Memorias de un mafioso: Capítulo 14

No hay nada que desespere tanto como ver mal interpretados nuestros sentimientos.
Jacinto Benavente

Desde que tengo uso de memoria he sabido que existen dos tipos de personas en este mundo, las que dan la cara a los asuntos y las que huyen. Y siempre, siempre es mejor huir. Si, quizás sonará cobarde pero ¿no vale más la vida que un momento de humillación? ¡Por supuesto que sí!

La cosa es que después de que la boca de Minho prácticamente lo auto-sentencio a ser demolido por Yunho, yo me negué a ser un simple espectador y no hacer nada para evitarlo, dejando de lado el hecho de que él mismo se lo busco o de que me involucro en sus impertinentes comentarios, rogué más de cinco veces porque la situación no se saliera mas de control.
Resulto ser más que complicado el estabilizar sus temperamentos, pero me sentí muy aliviado al conseguirlo, así que sin dar oportunidad a que cualquier evento pudiera incitarlos y continuaran lo que afortunadamente se interrumpió, sujete la mano de Yunho tratando de que me siguiera fuera del bar.
Caminamos hasta la esquina donde él había dejado su auto, desactivo la alarma y ambos entramos en este.
El viaje transcurrió en absoluto silencio, honestamente tampoco existía mucho que quisiera decir, no cuando suponía como él contestaría.
En cuanto apago el motor de su carro en el estacionamiento subterráneo del edificio, salió cerrando detrás de si la puerta y dirigiéndose al elevador sin mirar nada más que al frente. Tenía más que claro que el permanecer callado no era su personalidad así que cautelosamente lo seguí aguardando porque soltara lo que sin duda acumulaba en su interior.
El ascensor abrió de nuevo sus puertas en el piso de su departamento y casi sin detener sus pasos, entro en este dejándolo abierto para mí.
Desatándome los zapatos observe de costado a Yunho quitándose su gabardina para lanzarla duramente hacia la pequeña mesa del café en el centro de la sala, el par de sobres sin abrir que estaban ahí, salieron volando antes de que el abrigo tocara la superficie.
Luego fue rumbo a la cocina y yo camine hacia la habitación, pensando en que tal vez si me alistaba rápidamente para dormir podría evadirlo hasta el día siguiente porque él creyendo que yo me encontraba exhausto, me dejaría tranquilo por esa noche.
Si claro, en un universo alterno eso pasaría, pero en el que yo vivía, Jung Yunho no actuaba así, él hablaría lo que sea que le molestara e ignoraría cualquier condición en la que yo me encontrara.
Por lo que no me sobresalte cuando escuche el portazo de la habitación ni me inmuté al ser bruscamente volteado hacia él para enfrentarlo.
—¡¿Cuál era el verdadero objetivo de que conociera a tus amigos? ¿Restregarme en la cara que tienes a tipos haciendo fila por ti?! ¿Se supone que con esto me estás diciendo ‘oye, dame un trato especial porque ahora ya sabes que no eres el único’? —hablo tomando una postura arrogante—, ¿Ó es que realmente no está esperando a que desocupe la posición, sino que ya estas turnándonos? ¡¿Es eso?!
Rodé los ojos por sus absurdas preguntas y me hice a un lado esquivándolo pero siendo interceptado casi al instante. —Discutamos esto mañana —le dije.
—¿Qué es lo que a ese imbécil le hace sentir derecho para hablarme así? ¿Y por qué tanta insistencia de tu parte por defenderlo? —Empujo uno de mis hombros haciendo que me tambaleara hacia atrás.
—Te lo dije ¿no? somos amigos —respondí devolviéndole el empujón consiguiendo con ello avanzar hacia la cómoda para obtener mi ropa de dormir.
—¿Del tipo de amigos con derecho? —Agarro mi antebrazo izquierdo girándome de nuevo hacia él—. ¡¿Ustedes han estado revolcándose a mis espaldas?!
—¡Escucha, este día ha sido extremadamente difícil para mí, no necesito de ninguna basura histérica para hacerlo peor, así que deja de una maldita vez tus intentos por arruinarme la noche porque adivina que, ya lo conseguiste! —Agite varias veces mi brazo para soltarme no obteniendo ningún resultado, hasta que él lo hizo por voluntad propia acorralándome entre el mueble y la pared.
