sobre todo no te dejes
sorprender cuando compruebes que todo en él, es proporcional.
Mientras
lo observe partir, divague sobre el significado de lo que menciono, fue
entonces que comprendí a lo que se refería con ‘proporcional’. Afortunadamente
Junsu ya no estaba ahí porque estoy seguro de que de haber sido lo contrario,
hubiera soltado que eso ya lo sabía, y por ende su resentimiento contra mí,
sería el doble.
Yo
de verdad desee que encontrara a una persona que supiera valorarlo, alguien que
a diferencia de mí, no tuviera nada que temer al arriesgar todo por él. Porque
después de todo, él tenía razón, para mí era tan aterrador el formar un vínculo
de dependencia con alguien, eso era algo a lo que todavía no estaba dispuesto,
no en absoluto.
Cansado
de esperar a que la lluvia cesara, decidí regresar a casa aun con esta. Mala
idea, puesto que los dos siguientes días estuvieron llenos de estornudos y
escalofríos espantosos. Y en mí estado financiero, definitivamente la visita a
un hospital no me era permitida no ni al más económico. Aparte de que solo se
trataba de un resfriado, ¿quién puede llegar a morirse por eso?
Yo.
El hecho es que vivía en una zona bastante alejada de mis conocidos citadinos quienes
si acaso sabían mi dirección mas nunca habían ido a visitarme, algo que no me
asombraba ya que en mi cuarto de 4x4, a duras penas tenía en donde dormir y mas
nada que ofrecer a un invitado. Entonces no era de extrañar que en mi caótica
agonía de una gripe mal cuidada, estuviera pereciendo solo.
Mis
defensas llegaron más allá del nivel cero y mis alucinaciones aumentaban minuto
a minuto, basta mencionar que tuve un bizarro sueño donde yo comandaba una nave
que viajaba a través de mi cuerpo con el objetivo de derrotar a todos los
gérmenes y virus que me tenían así. Misión que fue interrumpida cuando una
lejana voz llamo mi nombre, mis parpados cansados lentamente se fueron
levantando hasta que una cegadora luz inundo mis pupilas y una templada mano toco
mi frente. Con lo escaso que pude comprender, lo que yo descifraba como una
figura masculina, estaba hincada a un lado mío checando mi temperatura, y por
cómo me dolía la cabeza, yo casi podía jurar que ardía en fiebre. La tenue
silueta a mi parecer se asemejaba bastante a Junsu, así que en mi interior una
leve alegría se expandió atrayéndome algo de energía, la suficiente para hablar.
—¿Junsu?
Aunque
mi voz fue un suave murmullo, estuve seguro que llego a sus oídos porque él de
inmediato se removió en su lugar levantándose luego. En mi desesperación me
estire lo más que pude alcanzando a sujetarlo de uno de sus tobillos. No quería
estar solo, no deseaba morir sin nadie a mí alrededor.
—Por
favor no te vayas, tienes razón en todo lo que me dijiste, lo siento, no me
dejes.
Quizás
mi tono fue por demás suplicante o quizás solo sintió misericordia por mí, pero
él volvió a inclinarse y me cargo sobre su hombro, algo que realmente me
sorprendió puesto que Junsu es un par de centímetros más bajo que yo y aparentaba
como si el llevarme a cuestas no le representara el mayor problema.
Si
el cansancio ya estaba haciéndome muy complicado el mantenerme despierto, la
calidez que él emanaba, me envió a un profundo sueño donde solo podía escuchar
muchas voces antes de hundirme en una intensa oscuridad.
Los
recuerdos de mi niñez empezaron a resurgir estacionándose en el día de mi pelea
con Yunho, aquella en la que hace tanto no pensaba y de la que era todo tan
confuso y difuso para mí. Reviviendo el pasado me encontraba siendo acorralado
por la versión infantil del otro hombre antes de que el director de la escuela
fuera a separarnos ordenándonos que lo siguiéramos a su oficina.
En
cuanto estuvimos dentro de esta, le hizo frente a Yunho golpeando sonoramente
su cara indicándole después que lo mirara y le explicara cómo es que un
huérfano como él podía estar pagando de esa manera la caridad que le estaban
mostrando. Las palabras con las que se refirió a él no fueron distintas a
malagradecido o bastardo, y yo solo no podía dejar de observar las manos de
Yunho cerradas en puño a cada uno de sus lados.
