Un favor puede asesinarte más rápido que una bala.
Al Pacino (Scarface)
—¡Hey, púdrete!
Esa era últimamente la frase que mas escuchaba,
en mis peores días recibía un insulto o alguna protesta cada dos semanas, pero
desde que entre a trabajar en “La cooperativa de crédito” –como mi jefe me
obligaba a llamarle–, los chicos más ardientes y disponibles, era lo único que
me decían.
Yo acostumbraba a tener citas todos los fines
de semana –sin excepción– ya fuera con mis chicos fijos o alguno que conociera
en una salida en uno de los tantos clubes nocturnos que visitaba. No es que tuviera
una vida libertina, sino que siempre me he considerado una persona de amplios
criterios y vamos, en este mundo aunque uno quiera mantenerse casto, los
hombres no colaboran.
De cierta forma cuando mantenía una relación
“monógama” con Junsu, esas salidas “ocasionales” se detuvieron, hasta claro, la
dichosa perspicaz investigación de campo que en buena hora decidí hacer. Pero
después de eso fue como si me cayera un tipo de maldición que me hacia rechazar
por igual a todos los chicos que se me acercaran, no importaba que tan buen
prospecto fueran.
Y lo peor de todo es que por lo regular ellos
eran muy insistentes, un simple ‘no’, no bastaba, pedían una explicación y si
esta no les convencía, comenzaban a lanzar acusaciones que incluso ponían en
tela de juicio mi vigorosidad. Algo que nadie nunca podía siquiera insinuar, a
mi todo me funcionaba bien y ninguno de mis antiguos amantes tenia duda de eso.
Mi círculo social poco a poco se fue reduciendo
a ser casi nulo, pero ¿cómo iba a ser lo contrario si todo mi tiempo era
acaparado por mis estudios y trabajo?, en especial por este ultimo. Al menos
aun contaba con Junsu, era uno de los escasos que me comprendía y hasta se
preocupaba porque yo estuviera bien. Cada vez que me preguntaba si podía
continuar, yo le mostraba mi expresión más cálida asegurándole que sí. Sabía
que él era capaz de pedirle al jefe que me dejara ir, y en definitiva creo eso
le acarrearía problemas, el hecho de que yo estuviera bajo las ordenes de un
hombre como Yunho no era por simple masoquismo, mucho menos por el pésimo
salario que conseguía, sino por Junsu, porque él era una de las pocas personas
especiales para mí.
De las buenas ventajas que me dejaba mi estado
célibe, era que podía enfocar toda mi energía en las múltiples tareas que día
con día debía cumplir. Yendo de un lado para otro, me las ingeniaba para
terminar con mis encargos que iban desde la limpieza hasta cumplir con el más
mínimo capricho de todos los empleados de la compañía, los cuales dejando atrás
sus apariencias, eran por demás comprensivos conmigo, sabían que mi economía no
me permitía solventar mis estudios por lo que con ayuda de mi beca escolar, es
como yo lograba permanecer en la universidad, así que me era irremediablemente
forzoso obtener excelentes calificaciones si quería seguir asistiendo a clases
hasta graduarme. Ellos siempre me alentaban además de darme un poco de tiempo
para estudiar cuando precisaba hacerlo. Para mi fortuna, yo soy una persona que
cuando me lo propongo, pongo mi máxima concentración en lo que hago, por lo que
podía enfocarme en mis libros y ser totalmente ajeno al ruido a mí alrededor,
hasta que un día mientras leía, repentinamente todos empezaron a reunirse
haciendo bulla por toda la oficina.
—¡Heonyong huyo con su dinero señor!
Y fue ahí cuando casi olvide lo que acababa de
memorizar, el pulso se me acelero y de inmediato voltee hacia Myungsoo quien
fue el que dio la terrible noticia.
—¿Qué quieres decir con eso? —El jefe pregunto
con tal calma que inquieto a los demás.
—Él sacó de su cuenta un millón de dólares
antes de desaparecer —Myungsoo le entrego una hoja y después paso su otra mano
sobre su cabello logrando despeinarlo con ello.
—¡Ese bastardo miserable! —grito el jefe al
observar el papel y luego apretándolo con fuerza lo lanzo al suelo—. ¡Voy a
cazarlo y lo desollare vivo!
