Memorias de un mafioso: Capítulo 11

Merece salir engañado el que, al hacer un beneficio, tenía en cuenta la recompensa.
Séneca

Comenzar a vivir con Jung Yunho había cambiado mi vida 180 grados, en todos los aspectos, comida, comodidad, economía y bienestar. Tenía todo lo que había deseado y mucho más, pero entre el exceso estaba el acoso, todo el tiempo en absolutamente en todos los rincones del departamento, él me asediaba, me acorralaba insinuando o proponiendo cierto tipo de situaciones indecorosas.

Si bien como él había prometido, respetó el acuerdo de aguardar hasta que terminara con mis exámenes en la universidad, pero eso no quitaba que el martirio psicológico que él me proporcionaba diariamente, me afectara de sobremanera. Promesas –amenazas– de lo que y como me sucedería.
Por dar un ejemplo, en una de las noches, me disponía a dar un repaso final para el examen que tendría al siguiente día, y por supuesto como veníamos haciendo desde que estábamos oficialmente juntos, compartiríamos la misma cama, el caso es que, hasta esa fecha, sus avances solo se trataron de aproximaciones o miradas libidinosas, pero en esa ocasión repentinamente comenzó a moverse ligeramente hasta quedar pegado a mi costado, yo tumbado sobre mi estomago con mi libro a la altura de mi cabeza, solo dirigí mi vista a donde él estaba y resople. Después logre percibir a sus dedos caminando de puntas por debajo de mi camiseta para dormir, opte por solo moverme un poco más hacia el borde de la cama pero él de inmediato recorto de nuevo nuestra separación milimétrica. Empezando a exasperarme, apoye mi codo izquierdo sobre el colchón recargando mi cabeza en el cuándo me torne para darle la espalda a Yunho.
Por lo que calculo un par de minutos, logre concentrarme de nuevo en mi lectura, hasta que una mano surgió desde atrás para desplazarse sobre mi estomago.
—¿Podrías solo dejarme estudiar con tranquilidad? —le dije alzando la molesta mano lanzándola lejos de mí, de alguna rara manera ahora me sentía con la seguridad y derecho para quejarme.
—No estoy haciendo nada —Naturalmente, a él mis protestas se le resbalaban tan pronto las escuchaba.
Sacudí mi cabeza con fastidio intentando buscar la última línea que había leído, justo cuando la encontré, el caliente aliento en mi nuca mando escalofríos a todas mis terminaciones nerviosas. No me estaba tocando, pero podía sentir su pesada mirada en mí y ni hablar de su respiración que alcanzaba a ser percibida por mis oídos.
—Se acabo —De un salto tome mi libro y camine directo a la puerta.
—¡Hey! ¿A dónde vas? —me pregunto sentándose con sus piernas estiradas.
—Iré a otro lado donde pueda estudiar sin interrupciones.
Apenas si tuve tiempo de darme cuenta que me movía cuando ya estaba de regreso apoyado en la cabecera con él junto a mí, hombro a hombro.
—Estudia.
Aunque habló en un tono suave, distinguí el mando en la palabra. Arrugue mi entrecejo antes de deslizarme un poco desde mi posición y sostener el libro frente a mí. Por el rabillo de mi ojo, observe que él se quito el reloj y lo coloco dentro del mueble contiguo a la cama, cuando parecía estar entretenido rebuscando entre los objetos ahí guardados, yo enfoque mi entera atención de nuevo en la pagina que sostenía con una de mis manos.
Repitiendo mentalmente un par de definiciones sobre los tipos de costos, él me tomo desprevenido al afianzarme de la barbilla girando mi rostro hacia él y robándome el aire de mis pulmones con el hambriento beso al que me sometió.
