Memorias de un mafioso: Capítulo 13

Los verdaderos amigos se tienen que enfadar de vez en cuando.
Louis Pasteur

El tener un día de clases suspendido por junta administrativa, era algo muy difícil de ver en mi universidad, tanto que para todos era casi imposible de creer cuando se presentaba.
Aquella tarde cuando al fin se dio uno, me llego como el 29 de febrero –inusuales veinticuatro horas extras– tan esporádico que mi mente se borro y no sabía cómo aprovecharlo, porque podía adelantar tarea, eso siempre era una buena opción, también estaba la de ocuparme de mis cosas, ya que Yunho me robaba el poco tiempo libre que tenia y venia acumulando una buena cantidad de ropa sucia. Pero nada de eso lucía como una disfrutable idea.

Entonces lo mejor que se me pudo ocurrir fue hacer mi prioridad más indispensable, dormir. Así que con imágenes resplandecientes de mí descansando en una cómoda cama, solo, comencé a caminar hacia la salida reteniendo una sonrisa puesto que no quería aparentar ser un loco desplazándose por los pasillos de la universidad.
—¡Hey Jaejoong, detente ahí!
Mis pies reaccionaron antes de que mi discernimiento reconociera la voz que me llamo. —Ahora no Minho —dije al verlo.
—Y si no es ahora ¿cuándo? —Se puso delante de mí estirando sus brazos hacia los lados, impidiéndome el paso—. Sé que te has convertido en el novio del año y que él no te deja ni a sol ni sombra, pero tus amigos merecemos un poco de tu tiempo, ¿no extrañas ni un poco la convivencia con nosotros?
Suspire bajándome de hombros mirando a mis zapatos. —He estado ocupado.
—Sí, pero en este momento no lo estas —De la nada salieron otro par de compañeros, uno de ellos paso su brazo sobre mis hombros y el otro me arrebato la mochila, evidentemente esa era la mejor manera que a todo mundo se le ocurría para detenerme, y funciono.
—Oigan, esto que están haciendo podría considerarse rapto —Me queje al ser arrastrado fuera del campus—. ¡Yah, hablo en serio! —grite escuchando sus risas ignorando totalmente mis protestas.
—Solo iremos a tomar algo, deberías estar agradecido porque te alejaremos del yugo marital.
Rodé los ojos por la inocencia de sus argumentos, ¿quien en su sano juicio les agradecería a los causantes de la rudeza que su psicópata amante le proporcionara por estar con ellos? Lejos, esa persona sería yo.
Pero como uno de los grandes problemas que tengo es el negarme, accedí estando ya dentro del bar cercano, al que la mayoría de los estudiantes solía acudir.
La conversación paso demasiado monótona para mi, hablaban de fiestas, reuniones o sucesos de los que yo no estaba enterado, mi vida social se había degradado más allá del cero y sorprendentemente no me importaba, solo tenía en mente la duración de mi estancia con ellos.
No hacía mucho, Yunho me había regalado un costoso reloj digital de pulsera, y podía ser todo lo chic y trendy que quisieras, pero en mi muñeca no se sentía más que como una bomba de tiempo a punto de explotar. Desde ese día, empezó mi obsesión por mirar la hora cada que movía el brazo.
—Me tengo que ir —declaré poniéndome de pie solo para ser de inmediato regresado a mi asiento.
—Solo has estado aquí, ¿qué? ¿una hora? —Minho espeto sujetándome del hombro dificultando el que me levantara de nuevo.
—Tres —lo corregí—. Debo llegar a un lugar y solo si me voy ahora mismo, podre caminar calmadamente y estar ahí a tiempo.
—¡¿Qué es tan importante? No has dejado de ver el maldito reloj! —La voz de Minho se vio opacada por el ruido que hizo la palma de su mano al golpear la mesa.
—Si Jae, últimamente has salido huyendo de la escuela en cuanto terminan tus clases y hoy solo has estado sentado ahí sin decir nada.
Quizás mi comportamiento había sido bastante fuera de lo normal para ellos, pero ese no era el preciso momento para acláraselos. —Es largo de explicar y debo….
—¡No! —Otra vez la mano de Minho se azoto contra la mesa, pero ahora obteniendo que algo de nuestros vasos se derramara en el metal de esta—. No te irás, aun no —declaro con rigidez, más como si fuera un mandato que una afirmación.
