Memorias de un mafioso: Capítulo 16

El amor cooperativo implica a dos individuos independientes, completos y afines, que eligen viajar la vida unidos y superar sus diferencias.
Jame G. Goldberg


Mi entrada a la compañía invariablemente siempre había sido callada solo con los pertinentes saludos a los chicos con los que me topaba en el camino a la oficina de Yunho, deteniéndome un par de minutos para esperar el elevador y sin más retrasos llegar a mi destino final.

Ni siquiera en mi primera vez ahí, había experimentado las decenas de miradas inquisidoras que durante todo mi recorrido no se despegaron ningún segundo de mí, precisamente al día siguiente del cumpleaños de Yunho. Por un momento casi creí que vestía un traje luminoso que no dejaba pasar desapercibida a mi presencia.
Al cerrar la puerta de la oficina, respire hondo sintiéndome resguardado dentro de esas cuatro paredes, cohibiéndome de nuevo cuando note cinco pares de ojos escudriñándome sin algún disimulo.
—Jaejoong-ah, el jefe nos enseño el anillo que le diste.
Myungsoo junto con tres chicos más, se acerco sonriendo deteniéndose frente a mí e inclinándose un poco a la altura de mi mano izquierda, la cual sin lentitud oculte haciéndola puño entre mi espalda y mochila.
—Yah, solo queremos ver el tuyo —menciono aproximándose más, intentando jalar mi brazo hacia delante, por suerte mis piernas fueron rápidas moviéndose a un lado, esquivando su agarre.
—¡Hey! —Yunho gritó desde el sillón donde permanecía sentado con una expresión acusatoria para ambos.
Myungsoo levanto sus manos dando un paso para colocarse no muy lejos de mi oreja derecha. —¿Jae, de verdad no es una imitación? —soltó bajamente usando su mano como barrera junto a su boca para que Yunho no pudiera escucharlo.
—No lo es —conteste frunciendo el ceño mientras me quitaba la mochila llevándola al rincón, después fingí buscar algo inexistente dentro de esta.
¿Por qué tenía Yunho que hablar sobre ese maldito tema con ellos? ¿No podía respetar mis deseos porque lo mantuviéramos en privado? ¡Se lo especifique perfectamente letra por letra, incluso más de una vez!
Por como todos me veían, estaba más que seguro que la noticia había corrido como pólvora entre el personal. Y a sabiendas de cuan a Yunho le gustaba exagerar los hechos, la historia sobre la entrega y el propósito del regalo, variaba mucho de la realidad. Aunque tampoco podía o quería sacar yo mismo el asunto para aclararlo, ¿para qué dar más pie a murmuraciones?
El caso es que sentía los ojos del mundo sobre mí, como si reflectores me alumbraran en un escenario. No me atrevía a mirar a nadie y cada vez que acudía a Yunho para que le pusiera un alto a la situación, él solo sonreía diciendo: «no me molesta que seamos la pareja del momento».
Las circunstancias no diferían mucho a las de la universidad, donde tenía estrictamente prohibido el quitarme el anillo a lo que sumándole el torpe descuido de dejar al descubierto mis manos por no más de un minuto, suscito que el entrometido de Junsu captara mi nueva adquisición.
Sobra decir lo que sucedió después cuando su voz lejos de ser discreta, anunció a los cuatro vientos que yo tenía una sortija de compromiso. De nada sirvió que utilizara mis brazos para formar una cruz sobre mi pecho en señal de negación, porque ya tenía a todos agrupados examinándome con detenimiento, farfullando que por fin había atrapado un pez gordo.
¡Ese maldito rumor me persiguió por más de dos semanas!
Pese a que esos incómodos días estuvieron llenos de fisgones revoloteando por los alrededores, en su mayoría parecieron ser pacíficamente maravillosos. Sin en realidad existir algún motivo en especial, mi sonrisa no lograba desaparecer por más de cinco minutos, y eso me estaba haciendo creer que no tardaba en volverme loco.
Yunho y yo, habíamos encontrado la armonía entre nosotros, él se comportaba más condescendiente y yo intentaba darle menos motivos para que se molestara. Inclusive no había sucedido ni una minúscula disputa en todo ese tiempo, nueva marca para ambos. Lamentablemente creo que yo las extrañaba tanto, que me busque una ajena.
Debido a que necesitaba conseguir material para una de mis clases, mi hora de llegada a la oficina se atraso, por lo que a pesar de que había avisado de mi contratiempo, intuía que Yunho se quejaría por la tardanza.
Literalmente entré caminando de puntas, echando un vistazo hacia los lados y suspirando de alivio al encontrar el espacio solo. Abandone mis cosas en el sillón y fui con los demás.