—Aunque pensé que no podría sentirme más enfadado, lo estas logrando sin mucho esfuerzo —siseo presionándome más contra el estrecho espacio en el que me encontraba—, no tengo más paciencia para soportar tus rabietas.
—¿Te parece que estoy haciendo una rabieta? —rebatí frunciendo el ceño—. ¿Qué hay de lo que yo tuve que soportar hoy? ¿Eso no te importa? —cuestione aun sabiendo la respuesta.
—¡¿De qué demonios hablas?!
Correspondí la mirada afilada que me ofrecía utilizando mi peso para impulsarme hacia delante y salir de la ahogante prisión sin poder aun lograrlo. —¡¿No tienes ni maldita media idea, cierto? ¿Crees que para mí fue muy gratificante el ponerme en medio de dos cabezas huecas para impedir que no se hicieran trizas el uno al otro?!
—¡Él no hubiera tenido ni una sola oportunidad de ponerme siquiera un dedo encima!
Mostré indiferencia a lo que dijo y continúe. —¡Se supone que alguien debería tener un mínimo de prudencia, y ese tenias que ser tú!
—¡¿Y por qué jodidos yo tenía que soportar su pedantería?! —debatió permitiéndome en un breve descuido escapar de su control.
—¡¿Por qué era la primera vez que te presentabas ante mis amigos?! —solté abruptamente alejándome sin darle la espalda—. Pero no, ¿tú solo no podías fingir que nada pasaba? sino que tenias que ser intransigente, ¿acaso no sabes que la vida hay que tomarla ligeramente? —Alce los brazos al aire exasperadamente—. Después de todo no te estaba pidiendo que hicieras amistad con ellos, diablos ni siquiera que congeniaran, lo único que quería era que ustedes se conocieran, no te volvería a pedir que se reunieran, solo por una vez quería experimentar lo que sucede en una relación normal, pero ese fue mi error —susurre la ultima parte captando mis propias palabras—, si esto ni siquiera es real —reí irónicamente ante mi conclusión.
—Tienes razón, esto no lo es y por lo tanto ¿Cuál era el objetivo de pretender algo que no siento? ¿Por qué diantres tendría que soportar sus falsas caras cuando no obtendría ningún beneficio en ello? —Rápidamente me alcanzo apresando ambas de mis muñecas—. ¡En lugar de estar parloteando idioteces, deberías estar agradecido de que mordí mi orgullo y me contuve tan solo porque me suplicaste que así lo hiciera!
—¡Gracias entonces, fuiste muy piadoso! —gruñí moviéndome para zafarme—. Ahora si me lo permites, quisiera dormir y olvidar que lo de hoy alguna vez sucedió.
—¡¿Por qué maldita sea siempre tienes que ser tan hostil? ¿Tal parece que tu pasatiempo favorito es llevarme hasta el límite de la paciencia?!
—¡No veo el porqué de tu molestia! Al fin de cuentas ¿qué hay de malo en que alguien esté interesado en mi, si lo nuestro no es nada definitivo? No es como si yo fuera de tu propiedad, que yo recuerde acordamos que mientras fuera conveniente para los dos mantendríamos una especie de idilio amoroso sin ataduras.
Se alejo de mí deslizando su mano desde su frente hasta la nuca dejando escapar un pequeño resoplido que se transformo en una risotada. —De modo que eres de los que trata de tener dos velas encendidas por si una se apaga y solo estas asegurándote de tener algo en lo que caer después de que te eche de mi vida —declaro en tono solemne—. Y dime ¿ya le diste un adelanto de lo que recibirá cuando vayas hacia él?
Di media vuelta acercándome a la cama acomodando las sabanas para acostarme, de pronto había desechado la idea de cambiarme prefiriendo dormir con lo que ya tenía puesto, sin importar lo incomodo que fuera —¿Que si es así, uh? No es como si fuéramos exclusivos entre nosotros —dije quitándome los calcetines doblándolos en una bola y arrojándolos sin fijarme en donde cayeron, casi arrepintiéndome por no lanzárselos directo en su cara.
—Así que finalmente estas sacando a la luz tu libertina personalidad, sabía que lo eras pero parecía que habías abandonado tus costumbres, es como dicen, un tigre no cambia sus rayas.
