Merece salir
engañado el que, al hacer un beneficio, tenía en cuenta la recompensa.
Séneca
Comenzar
a vivir con Jung Yunho había cambiado mi vida 180 grados, en todos los
aspectos, comida, comodidad, economía y bienestar. Tenía todo lo que había
deseado y mucho más, pero entre el exceso estaba el acoso, todo el tiempo en
absolutamente en todos los rincones del departamento, él me asediaba, me
acorralaba insinuando o proponiendo cierto tipo de situaciones indecorosas.
Si
bien como él había prometido, respetó el acuerdo de aguardar hasta que
terminara con mis exámenes en la universidad, pero eso no quitaba que el
martirio psicológico que él me proporcionaba diariamente, me afectara de
sobremanera. Promesas –amenazas– de lo que y como me sucedería.
Por
dar un ejemplo, en una de las noches, me disponía a dar un repaso final para el
examen que tendría al siguiente día, y por supuesto como veníamos haciendo
desde que estábamos oficialmente juntos, compartiríamos la misma cama, el caso
es que, hasta esa fecha, sus avances solo se trataron de aproximaciones o
miradas libidinosas, pero en esa ocasión repentinamente comenzó a moverse
ligeramente hasta quedar pegado a mi costado, yo tumbado sobre mi estomago con
mi libro a la altura de mi cabeza, solo dirigí mi vista a donde él estaba y
resople. Después logre percibir a sus dedos caminando de puntas por debajo de
mi camiseta para dormir, opte por solo moverme un poco más hacia el borde de la
cama pero él de inmediato recorto de nuevo nuestra separación milimétrica.
Empezando a exasperarme, apoye mi codo izquierdo sobre el colchón recargando mi
cabeza en el cuándo me torne para darle la espalda a Yunho.
Por
lo que calculo un par de minutos, logre concentrarme de nuevo en mi lectura,
hasta que una mano surgió desde atrás para desplazarse sobre mi estomago.
—¿Podrías
solo dejarme estudiar con tranquilidad? —le dije alzando la molesta mano
lanzándola lejos de mí, de alguna rara manera ahora me sentía con la seguridad
y derecho para quejarme.
—No
estoy haciendo nada —Naturalmente, a él mis protestas se le resbalaban tan
pronto las escuchaba.
Sacudí
mi cabeza con fastidio intentando buscar la última línea que había leído, justo
cuando la encontré, el caliente aliento en mi nuca mando escalofríos a todas
mis terminaciones nerviosas. No me estaba tocando, pero podía sentir su pesada
mirada en mí y ni hablar de su respiración que alcanzaba a ser percibida por
mis oídos.
—Se
acabo —De un salto tome mi libro y camine directo a la puerta.
—¡Hey!
¿A dónde vas? —me pregunto sentándose con sus piernas estiradas.
—Iré
a otro lado donde pueda estudiar sin interrupciones.
Apenas
si tuve tiempo de darme cuenta que me movía cuando ya estaba de regreso apoyado
en la cabecera con él junto a mí, hombro a hombro.
—Estudia.
Aunque
habló en un tono suave, distinguí el mando en la palabra. Arrugue mi entrecejo
antes de deslizarme un poco desde mi posición y sostener el libro frente a mí.
Por el rabillo de mi ojo, observe que él se quito el reloj y lo coloco dentro
del mueble contiguo a la cama, cuando parecía estar entretenido rebuscando
entre los objetos ahí guardados, yo enfoque mi entera atención de nuevo en la
pagina que sostenía con una de mis manos.
Repitiendo
mentalmente un par de definiciones sobre los tipos de costos, él me tomo
desprevenido al afianzarme de la barbilla girando mi rostro hacia él y
robándome el aire de mis pulmones con el hambriento beso al que me sometió.
Estaba
forzosamente acostumbrándome a ese tipo de actitudes, es decir, a las que él
sin pedir permiso o sin dar indicios, se abalanzaba contra mí y tomaba lo que
podía, más no lo que quería, porque yo con todas mis habilidades de autodefensa
personal, lograba frustrarles sus siniestras perversidades, aunque claro con
cada intento me era más difícil el salir bien librado.