—¿Dónde está el jefe? —Aunque acostumbraba llamarlo por su nombre, ante los chicos procuraba no hacerlo, puesto que mantener el respeto entre las jerarquías en ese tipo de profesiones es algo indispensable.
—Salió a buscarte —respondió Sungmo—. Estuvo llamándote a tu celular pero no logro contactarte.
—Se agotó la batería —declaré mostrándoles mi celular apagado—. Desde la mañana noté que tenia la pila baja —Avance a la oficina hasta llegar al escritorio, abriendo uno de los cajones de este para sacar el cargador extra que Yunho compro para mi, él y sus paranoias de siempre estarme checando.
Localice el desocupado contacto de luz en la parte inferior de una de las paredes y fui directamente a enchufar el cargador conectado al celular. Aguarde a que se transmitiera suficiente energía para que el teléfono encendiera antes de oprimir el botón, haciendo que este se aluzara y se mostrara la pantalla de bienvenida.
—Oh, Jaejoong, por lo visto el jefe no dio contigo —Myungsoo hablo desde el umbral de la puerta—. Él dijo que en cuanto te pusiera las manos encima, te llevaría directo a su casa.
Pasé hondo al escucharlo, sobresaltándome cuando mi celular en mano comenzó a sonar. El ID ‘hot-demon’ solo asentó mi agonía. —¿Hola? —contesté metiendo mi mano bajo la manga para rascar mi otro brazo, dándole la espalda a Myungsoo.
—¿Dónde estás? —Su voz a través del auricular sonó escalofriantemente seria.
—En…En la empresa —titubeé.
—Voy para allá, no te muevas Kim Jaejoong —Asentí aun sabiendo que era imposible que él me viera hacerlo. Pero la culpa la tenía solo yo por tener un novio así de maniático.
Me agache para colocar mi celular en el suelo, dejando que se completara la carga en la batería y fui hacia la mesa en el rincón de la habitación, donde tenía una mesa que fungía como mi escritorio y una laptop desde donde podía manejar la cuenta bancaria de Yunho y hacer mis tareas escolares.
A punto de sentarme en la silla semi ejecutiva, un portazo cimbro los vidrios de las ventanas haciendo que mis dedos se aferraran al respaldo. ¡Ahora si arderá Troya!, pensé.
Salí de ahí presumiendo que me encontraría con un muy enojado Yunho, desconcertándome al ver en su lugar a un grupo de hombres con facha de malandrines.
—¿Que hacen aquí los de Gangbuk? —murmuro uno de los chicos sin recibir respuesta.
Los cinco hombres recorrieron las inmediaciones observando cuidadosamente cada uno de los objetos colocados aquí y allá. —¿Donde está nuestro querido Jung Yunho? —cuestionó un tipo con la imitación mas falsa que hubiera visto de un traje Ralph Lauren, oh sí, yo conocía muy bien de marcas, no en vano conseguía hojear revistas de moda no solo para estar al tanto de las tendencias –teniendo o no el dinero para seguirlas– sino también para ver a los sexies hombres que las modelaban.
—Salió —Myungsoo indicó simplemente.
—Oh, decidí darle una visita sorpresa, no imagine que no lo hallaría aquí en horas en las que debería estarlo —expuso acercándose a una de las ventanas donde jalo el cordón de la persiana, abriéndola enseguida.
El silencio cayo drásticamente mientras él permanecía asomado hacia el exterior, girándose luego hacia nosotros solo para poner sus ojos sobre mí. —A ti no te conozco.
Su mención hizo que todos los demás también me percataran, por lo que opte por colocarme a lado de mis compañeros. —Es nuevo —aclaro Myungsoo, quien por lo visto era el único que se atrevía a pronunciar palabra.
Ignorando su barato porte para solo atender a su expresión autoritaria, supuse que se trataba del líder de la pandilla del lado norte, ya antes había escuchado referencias sobre ellos pero el tenerlos en frente solo confirmaba que existían deplorables subdivisiones en el inframundo mafioso.
Me miro de arriba-abajo haciendo un gesto de indiferencia y coloco un brazo sobre su abdomen recargando el codo del otro en este, quedándole la mano en su mentón. —Seguro que cuida muy bien los intereses de su jefe —soltó pasando dos dedos a lo largo de su mandíbula—. Lo cual me hace preguntar Myungsoo, ¿cuándo aceptaras cuidar de los míos? Puedo pagarte el doble de lo que recibes.
Absolutamente todos, volteamos hacia Myungsoo aguardando por lo que diría. Gran parte de mi estaba molesta porque el hombre estuviera en el territorio de Yunho ofreciéndole a uno de sus empleados que lo dejara para ir con él, comportándose justo como lucía, un maleante ruin y traicionero.