Agite mi mano hacia él sin voltear a verlo indicándole que lo que dijera no me interesaba más, y no es que realmente fuera así, pero en el humor que estábamos ambos, sabía que de continuar la discusión, esta adquiriría estratosféricas consecuencias violentas.
—¿Estas intentando de seguir el ejemplo de ese tipo? —Sujetándome del codo me giro repentinamente ocasionando que chocara con su cuerpo—. ¡No trates de hacerte el listo conmigo porque no te saldrás con la tuya!
—¿Qué es lo que quieres oír? ¿Nunca puedo contradecirte no es así? Siempre tiene que ser tal cual y como tú dices. Sé que no tengo ni voz ni voto así que acabemos con esto de una vez y solo dilo.
En lugar de recibir una respuesta fui tumbado de espalda sobre la cama gracias al fuerte empuje que me proporciono en el torso y antes de que pudiera reaccionar ya lo tenía cubriéndome y restringiéndome los brazos utilizando mi propia camiseta haciéndola nudo en mis muñecas. —¿Si es así, qué es lo que te detiene a mi lado entonces? ¿Por qué no corres hacia él si piensas eso? ¿Por el dinero?
Deje de resistirme en su agarre solo para fijar mis ojos en los suyos. —Grandioso, ¿ahora vas a cuestionar tu propia oferta? Tú fuiste el que en primer lugar me propuso eso, yo no soy el que fue hacia ti pidiéndolo.
—¿Eso quiere decir que si es esa la razón?
Por incontables segundos me debatí internamente, batallando contra mis resoluciones de conveniencia y honestidad, determinando que era mejor contestar con lo primero que quise decir al escucharlo hablar —No.
Se mostro sorprendido, como si hubiera estado predispuesto a escuchar lo contrario, incluso yo mismo lo estuve. —¿Entonces?
—Sonara absurdo pero sinceramente no hay exactamente una, solo sé que entre todas las características que tengo, no está la de ser un avaricioso por el dinero, porque sinceramente si lo fuera, podría buscarme a un anciano millonario sin familiares y de alguna manera lo enredaría para que me heredara todo su caudal al morir. Aunque quizás esos hombres tienen gustos por las cosas kinky y pasando por alto el que estaría desperdiciando mi juventud haciendo labores de enfermero la mayoría del tiempo, al menos él no tendría el vigor para comportarse como un libidinoso saltándome a cada oportunidad como ciertamente tú lo haces —explique haciendo una pausa para tomar aire, aguardando un instante por su reacción, reanudando al no recibir ninguna—. Además estoy acostumbrado a vivir módicamente, por lo que estoy seguro que me las hubiera ingeniado para seguir así, con o sin ti.
Después de quedarme callado él siguió observándome como si analizara mi expresión, quizás descifrando si era mentira lo que había dicho, o tal vez ideando lo que haría a continuación. —¿Cómo es que consigues que experimente mis emociones como en una montaña rusa? Un minuto estoy en la cima del enojo y en el próximo me haces olvidar porque en un principio estaba molesto —Dejó de retenerme para rodarse a un lado mío mirando hacia el techo—. Apareciste y pusiste de cabeza a mi mundo.
¡Oh, mira quien lo dice!, quise gritarle. Si había un afectado en todo esto ese sin ninguna duda era yo. No solo había cedido mi cuerpo sino que comprometí a este en otro nivel, uno al que nunca pensé someterme. Siendo siempre el activo, estaba acostumbrado a ser yo el que guiaba, aunque ya saben lo que dicen, el sexo es una democracia y goza tanto el que está arriba como el que está abajo, pero con un hombre tan demandante que no averigua si está bien conmigo y tan solo sigue sus instintos en cualquier forma o momento extravagante en que se “alborota”, no es nada fácil habituarse al nuevo rol, sobre todo al ni siquiera considerarme un inter. No cuando él se negaba a ser él que recibiera. ¡Bastardo miserable, él por supuesto si podía mantener su posición!
En un momento desconocido se viro sobre su costado derecho para rodearme con los brazos moviéndolos en todas direcciones no dándome ni un segundo de tregua. —Hey, no sé tú pero yo muero de sueño, así que solo durmamos, ¿ok? —sugerí utilizando las palmas de mis manos en un vano intento de apartar las suyas de mi—. ¡Yah, no tengo ganas ¿no puedes comprenderlo?! —redoble mis esfuerzos para despegarlo de mi cuello, mi pobre piel estaba siendo succionada tan fuerte que sabía que las huellas resultantes de eso no se borrarían en menos de treinta y seis horas—. Comienzo a pensar que tienes una especie de fetiche con mi cuello.