—¿Iras con tu novio? —La pregunta me desconcertó frenando de tajo mi impulso por pararme—. ¿Si te quedas callado es porque es cierto, verdad?
—¿Por qué no le dices que venga aquí para unirse a nosotros? —Minho propuso antes de tomar el resto del líquido de su vaso en un solo trago—. Siento mucha curiosidad por saber qué tipo de persona es la que logro que sentaras cabeza.
Los tres me observaron como si aguardaran porque aceptara rechazando de antemano cualquier negación. Mordí mi lengua al pensar en invitar a Yunho a un sitio como ese. Él no acostumbraba ir más que a lugares donde por lo menos hubiera aire acondicionado, sillas con asiento acojinado y un variado menú. Allí nada de eso existía.
—Lo más usual en una relación es que le presentes a tus amigos a la persona con la que estas saliendo.
Quizás en esencia eso era cierto, pero no era que lo que Yunho y yo teníamos realmente fuera una común relación amorosa entre dos personas, porque sencillamente nosotros no éramos más que compañeros sexuales. Aunque no dejaba de ser él la persona con la que mantenía un vinculo en ese momento.
Pero de cualquier forma eso no era suficiente para envalentarme y lograr que tomara mi teléfono para hacerlo. No en cambio sus acciones si lo consiguieron.
—¡Yah! ¡Regrésenmelo!
Uno de ellos había alcanzado mi celular alejándolo de mí mirándome con una expresión desafiante. —Si quieres, yo puedo llamarlo y pedirle que venga.
—No, yo lo hare, solo dámelo —supliqué no haciendo caso a las socarronas sonrisas que cada uno tenía en su rostro, si Yunho recibía desde mi número telefónico una llamada de un hombre que no fuera yo, las posibilidades de vivir para después del atardecer era nulas.
Cuando el aparato estuvo en mis manos, mire por un par de segundos la pantalla táctil antes de girarme –al lado opuesto de Minho– para levantarme y a pesar de las protestas, caminar fuera del establecimiento, lo mínimo que merecía por hacer esto era el tener privacidad.
No recuerdo hasta después de cuantas exhalaciones fue que presione la tecla con el número uno, lo que me hizo recordar el tiempo que había invertido en modificar mis contactos de marcado rápido solo porque al hombre se le ocurrió que nadie podía ocupar la posición principal más que él.
En cuanto oí el sonido alertándome de que la llamada fue contestada, pasé el repentino nudo en mi garganta. —Espero que esta llamada no sea para pedir una prorroga, porque de una vez te digo que no —él dijo sin vacilar.
—Yo… —mi frase se corto y cerré los ojos queriendo así ganar fortaleza para que las palabras flotaran mas allá de mi boca.
—¿Qué sucede, honeybun?
Siempre supuse que entre cualquier pareja los sobrenombres ayudaban a mostrar los sentimientos que sentías hacia el otro, que cuando utilizaban contigo una palabra que emanaba cariño te sentías feliz, querido o importante. Y que si se usaba para reemplazar tu nombre, es porque era una manera especial para llamarte.
Pero si este surgía de una bizarra conversación ¿tenía el mismo significado?
Desde mi estúpida sugerencia de “dame solo unas semanas y recuperare todo lo que he perdido”, la cual no solo mencione una vez, sino cada que él trataba de iniciar las sesiones amatorias fuera de la habitación. De alguna erróneamente manera creí que eso bastaría para detenerlo, que controlaría su fervor y me dejaría tranquilo.
Mas solo valió para comprobar que hay seres humanos de los que uno nunca sabe lo que esperar. Y que mirándome por todas partes menos a los ojos me diría que estaba bastante conforme con mi complexión tal y como era. Que eso no debía cohibirme cuando lo hiciéramos a plena luz, ni atemorizarme si utilizaba el sentido del tacto cuando esta faltaba.
Obviamente no existía ninguna razón capaz de hacerle entender, que sus resoluciones del porqué detenía sus avances sobre mí, eran estratosféricamente distantes a las mías. Fue así que insólitamente llego a la conclusión de que lo que yo necesitaba era seguridad en mí mismo, particularmente para la zona en donde la espalda deja de llamarse así.