—Dudo que eso pueda ser cierto, sabemos que la situación en Gangbuk no es ni la mitad de buena que aquí —Myungsoo contesto cruzándose de brazos con sus facciones estoicas—. No estoy acostumbrado a condiciones austeras.
Un suspiro de alivio escapo de mí en el mismo instante en que sonó el bufido que dio el otro tipo al dar media vuelta yéndose a sentar explayadamente en uno de los sofás de cuero negro, subiendo su pierna derecha en la rodilla izquierda y apoyando sus brazos en la cima del respaldo. —Pero imagino que no pasara mucho cuando las prosperas condiciones que tienen aquí, cambien a ser precarias —sonrió de medio lado anteponiendo que lo que diría a continuación seria la estocada que remataria su comentario—. Digo, el contratar caras bonitas debe ser costoso, sobre todo cuando lo que se necesita es que sean… complacientes.
El sutil insulto disfrazado en su indefensa suposición, inicio el hervor de mi irritación que se acrecentó cuando el añadió: —Sabemos que la total satisfacción de Yunho no tiene límites, un buen sueldo debe ser el aliciente para cumplir sus requerimientos y que la gente esté dispuesta a abrirse ampliamente… de mente.
—No creo que el jefe regrese pronto, así que no es necesario que lo espere, yo personalmente le informaré de su visita —Myungsoo le dijo desechando su previa acusación.
El hombre se levanto sacudiendo su ropa y arreglándose su ordinario saco nos dirigió una mirada aguda. —Veo que su jefe los ha educado bien, siendo tan cordiales aun cuando no desean serlo —Pasó a un lado de la pequeña mesa de café al centro del lugar y con la punta de su zapato, tumbo los documentos que estaban ahí—. Quizás todos aquí tienen un tipo de intima lealtad —Mis puños se cerraron fuertemente a mis costados intentando avanzar para borrar esa frustrante sonrisa de suficiencia que su horrenda cara portaba, pero Myungsoo hizo un muy buen desempeño al retenerme del antebrazo y no permitir que me moviera, pero no contaba con lo que otro de esos infames diría mientras me señalaba con su mano.
—Jefe, quizás Dollface es tan bueno en lo que hace, que mantiene a todos contentos.
De una enérgica sacudida mande volando el primer objeto que tuve a mi alcance, una larga engrapadora negra que aterrizo en su frente y que por el choque ocasiono que la hilera de grapas se desprendiera rebotando en los ojos de otro de sus compinches.
Naturalmente su reacción fue iracunda, detonando en un agresivo agarre de mis brazos para lanzarme al piso en donde sin consentir que me pusiera de pie, arremetió una patada sobre mis costillas.
Todo ocurrió como en cámara lenta, en un momento Sungmo estaba arremangándose su camisa abalanzándose sobre alguien más, y en el otro estaban todos contra todos. Encapsulados en propinar y acertar golpes los unos a los otros, no notamos cuando la puerta se abrió ni quien ingreso hasta que nos paralizamos con el grito: “¡¿Qué jodidos está pasando?!”.
Mi raciocinio rápidamente reconoció la voz por lo que desde el piso tendido sobre mi espalada y con un hombre sentado en mi estomago sujetándome el cuello con una mano y con la otra suspendida en el aire amenazándome con abofetearme, rodé mi vista hacia atrás constatando que se trataba de Yunho, quien arqueo una ceja al ver mi mano extendida en la cara del hombre a horcajadas sobre mí, en un extenuante esfuerzo por quitármelo de encima.
Como por obra de magia, cada uno se fue separando e incorporándose para reagruparse en su bando correspondiente, ellos resguardándose detrás de su jefe y nosotros de Yunho cuando este llego a nuestro lado.
—Tiempo sin verte —menciono el cabecilla del grupo contrario sacando un cigarro, encendiéndolo antes de ponerlo en su boca.
Yunho solo se encogió de hombros sin apartar la vista de él notando como el círculo de humo que soltó, flotaba en el aire. —Hace un rato alabe el temple de ellos, pero parece que me delante al sacar conclusiones, aun están muy verdes y no saben controlar su carácter.
Yunho dejo de verlo para voltear hacia nosotros. —¿No les he dicho que cuando no me encuentre aquí, mantengan esto en orden y a la basura fuera? —hablo haciendo una pausa para virarse otra vez hacia los indeseados visitantes—. Si quisiera que pordioseros entraran, no me molestaría en cerrar las puertas.