Solté
el libro que aun sujetaba y lleve mis manos hacia sus axilas, mis dedos se
movieron por toda la tela que las cubría y afortunadamente eso basto para que
él alejara sus labios de los míos.
—¡Yah!
¡No puedo concentrarme si tengo que estar alerta para mantener tus manos o
cualquier cosa tuya lejos de mi!
Descaradamente
rodo los ojos y entonces yo supe que si quería permanecer a salvo tenía que
salir de ahí enseguida, porque a ese paso, muy probablemente me atacaría en
cuanto me durmiera. Si, él parecía ser ese tipo de hombre que toma a su antojo,
la inocencia de las personas.
Distraídamente
arrastre mis pies hasta tocar el suelo y luego corrí sin mirar atrás, azote la
puerta detrás de mí inmediatamente adentrándome en la habitación adyacente a
esa. Con mi dedo índice sumí el botón del picaporte para asegurar la puerta y
casi al instante escuche suaves toquidos que se fueron intensificando en
cuestión de segundos.
—¡Abre
ahora mismo Jaejoong! ¡Estoy seguro que no quieres que fuerce hasta conseguir
abrirla por mi cuenta!
—¡Prometiste
que me esperarías! ¡Si rompes tu parte del trato me iré!
Amplié
mis ojos y ore porque no tomara en serio lo que acaba de decirle, porque no
tenía ni media maldita idea de en donde podría dormir si es que no podía
hacerlo ahí.
Al
no escuchar un solo ruido más, me deje resbalar reclinado en la casi lisa
puerta de madera. Permanecí sentado algunos minutos y después me acomode en
posición fetal para dormir. Resulta que el único espacio al que realmente se le
podía llamar habitación era el de Yunho. Ese cuarto donde yo yacía, no tenia
absolutamente nada y gracias a que ese hombre siempre mantenía la temperatura
como si se tratara de un refrigerador, yo moría de frío.
A
la mañana siguiente salí calladamente volteando a mí alrededor, sin topármelo
en el camino abandone el departamento rumbo a mis clases. Sabía que había
tenido mucha suerte, pero que no sería lo mismo cuando llegara a la oficina, y
así fue.
—¿Cómo
te fue en tu prueba?
Sentado
detrás de su escritorio, Yunho me miraba fijamente mientras yo dejaba mis cosas
en el sillón. —Bien —conteste simplemente.
—Ven
aquí —Palmeo la superficie de su escritorio, entrecerré los ojos ante la
invitación y antes de que pudiera negarme, él me regalo una expresión que
incremento mi voluntad en un cien por ciento para que me sentara justo en el
lugar que señalo—. Ayer fui bastante generoso al darte la paz que necesitabas
para estudiar y aun no he recibido un ‘gracias’ de tu parte —Se reclino en el
respaldo de su sillón ejecutivo, subiendo su pierna derecha sobre la rodilla de
la izquierda.
—Creo
que nuestros puntos de vista difieren bastante de lo que exactamente ocurrió
anoche —le respondí con sorna—. Sabemos perfectamente que si yo no tomo las
medidas necesarias quizás ni siquiera habría podido ir hoy a la universidad.
—De
alguna u otra forma me hubiera encargado de que fueras.
Cerré
los ojos cubriendo mi rostro con ambas manos por un momento y luego las coloque
a mi lado aferrándome a la orilla del mueble. —Escucha, un estudiante becado
como yo no puede fiarse de los ‘hubieras’, el apoyo económico que recibo se
basa en hechos y esos son mis calificaciones, si yo llego a bajar de promedio
me meteré en serios aprietos, y el que tú te la pases perverseando a mi
alrededor solo complica más mi situación.
—¿Entonces
que se supone que haga? ¿Qué espere hasta que termines tu jodida carrera?
