Los verdaderos amigos se tienen que
enfadar de vez en cuando.
Louis
Pasteur
El tener un día de
clases suspendido por junta administrativa, era algo muy difícil de ver en mi
universidad, tanto que para todos era casi imposible de creer cuando se
presentaba.
Aquella tarde cuando
al fin se dio uno, me llego como el 29 de febrero –inusuales veinticuatro horas
extras– tan esporádico que mi mente se borro y no sabía cómo aprovecharlo,
porque podía adelantar tarea, eso siempre era una buena opción, también estaba
la de ocuparme de mis cosas, ya que Yunho me robaba el poco tiempo libre que
tenia y venia acumulando una buena cantidad de ropa sucia. Pero nada de eso
lucía como una disfrutable idea.
Entonces lo mejor
que se me pudo ocurrir fue hacer mi prioridad más indispensable, dormir. Así
que con imágenes resplandecientes de mí descansando en una cómoda cama, solo, comencé a caminar hacia la salida
reteniendo una sonrisa puesto que no quería aparentar ser un loco desplazándose
por los pasillos de la universidad.
—¡Hey Jaejoong, detente
ahí!
Mis pies
reaccionaron antes de que mi discernimiento reconociera la voz que me llamo.
—Ahora no Minho —dije al verlo.
—Y si no es ahora
¿cuándo? —Se puso delante de mí estirando sus brazos hacia los lados,
impidiéndome el paso—. Sé que te has convertido en el novio del año y que él no
te deja ni a sol ni sombra, pero tus amigos merecemos un poco de tu tiempo, ¿no
extrañas ni un poco la convivencia con nosotros?
Suspire bajándome de
hombros mirando a mis zapatos. —He estado ocupado.
—Sí, pero en este
momento no lo estas —De la nada salieron otro par de compañeros, uno de ellos
paso su brazo sobre mis hombros y el otro me arrebato la mochila, evidentemente
esa era la mejor manera que a todo mundo se le ocurría para detenerme, y
funciono.
—Oigan, esto que
están haciendo podría considerarse rapto —Me queje al ser arrastrado fuera del
campus—. ¡Yah, hablo en serio! —grite escuchando sus risas ignorando totalmente
mis protestas.
—Solo iremos a tomar
algo, deberías estar agradecido porque te alejaremos del yugo marital.
Rodé los ojos por la
inocencia de sus argumentos, ¿quien en su sano juicio les agradecería a los
causantes de la rudeza que su psicópata amante le proporcionara por estar con
ellos? Lejos, esa persona sería yo.
Pero como uno de los
grandes problemas que tengo es el negarme, accedí estando ya dentro del bar
cercano, al que la mayoría de los estudiantes solía acudir.
La conversación paso
demasiado monótona para mi, hablaban de fiestas, reuniones o sucesos de los que
yo no estaba enterado, mi vida social se había degradado más allá del cero y
sorprendentemente no me importaba, solo tenía en mente la duración de mi
estancia con ellos.
No hacía mucho,
Yunho me había regalado un costoso reloj digital de pulsera, y podía ser todo
lo chic y trendy que quisieras, pero en mi muñeca no se sentía más que como
una bomba de tiempo a punto de explotar. Desde ese día, empezó mi obsesión por
mirar la hora cada que movía el brazo.
—Me tengo que ir
—declaré poniéndome de pie solo para ser de inmediato regresado a mi asiento.
—Solo has estado
aquí, ¿qué? ¿una hora? —Minho espeto sujetándome del hombro dificultando el que
me levantara de nuevo.
—Tres —lo corregí—.
Debo llegar a un lugar y solo si me voy ahora mismo, podre caminar calmadamente
y estar ahí a tiempo.
—¡¿Qué es tan
importante? No has dejado de ver el maldito reloj! —La voz de Minho se vio
opacada por el ruido que hizo la palma de su mano al golpear la mesa.
—Si Jae, últimamente
has salido huyendo de la escuela en cuanto terminan tus clases y hoy solo has
estado sentado ahí sin decir nada.
Quizás mi
comportamiento había sido bastante fuera de lo normal para ellos, pero ese no
era el preciso momento para acláraselos. —Es largo de explicar y debo….
—¡No! —Otra vez la
mano de Minho se azoto contra la mesa, pero ahora obteniendo que algo de
nuestros vasos se derramara en el metal de esta—. No te irás, aun no —declaro
con rigidez, más como si fuera un mandato que una afirmación.