Aflicción surgió en mí al percatarme de las facciones molestas de los hombres, conteniendo la respiración después al ser testigo de cómo el líder de ellos apago su cigarro en el dorso de la mano de Sungmo. Nuestros ojos se concentraron en Yunho, quien manifiesto solo un breve gesto de disgusto pero la rigidez de su mandíbula de inmediato se suavizo cuando su mano peino calmadamente su propio cabello hacia atrás.
—No sé tú pero yo tengo demasiado trabajo como para desperdiciarlo en presencias innecesarias —Su mano se agito desdeñosamente apuntado hacia la salida obteniendo un resoplido por parte del otro, a quien recorrió con su vista antes de añadir—: A menos que estén aquí para pedir limosna, si es así les ruego que lo hagan rápido y luego se retiren, odiaría tener que soportar ese tipo de imagen por mucho tiempo.
Yunho dio media vuelta con la intención de ir a su oficina desentendiéndose de ellos quienes al parecer solo estaban esperando por una orden para atacar, una que no fue necesaria para el que se le arrojó con el propósito de atacarlo por la espalda, ja, tan típico de un delincuente de segunda clase.
Para alguien con sobresalientes reflejos, era imposible que se dejara sorprender tan básicamente, así que Yunho sin mayor esmero lo capturo del brazo retorciéndoselo hasta que el tipo grito, mismo sonido que se enmudeció al recibir un codazo en la nariz para posteriormente caer rendido al suelo.
Los ojos de Yunho escanearon al resto de los tipos deteniéndose en uno en particular al que golpeo con el puño cerrado en la mejilla y barbilla, cayendo de igual forma noqueado al segundo. Fijándome totalmente en este, descubrí que se trataba del mismo sujeto con el que había luchado cuerpo a cuerpo, si no conociera el temperamento violento de Yunho, habría pensado que él vengó mis golpes, pero más bien debió ser su furia desmedida.
Como simples espectadores, observamos la forma en que tronaba sus dedos al dirigirse hacia los demás. —¿Quién será el próximo? —pregunto mirando de izquierda a derecha frente a él—. ¿Qué me dices tú, Eunkwang?
El jefe de la otra pandilla se enderezo elevando su cabeza antes de girarse sobre sus talones contestando por encima de su hombro. —No hoy, Jung —comenzó su retirada dando la orden para que sus subordinados lo siguieran, haciéndolo estos de inmediato sin importarles que dos de los suyos aun yacieran en el piso.
Yunho dio una media sonrisa indicando que sacaran a los arruinados hombres, puesto que no deseaba esa clase de suvenires en su compañía. A duras penas, tres de los chicos se las ingeniaron para arrastrarlos jalándolos de las manos.
Una vez con el campo despejado, dio un paso adelante para colocarse frente a nosotros con su semblante que manifestaba nada más que frialdad. —¡Ahora me van a explicar porque infiernos estaban peleando! —gruño—. Les he dicho mil veces que deben evitarse las confrontaciones entre la familia.
Nuestro silencio y sumisión fue lo mejor que pudimos ofrecerle como respuesta, cualquier otra cosa era inaceptable para su estado de ánimo, aparentemente eso todos lo sabíamos.
Nos miro por un largo periodo como si estudiara cada una de nuestras caras, casi juré que podía detectar en nosotros el miedo. Quedamente sus pasos lo acercaron a Myungsoo, situándose ante él altivamente. —¿En mi ausencia quedas a cargo de la situación y es así como la controlas?
—Lo lamento señor —Myungsoo se disculpo inclinándose.
Nuestros ojos y bocas se ampliaron al ver como la mano de Yunho palmeo duramente la nuca del hombre antes de separarse para estar nuevamente frente a nosotros. —¡¿Cómo demonios esperaban salir victoriosos si el imbécil líder del Gangbuk era lastimado? ¿De quién creen que sería la primera cabeza que pediría el presidente?! ¡La de ustedes obviamente! —Afilo su mirada extendiendo sus brazos para señalarnos—. ¿Qué se supone que le diría, “perdónelos por esta vez, ellos no volverán a entrometerse con un superior”? ¡Ni siquiera tendría la oportunidad de decirlo cuando ya estuviera haciéndose cargo el mismo de darles su merecido!
Estando ahí siendo espectador de lo débiles que lucían ese conjunto de hombres que normalmente mostraban un porte invencible ante la sociedad. Cabizbajos con aspecto desolado y sin decir quién fue el que propicio el caos.
Fue admirable como el lazo de la camaradería era tan resistente que no se rompía ni siquiera para salvar su propio pellejo.