¡Dios!,
esa posibilidad sonó tan exquisita en mi mente, pero era demasiado pedir para
ese hombre. —Ya te lo había dicho, por lo menos hasta que pasen mis exámenes.
—Tuve que conformarme y sustentarme con la fecha que le había dado.
—¿Y
eso cuando es? —pregunto pasando dos dedos debajo de su mentón.
—En
dos semanas.
—Olvídalo
—siseo y jalo de mi suéter atrayéndome hacia él consiguiendo que le cayera
encima lo que aprovecho para acomodarme sobre su regazo con una de mis piernas
colgando a cada lado suyo—. No creo ni por lo menos poder darte la mitad de ese
tiempo —sentencio cerrando sus brazos alrededor de mi cintura.
—Entonces
hoy mismo empacare.
De
nuevo utilice el mismo ultimátum y él rió al escucharlo, al parecer había
perdido la credibilidad de mis palabras.
—¡Chicos!
—gritó, golpeándome al mismo tiempo en los muslos.
—¿Si
jefe? —Sungmo pregunto en cuanto estuvo dentro de la oficina seguido por otros
cinco hombres más.
—¿Tienes
novia cierto?
—Si
—le respondió luciendo algo atónito, a decir verdad del mismo modo yo me
encontraba porque sospechaba por donde iba su repentino interés por la vida
personal de su empleado.
—¿Después
de cuanto fue que ustedes tuvieron sus queveres?
Como
si se tratara de una bochornosa pesadilla, mis temores se hicieron realidad
haciéndome desear el aunque sea poder estar sobre mis propios pies y no en tan
comprometedora postura.
—Creo
que un poco más de un mes.
—¡¿Qué?!
—Yunho exclamo enderezando su espalda pero sin dejar de retenerme por la
pretina de mi pantalón—. ¿Qué es lo que te tomo tanto tiempo? ¿Acaso no sabias
como hacerlo? ¿O es que no puedes? ¿Siquiera eres hombre?
—Pero
señor, la mujeres ya no son como antes, ahora ellas no se dejan influenciar con
eso de “la prueba del amor”, son tan independientes que si uno insiste
simplemente te cambian por otro —Sungmo intento dar su explicación moviéndose
unos pasos atrás cuando Yunho frunció aun más el ceño.
—¡¿Entonces
me están diciendo que tengo que respetar la decisión de la otra persona?! —Y es
ahí cuando me cuestione ¿él tenía acaso que preguntar algo tan elemental?—. Está
bien, pero no te daré más de dos semanas —Puso sus manos bajo mis oídos
asegurándose de que lo viera.
Solté
un leve resoplido dejando escapar la desvergüenza de su declaración frente a
personas que no tenían necesidad de conocer nuestros asuntos privados, mi
dignidad era como el tapete para que todos pasaran y mis acciones eran
analizadas y conversadas como si fueran un tema del dominio público. Ese si era
realmente un motivo para darle las gracias a Jung Yunho.
Después
de eso las horas comenzaron a evaporarse, y él canturreaba como si fuera la voz
del reloj recordándome cuanto quedaba para que el plazo entre nosotros se
finiquitara. Era como esperar la hora marcada, el fin de una era para mí. Y es
que solo estaba haciéndome el tonto, tenia perfectamente claro que eso iba a
pasar –lo quisiera o no–, pero quería postergarlo, por lo que fuera, miedo,
estupidez o martirio. Mi yo interno se resistía a entregarse tan dócilmente, y
solo estaba pidiéndome tiempo, algo que yo le conseguí por medio de una
mentira. Había amplificado para Yunho la fecha en que mis exámenes concluirían,
pero era algo que requería para prepararme mentalmente y recabar valor.
Desafortunadamente,
mis propias urgencias se habían visto afectadas pasando a segundo término al
tenerlo sobre mí en constante vigilancia. Cada hombre que pasaba activaba mi gaydar, no importaba apariencia ni
procedencia, era como estar en medio del desierto y ver un oasis a tu alcance.