—¿Iras con tu novio?
—La pregunta me desconcertó frenando de tajo mi impulso por pararme—. ¿Si te
quedas callado es porque es cierto, verdad?
—¿Por qué no le
dices que venga aquí para unirse a nosotros? —Minho propuso antes de tomar el
resto del líquido de su vaso en un solo trago—. Siento mucha curiosidad por
saber qué tipo de persona es la que logro que sentaras cabeza.
Los tres me
observaron como si aguardaran porque aceptara rechazando de antemano cualquier
negación. Mordí mi lengua al pensar en invitar a Yunho a un sitio como ese. Él
no acostumbraba ir más que a lugares donde por lo menos hubiera aire
acondicionado, sillas con asiento acojinado y un variado menú. Allí nada de eso
existía.
—Lo más usual en una
relación es que le presentes a tus amigos a la persona con la que estas
saliendo.
Quizás en esencia
eso era cierto, pero no era que lo que Yunho y yo teníamos realmente fuera una
común relación amorosa entre dos personas, porque sencillamente nosotros no
éramos más que compañeros sexuales. Aunque no dejaba de ser él la persona con
la que mantenía un vinculo en ese momento.
Pero de cualquier
forma eso no era suficiente para envalentarme y lograr que tomara mi teléfono
para hacerlo. No en cambio sus acciones si lo consiguieron.
—¡Yah! ¡Regrésenmelo!
Uno de ellos había
alcanzado mi celular alejándolo de mí mirándome con una expresión desafiante.
—Si quieres, yo puedo llamarlo y pedirle que venga.
—No, yo lo hare,
solo dámelo —supliqué no haciendo caso a las socarronas sonrisas que cada uno
tenía en su rostro, si Yunho recibía desde mi número telefónico una llamada de
un hombre que no fuera yo, las posibilidades de vivir para después del
atardecer era nulas.
Cuando el aparato
estuvo en mis manos, mire por un par de segundos la pantalla táctil antes de
girarme –al lado opuesto de Minho– para levantarme y a pesar de las protestas,
caminar fuera del establecimiento, lo mínimo que merecía por hacer esto era el
tener privacidad.
No recuerdo hasta
después de cuantas exhalaciones fue que presione la tecla con el número uno, lo
que me hizo recordar el tiempo que había invertido en modificar mis contactos
de marcado rápido solo porque al hombre se le ocurrió que nadie podía ocupar la
posición principal más que él.
En cuanto oí el
sonido alertándome de que la llamada fue contestada, pasé el repentino nudo en
mi garganta. —Espero que esta llamada no sea para pedir una prorroga, porque de
una vez te digo que no —él dijo sin vacilar.
—Yo… —mi frase se
corto y cerré los ojos queriendo así ganar fortaleza para que las palabras
flotaran mas allá de mi boca.
—¿Qué sucede, honeybun?
Siempre supuse que
entre cualquier pareja los sobrenombres ayudaban a mostrar los sentimientos que
sentías hacia el otro, que cuando utilizaban contigo una palabra que emanaba
cariño te sentías feliz, querido o importante. Y que si se usaba para
reemplazar tu nombre, es porque era una manera especial para llamarte.
Pero si este surgía
de una bizarra conversación ¿tenía el mismo significado?
Desde mi estúpida
sugerencia de “dame solo unas semanas y
recuperare todo lo que he perdido”, la cual no solo mencione una vez, sino
cada que él trataba de iniciar las sesiones amatorias fuera de la habitación.
De alguna erróneamente manera creí que eso bastaría para detenerlo, que
controlaría su fervor y me dejaría tranquilo.
Mas solo valió para
comprobar que hay seres humanos de los que uno nunca sabe lo que esperar. Y que
mirándome por todas partes menos a los ojos me diría que estaba bastante
conforme con mi complexión tal y como era. Que eso no debía cohibirme cuando lo
hiciéramos a plena luz, ni atemorizarme si utilizaba el sentido del tacto
cuando esta faltaba.
Obviamente no
existía ninguna razón capaz de hacerle entender, que sus resoluciones del
porqué detenía sus avances sobre mí, eran estratosféricamente distantes a las
mías. Fue así que insólitamente llego a la conclusión de que lo que yo
necesitaba era seguridad en mí mismo, particularmente para la zona en donde la
espalda deja de llamarse así.