Su risa ahogada en mi clavícula me provoco cosquillas así que me empeñe en alejar su cabeza, la manera más pronta fue jalar su cabello. Mala opción, puesto que él se lanzó sobre mí separándome las rodillas con las suyas e inmovilizando mis brazos con sus manos.
—Tienes dos alternativas, cooperar o rendirte, tú eliges.
—Prácticamente es lo mismo —argumente tratando de derribarlo—. Es en serio, estoy cansado.
—Bien —al escucharlo, creí que la razón había por fin golpeado a su cerebro, pero lejos de eso él me demostró que el único que resultaría “golpeado” sería yo.
Sin sutileza ni darme oportunidad para escapar, se las arreglo para despojarme de la camiseta, abrir la bragueta y sacar el pantalón de mis piernas. Luego sin reservas se desvistió por completo arrojando con un manotazo el cúmulo de nuestras ropas al suelo.
Extendido sobre la cama y a su entera disposición, es como me dejo después una inexplicable maniobra. La única barrera entre nosotros era el algodón de mi boxer el cual era otra prueba de su dominio en mí. En una de nuestras primeras tardes como concubinos, me llevo a una plaza comercial donde recorrimos casi todos los establecimientos prestigiosos de ahí, en busca de mi nuevo guardarropa. Correcto, tampoco es que me hubiera opuesto tanto a ello, si bien es cierto que me negué a probarme muchas de las prendas que él escogió, pero la verdad es que fingí mi desinterés solo para no lucir tan fácil de complacer. Ese día obtuve atuendos de temporada que vinieron a reemplazar mis harapos cotidianos, y ajustada ropa interior solo para su deleite personal.
Así que ahí estaba él, con sus ojos clavados en el ultimo pequeño pedazo de tela que me resguardaba de sus tenebrosas pretensiones, un minuto después este atravesó la habitación volando.
Sus dedos húmedos escudriñándome por dentro y sus labios estampándose en cada parte a su alcance fue la señal que necesite para avivar mi propio ímpetu, porque al final de cuentas el cuerpo humano posee sus propios deseos y desafortunadamente el mío reacciona ante las provocaciones carnales.
Siendo así, ¿cuál era la utilidad de seguir rechazándolo? Eso solo complicaba y alargaba más la situación, por lo que desistí en mi pelea por liberarme y deje que él prosiguiera. Permitiendo que nos vinculara y accediendo al ritmo que impuso, con él aferrándose en cada impulso que daba, transportándonos a una nueva dimensión en donde todo era borroso y cálido al mismo tiempo.
Sus manos tocando los lugares correctos como si las miradas compartidas le indicaran lo que anhelaba, su respiración entrecortada cerca de mi oreja y los suaves besos que dejo junto a esta, fueron lo suficiente para que mi corazón se acelerara hasta el punto de sentir que a nada estaba de colapsar.
Elevándome ante el más mínimo contacto, con las emociones a flor de piel y experimentando los escalofríos que avanzaban de arriba abajo sin detenerse, fue como obtuve el razonamiento de que no importaba cuanto me rehusara a aceptarlo, él me había enseñado nuevos niveles de placer inexplorados para mí.
La atracción entre ambos era tan chispeante que frecuentemente nos hacia chocar, pero cuando encontrábamos esa sincronía, todo fluía para darnos minutos de plenitud que se convertían en senderos de armonía casi espiritual.
Después de que el clímax nos capturara, cada uno se envolvió en sus propias vibraciones post-orgásmicas, regulando la entrada y salida del aire en nuestros pulmones. Y luego de eso vino el habitual intervalo de abrazos y besos consecutivos al indecoroso encuentro. Era tan ilógico que un hombre que con su carácter denotaba todo menos ternura, fuera precisamente eso lo que le gustaba más hacer, sus empalagosos arrumacos y distintivas muestras –declaraciones – de posesividad, tal parecían ser sus actividades favoritas.
Y así, el fin de semana paso sin contratiempos, pero al llegar el lunes, recordé que aun tenía que enfrentar a la otra parte de la historia, Minho.