Y lo peor es que me parecía que todos tenían interés en mí, como manjares que
tentaban a mi autocontrol. Mismo que en algún momento se doblegó, permitiendo
los avances de Hyunjoong, un compañero que desde el primer semestre en que nos
conocimos se mostro atraído conmigo, pero como ya lo había mencionado antes,
los activos nunca estuvieron dentro
de mis objetivos, así que nunca nada se dio entre ambos.
Hasta
que en una ocasión después de clases, él me abordó en la cafetería, las cosas
se fueron dando y terminamos en uno de los recónditos escondites donde las
parejas de estudiantes se iban a demostrar su pasión mutua.
Hurgándonos
por aquí y por allá, me deje llevar por el ánimo. Pero mientras mi temperatura
aumentaba, pensamientos que reflejaban la cara de Yunho estropearon mi mente
rompiendo toda concentración.
—Oye,
yo creo que hasta aquí lo dejamos —le dije quitando su mano y subiéndome la
bragueta después acomodando el resto de mi ropa.
—Aun
no hemos hecho nada como para detenerlo.
—Estoy
saliendo con alguien —comente rápidamente.
—¿Y?
Qué yo recuerde has salido con muchos y eso no te impedía estar con alguien más.
A
poco estuve de decirle que ‘ese’ era el antiguo yo, pero ¿a quién trataba de
engañar?, seguía siendo el mismo, y no estaba actuando así porque nació de mí,
sino por el miedo a las repercusiones que me traería con cierto mafioso. Por lo
que en vez de revelarle, justificarme o algo por estilo, simplemente di vuelta
andando de regreso a la cafetería para recoger mi mochila que había dejado a
cargo de un compañero y así marcharme de ahí.
Con
lo que no contaba es que Hyunjoong tenía otros planes. —Jae, hace bastante ya
que no nos tomamos algo juntos, ¿qué te parece si te invito una ronda en el bar
que está cerca de aquí?
Esa
propuesta supuestamente inofensiva, fue la que origino una imprevista plática
–solo de mi parte– donde no podía detenerme de hablar infinidades de frases que
con el paso de los minutos se volvieron incoherentes hasta que perdí la
conciencia.
Vagamente
recuerdo un par de entornos, como el bar, la calle y un taxi, pero en realidad
todo aún sigue siendo demasiado confuso para mí. Solo sé que abrí los ojos
cuando sentí demasiado movimiento. Me encontraba tendido sobre mi espalda en la
habitación que compartía con Yunho y quien estaba justo delante de mí luchando
por deshacerse de mi pantalón. Sonreí de medio lado al palmearle la mano. ¡El
muy infeliz estaba aprovechándose hasta de mi ebriedad!
—¡Yah
tú! ¡Dame un respiro, a lo sumo puedo enfocarte, todo me da vueltas! —proteste
tratando de levantarme solo para ser empujado bruscamente a la cama—. Te dije
que…
—¡Cállate!
—Apretó toscamente mis mejillas con una sola mano haciendo que mi boca se
plisara y un amortiguado quejido saliera a través de ella—. ¡¿Vas a seguir
diciendo acerca de tus exámenes?! ¡Búscate otro pretexto porque tus amiguitos
ya me dijeron que terminaron! —Mis ojos se ensancharon y él en cambio mostro
una siniestra sonrisa—. No conforme con mentirme incluso tienes los suficientes
para ir a meterte con alguien más. Eres todo un estuche de monerías —mascullo
desabrochando lentamente su camisa con una sola mano mientras que con la otra
se iba apoyando en su camino a gatas sobre el colchón.
—Yunho
—susurre cuando lo tuve sobre mí.
—Inclusive
uno de ellos me hizo una tentadora oferta, pero los ménage à trois nunca me han gustado —Relativamente muy poco era lo
que yo conocía de francés, pero no hubo ninguna duda en lo que él me dijo, ¿un
miserable bastardo se había atrevido a ofrecerle un trío, uno que me incluía?—.