Entonces iniciaron los apodos para su “dulce trasero”, modo en que bautizo a una porción de mi propia anatomía. Podía variar la composición del término, pero bun jamás faltaba.
Haciendo caso omiso al seudónimo que parecía ser su preferido, hablé. —Me preguntaba, si es que tienes tiempo, si no te representa ningún problema, ¿quisieras salir a tomar algo conmigo?
Empuñe el teléfono en la mano ansiando que su respuesta viniera lo más pronto posible. —¿Qué estas tramando? —comento bajamente provocando que apretara la tela de mi pantalón tratando de que se controlara mi respiración.
—Bueno, nada en realidad, es solo que me encontré con algunos de mis amigos y platicando una cosa llevo a la otra, saliste a flote y ellos ahora quieren conocerte —solté apresuradamente terminando casi en un susurro—. Está bien si dices que no porque te lo estoy preguntando de última hora y entiendo que estas ocupado, pero yo solo pensé en decírtelo, por si acaso.
—¿Quieres que vaya ahora mismo?
Había anticipado recibir un rotundo ‘no’ seguido de un reclamo por no estar en camino a la oficina, no estaba preparado para escuchar eso. —Sí.
—¿Dónde estás?
Después de darle las indicaciones de cómo dar con el bar, entre a este solamente para informarles que Yunho pronto estaría ahí. Fue tan extraño saber que por fin tenia a alguien a quien presentarles a mis amigos, alguien que no era ‘la conquista del momento’ pero que tampoco podía decir que era ‘él para siempre’, sino mi presente y eso ya era mucho viniendo de mi.
Lo único que me preocupaba era que él hablara de más, que soltara detalles íntimos como cada vez que mencionaba algo de ambos, de solo imaginarlo la piel se me erizo.
Mi vista no se aparto de la gran ventana que daba a la calle hasta que el sonido de un claxon me hizo levantarme como resorte de mi asiento, apuntando a la puerta antes de caminar velozmente hacia ella.
El auto de Yunho estaba estacionado casi en la esquina, lo cual era impresionante porque encontrar ahí un lugar disponible era sumamente difícil, pero tratándose de él, quien tenía siempre a la suerte de su lado, no era tan inaudito.
—No tienes gusto para escoger un buen centro de convivencia, esto parece una taberna —Fue lo primero que dijo al salir de su vehículo mirando despectivamente al local acercándose de a poco a mi lado—. ¿O debería decir cantina?
—Es el lugar que suelo frecuentar, lamento si no está a tu altura —refunfuñe cruzándome de brazos—, pero es lo que un estudiante como yo puede pagar.
—Hey, ¿es así como saludas a tu amante? ¿con un sermón? —Arqueo una de sus cejas extendiendo su mano agitando sus dedos hacia mí, por instinto retrocedí dos pasos—. ¿Huyes de mí?
—No dejare que hagas una escena en plena vía pública —indique luciendo más seguro de lo que me sentía.
—En ese caso podemos ir a un rincón oscuro, estos son tus rumbos así que dejare que tú elijas uno —Acorto de nuevo la distancia entre ambos poniéndose cerca de mi oído para susurrar—. No hay duda de que la sensación de que podríamos ser descubiertos le dará un toque excitante al acto.
Cansado de escuchar sus pecaminosas insinuaciones, di media vuelta corriendo a la entrada del bar logrando percibir la leve risa que Yunho soltó al pasarme su brazo por detrás, alcanzando con su mano el lado izquierdo de mi cintura.
Conforme nos acercábamos a la mesa, noté como ninguno de mis amigos –e incluso los demás clientes– aparto sus ojos de ambos, era casi abrumador saber que ante todos mi imagen del macho en la relación se derrumbo escandalosamente, solo bastaba ver las acciones del hombre que me mantenía cernido a él para saber quien hacía qué en la intimidad. Esa noche le di finalmente la bienvenida al nuevo Jaejoong ante la sociedad.
—Bien chicos, él es —Mi inexistente experiencia presentando novios no me facilito las cosas, no tenía ni idea de que era lo correcto por decir así que solo actúe fortuitamente agregando después su nombre—. Jung Yunho.
Luego siguió un embarazoso mutismo hasta que uno por uno fue mencionando sus propios nombres, lo cual aproveche para traer una silla extra para Yunho.