Cuando
el hombre le menciono que la comida y ropa que le daban, eran pagadas por los
impuestos de personas como él y que por lo menos debería estar agradecido de no
estar rodando por la calles, entonces Yunho se quito la camisa y zapatos,
arrojando ambos objetos a la esquina de la habitación saliendo de ahí antes de
que alguien pudiera hacer algo para detenerlo. Aun así, salí corriendo tras él,
quien por fortuna tan solo caminaba apresuradamente hacia la salida por lo que
estuve a su par en un minuto.
Me
disculpe intentando que no se fuera, pero él solo se giro para gritarme que lo
dejara si es que no quería recibir otro golpe. Fue entonces que sintiendo esa
amenaza verdaderamente peligrosa para mi, le dije que mi mamá siempre me había
dicho que la educación era lo más importante y por lo tanto pasara lo que
pasara no podía renunciar a ella, que eso era uno de los últimos consejos que
me dio antes de morir.
Fue
un shock para mí ver cuán bien yo mentía desde esa edad, el hecho es que mi
madre aun vive y fingí su pérdida solo para conseguir convencerlo. Bueno,
podría considerarlo como una mentira blanca, que aun así era en parte verdad,
pero eso es otra cuestión distinta a esto. Mi invención fue porque considerando
que él no tenía padres, quizás viniendo de alguien que también carecía de
ellos, lo tomaría mas enserio.
Con
todo y mis imploraciones, él abrió la puerta principal dejando entrar el gélido
viento del invierno y continúo con su camino como si nada. Por más que trate de
detenerlo, no pude conseguir que se quedara. Entonces permanecí de pie ahí
gritándole que lo esperaría, que no me movería a menos que él regresara. Eso
hice hasta que desapareció de mi vista.
El
sentimiento de que ese niño que iba por ahí pudo haber sido yo, me hizo ponerme
por un momento en su situación. Sin embargo, por naturaleza yo siempre he sido
conformista y cobarde, así que me habría aferrado a la hipocresía y compasión
de lo demás antes de tirar todo por la borda dejándole a la suerte mi vida. En
cambio él, mostro en sus ojos que preferiría la muerte a la lástima que otros
pudieran concederle.
Luego
imágenes fueron desvaneciéndose hasta que desperté en un cuarto tenuemente
alumbrado que desde la cama donde estaba recostado, podía notar que no se
trataba del mío y tampoco era el de un hospital.
Estaba
a punto de levantarme cuando me di cuenta del hombre que estaba sentado a un
lado mío con una computadora portátil en su regazo. Dada la cantidad de horas
que hasta no hacía mucho había estado estudiado escrupulosamente esa espalda,
pude concluir que esta pertenecía a Jung Yunho.
Alcé
una de mis manos para jalar la orilla de su camisa y así llamar su atención.
Funciono pero las palabras quedaron atoradas en mi garganta.
—¿Creí
que ya no despertarías?
No
fue muy bonita la primera frase que escuche de él, pero estaba enormemente
agradecido de que estuviera ahí justo cuando tenía algo que confesarle.
—¿Jefe?
—¿Ahora
si te sientes con ganas de llamarme así?
Esquivando
su pregunta, continúe. —¿Es este su departamento?
—¿Tú
qué crees? ¿Se parece al tuyo? Supongo que la fiebre afecto aun mas tus
neuronas.
Quizás,
en otras circunstancias habría debatido con él, pero no en ese momento en el
que estaba tan débil y me era difícil pronunciar más de cinco palabras seguidas
sin que la tos interfiriera.
—Solo
por hoy, olvidare mi orgullo y le contare algo —Suspire acomodándome mejor
debajo de las sábanas—. Si lo espere, lo espere por horas hasta que tuve que
regresar a casa, al otro día hice lo mismo al igual que a los que le siguieron
a este, pero al final todo fue en vano porque usted nunca regreso. Y yo me
sentía tan culpable porque fui el que ocasiono todo, no podía dejar de pensar a
donde habría ido, en donde estaría en pleno invierno.
—¿Por
qué lo dices ahora? —No hubo necesidad de aclararle a lo que me refería, él lo
supuso perfectamente, solo cerró su laptop dejándola sobre el mueble junto a la
cabecera de la cama.
—A
pesar de que al principio no lo reconocí, aunque aun ignoro el porqué, es
decir, no ha cambiado mucho, agregándole que su carácter sigue siendo tan
agresivo como lo era en ese entonces y sus gritos igual de escalofriantes, yo
no recordaba nada, hasta hoy.