Lamentablemente no me encontraba en el humor para atender invitados, por lo que
ellos tuvieron que retirarse antes de que yo pudiera darle una respuesta. Así
que, ¿serias tan amable de decirle a… —Extendió su mano disponible hasta al
borde de la cama y luego sostuvo una tarjeta para que yo pudiera verla después
de él hacer lo mismo—, Hyunjoong, que no acepto, pero gracias?
Mi
mundo de mentiras se había caído tan fácilmente como se tira a un castillo de
naipes, y en mi entendimiento solo podía culpar a ese traidor que acababa de
ser nombrado, pero como lo más urgente en ese momento era encontrar soluciones,
me apresure a formular una explicación que fue interrumpida antes de siquiera
darla.
—Creo
que deberías escoger amantes que realmente puedan estar conformes contigo y no
necesiten integrar a más personas en la diversión. Aunque dado que ahora estás
conmigo, eso anula cualquier búsqueda —De un solo movimiento me quito la
camiseta, la falta de delicadeza dejo mi cabello alborotado y algo de
incomodidad en mi cuello.
—Él
no es ni era mi amante, de hecho no es nada más que un conocido, y entre
nosotros prácticamente no pasó nada.
—¿Prácticamente,
eh? —pregunto sacando los brazos de su camisa luego precipitándose a deshacerse
de su pantalón—. Creí que la palabra castrar te persuadiría, pero veo que no
valoras esas partes en ti —Sus dedos se arrastraron hasta la zona en peligro de
extinción provocándome una vibración en mi garganta, una de puro temor.
—Yo
trate, pero tú debes de saberlo, somos hombres, era de suponer que reaccionara
ante las provocaciones, es el instinto del macho —Optando por la compasión o
empatía con mi sentir, hable con sinceridad, una idiotez total al estar
tratando con un hombre como él, quien raramente sentía o pensaba mas allá de sí
mismo.
—¿Qué
eres, un semental en celo? Porque entonces no debiste ponerte tan melindroso
conmigo, habría atendido tus necesidades desde hace un par de días.
—No,
yo aun no estoy listo —confesé casi suplicando pero en lugar de frenarlo
parecía darle más ímpetu al despojarme de cada una de las prendas que me
cubrían, absolutamente todo salió volando en un milisegundo.
El
alcohol que circulaba por mi organismo ejercía un efecto nulo en comparación a
la adrenalina que me dejo total y completamente sobrio, expuesto a los
escalofríos que Yunho me provocaba. Las palmas de sus manos se desplazaban
desde mi cadera hasta el cuello y luego bajaban de nuevo perdiéndose más allá
de mi raciocinio.
Alzo
una de mis piernas situándola sobre su hombro, el destello de conocimiento
broto en mi cabeza así que me prepare a mi mismo para lo que seguiría. Sujete
fuertemente las sábanas, encerrando un pedazo de la tela en mis puños al sentir
sus dedos fríos estirándome interiormente.
Con
eso comprendí que el hacerlo no era lo mismo que el recibirlo, definitivamente
lo tendría en cuenta la próxima vez que yo estuviera a cargo de las
circunstancias –pensando en que existiera algunas otras en un futuro–.
Aunque
el lubricante facilitaba la labor, mi yo emocional y físico necesitaba
urgentemente de más lentitud, algo que hiciera más confortable mi sumiso
estado. Sabía que pedía imposibles pero aun así se lo hice saber, y como lo
había sospechado, él llanamente continuo con el mismo ritmo.
Mis
respiraciones se volvieron más pesadas haciéndome perder completamente el
control de mi cuerpo, mi pierna que seguía reposando sobre él, de un momento a
otro cayó lánguidamente doblándose cuando fue tomada junto con la otra por
debajo de las rodillas.
Abriéndose
paso sin escatimo, fue como Yunho se unió a mí. El escozor que circuló
rápidamente me dejo casi sin habla, oprimí mis ojos cerrándolos conteniendo con
ello las lagrimas que se formaron detrás de mis parpados, mis labios
permanecían abiertos pero no dejaban escapar ningún sonido puesto que
sencillamente mi garganta se había obstruido por el dolor.