Yo había sido el causante del pleito, y puesto que yo di el primer ataque, era mi obligación moral confesar lo sucedido. Pero mi parte cobarde se resistía a hacerlo. Era como si dos mentalidades se confrontaran en mi interior, «Hazlo Jaejoong, afronta las consecuencias de tus actos» vs «No Jaejoong no lo hagas, si reciben juntos el castigo, será menor el dolor»
—¡Imbéciles petulantes, debería yo mismo bajarles los humos y darles una lección memorable! —Las palabras de Yunho fueron el punto crucial para tomar la decisión. Pasara lo que pasara, sabía que haría lo correcto, lo preciso.
—¡Yunho! —llamé consiguiendo que interrumpiera su avance—. Vayamos a casa, no me siento bien —mentí.
Ladeo su cabeza arrimándose a donde yo estaba parado. —¿Qué te pasa?
—Me duele un poco el estomago al igual que mi hombro —Roté mi brazo derecho fingiendo molestia al hacerlo.
Me observo y después de un segundo asintió. —Bien.
Sin decir más, coloco su mano en mi espalda baja instándome a caminar fuera. Un último vistazo hacia la oficina y entramos en el ascensor. Mientras el presionaba el botón para llegar al sótano donde tenía su auto, yo encubrí mi sonrisa victoriosa, había logrado distraerlo y nadie salió herido por ello. ¡Yo era un genio!
La cuestión era como mantener mi invención, podía milagrosamente aliviarme o prolongar la farsa hasta el siguiente día, no estaba seguro de cual era lo mejor por hacer.
El auto dio un ligero brinco al subir por una rampa, fue entonces cuando comprendí que habíamos llegado, sin embargo al mirar por la ventanilla, me encontré con un estacionamiento distinto al del edificio donde vivíamos.
—¿Dónde estamos?
—Iremos a un hospital para que te examinen —Yunho hablo desabrochándose el cinturón de seguridad.
—No es para tanto —Me apresure a decir.
Detuvo su intento por salir del auto viéndome desconfiadamente. —Entonces regresemos a la oficina —Volvió a sujetar el extremo del cinturón jalándolo para colocárselo.
—¡No! —solté—. Vayamos, es mejor descartar cualquier daño.
Abrió la puerta sonriendo y salió rodeando el carro esperando por mi delante de este. Suspire pesadamente mientras bajaba del asiento para unirme a él.
Fuera del estacionamiento atravesamos la calle para entrar al hospital que ocupaba toda la cuadra, eso demostraba que para él, la salud no tenia precio, ni aunque se tratara de otra persona distinta a sí mismo.
La recepción estaba prácticamente vacía –los servicios privados contrastaban tanto con los públicos–. ¡Incluso la mujer detrás del mostrador jugaba solitario en su computadora!
El trato de Yunho para cualquier ser humano no distinguía sexo, por lo que no fue la excepción con la trabajadora, a quien simplemente le dio los datos requeridos para luego forzarme a tomar asiento en una de las cuatro sillas tándem alineadas en la pared opuesta.
Diez minutos después una enfermera emergió de uno de los pasillos, menciono mi nombre y fui guiado a uno de los consultorios.
Básicamente el doctor me hizo una revisión superficial, comprobándome el peso, estatura, presión arterial, temperatura, garganta, ojos, oídos, corazón y pulmones. Y como lo sospeche, todo estaba perfectamente normal.
Reaparecí ante Yunho con dos hojas en mis manos, una receta y una exorbitante cuenta que sin duda rebasaba cualquier atención medica que he recibido en toda mi vida.
Después de pasar a la farmacia para adquirir los analgésicos que calmarían el dolor, que por si acaso se presentaba en mi abdomen donde el doctor apreció un –muy insignificante– moretón, íbamos por fin a casa.
—¿No te dijo nada del porqué estas tan delgado? —menciono al detenerse en un alto.
—¡Yah! estoy dentro del rango ¿ok?, es solo mi constitución lo que hace creer otra cosa —Casi llegando al murmullo fue como termine mi respuesta.
A punto de retomar la marcha, revolvió mi cabello para luego ocupar ambas manos en el volante. —Debimos comprarte vitaminas también.
Bufe sonoramente puesto que era como si no hubiera escuchado lo que le dije, ya que continúo hablando sobre el tema y aunque la mayoría de sus comentarios irradiaban en el sarcasmo, podía sentir que su interés por mi salud era sincero.
Un confort demasiado afectuoso era lo que me colmaba cuando estaba a su lado. Su apego hacia mí era tan efusivo que a veces me era difícil decidir si deseaba o no apartarme de él. Algo muy parecido al cariño diría yo.
Esa noche tome una de las pastillas porque adivina que, el área que rodeaba al insignificante moretón del que hable antes, empezó a punzar y no podía dormir, así que una de esas pequeñas píldoras de la felicidad me mando a los brazos de Morfeo en menos de media hora y me salvaguardó en ellos hasta que amaneció.