—¿Y
qué piensas hacer ahora que lo sabes? —Se inclino sospechosamente hacia mí, por
lo que yo de inmediato me puse a la defensiva.
—Nada,
usted es como los adornos que la gente coloca en la parte superior de los
pasteles.
—¿Los
pedazos de chocolate? ¿Me estás diciendo que soy un inservible adorno?
—No,
lo que quiero decir es que, a simple vista lucen tan perfectos que crees que
tendrán un sabor único y especial pero cuando los pruebas, la ilusión se rompe
al comprobar que es igual a los demás.
—¿Entonces
crees que no soy tan bueno como parezco?
—No,
tampoco eso, es…
—Olvídalo,
de cualquier forma, sabiendo cuanto te gustan las cosas dulces, me alegra que
me consideres un chocolate —Repentinamente la conversación estaba tomando un
rumbo diferente y totalmente alejado al original así que eso me comenzó a
preocupar mucho mas—. ¿Qué esperas para darle una probada a este chocolatote?
Un
sonido de pánico zumbo en mis oídos después de captar la intención de su
pecaminosa proposición, porque sin duda esta iba dirigida con puramente
intenciones escabrosas.
—Je…Jefe
no estoy bromeando —aclare aferrándome con ambas manos al borde de la tela que
me cubría como si eso fuera mi escudo personal.
—Yo
tampoco, ¿así que, te lo vas a comer o no? y esta vez mas te vale que no
utilices a Junsu como pretexto y también que no tengas a nadie más porque te
advierto que enterrare vivo a cualquiera que nombres.
—¡Yah!
¡Estoy enfermo por si no lo recuerda! ¡¿Por qué tiene que intimidar a un
convaleciente como yo?! —proteste jalando la sábana hasta mi nariz.
—¿Y
qué? ¿Acaso no soy un infeliz cavernícola
petulante? —Suavemente retiro la cubierta en la que yo me resguardaba y
desde ahí obtuve el presentimiento de que él empezaría a escupirme en la cara
todo lo que yo le dijera—. Solo contesta lo que te pregunte.
—Yo
solo quiero irme —Tuve un sobresalto cuando él me atrinchero con su cuerpo
utilizando tanto sus piernas como brazos para retenerme.
—¿Te
rehúsas a probar este chocolate? Te aseguro que te encantara.
—Diablos,
eso sonó tan depravado —balbuce apartando mi cabeza cuando lo tuve a unos centímetros
de mi—. Voy a pegarle la gripa —le indiqué.
—¿Y?
Sin
poder reaccionar a tiempo, él me beso no interesándole lo que acababa de decir
ni mucho menos mi opinión. Y todo fue tan dulce que simplemente me deje llevar
por las sensaciones entregándome y correspondiendo a los movimientos de sus
labios. Probablemente eso hubiera seguido si no fuera porque sus dedos que
antes se habían mantenido inofensivos a un costado de mi rostro, en ese momento
se encontraban recorriendo sigilosamente mi abdomen.
—No
puede aprovecharse de mi enfermedad —espete.
—Trata
de detenerme.
Entonces
cerré los ojos proyectándose luces de colores detrás de mis parpados mientras
me rendía a las acciones que él ejercía en mí. Mi cerebro se nublo con el
cumulo de emociones en las que él me hacia estallar, mi lengua se entumeció y
mi cabeza daba vueltas. Perdí la noción del tiempo y del sitio donde me
encontraba, pero no me interesaba. Todo lo que comprendía es que nunca antes me
había sentido tan cómodo como para relajarme y dejarme perder hasta quedarme
profundamente dormido.
Oh! Vaya asi que eso era.. ...bueno supongo que ser el culpable de que un niño deambulara sin rumbo es un cargo a la conciencia horrible y para Yunho yo odiaria al tipo que ocasionó mis desgracias. ...aunque Yunho término siendo millonario, si mafioso pero asquerosamente Rico.. ....
ResponderBorrarNo imagine que Junsu aun lo quisiera.. ..Wow creo que era Jae pero este solo siente que debe de proteger a Junsu.. ..no se.. ...me da gusto que se haya aclarado las cosas Entre ellos. ...
Jajajja yo si quiero probar ese chocolatote.. ...upps Jae se quedó dormido.. ...creo que no se le hará a Yunho.. ......
Jae el haberte acordado de tu pasado parece abrieron laa puertas de tu corazón para Yunho.
ResponderBorrarGracias!!!