Estaba forzosamente acostumbrándome a ese tipo de actitudes, es decir, a las que él sin pedir permiso o sin dar indicios, se abalanzaba contra mí y tomaba lo que podía, más no lo que quería, porque yo con todas mis habilidades de autodefensa personal, lograba frustrarles sus siniestras perversidades, aunque claro con cada intento me era más difícil el salir bien librado.
Solté el libro que aun sujetaba y lleve mis manos hacia sus axilas, mis dedos se movieron por toda la tela que las cubría y afortunadamente eso basto para que él alejara sus labios de los míos.
—¡Yah! ¡No puedo concentrarme si tengo que estar alerta para mantener tus manos o cualquier cosa tuya lejos de mi!
Descaradamente rodo los ojos y entonces yo supe que si quería permanecer a salvo tenía que salir de ahí enseguida, porque a ese paso, muy probablemente me atacaría en cuanto me durmiera. Si, él parecía ser ese tipo de hombre que toma a su antojo, la inocencia de las personas.
Distraídamente arrastre mis pies hasta tocar el suelo y luego corrí sin mirar atrás, azote la puerta detrás de mí inmediatamente adentrándome en la habitación adyacente a esa. Con mi dedo índice sumí el botón del picaporte para asegurar la puerta y casi al instante escuche suaves toquidos que se fueron intensificando en cuestión de segundos.
—¡Abre ahora mismo Jaejoong! ¡Estoy seguro que no quieres que fuerce hasta conseguir abrirla por mi cuenta!
—¡Prometiste que me esperarías! ¡Si rompes tu parte del trato me iré!
Amplié mis ojos y ore porque no tomara en serio lo que acaba de decirle, porque no tenía ni media maldita idea de en donde podría dormir si es que no podía hacerlo ahí.
Al no escuchar un solo ruido más, me deje resbalar reclinado en la casi lisa puerta de madera. Permanecí sentado algunos minutos y después me acomode en posición fetal para dormir. Resulta que el único espacio al que realmente se le podía llamar habitación era el de Yunho. Ese cuarto donde yo yacía, no tenia absolutamente nada y gracias a que ese hombre siempre mantenía la temperatura como si se tratara de un refrigerador, yo moría de frío.
A la mañana siguiente salí calladamente volteando a mí alrededor, sin topármelo en el camino abandone el departamento rumbo a mis clases. Sabía que había tenido mucha suerte, pero que no sería lo mismo cuando llegara a la oficina, y así fue.
—¿Cómo te fue en tu prueba?
Sentado detrás de su escritorio, Yunho me miraba fijamente mientras yo dejaba mis cosas en el sillón. —Bien —conteste simplemente.
—Ven aquí —Palmeo la superficie de su escritorio, entrecerré los ojos ante la invitación y antes de que pudiera negarme, él me regalo una expresión que incremento mi voluntad en un cien por ciento para que me sentara justo en el lugar que señalo—. Ayer fui bastante generoso al darte la paz que necesitabas para estudiar y aun no he recibido un ‘gracias’ de tu parte —Se reclino en el respaldo de su sillón ejecutivo, subiendo su pierna derecha sobre la rodilla de la izquierda.
—Creo que nuestros puntos de vista difieren bastante de lo que exactamente ocurrió anoche —le respondí con sorna—. Sabemos perfectamente que si yo no tomo las medidas necesarias quizás ni siquiera habría podido ir hoy a la universidad.
—De alguna u otra forma me hubiera encargado de que fueras.
Cerré los ojos cubriendo mi rostro con ambas manos por un momento y luego las coloque a mi lado aferrándome a la orilla del mueble. —Escucha, un estudiante becado como yo no puede fiarse de los ‘hubieras’, el apoyo económico que recibo se basa en hechos y esos son mis calificaciones, si yo llego a bajar de promedio me meteré en serios aprietos, y el que tú te la pases perverseando a mi alrededor solo complica más mi situación.
—¿Entonces que se supone que haga? ¿Qué espere hasta que termines tu jodida carrera?