Con un sueño reparador como el que tuve, me fue difícil querer volver a la realidad, menos sabiendo que me esperaba una agobiante rutina, yo como muchos, prefería vegetar recostado en una celestial cama. Pero Yunho quien conocía inmejorablemente mis deseos de conservar mis responsabilidades académicas intachables como las tenía a esa fecha, se empeño por varios minutos por levantarme –lo sé porque solo pretendía dormir–, desde jalarme los pies hasta destaparme, era lógico que con esas perturbadoras acciones estaba más que despierto, pero aun así no di señales de estarlo.
Mi empecinado juego termino con el toque de nudillos en mi mejilla y su apacible declaración: —Hey amor, es hora de despertar.
Mis ojos se abrieron en un santiamén, justo a tiempo para ver su complacido rostro. —Creí que esas palabras tendrían otro efecto en ti, y no ese de soñador —Su risa surgió junto con el balanceo en el colchón al ponerse de pie—. ¿Debería a partir de ahora utilizarlas como tu despertador personal?
Refunfuñando me senté deslizándome hasta tocar el suelo con mis pies, pasándolo de largo y azotando la puerta del baño detrás de mí. Contando con la privacidad esencial, revise mi imagen en el espejo colgado en la pared, me alborote incansablemente el cabello para luego desvestirme y entrar bajo el roció de agua templada, que la regadera dejaba caer sobre mí.
Doble los brazos cubriéndome la cara entre ellos estando recargado en los azulejos, permitiendo que las últimas gotas cayeran en mi espalda después de cerrar la llave.
Sin poder dejar de pensar en la forma en que me llamó, en como el escucharlo altero mis emociones.
¿Cómo podía siquiera admitir que esas palabras me impresionaron? Aunque fuera cierto.
Tope mi frente un par de veces en los duros mosaicos antes de tomar una toalla, quitándome con ella rápidamente el exceso de agua en el pelo y atándola luego alrededor de mi cintura. Para cuando abrí la puerta, la habitación estaba vacía, tome mi ropa vistiéndome mientras trataba de hallar mi mochila. Había olvidado que la deje en la oficina e indudablemente no podía ir a la universidad sin esta.
En la sala, un Yunho impaciente me apresuro sacudiendo las llaves en su mano. No hubo necesidad de contarle sobre mi descuido, él condujo hacia la empresa burlándose de cuan perjudicial resulto mi terquedad matutina para mí mismo. ¡Como si el recalcármelo me ayudara a no llegar tarde!
Sus habilidades de manejo nos ahorraron diez minutos, subí corriendo a la oficina, tome mis cosas y baje casi al doble de la velocidad. Yunho ya tenía mi carro ahí, me dio las llaves, una palmada –en un sitio que omitiré mencionar– y me aleje dejando solo una ráfaga de polvo en el viento.
Al mediodía recibí un mensaje de texto de él, donde me decía que cuando terminara mis clases me dirigiera directamente al departamento, fue inusual pero así lo hice.
—¿Paso algo? —pregunte al encontrarlo sentado viendo el televisor.
Giro su cuello hacia mí bajando el volumen por medio del control remoto. —Me tome la tarde libre para pasarla con mi asistente.
Rodé los ojos liberando mis hombros de los tirantes de la mochila para botarla en la esquina. Camine a la cocina saliendo de esta con un vaso con agua prestando atención a la mano de Yunho que golpeteaba el espacio desocupado a su lado, cansadamente fui a sentarme precavidamente en la orilla, apartado de él. Sin anticiparlo, se inclino quitándome el vaso como si nada, para beberse el contenido de este por completo.
—¡Oye! —protesté.
Cansado de su indiferencia, resoplé echando la cabeza hacia atrás en el respaldo cerrando los ojos para ignorarlo, así fue por un largo rato que se frustró cuando sentí puntas de dedos recorriéndome el abdomen. De un zarpazo quite la mano de abajo de mi playera, misma que se empeño en volver a colocarse en la misma posición. Entonces una absurda contienda de manotazos se desato en pleno sofá. Un pellizco por acá y cosquillas por allá, lograron que colapsara en el brazo del sillón siendo sometido por el sonrientemente malicioso Yunho.
No precisaba de pensar mucho para saber qué era lo que se proponía, por lo que retorcí mis pies pretendiendo impulsarme para levantarme pero augurando que no lo conseguiría, opte por cambiar de estrategia.
—Ya que tenemos bastante tiempo a nuestra disposición, no tienes ganas…
—Por supuesto.
—¿De salir? —completé mi frase interrumpida.