La plática se dio con más naturalidad, y aunque en si yo era el que más daba pie para iniciar una nueva discusión sobre un punto en particular, los demás se ajustaron perfectamente a ello.
Pero hubo algunos otros instantes en los que la tensión salió a flote.
—Yah, Minho, por qué nos mentiste cuando describiste al novio de Jae, es todo lo contrario a como dijiste que era.
Sinceramente creo que el comentario surgió por una especie de relajación que se instalo alrededor de nosotros, porque siendo amigos, dudo que uno de ellos quisiera causar problemas entre Minho y mi –recién dado a conocer– novio. Pero de igual forma, eso había sido bastante incomodo.
Por si fuera poco, parecía como si un repentino interés por Yunho hubiera desencadenado el alma periodística en sus adentros. Cuestiones como ¿cuándo y cómo se conocieron? y ¿cuánto tiempo llevan viviendo juntos? fueron el tema principal durante aproximadamente cuarenta minutos, hasta que vino la temible pregunta.
—Y ¿a qué te dedicas?
Cuatro pares de ojos y oídos se mantuvieron atentos a él, expectantes a lo que contestaría. Incluso yo sabiendo de antemano la respuesta, desconocía lo que él diría.
—Soy el presidente de Cooperativa de Crédito Gangman —declaro sin más sacando un cigarro del interior de su abrigo y prendiéndolo con su encendedor dorado que ya traía en la mano, le dio una fumada soltando después el humo hacia el techo.
Sus movimientos sirvieron para darles tiempo de digerir la información, todo Seúl conocía esa empresa así como el hecho de que existía la sospecha de que solo tenía un nombre bonito y que en verdad solo era un pomposo negocio prestamista controlado por la mafia.
Cuando el primero abrió la boca, contuve el aliento por lo que vendría. —Es impresionante que siendo tan joven, ocupes un cargo como ese —Exhale profundamente aliviado.
—He escuchado ciertos rumores acerca de esa compañía.
En definitiva uno no puede cantar victoria cuando no ha llegado el final, y Minho se encargo de recordármelo. Yo solo grite en mi cabeza, «por favor, que Yunho lo deje pasar, solo por esta vez».
—¿De qué tipo? —Naturalmente mis plegarias fueron en vano, pero al menos él se mostro calmado al hablar.
—Actividades clandestinas y fuera de la ley.
—Como tú dijiste, son rumores —Yunho sacudió su cigarro en el cenicero antes de volverlo a poner en su boca aspirando de este y dejando salir algo del humo por su nariz y sus labios entreabiertos—. A la gente le gusta esparcir historias cuando el éxito está en la ruta de alguien más y no en la de ellos —Miro hacia fuera evadiendo completamente a Minho.
—Si bueno, a quien le importa lo que la gente diga, son solo chismes sin fundamentos.
Afortunadamente contaba con el apoyo de mis otros dos amigos, quienes imagino que también notaron el peligroso rumbo que estaba tomando el no tan ameno convivio.
—Debería importarte ya que uno de tus amigos ha estado involucrándose con personas de dudosa… profesión.
La pausa que Minho hizo entre su oración, me elevo a la histeria, porque si había algo que Yunho detestara mas, era que cualquiera pusiera en tela de juicio su ocupación y por ende, su palabra. En ese instante necesite urgentemente hacer algo al respecto.
—Las cosas no son así Minho, yo al principio también tenía mis reservas pero ahora que trabajo para ellos, comprobé que todo está en orden —mentí, realmente no me había dado a la tarea de indagar meticulosamente si se trataba de un negocio legalmente establecido o no, ¿con qué tiempo lo hacía?, solo me constaba que de lo que yo me encargaba era limpio y sin ningún riesgo judicial—. No hay nada de qué preocuparse —agregue sonriendo.
—Pero no puedo dejar de hacerlo cuando se trata de ti.
—Por la manera en que te expresas, pareciera como si ustedes dos fueran diferentes a ser simplemente amigos, ¿hay algo que yo no sepa? —Yunho dejo ya solo la colilla del cigarro en medio del cenicero al tiempo que arqueaba una ceja hacia mí.
—No somos nada más que eso —Minho aclaro—. Pero no niego que hubo un momento en que desee que lo fuéramos, solo que Jaejoong nunca mostro intenciones de tomarme en serio.