Entonces iniciaron
los apodos para su “dulce trasero”,
modo en que bautizo a una porción de mi propia anatomía. Podía variar la
composición del término, pero bun
jamás faltaba.
Haciendo caso omiso
al seudónimo que parecía ser su preferido, hablé. —Me preguntaba, si es que
tienes tiempo, si no te representa ningún problema, ¿quisieras salir a tomar
algo conmigo?
Empuñe el teléfono
en la mano ansiando que su respuesta viniera lo más pronto posible. —¿Qué estas
tramando? —comento bajamente provocando que apretara la tela de mi pantalón
tratando de que se controlara mi respiración.
—Bueno, nada en
realidad, es solo que me encontré con algunos de mis amigos y platicando una
cosa llevo a la otra, saliste a flote y ellos ahora quieren conocerte —solté
apresuradamente terminando casi en un susurro—. Está bien si dices que no
porque te lo estoy preguntando de última hora y entiendo que estas ocupado, pero
yo solo pensé en decírtelo, por si acaso.
—¿Quieres que vaya
ahora mismo?
Había anticipado
recibir un rotundo ‘no’ seguido de un reclamo por no estar en camino a la
oficina, no estaba preparado para escuchar eso. —Sí.
—¿Dónde estás?
Después de darle las
indicaciones de cómo dar con el bar, entre a este solamente para informarles
que Yunho pronto estaría ahí. Fue tan extraño saber que por fin tenia a alguien
a quien presentarles a mis amigos, alguien que no era ‘la conquista del momento’
pero que tampoco podía decir que era ‘él para siempre’, sino mi presente y eso
ya era mucho viniendo de mi.
Lo único que me
preocupaba era que él hablara de más, que soltara detalles íntimos como cada
vez que mencionaba algo de ambos, de solo imaginarlo la piel se me erizo.
Mi vista no se
aparto de la gran ventana que daba a la calle hasta que el sonido de un claxon
me hizo levantarme como resorte de mi asiento, apuntando a la puerta antes de
caminar velozmente hacia ella.
El auto de Yunho
estaba estacionado casi en la esquina, lo cual era impresionante porque
encontrar ahí un lugar disponible era sumamente difícil, pero tratándose de él,
quien tenía siempre a la suerte de su lado, no era tan inaudito.
—No tienes gusto
para escoger un buen centro de convivencia, esto parece una taberna —Fue lo
primero que dijo al salir de su vehículo mirando despectivamente al local
acercándose de a poco a mi lado—. ¿O debería decir cantina?
—Es el lugar que
suelo frecuentar, lamento si no está a tu altura —refunfuñe cruzándome de
brazos—, pero es lo que un estudiante como yo puede pagar.
—Hey, ¿es así como
saludas a tu amante? ¿con un sermón? —Arqueo una de sus cejas extendiendo su
mano agitando sus dedos hacia mí, por instinto retrocedí dos pasos—. ¿Huyes de
mí?
—No dejare que hagas
una escena en plena vía pública —indique luciendo más seguro de lo que me
sentía.
—En ese caso podemos
ir a un rincón oscuro, estos son tus rumbos así que dejare que tú elijas uno
—Acorto de nuevo la distancia entre ambos poniéndose cerca de mi oído para
susurrar—. No hay duda de que la sensación de que podríamos ser descubiertos le
dará un toque excitante al acto.
Cansado de escuchar
sus pecaminosas insinuaciones, di media vuelta corriendo a la entrada del bar
logrando percibir la leve risa que Yunho soltó al pasarme su brazo por detrás,
alcanzando con su mano el lado izquierdo de mi cintura.
Conforme nos
acercábamos a la mesa, noté como ninguno de mis amigos –e incluso los demás
clientes– aparto sus ojos de ambos, era casi abrumador saber que ante todos mi
imagen del macho en la relación se derrumbo escandalosamente, solo bastaba ver
las acciones del hombre que me mantenía cernido a él para saber quien hacía qué en la intimidad. Esa noche le di
finalmente la bienvenida al nuevo Jaejoong ante la sociedad.
—Bien chicos, él es
—Mi inexistente experiencia presentando novios no me facilito las cosas, no
tenía ni idea de que era lo correcto por decir así que solo actúe fortuitamente
agregando después su nombre—. Jung Yunho.
Luego siguió un
embarazoso mutismo hasta que uno por uno fue mencionando sus propios nombres,
lo cual aproveche para traer una silla extra para Yunho.