¡Dios!, esa posibilidad sonó tan exquisita en mi mente, pero era demasiado pedir para ese hombre. —Ya te lo había dicho, por lo menos hasta que pasen mis exámenes. —Tuve que conformarme y sustentarme con la fecha que le había dado.
—¿Y eso cuando es? —pregunto pasando dos dedos debajo de su mentón.
—En dos semanas.
—Olvídalo —siseo y jalo de mi suéter atrayéndome hacia él consiguiendo que le cayera encima lo que aprovecho para acomodarme sobre su regazo con una de mis piernas colgando a cada lado suyo—. No creo ni por lo menos poder darte la mitad de ese tiempo —sentencio cerrando sus brazos alrededor de mi cintura.
—Entonces hoy mismo empacare.
De nuevo utilice el mismo ultimátum y él rió al escucharlo, al parecer había perdido la credibilidad de mis palabras.
—¡Chicos! —gritó, golpeándome al mismo tiempo en los muslos.
—¿Si jefe? —Sungmo pregunto en cuanto estuvo dentro de la oficina seguido por otros cinco hombres más.
—¿Tienes novia cierto?
—Si —le respondió luciendo algo atónito, a decir verdad del mismo modo yo me encontraba porque sospechaba por donde iba su repentino interés por la vida personal de su empleado.
—¿Después de cuanto fue que ustedes tuvieron sus queveres?
Como si se tratara de una bochornosa pesadilla, mis temores se hicieron realidad haciéndome desear el aunque sea poder estar sobre mis propios pies y no en tan comprometedora postura.
—Creo que un poco más de un mes.
—¡¿Qué?! —Yunho exclamo enderezando su espalda pero sin dejar de retenerme por la pretina de mi pantalón—. ¿Qué es lo que te tomo tanto tiempo? ¿Acaso no sabias como hacerlo? ¿O es que no puedes? ¿Siquiera eres hombre?
—Pero señor, la mujeres ya no son como antes, ahora ellas no se dejan influenciar con eso de “la prueba del amor”, son tan independientes que si uno insiste simplemente te cambian por otro —Sungmo intento dar su explicación moviéndose unos pasos atrás cuando Yunho frunció aun más el ceño.
—¡¿Entonces me están diciendo que tengo que respetar la decisión de la otra persona?! —Y es ahí cuando me cuestione ¿él tenía acaso que preguntar algo tan elemental?—. Está bien, pero no te daré más de dos semanas —Puso sus manos bajo mis oídos asegurándose de que lo viera.
Solté un leve resoplido dejando escapar la desvergüenza de su declaración frente a personas que no tenían necesidad de conocer nuestros asuntos privados, mi dignidad era como el tapete para que todos pasaran y mis acciones eran analizadas y conversadas como si fueran un tema del dominio público. Ese si era realmente un motivo para darle las gracias a Jung Yunho.
Después de eso las horas comenzaron a evaporarse, y él canturreaba como si fuera la voz del reloj recordándome cuanto quedaba para que el plazo entre nosotros se finiquitara. Era como esperar la hora marcada, el fin de una era para mí. Y es que solo estaba haciéndome el tonto, tenia perfectamente claro que eso iba a pasar –lo quisiera o no–, pero quería postergarlo, por lo que fuera, miedo, estupidez o martirio. Mi yo interno se resistía a entregarse tan dócilmente, y solo estaba pidiéndome tiempo, algo que yo le conseguí por medio de una mentira. Había amplificado para Yunho la fecha en que mis exámenes concluirían, pero era algo que requería para prepararme mentalmente y recabar valor.
Desafortunadamente, mis propias urgencias se habían visto afectadas pasando a segundo término al tenerlo sobre mí en constante vigilancia. Cada hombre que pasaba activaba mi gaydar, no importaba apariencia ni procedencia, era como estar en medio del desierto y ver un oasis a tu alcance. Y lo peor es que me parecía que todos tenían interés en mí, como manjares que tentaban a mi autocontrol. Mismo que en algún momento se doblegó, permitiendo los avances de Hyunjoong, un compañero que desde el primer semestre en que nos conocimos se mostro atraído conmigo, pero como ya lo había mencionado antes, los activos nunca estuvieron dentro de mis objetivos, así que nunca nada se dio entre ambos.