—Deja ya de bromear —Palmee el brazo de Minho deseando que tuviera piedad de hacer lo que le dije—. Casi te creímos, pero ahora cambiemos de tema.
—¿Ves? —Me señalo con ambas manos sin dejar de ver a Yunho—. Esto es lo que siempre me ha dicho, quisiera que solo por una vez él hubiera notado que no era un juego. Tal vez un día de estos lo haga.
Plasmo una sonrisa irónica en su rostro poniendo sus brazos detrás de su cabeza, fue entonces quizás que la suficiencia de sus facciones derrumbo la estabilidad en el temple de Yunho. Concluí que había sido una muy pésima idea el pedirle que fuera ahí.
—No sé si es que cuentas demasiadas agallas o es que eres bastante estúpido para declararte a una persona delante de su propio amante —hablo recargándose en el respaldo de la silla alisando su ropa—. Aunque ciertamente no me interesa tampoco, lo que sientas o pienses de él sale sobrando porque ahora está conmigo y planeo que sea así por un largo rato, así que deja de ser tan patético y acéptalo.
Asombrosamente Yunho no había alzado su tono de voz cuando dijo eso, pero podía notarse la rigidez en ella. En busca de estabilizar mis nervios hechos nudos por todo mi cuerpo, tamborilee los dedos en la mesa interrumpiéndome cuando él volvió a hablar. —Es hora de irnos.
Me levante para estar a la par de él pero no conseguí dar más de un paso porque Minho sujeto el puño de mi suéter. —Si él quiere irse lo puede hacer solo, no tienes porque hacerlo tú también —me dijo.
—Minho por favor —Retiré su mano volteando con los demás—. Chicos nos vemos en clase.
—¿Así es como funciona entre ustedes? ¿Él ordena y tú obedeces?
—Lo qué y el cómo suceda entre nosotros no es de tu incumbencia —Yunho siseo aproximándose amenazadoramente a Minho—. Yo que tú cuidaba lo que decía porque estas a nada de hacerme verdaderamente enfadar.
Entrelace mis manos en un puño aprisionado un dedo entre mis dientes, francamente estaba aterrorizado, había sido testigo de lo que un iracundo Yunho podía causar y mil veces prefería no volver a verlo nunca jamás.
—¿Acaso temes que Jaejoong escuche lo que digo? Él tiene millares de posibilidades de triunfar sin ti, no es como si fueras la salvación para su vida, pero si él necesitara una, podría ser yo, después de todo ¿qué estabilidad le puede ofrecer un tipo que tiene más aptitud de delincuente que de un triunfante empresario?
Ahogue el lamento que las palabras de Minho me ocasionaron tan solo para ser capaz de detener los avances de Yunho sobre él. ¡No dudaba en absoluto en que lo aporraría hasta la inconsciencia!
—Yunho, no lo hagas —Sujeté fuertemente sus antebrazos mirándolo a los ojos con el alma en un hilo por no saber si podría seguir conteniéndolo por más tiempo—. Él tiene la costumbre de ser un boca floja, solo déjalo pasar —Su mirada que lucía perdida, se enfoco en la mía y luego fue hacia Minho tratando de apartarme e ir con él—. Es mi mejor amigo, por favor Yunho.
Observe como tenso su mandíbula poniendo sus manos en mis brazos haciéndome sentir un fuerte agarre en ellos. Podía percibir las miradas de los demás y la falta de ruido en el lugar, pero ahí justo en ese momento, no había nada más importante para mí que el furioso hombre que aparentaba estar a punto de estallar. Y yo no dejaba de preguntarme cómo es que esto cambio de ser una inocente reunión a una siniestra catástrofe.

2 comentarios:

  1. Minho y su gran bocota .....no esta viendo la clase de hombre que es? Podria mandarlo al Hospital de un golpe.. ..baboso. ....espero y Jae lo haya conseguido.. .sino seguramente jamas volverá a permitir laentrada en ese lugar.. ..que digo.. ..Yunho va a matar a golpes a Minho.. .

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  2. Minho eres mmuy imprudente, me imaginó que es debido a los celos y el rechazo de Jae por tí. No le busques tanto, llevas las de perder.

    Gracias!!!

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