En medio del patio central de la universidad, se interpuso en mi camino cuando me dirigía a una de las maquinas expendedoras de galletas –yo era adicto a esas cosas y acostumbraba a comerlas toda la semana–, me preguntó si podíamos hablar y luego de asentir, fuimos al sitio más retirado del bullicio del alumnado.
—¿Por qué estás haciendo esto? —cuestiono antes de que siquiera detuviera mis pasos—. ¿Por qué de la nada sales con una persona como esa?
Suspire hondo recargándome en la maltrecha pared de un salón abandonado. —No sigas con eso Minho, gracias a ti pase un viernes de infierno y francamente desearía que no volviéramos a hablar de eso.
—¡¿Pretendes que me quede callado y no te diga lo que pienso?, ¿qué desvié la vista e ignore que mi mejor amigo sale con un mafioso usurero?!
La elevación de su voz me tomo con la guardia baja pero logre mantener mi semblante sereno porque sabía que si igualaba el tono, ninguno de los dos escucharía y todo terminaría en un escándalo sin sentido. —Les dije que la empresa para la que él trabaja es legal, se que luce como….
—¡Abre los ojos, ese tipo es un delincuente! ¡No me digas todas esas patrañas que gente como esa le dice a todo el mundo!
—Bueno y si lo es ¿que con eso? —hable duramente—. Todo el tiempo he estado saliendo con docenas de patanes e imbéciles y nunca habías dicho nada, ¿por qué comienzas a hacerlo ahora?
—Porque estamos hablando de alguien que se mueve en el bajo mundo, gente que se involucra con personas de la peor calaña, ¿no se te ocurre imaginar cuan peligroso es ese ambiente? ¿el estar con él?
—Yah Minho —sonreí dándole una palmada en su brazo—. Estas exagerando, eso que dices no….
¿Estás con él por el dinero? —cuestionó recargándose y subiendo la planta de su pie en la misma pared que yo permanecía apoyado.
Al soltar la misma pregunta que Yunho, mi mente se puso en blanco excepto por una conclusión concisa: «¡Maldición, todos creen que soy un caza fortunas!».
Nada pudo salir de mi boca enseguida de eso, por lo que cuando Minho continúo, supuse que para él mi silencio significo un ‘si’. —¿Es por los gastos de la escuela? Si es así puedo hablar con mis papás, ellos saben que eres una rata de biblioteca y ya que les encanta dar dinero a fundaciones, no tendrán ningún problema en darte una especie de financiamiento, son bastante olvidadizos así que quizás al final ni siquiera tengas que devolvérselos.
—Minho.
Levanto su dedo índice para detener lo que diría. —Hey, se que suena raro que yo diga eso de mis propios padres, pero está bien que te lo diga a ti ¿cierto? somos amigos y podemos confiar el uno en el otro ¿no es así?
Baje mi vista no sabiendo que responder, ¿cómo hablar con sinceridad cuando no quieres decir toda la verdad?, tal vez relatando la historia pero omitiendo los detalles sórdidos, aunque en mi caso estos eran tan grandes que la abarcaban toda.
Mentiría diciéndole que nada de lo que el menciono tenía que ver con lo que Yunho y yo teníamos, sería una gran farsa puesto que aun si no fuera exactamente, el trato inicial entre ambos tenía que ver con dinero.
Tampoco podía comentarle sobre los pormenores en nuestra relación, porque sencillamente no iba a ilustrarle una escena contándole: “sabes, ese tipo al que te refieres como mafioso usurero, realmente posee maravillosas sexabilities”, eso le daría una idea errónea de mí y lo crean o no, yo soy algo pudoroso.
Entonces solo me mantuve moviendo la punta de uno de mis –por cortesía de Yunho, esta vez sí– originales tenis Adidas, en un ligero surco del empedrado, optando por solo exponerle lo necesario. —Él no es así, es decir, si tiene una fachada sospechosa que posiblemente la reafirma con esa sobreexposición de sus explosivos arranques públicos, pero él realmente, él en verdad es distinto, lo es conmigo y con la gente que lo rodea. Lo más seguro es que no me entiendas, sin embargo agradezco tu preocupación así como tu oferta, conozco la generosidad de tu familia y solo por eso hare de cuenta que no me llamaste rata de biblioteca.
—Estoy hablando seriamente Jaejoong.