Hasta que en una ocasión después de clases, él me abordó en la cafetería, las cosas se fueron dando y terminamos en uno de los recónditos escondites donde las parejas de estudiantes se iban a demostrar su pasión mutua.
Hurgándonos por aquí y por allá, me deje llevar por el ánimo. Pero mientras mi temperatura aumentaba, pensamientos que reflejaban la cara de Yunho estropearon mi mente rompiendo toda concentración.
—Oye, yo creo que hasta aquí lo dejamos —le dije quitando su mano y subiéndome la bragueta después acomodando el resto de mi ropa.
—Aun no hemos hecho nada como para detenerlo.
—Estoy saliendo con alguien —comente rápidamente.
—¿Y? Qué yo recuerde has salido con muchos y eso no te impedía estar con alguien más.
A poco estuve de decirle que ‘ese’ era el antiguo yo, pero ¿a quién trataba de engañar?, seguía siendo el mismo, y no estaba actuando así porque nació de mí, sino por el miedo a las repercusiones que me traería con cierto mafioso. Por lo que en vez de revelarle, justificarme o algo por estilo, simplemente di vuelta andando de regreso a la cafetería para recoger mi mochila que había dejado a cargo de un compañero y así marcharme de ahí.
Con lo que no contaba es que Hyunjoong tenía otros planes. —Jae, hace bastante ya que no nos tomamos algo juntos, ¿qué te parece si te invito una ronda en el bar que está cerca de aquí?
Esa propuesta supuestamente inofensiva, fue la que origino una imprevista plática –solo de mi parte– donde no podía detenerme de hablar infinidades de frases que con el paso de los minutos se volvieron incoherentes hasta que perdí la conciencia.
Vagamente recuerdo un par de entornos, como el bar, la calle y un taxi, pero en realidad todo aún sigue siendo demasiado confuso para mí. Solo sé que abrí los ojos cuando sentí demasiado movimiento. Me encontraba tendido sobre mi espalda en la habitación que compartía con Yunho y quien estaba justo delante de mí luchando por deshacerse de mi pantalón. Sonreí de medio lado al palmearle la mano. ¡El muy infeliz estaba aprovechándose hasta de mi ebriedad!
—¡Yah tú! ¡Dame un respiro, a lo sumo puedo enfocarte, todo me da vueltas! —proteste tratando de levantarme solo para ser empujado bruscamente a la cama—. Te dije que…
—¡Cállate! —Apretó toscamente mis mejillas con una sola mano haciendo que mi boca se plisara y un amortiguado quejido saliera a través de ella—. ¡¿Vas a seguir diciendo acerca de tus exámenes?! ¡Búscate otro pretexto porque tus amiguitos ya me dijeron que terminaron! —Mis ojos se ensancharon y él en cambio mostro una siniestra sonrisa—. No conforme con mentirme incluso tienes los suficientes para ir a meterte con alguien más. Eres todo un estuche de monerías —mascullo desabrochando lentamente su camisa con una sola mano mientras que con la otra se iba apoyando en su camino a gatas sobre el colchón.
—Yunho —susurre cuando lo tuve sobre mí.
—Inclusive uno de ellos me hizo una tentadora oferta, pero los ménage à trois nunca me han gustado —Relativamente muy poco era lo que yo conocía de francés, pero no hubo ninguna duda en lo que él me dijo, ¿un miserable bastardo se había atrevido a ofrecerle un trío, uno que me incluía?—. Lamentablemente no me encontraba en el humor para atender invitados, por lo que ellos tuvieron que retirarse antes de que yo pudiera darle una respuesta. Así que, ¿serias tan amable de decirle a… —Extendió su mano disponible hasta al borde de la cama y luego sostuvo una tarjeta para que yo pudiera verla después de él hacer lo mismo—, Hyunjoong, que no acepto, pero gracias?