La incertidumbre en su mirada por un momento me hizo creer que mis intenciones no funcionarían. —¿A dónde?
Oh-oh, si hubiera contemplado el salir con él, tendría al menos media maldita idea de a dónde ir, pero pensarlo tan repentinamente dejaba muy pocas opciones.
—A ver la ciudad —Saque mi lengua mordiéndola para evitar soltar el sonido de mi risa nerviosa, si él aceptaba mi propuesta, esa noche no habría acción.
Se enderezo dejando sus manos en mis rodillas analizándome para luego sencillamente asentir. ¡Uh, en conclusión, tendría dos noches consecutivas de placido descanso!
Faltaba poco para el atardecer cuando arribamos a Namsan, entusiasmado como un niño, me precipité al barandal desde donde pude disfrutar de la vista panorámica de Seúl.
—¿Esto querías ver? —dijo.
Sostuve el metal firmemente antes de inclinarme hacia delante por un segundo y volver a ponerme recto. —Si ¿no luce increíble? —Di una gran bocanada de aire alzando los brazos—. El ambiente aquí es más neutro.
—Yo creo que por el contrario, estamos más cerca del smog.
Fruncí el ceño volteando hacia él. —Tus comentarios no arruinaran esto —Negué con mi dedo índice.
—Creí que querrías ir a algún buen restaurante a cenar o a comprar algo —argumentó encogiéndose de hombros.
—¿Y quién pagaría, tú?
Sonrió de medio lado pasando sus brazos detrás de su nuca. —Jamás sería tan estúpido para esperar que no fuera así.
Exhale moviendo las manos con fastidio regresando mi vista a la ciudad. —Se supone que cosas como estas son las mejores de la vida, pero tú las haces sonar tan simples.
—Se supone que cuando sales con un hombre que tiene el dinero suficiente para cumplir cualquier tonto capricho que tengas, lo aprovechas al máximo —rebatió.
Giré a mi costado mirándolo a los ojos. —¿Entonces estás diciendo que quieres que siga saliendo contigo por interés y no tenga vergüenza en ocultarlo?
—Estoy diciendo que deberías ser más divertido.
Sonreí recargando el codo en la barandilla. —Pero esto es divertido para mí —Estire mi otro brazo, doblando dos dedos para indicarle que se acercara y apunte el espacio junto a mi tal y como él lo había hecho antes en el departamento—. Mira —dije al percibir que Yunho se acercaba—. Desde aquí se ve mi antigua casa.
—¿Es esa que está en el cerro que parece estar a punto de derrumbarse?
—Muy gracioso —repliqué.
Rió entre dientes al tiempo que tomaba mi mano. De reojo lo observe de perfil notándolo concentrado en la ciudad, luego desvié mi atención a nuestras manos entrelazadas, no sabía en qué instante le permití a mis dedos unirse a los de él pero no hice el más mínimo intento por separarlos sino que seguí admirando el paisaje.
Luego de un rato, creí conveniente ir a otra parte. —Vamos allá.
Yunho siguió la dirección que mi dedo marcaba, alcanzando a percibir como hacia un gesto de disgusto. —¿De nuevo la torre N de Seúl?
Asentí jalándolo de la mano aprovechando que todavía manteníamos el agarre. Ciertamente esa sería la segunda vez para nosotros ahí, justo ese lugar es donde tuvimos nuestra cuasi cita con el oso asesino como tercera rueda, en la que también tuvimos nuestro primer beso, no es que lo recordara como un día estupendo, pero el hecho ahí estaba y nada ganaba con negar el pasado.
Como un muñeco de trapo, Yunho se dejo arrastrar, me sentí con súper-poderes por lograr eso. ¿Qué tal, eh? Yo, un sexy superhéroe.
Lo primero que mis ojos distinguieron fue el gran distintivo letrero del ‘Teddy Bear Museum’ —Siempre he querido entrar ahí —confesé.
—Olvídalo —Yunho dijo pretendiendo marcharse, por fortuna alcance a retenerlo de la camisa—. No lo haré.
—Bien, al menos cómprame algo de ahí —ofrecí desanimadamente.
—¿Qué?
—¿Tú qué crees?
Después de más de 15 minutos llenos de indecisión por los siete tipos de colores, salí con un oso de peluche café rojizo de un metro de largo, con su cuello adornado por un listón verde de franjas doradas y rojas que lo cuadriculaban y un par de ojos de brillante acrílico.
—Que articulo mas de niña —Yunho proclamó guardando su billetera—, que será lo próximo que pedirás, ¿una casa de muñecas?