—Ya lo sé, y por eso no estoy bromeando —asegure sonriendo.
—Contigo es imposible tener una conversación razonable —Se enderezo ajustando los tirantes de su mochila y empezando a caminar.
—Yah, te estoy diciendo que….
Con su mano hizo una señal para que no lo siguiera antes de volver a avanzar. —Sí, sí, como sea, se el sirviente, la diversión o el saco de boxeo para ellos, deja que te usen como se les antoje y que te dejen botado cuando ya no les intereses. Ultimadamente si eso es lo que ansías, está bien para mí.
—¡Eh Minho! —grite pero no se volvió a mirarme—. ¡Oye de cualquier forma lamento el cómo se dieron las cosas el viernes, si ves a los chicos diles eso por favor!
Lo observe hasta que se perdió de vista, recordando que Minho era un gran amigo, y que por lo mismo nunca pretendí que fuera algo más. Sabiendo como quedaba el trato entre las personas con las que salía, jamás me interese en arriesgar nuestra amistad por una aventura. Siendo yo un mal material de novio, decidí que él no debía cargar con ese karma.
Todo lo contrario para cierto hot devil, a quien no le vendría mal un poco de escarmiento por sus recientes fechorías.
Con la mente ocupada en esos asuntos, volví a mi plan original de conseguir galletas antes de que mi próxima clase comenzara. Luego del termino de estas, fui hacia la compañía, a donde para mi gran fortuna, llegue puntual.
—Oh, snugglebun, estas aquí tres minutos antes —Los largos brazos de Yunho se desplegaron grande para encerrarme entre ellos, lo que le resulto muy eficiente para retenerme al atiborrarme de sus efusivos besos por todo el rostro—. Hoy te has portado muy bien.
—Siempre me porto bien —proteste poniendo las manos en sus hombros para apartarlo y lograr verlo a la cara. Solo conseguí que riera y empezara a balancearme de un lado a otro, negándose rotundamente a liberarme aun cuando me retorcí en su agarre.
—Bien, sigue haciéndolo y te daré una recompensa.
Achique los ojos al encontrar su proposición demasiado extraña —¿Qué clase de recompensa?
—Un auto —declaró en un susurro a milímetros de mi boca provocando que nuestros labios se rozaran al yo hacer una mueca por su inesperada contestación.
—¿Estás jugando? porque soy una persona que no tolera ese tipo de crueles burlas.
Retrocedió un par de pasos bajando sus brazos colocando su mano derecha sobre su pecho y hablo —No miento, aunque no esperes uno nuevo, será uno de los míos.
—¿Estás hablando en serio? Mejor dicho, ¿vas a pedirme algo extra? —Controlando mi entusiasmo, agregue lo ultimo arqueando una ceja.
—Si quisiera algo, lo obtendría y ya, ¿para qué pedirlo? no es mi estilo —Si, definitivamente él se conocía y se aceptaba bastante bien a sí mismo.
Sin ocultar mi alegría, asentí varias veces hasta que mi cabeza fue retenida por sus dedos que insistentemente pellizcaban mis mejillas. Con lo que odiaba que él hiciera eso. Pero infiernos, si por ello recibiría un regalo de cuatro llantas al que podría conducir y con el que me desplazaría por todas partes, entonces soportaría que él las mantuviera apretadas hasta cansarse. ¡El momentáneo dolor valía un millón de veces la pena!
Tan inflexible y acaparador como él mismo, esa era la persona con la que estaba y a la que aun no deseaba dejar. Probablemente la mayoría de las personas me tacharían de masoquista, idiota y/o desquiciado, pero yo quería continuar con él.
Lo que veo ahora es que me encontraba estancado en una relación pasional donde el mayor problema era que yo mismo me mantenía encerrando en un círculo vicioso. Mas en ese entonces solo seguía a las sensaciones dentro mí, sin detenerme a analizar cuan hondo caía a su alrededor.

3 comentarios:

  1. jejej yo tambien me dejo pellizcar lo que sea por un auto ^^

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  2. Humm creo que después habrá querido escuchar a Minho, pero sera demasiado tarde cuando se de cuenta de ello.. ....por no mientras a aprovechar un auto y el Dios del sexo.. ...^^

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  3. Ambos estan ya enamorados aunque lo disfracen como quieran.

    Gracias!!!

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