Mi mundo de mentiras se había caído tan fácilmente como se tira a un castillo de naipes, y en mi entendimiento solo podía culpar a ese traidor que acababa de ser nombrado, pero como lo más urgente en ese momento era encontrar soluciones, me apresure a formular una explicación que fue interrumpida antes de siquiera darla.
—Creo que deberías escoger amantes que realmente puedan estar conformes contigo y no necesiten integrar a más personas en la diversión. Aunque dado que ahora estás conmigo, eso anula cualquier búsqueda —De un solo movimiento me quito la camiseta, la falta de delicadeza dejo mi cabello alborotado y algo de incomodidad en mi cuello.
—Él no es ni era mi amante, de hecho no es nada más que un conocido, y entre nosotros prácticamente no pasó nada.
—¿Prácticamente, eh? —pregunto sacando los brazos de su camisa luego precipitándose a deshacerse de su pantalón—. Creí que la palabra castrar te persuadiría, pero veo que no valoras esas partes en ti —Sus dedos se arrastraron hasta la zona en peligro de extinción provocándome una vibración en mi garganta, una de puro temor.
—Yo trate, pero tú debes de saberlo, somos hombres, era de suponer que reaccionara ante las provocaciones, es el instinto del macho —Optando por la compasión o empatía con mi sentir, hable con sinceridad, una idiotez total al estar tratando con un hombre como él, quien raramente sentía o pensaba mas allá de sí mismo.
—¿Qué eres, un semental en celo? Porque entonces no debiste ponerte tan melindroso conmigo, habría atendido tus necesidades desde hace un par de días.
—No, yo aun no estoy listo —confesé casi suplicando pero en lugar de frenarlo parecía darle más ímpetu al despojarme de cada una de las prendas que me cubrían, absolutamente todo salió volando en un milisegundo.
El alcohol que circulaba por mi organismo ejercía un efecto nulo en comparación a la adrenalina que me dejo total y completamente sobrio, expuesto a los escalofríos que Yunho me provocaba. Las palmas de sus manos se desplazaban desde mi cadera hasta el cuello y luego bajaban de nuevo perdiéndose más allá de mi raciocinio.
Alzo una de mis piernas situándola sobre su hombro, el destello de conocimiento broto en mi cabeza así que me prepare a mi mismo para lo que seguiría. Sujete fuertemente las sábanas, encerrando un pedazo de la tela en mis puños al sentir sus dedos fríos estirándome interiormente.
Con eso comprendí que el hacerlo no era lo mismo que el recibirlo, definitivamente lo tendría en cuenta la próxima vez que yo estuviera a cargo de las circunstancias –pensando en que existiera algunas otras en un futuro–.
Aunque el lubricante facilitaba la labor, mi yo emocional y físico necesitaba urgentemente de más lentitud, algo que hiciera más confortable mi sumiso estado. Sabía que pedía imposibles pero aun así se lo hice saber, y como lo había sospechado, él llanamente continuo con el mismo ritmo.
Mis respiraciones se volvieron más pesadas haciéndome perder completamente el control de mi cuerpo, mi pierna que seguía reposando sobre él, de un momento a otro cayó lánguidamente doblándose cuando fue tomada junto con la otra por debajo de las rodillas.
Abriéndose paso sin escatimo, fue como Yunho se unió a mí. El escozor que circuló rápidamente me dejo casi sin habla, oprimí mis ojos cerrándolos conteniendo con ello las lagrimas que se formaron detrás de mis parpados, mis labios permanecían abiertos pero no dejaban escapar ningún sonido puesto que sencillamente mi garganta se había obstruido por el dolor.