La plática se dio
con más naturalidad, y aunque en si yo era el que más daba pie para iniciar una
nueva discusión sobre un punto en particular, los demás se ajustaron
perfectamente a ello.
Pero hubo algunos
otros instantes en los que la tensión salió a flote.
—Yah, Minho, por qué
nos mentiste cuando describiste al novio de Jae, es todo lo contrario a como
dijiste que era.
Sinceramente creo
que el comentario surgió por una especie de relajación que se instalo alrededor
de nosotros, porque siendo amigos, dudo que uno de ellos quisiera causar
problemas entre Minho y mi –recién dado a conocer– novio. Pero de igual forma,
eso había sido bastante incomodo.
Por si fuera poco,
parecía como si un repentino interés por Yunho hubiera desencadenado el alma
periodística en sus adentros. Cuestiones como ¿cuándo y cómo se conocieron? y
¿cuánto tiempo llevan viviendo juntos? fueron el tema principal durante
aproximadamente cuarenta minutos, hasta que vino la temible pregunta.
—Y ¿a qué te dedicas?
Cuatro pares de ojos
y oídos se mantuvieron atentos a él, expectantes a lo que contestaría. Incluso
yo sabiendo de antemano la respuesta, desconocía lo que él diría.
—Soy el presidente
de Cooperativa de Crédito Gangman —declaro sin más sacando un cigarro del
interior de su abrigo y prendiéndolo con su encendedor dorado que ya traía en
la mano, le dio una fumada soltando después el humo hacia el techo.
Sus movimientos
sirvieron para darles tiempo de digerir la información, todo Seúl conocía esa
empresa así como el hecho de que existía la sospecha de que solo tenía un
nombre bonito y que en verdad solo era un pomposo negocio prestamista
controlado por la mafia.
Cuando el primero
abrió la boca, contuve el aliento por lo que vendría. —Es impresionante que
siendo tan joven, ocupes un cargo como ese —Exhale profundamente aliviado.
—He escuchado
ciertos rumores acerca de esa compañía.
En definitiva uno no
puede cantar victoria cuando no ha llegado el final, y Minho se encargo de
recordármelo. Yo solo grite en mi cabeza, «por favor,
que Yunho lo deje pasar, solo por esta vez».
—¿De qué tipo?
—Naturalmente mis plegarias fueron en vano, pero al menos él se mostro calmado
al hablar.
—Actividades
clandestinas y fuera de la ley.
—Como tú dijiste,
son rumores —Yunho sacudió su cigarro en el cenicero antes de volverlo a poner
en su boca aspirando de este y dejando salir algo del humo por su nariz y sus
labios entreabiertos—. A la gente le gusta esparcir historias cuando el éxito
está en la ruta de alguien más y no en la de ellos —Miro hacia fuera evadiendo
completamente a Minho.
—Si bueno, a quien
le importa lo que la gente diga, son solo chismes sin fundamentos.
Afortunadamente
contaba con el apoyo de mis otros dos amigos, quienes imagino que también
notaron el peligroso rumbo que estaba tomando el no tan ameno convivio.
—Debería importarte
ya que uno de tus amigos ha estado involucrándose con personas de dudosa…
profesión.
La pausa que Minho
hizo entre su oración, me elevo a la histeria, porque si había algo que Yunho
detestara mas, era que cualquiera pusiera en tela de juicio su ocupación y por
ende, su palabra. En ese instante necesite urgentemente hacer algo al respecto.
—Las cosas no son
así Minho, yo al principio también tenía mis reservas pero ahora que trabajo para
ellos, comprobé que todo está en orden —mentí, realmente no me había dado a la
tarea de indagar meticulosamente si se trataba de un negocio legalmente
establecido o no, ¿con qué tiempo lo hacía?, solo me constaba que de lo que yo
me encargaba era limpio y sin ningún riesgo judicial—. No hay nada de qué
preocuparse —agregue sonriendo.
—Pero no puedo dejar
de hacerlo cuando se trata de ti.
—Por la manera en
que te expresas, pareciera como si ustedes dos fueran diferentes a ser
simplemente amigos, ¿hay algo que yo no sepa? —Yunho dejo ya solo la colilla
del cigarro en medio del cenicero al tiempo que arqueaba una ceja hacia mí.
—No somos nada más
que eso —Minho aclaro—. Pero no niego que hubo un momento en que desee que lo
fuéramos, solo que Jaejoong nunca mostro intenciones de tomarme en serio.