Todo
había perdido el color, blancas reflexiones me ahogaban hasta que solo una se
asentó lo suficiente para captarla: «¡Dios,
esto no era exactamente lo que tenía pensado para mi primera vez!».
Mis
piernas fueron liberadas permitiéndome ejercer un poco de soporte con la
plantas de mis pies mientras los dedos se contraían con cada vaivén de Yunho en
mí.
Mi
crucial necesidad por morder algo se hizo tan profunda que lo hice con lo primero
que tuve a mi alcance, el antebrazo de él. Supe que mis dientes habían apretado
demasiado en cuanto libere la piel entre ellos y vi las marcas, inmediatamente
espere lo peor, más de lo que ya experimentaba, pero no fue así, Yunho
únicamente soltó un ronco gruñido y me miro, no sé que fue exactamente lo que
encontré en esa mirada solo recuerdo que fue la que encauzo el deleite que iba
construyéndose en mi bajo vientre.
La
estrambótica mezcla de pizcas de malestar y goce, revolvían vertiginosamente mi
sanidad al punto que ya no comprendía ni yo mismo que era lo que quería, que
esto terminara lo más pronto posible o que se prolongara hasta más no poder.
Los
innegables signos del clímax empezaron a hacer estragos en mí, mi piel se
erizaba al más leve contacto y me era francamente complicado el no mostrar mi
delirio. Entonces sentí a Yunho apretarse contra mí tomando mis muñecas y
llevándolas arriba de mi cabeza donde las inmovilizo contra la cama.
Su
rostro a centímetros del mío se mostraba bañado en el enajenamiento y al igual
que yo, con la revolución de emociones recorriéndolo dentro de sí en medio de
aquella transitoria euforia. El choque íntimo se avivo hasta que nos envió a
ambos a la cima.
Él
se dejo caer a un lado mío tomando una larga bocanada de aire y cubriéndose la
frente con el dorso de su mano. Yo sintiéndome exhausto y plenamente cohibido
–más que nunca antes– di la vuelta sobre mi estomago ocultando mi cara en la
almohada, deseando tomar un baño en ese momento pero creyéndome indispuesto para
hacerlo.
—Dos
minutos —indicó de la nada.
—¿Qué?
—pregunte moviendo mis ojos de lado a lado, con el pánico corriendo en mi.
—Aun
no es hora de dormir —Como si de un bulto me tratara, me volteo de nuevo sobre
mi espalda separando mis piernas con sus tobillos para colocarse también otra
vez entre ellas. ¡Maldición, este hombre estaba dando amplias muestras de que
no tenía llenadera y era un depredador insaciable! ¡Pero infiernos, yo era
primerizo en este rol, y aun sabiendo él eso, no dejaba de ser un desconsiderado!
—¡Yah!
¡Aun puedo sentir el encuentro anterior, estoy cansado con un demonio!
Grite,
patalee y me retorcí bajo él, consiguiendo solo cero inmutación y un rastro de
besos –mordiscos– y caricias –rozaduras– por donde se le dio la gana. Hablando
con sinceridad, admito que no todo fue disgusto, hubo muy gratos instantes pero
la forma en la que él absorbía hasta la más mínima gota de energía de mí, era
tan extenuante que no me dejaba ni concebir el embelesamiento cuando ya lo
tenía profanándome una vez más.
La
idea de que esto fuera solo la punta del iceberg en nuestra relación me atrajo
el más enorme de los dilemas:
– “¿Dónde jodidos
había estado mi sentido común cuando acepte estar con él?” –
Esa
incógnita me la sigo preguntando hasta el día de hoy.
jeje pobre Jae y eso que es solo el inicio ^^
ResponderBorrarJajjajaaja debió de tomar mas en serio los Consejos de Junsu. ....
ResponderBorrarSolo dosminutos y al ataque.. ...^^
Jaejoong bien que te gustó, aunque reniegues de ello. Es solo el orgullo lo que te hace tan renuente.
ResponderBorrarGracias!!!