Apreté mis labios en una suave línea, no considerando su opinión mientras rodeaba con los brazos la esponjosa y bultosa barriga del ficticio animal. —Como si nunca hubieras tenido un regalo que en la infancia no se te cumplió —sisé pasando las yemas de mis dedos por los cortos hilos de seda de la felpa.
Desde niño desee conseguir uno de esos osos, así que no importaba lo tonto que luciera o que mis ojos parecieran dos medias lunas por sonreír tanto. ¡Yo al fin había cumplido uno de mis anhelos, maldita sea!
—Da igual, ven aquí —menciono al acomodarse en una banca de cemento.
—¿Para qué?
—Ven.
La súbita invitación me genero reservas, por lo que retrocedí curvando una ceja. —No daremos un show aquí —estipulé.
—Vamos, ¿donde quedo la emoción del exhibicionismo? —¡Tadán!, acerté en sus degenerados pensamientos—. Yo ya hice algo lindo por ti, ahora es tu turno.
En ocasiones creía que él actuaba de esa forma para molestarme, porque realmente era un experto en lograrlo, sus exasperantes comentarios seguidos de sus morbosas insinuaciones, me dejaban sin habla.
Tomándome desprevenido me arrebato el peluche poniéndolo en su espalda iniciando el típico juego idiota de ‘recupéralo si puedes’. —Tu resistencia solo me estimula mas —susurro agachándose para llegar a la altura de mi oreja por solo un milisegundo para luego inspeccionar los alrededores—. Debajo de esas escaleras es un buen lugar —apuntó con la pata del oso hacia el sitio, moviéndola en círculos.
—No —Cesé mi lucha por recuperar lo que era mío, cruzándome de brazos entrando en pánico al reconocer la expresión maquiavélica que siempre mostraba cuando estaba a punto de atacar.
En efecto, más tardé yo en protestar, que él en atraparme de la muñeca obligándome a ir al recóndito hueco que había localizado. ¡Estaba siendo jalado hacia el lado oscuro!
Y como ya lo había mencionando, situaciones desesperadas requieren medidas descabelladas. —En casa podemos hacer todas esas cosas locas que se te ocurren, pero no aquí a la vista de quien pase, por favor —supliqué.
—¿Así que todas las cosas locas, eh? —Abruptamente se detuvo provocando que me estrellara con su cuerpo y lo intenso de su mirada hizo que la mía se dirigiera a cualquier lado menos a él—. Si no contestas es porque estás de acuerdo, así que no aceptare los no’s que digas después, ni me importaran tus quejas de cuan raro o cuan incomodo sea, lo haré y no me detendré.
Estableció aclarando que yo ya no tenía ni voz ni voto sobre lo que sucedería. Lo único que me quedo fue tratar de pasar la inexistente saliva en mi garganta seca al comenzar a caminar hacia la salida.
Regresamos al departamento en un tiempo exageradamente corto, fue una verdadera suerte que no recibiéramos infracción alguna por la alta velocidad. Pero eso era lo menos que tenía en mi mente cuando tras cerrar la puerta, Yunho me acorralo contra la pared empezando a deshacerse de mis ropas.
Definitivamente mi plan de horas antes no funciono en lo más mínimo, solo postergue lo inevitable. Puesto que en esa noche hubo más horas de desvelo que de letargo, imparables, incontenibles e insaciables.
Acontecimientos inenarrables en los que me vi forzado a participar, aunque en cierto momento cuando se agotaron mis esfuerzos de resistencia, me rendí. Ya saben, si no puedes con el enemigo, únetele, eso es lo mejor por hacer estando en una relación apasionadamente activa como lo era la mía.
Entendía que Yunho y yo teníamos mucho camino por recorrer y también que yo verdaderamente quería que lo siguiéramos haciendo juntos.

3 comentarios:

  1. jjeje pobre Jae en definitiva nada le sirve para persuadir a Yunho... al contrario, pareciera que lo unico que hace es echar mas leña al fuego ^^

    ResponderBorrar
  2. Al fin y al cabo le fue peor*aja* termino con sus ideas locas.. ...n_n aun me pregunto como terminara.. ...
    Me nociones cuando lo llamo amor, eso sono tan dulce.. ......y el paseo fue hermoso.. ....jajajja lo quería llevar a un Museo de osos Teddy jajajja un mafioso ahi.. ....Dios!

    ResponderBorrar
  3. Después de ese altercado en la oficina parece que Yunho solo lo quiere mimar y Jae parece ya aceptar todo sin pelear tanto y además esos detalles de Yunho de decirle mi amor, de tomarlo de la mano y complacerlo en el paseo, han hecho que Jae este contento.

    Gracias!!!!

    ResponderBorrar


Quejas, opiniones, sugerencias? lo que sea, no te lo guardes y hazte escuchar!!