Todo había perdido el color, blancas reflexiones me ahogaban hasta que solo una se asentó lo suficiente para captarla: «¡Dios, esto no era exactamente lo que tenía pensado para mi primera vez!».
Mis piernas fueron liberadas permitiéndome ejercer un poco de soporte con la plantas de mis pies mientras los dedos se contraían con cada vaivén de Yunho en mí.
Mi crucial necesidad por morder algo se hizo tan profunda que lo hice con lo primero que tuve a mi alcance, el antebrazo de él. Supe que mis dientes habían apretado demasiado en cuanto libere la piel entre ellos y vi las marcas, inmediatamente espere lo peor, más de lo que ya experimentaba, pero no fue así, Yunho únicamente soltó un ronco gruñido y me miro, no sé que fue exactamente lo que encontré en esa mirada solo recuerdo que fue la que encauzo el deleite que iba construyéndose en mi bajo vientre.
La estrambótica mezcla de pizcas de malestar y goce, revolvían vertiginosamente mi sanidad al punto que ya no comprendía ni yo mismo que era lo que quería, que esto terminara lo más pronto posible o que se prolongara hasta más no poder.
Los innegables signos del clímax empezaron a hacer estragos en mí, mi piel se erizaba al más leve contacto y me era francamente complicado el no mostrar mi delirio. Entonces sentí a Yunho apretarse contra mí tomando mis muñecas y llevándolas arriba de mi cabeza donde las inmovilizo contra la cama.
Su rostro a centímetros del mío se mostraba bañado en el enajenamiento y al igual que yo, con la revolución de emociones recorriéndolo dentro de sí en medio de aquella transitoria euforia. El choque íntimo se avivo hasta que nos envió a ambos a la cima.
Él se dejo caer a un lado mío tomando una larga bocanada de aire y cubriéndose la frente con el dorso de su mano. Yo sintiéndome exhausto y plenamente cohibido –más que nunca antes– di la vuelta sobre mi estomago ocultando mi cara en la almohada, deseando tomar un baño en ese momento pero creyéndome indispuesto para hacerlo.
—Dos minutos —indicó de la nada.
—¿Qué? —pregunte moviendo mis ojos de lado a lado, con el pánico corriendo en mi.
—Aun no es hora de dormir —Como si de un bulto me tratara, me volteo de nuevo sobre mi espalda separando mis piernas con sus tobillos para colocarse también otra vez entre ellas. ¡Maldición, este hombre estaba dando amplias muestras de que no tenía llenadera y era un depredador insaciable! ¡Pero infiernos, yo era primerizo en este rol, y aun sabiendo él eso, no dejaba de ser un desconsiderado!
—¡Yah! ¡Aun puedo sentir el encuentro anterior, estoy cansado con un demonio!
Grite, patalee y me retorcí bajo él, consiguiendo solo cero inmutación y un rastro de besos –mordiscos– y caricias –rozaduras– por donde se le dio la gana. Hablando con sinceridad, admito que no todo fue disgusto, hubo muy gratos instantes pero la forma en la que él absorbía hasta la más mínima gota de energía de mí, era tan extenuante que no me dejaba ni concebir el embelesamiento cuando ya lo tenía profanándome una vez más.
La idea de que esto fuera solo la punta del iceberg en nuestra relación me atrajo el más enorme de los dilemas:
“¿Dónde jodidos había estado mi sentido común cuando acepte estar con él?”
Esa incógnita me la sigo preguntando hasta el día de hoy.

3 comentarios:

  1. jeje pobre Jae y eso que es solo el inicio ^^

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  2. Jajjajaaja debió de tomar mas en serio los Consejos de Junsu. ....
    Solo dosminutos y al ataque.. ...^^

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  3. Jaejoong bien que te gustó, aunque reniegues de ello. Es solo el orgullo lo que te hace tan renuente.

    Gracias!!!

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