Su expresión borro cualquier incredulidad por
sus palabras, realmente quería y haría lo que acababa de decir, sus ojos no
dejaban ningún titubeo.
—¡Tú! —Me señalo y en menos de un segundo ya lo
tenía frente a mi—, dijiste que no tenias tiempo para hacerte cargo de mis
finanzas, entonces se lo asigne a Heonyong y es justo cuando me roba, llámalo
casualidad pero yo no me lo creo. Así que, ¿qué porcentaje es tu parte?
—¿Qué? —logre soltar a pesar de que mi boca
estaba casi entumida por el terror.
—¡No te hagas el imbécil! ¡¿Cuánto dinero es lo
que tú conseguiste con esto?!
—No… yo… yo.
—Tienes treinta segundos para decir una frase
coherente antes de que yo mismo te saque las palabras —Sus puños se apretaron
fuertemente en cada costado de su cuerpo y observe como sus nudillos se volvían
blancos, nudillos que temía que pronto se marcaran en mi rostro.
—¡Jefe!, no creo que Jaejoong tenga que ver con
esto, si él hubiera querido robarle ya lo habría hecho desde hace tiempo —afortunadamente
Myungsoo salió en mi defensa, deteniéndolo con su muy sabio argumento.
—¿Cómo puedes estar tan seguro de ello?
—Podemos mantenerlo aquí hasta que aparezca
Heonyong, ya estamos rastreándolo por medio de las placas de su automóvil, solo
es cuestión de horas para que lo atrapemos.
—Bien, pero si estos dos en realidad están
juntos, juro que los enterrare yo mismo —El jefe menciono antes de salir
rápidamente de la oficina azotando la puerta al cerrarla.
De inmediato libere el aire que sentía atorado
en mis pulmones, pase hondo antes de virarme hacia Myungsoo para agradecerle lo
que acababa de hacer por mí. Pero él se adelanto tomándome por los hombros y
agitándome tanto que el zangoloteo me hizo marearme.
—¿De verdad no sabes nada, cierto Jae? Porque
si no es así, dímelo ahora mismo.
—No, yo no sé nada, lo prometo —Agrande mis
ojos y puse la mano sobre mi corazón para que no cupiera duda de lo que decía.
—Me alegro entonces —me soltó y fue a sentarse
en el brazo del sillón más cercano—. Dame tu celular, y no te preocupes, en
cuanto demos con Heonyong, podrás irte a casa.
Asentí tenuemente dándole mi teléfono para
después ir a encender las luces alumbrando la oficina que ya estaba casi por
completo oscurecida. Las palabras de Myungsoo revoloteaban en mi cabeza, y no
podía dejar de sentirme inseguro.
—¿Qué…Qué le va a pasar a Heonyong? —pregunte
mientras entrelazaba mis manos frente a mí.
—Si el jefe tiene piedad de él, terminara
rápido y no creo que quieras saber los detalles.
—¿Y conmigo?
—Ya te dije que no te preocupes, si él hubiera
tenido intenciones de lastimarte ya lo habría hecho.
Mordí mi labio inferior no sabiendo que pensar,
después de todo era cierto que yo no fui cómplice en el desfalco pero sabía que
algo así pasaría, aunque estúpidamente creí que solo sería un “préstamo”. En
ese momento casi podía imaginar las letras de mi sentencia grabadas en mi
lapida, y no era una imagen para nada agradable.
—¡Lo encontraron! —Sungmo –otro de los
empleados– entro avisando y detrás de él venía el jefe acomodándose unos
guantes negros sobre sus manos.
—Heonyong, ven conmigo y Sungmo, quédate
cuidando a Jaejoong, no lo dejes ir hasta que yo lo indique.
Después de que el jefe dio sus órdenes,
salieron ambos hombres quedándome solo con el otro, quien pasó a mi lado y poso
una de sus manos en mi brazo.
—¿Por qué no te pones a estudiar, Jaejoong?
Pronto se acabara esto.