—Deja ya de bromear
—Palmee el brazo de Minho deseando que tuviera piedad de hacer lo que le dije—.
Casi te creímos, pero ahora cambiemos de tema.
—¿Ves? —Me señalo
con ambas manos sin dejar de ver a Yunho—. Esto es lo que siempre me ha dicho,
quisiera que solo por una vez él hubiera notado que no era un juego. Tal vez un
día de estos lo haga.
Plasmo una sonrisa
irónica en su rostro poniendo sus brazos detrás de su cabeza, fue entonces
quizás que la suficiencia de sus facciones derrumbo la estabilidad en el temple
de Yunho. Concluí que había sido una muy pésima idea el pedirle que fuera ahí.
—No sé si es que
cuentas demasiadas agallas o es que eres bastante estúpido para declararte a
una persona delante de su propio amante —hablo recargándose en el respaldo de
la silla alisando su ropa—. Aunque ciertamente no me interesa tampoco, lo que
sientas o pienses de él sale sobrando porque ahora está conmigo y planeo que
sea así por un largo rato, así que deja de ser tan patético y acéptalo.
Asombrosamente Yunho
no había alzado su tono de voz cuando dijo eso, pero podía notarse la rigidez
en ella. En busca de estabilizar mis nervios hechos nudos por todo mi cuerpo,
tamborilee los dedos en la mesa interrumpiéndome cuando él volvió a hablar. —Es
hora de irnos.
Me levante para
estar a la par de él pero no conseguí dar más de un paso porque Minho sujeto el
puño de mi suéter. —Si él quiere irse lo puede hacer solo, no tienes porque
hacerlo tú también —me dijo.
—Minho por favor
—Retiré su mano volteando con los demás—. Chicos nos vemos en clase.
—¿Así es como
funciona entre ustedes? ¿Él ordena y tú obedeces?
—Lo qué y el cómo
suceda entre nosotros no es de tu incumbencia —Yunho siseo aproximándose
amenazadoramente a Minho—. Yo que tú cuidaba lo que decía porque estas a nada
de hacerme verdaderamente enfadar.
Entrelace mis manos
en un puño aprisionado un dedo entre mis dientes, francamente estaba
aterrorizado, había sido testigo de lo que un iracundo Yunho podía causar y mil
veces prefería no volver a verlo nunca jamás.
—¿Acaso temes que
Jaejoong escuche lo que digo? Él tiene millares de posibilidades de triunfar sin
ti, no es como si fueras la salvación para su vida, pero si él necesitara una,
podría ser yo, después de todo ¿qué estabilidad le puede ofrecer un tipo que
tiene más aptitud de delincuente que de un triunfante empresario?
Ahogue el lamento
que las palabras de Minho me ocasionaron tan solo para ser capaz de detener los
avances de Yunho sobre él. ¡No dudaba en absoluto en que lo aporraría hasta la
inconsciencia!
—Yunho, no lo hagas
—Sujeté fuertemente sus antebrazos mirándolo a los ojos con el alma en un hilo
por no saber si podría seguir conteniéndolo por más tiempo—. Él tiene la
costumbre de ser un boca floja, solo déjalo pasar —Su mirada que lucía perdida,
se enfoco en la mía y luego fue hacia Minho tratando de apartarme e ir con él—.
Es mi mejor amigo, por favor Yunho.
Observe como tenso
su mandíbula poniendo sus manos en mis brazos haciéndome sentir un fuerte
agarre en ellos. Podía percibir las miradas de los demás y la falta de ruido en
el lugar, pero ahí justo en ese momento, no había nada más importante para mí
que el furioso hombre que aparentaba estar a punto de estallar. Y yo no dejaba
de preguntarme cómo es que esto cambio de ser una inocente reunión a una
siniestra catástrofe.
Minho y su gran bocota .....no esta viendo la clase de hombre que es? Podria mandarlo al Hospital de un golpe.. ..baboso. ....espero y Jae lo haya conseguido.. .sino seguramente jamas volverá a permitir laentrada en ese lugar.. ..que digo.. ..Yunho va a matar a golpes a Minho.. .
ResponderBorrarMinho eres mmuy imprudente, me imaginó que es debido a los celos y el rechazo de Jae por tí. No le busques tanto, llevas las de perder.
ResponderBorrarGracias!!!