Y en realidad yo tenía un examen al siguiente
día, ¿pero cómo podía enfocarme en el, cuando un hombre estaba a punto de ser
asesinado? Probablemente de haber intentado persuadirlo de que no lo hiciera,
él aun así lo habría hecho. Pero quizás si no hubiera cooperado al dejarle el
campo libre para que tomara el dinero, quizás él hubiera buscado otra forma en
la que yo no estuviera involucrado. Si tal vez le hubiera dicho a alguien de
sus planes, lo habrían detenido y no habría llegado hasta este extremo. Yo no
podía dejar de pensar en tantos ‘hubiera’. Mi conciencia no me dejaba tranquilo
y tenía que hacer algo.
—Sungmo, ¿me llevarías a donde tienen a
Heonyong? Realmente necesito ir con él.
—¿Jae… acaso es verdad que eres su cómplice?
—No, tan solo que… yo pude haber evitado esto y
no creo poder seguir viviendo tranquilo si no trato de solucionarlo —sentía
escalofríos en mis brazos, y aunque los frotaba no disminuían ni un poco.
Sungmo vacilo por un minuto pero después me
indico que lo siguiera y me advirtió que el jefe no estaría nada contento con
mi presencia, que quizás me sacaría de ahí antes que siquiera pudiera decir
algo. Pero no importaba, a como diera lugar yo tenía que evitar que la vida de
Heonyong, acabara.
Cuando llegamos a la bodega subterránea del
edificio, sin mucho ruido entramos quedándonos quietos, atentos a lo que el
jefe hablaba.
—Creí que eras un tanto menos estúpido, pero
dejándote atrapar un día después, me deja claro que no estoy más que frente a
uno de los mayores idiotas que haya conocido. Había notado las pequeñas
cantidades de dinero que tomabas de mi, pero lo deje pasar por consideración de
tu madre enferma.
Heonyong ensancho sus ojos, y al parecer no era
el único al sorprenderse de escuchar eso, todos excepto Myungsoo.
—¿Por qué me miras así? ¿Pensaste que no me
daba cuenta de que lo hacías? Seguramente creíste que estabas trabajando para
un pobre imbécil ignorante. Raramente le muestro mi lado bondadoso a las
personas y es tan decepcionante que cuando lo hago me paguen de esta forma —Tronó
uno por uno los dedos de su mano izquierda y luego siguió con la derecha—, pero
en consideración a que fuera de esto fuiste un fiel empleado, seré rápido.
Sin advertencia, el jefe lo sujeto del cuello
de la camisa y le propino un gran golpe en uno de sus ojos, después fue la
nariz y pómulo izquierdo, un rodillazo sobre sus costillas fue lo que lo
derrumbo. Para cuando me di cuenta, la cara de Heonyong estaba con múltiples
heridas y comenzando a hincharse. Fui ahí cuando di un paso adelante hacia el
jefe alcanzando a sujetarlo de su cintura y hable lo más claro que pude.
—¡No jefe, no lo haga!
—¡¿Qué diablos? ¿Cómo llegaste aquí?! —grito
mientras yo me aferraba más a su cuerpo, ignorando la deliciosa fragancia de su
espalda puesto que no era tiempo para dejar que mi nariz se impregnara de ese
extraordinario olor, y no, ese categóricamente tampoco era el momento para
contemplar sus maravillosos músculos que se contraían esplendorosamente con
cada movimiento que hacía para tratar de liberarse.
—Perdón jefe, pero insistió tanto por venir que
no tuve más remedio que traerlo —Sugmo explico apresuradamente desde la esquina.
—Debe dejar que la autoridad se encargue de él,
entréguelo a la policía y acúselo de fraude, la ley dice que la pena por ello
es de.
—¡Llévenselo! —me interrumpió y antes de que
pudiera continuar, Myungsoo ya me estaba jalando, pero yo me enganchaba aun
mas, negándome a soltarlo.
—¡Por favor, jefe, solo haga que le regrese el
dinero, además ya le destrozo la cara! —Se unió otro de los chicos a Myungsoo
para sacarme de ahí, pero me empeñe en no permitírselos, clavando las yemas de
mis dedos en el tonificado abdomen de mi jefe—. ¡Voy a denunciarlo si no se
detiene!
Pero ni amenazándolo con eso desistió, al
contrario, logro quitar mis manos de él para dirigirse a finalizar su trabajo
sobre Heonyong. Mi cerebro trabajaba a marchas forzadas en encontrar una manera
de detenerlo. Y desafortunadamente lo único que se me ocurría era
auto-sentenciarme a la muerte.
—¡Yo fui! ¡Él maldito pervertido que se le echo
encima e intento besarlo, fui yo!
Entonces todo el mundo se congelo, el tiempo
pareció detenerse cuando un silencio desolador nos cubrió. El jefe se viro
hacia mí achicando sus ojos con incredulidad, después me examino de pies a
cabeza susurrando un ‘¿qué?’. Trague el nudo que se formo en mi garganta antes
de repetir mi confesión.
—Yo fui, soy Kim Jaejoong el que era parte de
la segunda clase de cuarto grado —Posiblemente nunca tuvo idea del nombre del
niño que lo ataco, pero estaba seguro de que el mencionarle la clase a la que
asistía, supo que realmente se trataba de mi.
—¡Tú, miserable!
Ni siquiera lo vi venir, pero de repente mis
oídos zumbaron y vi estrellas a mí alrededor, me apoye sobre mis manos llegando
a mí el conocimiento de que me encontraba en el suelo y acababa de recibir un
golpe en mi mandíbula. Por lo menos no fue tan fuerte como para fracturarme
algún hueso.
—¡Jefe! ¡¿Qué haremos con Heonyong?! —Los
chicos le gritaron cuando el gánster mayor se disponía a salir del lugar. Su
cara de pocos amigos dejo de lado toda discusión y ellos se limitaron solo a
seguirlo fuera.
—Todo esto es tu culpa, Heonyong —le dije al
hombre tendido a un metro de mi—. Si hubieras actuado inteligentemente no
habría tenido que decirle eso, y ahora me eche la soga al cuello, me debes una
muy grande.
—Cállate homo, no… te pedí… ayuda —soltó
entrecortadamente.
—Tss, bastardo malagradecido, debí dejar que
Yunho te matara —refunfuñe poniéndome de pie, sacudí mi pantalón y lo mire con
menosprecio cambiando mi expresión al notar su alarmante estado físico—. ¿Estás
bien? antes de venir aquí llame a una ambulancia, solo mantente calmado.
Coloqué dos de mis dedos sobre su cuello para
detectar su pulso y él tomo mi mano dándole un ligero apretón.
—Gracias —murmuro antes de cerrar sus ojos
respirando débilmente.
Le di una fugaz sonrisa y aguarde junto a él a
que llegaran los paramédicos. Cuando la ayuda apareció, mire atentamente como
lo preparaban y subían cuidadosamente en una camilla antes de sacarlo de ahí y
subirlo a la ambulancia. Por orden del jefe, uno de los chicos abordo el
vehículo yéndose junto con el herido.
Observe atento esperando a que alguien dijera
algo respecto a mí, pero en su lugar todos los hombres se marcharon dejándome
ahí. Suspire cansadamente metiendo las manos en mis bolsillos caminando a las escaleras
de emergencia para salir del edificio. Mis cosas aun seguían en la oficina pero
considere más conveniente alejarme los más pronto antes de que el jefe
reconsiderada el aporrearme hasta quedar irreconocible.
Mi escuálida billetera estaba en mi pantalón
así que, si me daba prisa aun podía tomar el autobús para llegar pronto a mi
casa, dormiría por esa noche seguramente en mi cama, en lugar de en el profundo
océano junto a los peces.
Oh no se si escribir a Jae como amable, bueno ,y bondadoso.. .o un sin fin de degradaciones.. ....como se le ocurre meterse.. ....me sorprende que aún siga vivo.. ...
ResponderBorrarQue hará Yunho ahora que sabe quien es su acosador y que esta a su alcance.. ...
QUE BUENA ESTA, YO PIENSO QUE YUNHO ESTA ENAMORADO DE JAE DESDE ESE TIEMPO DESDE SU PRIMER BESO, BUENO VEREMOS COMO SALE DE ESTA
ResponderBorrarJae tiene un alma bondadosa, prefirio delarse que él era el niño pervertido a que Yunho asesinase a alguien.
ResponderBorrarGracias!!!