Memorias de un mafioso: Capítulo 1

Tan solo estaba explorando los límites de la realidad. Tenía curiosidad por ver qué pasaría. Eso era todo: simple curiosidad.
Jim Morrison

¡Yah! ¿No te dije que mantuvieras tus manos solo sobre mí? ¡Tú y yo, hemos terminado!
Junsu, mi novio en ese entonces, muchas veces me advirtió que una jugada chueca de mi parte y éramos historia, pero el problema es que a mí la naturaleza me doto con amor extra, así que no puedo evitar dárselo a toda persona que parezca necesitarlo –incluso si no lo piden– además, siempre he sido adepto a las investigaciones, tal vez también naci con excedente de curiosidad, el punto es que de pronto tuve una incertidumbre –¿el sexo casual, sería tan bueno como el monógamo?– el hecho es que si, solo que tuve que comprobarlo en carne propia, porque uno no aprende en cabeza ajena.
Tal vez ustedes piensen que eso no es curiosidad sino moral distraída, y posiblemente tengan razón pero desde el fondo de mi corazón juro que hago las cosas sin malas intenciones.
De alguna manera mi investigación de campo había llegado a oídos de Junsu, lógicamente esto le desagrado por completo y me mando a volar. Y yo nunca he sido de los que imploran por una segunda oportunidad en una relación, porque si no se pudo… pues no se pudo. Pero Junsu era un chico totalmente diferente a otros además de que llevaba bastante tiempo con él, era la primera vez que tenía un noviazgo estable y no me parecía justo que por mi curiosidad, lo de nosotros terminara. Por eso me convertí en su acosador con tal de conseguir su perdón, durante casi un mes el mandarle constantes mensajes de texto donde me insultaba y denigraba a mí mismo, se volvió un ritual para mí.
Hasta que un día, llegando a la universidad –donde ambos estudiábamos– escuche los murmullos de los demás estudiantes, hablaban con emoción sobre un auto, y yo obviamente me acerque para saber también de que trataba el asunto.
El hecho de ver descender a Junsu del vehículo no me dejo tan anonadado como el de ver al tipo que venía conduciéndolo. Porque oh Dios mío, el tipo era exactamente como la encarnación de una mezcla de los mejores modelos en mis fantasías eróticas, era el segundo chico más guapo que había visto en toda mi vida.
De inmediato una nube rosa me elevo por los cielos ante la gloriosa imagen que tenía frente a mis ojos, cuando fugazmente pude notar que la figura varonil se acercaba a mí, ¿hacia mí?, ¡venía directo hacia mí!
—¿Tú eres el que ha estado molestando a Junsu? —Él me dijo.
—¿Qué? —Atine a contestar.
Sin previo aviso, un golpe en mi mandíbula me mando directamente al asfalto. Y fue ahí cuando concluí que también era el segundo chico con el puño más pesado que me había golpeado nunca.
—¡Si te vuelves a acercar a Junsu te aseguro que será la última vez que te acerques a cualquiera! —Su amenaza sonó tan sincera que casi pude ver la palabra ‘muerte’ sobre sus ojos.
Cuando estaba a punto de darse vuelta e irse –dejándome noqueado en el pavimento– Junsu se acerco colocando una mano sobre su hombro hablando mientras me miraba con lo que yo podría considerar, una expresión escalofriante.
—¿Por qué no le das trabajo en tu oficina? Esa sería una buena forma de mantener un ojo sobre él. Además es un… hombre —Recorrió sus ojos sobre mi cuerpo, ¿acaso no le constaba ya mi genero?—, dijiste que las mujeres renunciaban rápido y él es bueno en los quehaceres.
—¿En serio? —El hombre me miro colocando una mano en su barbilla como si estuviera estudiándome.
—¿Qué dices Jaejoong? ¿Harías eso por mí? —Junsu me pregunto dándome su típico gesto que me hacía imposible decir ‘no’.
A partir de ese día conseguí trabajo, y dada mi situación precaria yo realmente sentí que me venía como anillo al dedo el tener uno, pero no contaba con los tipos con los que tendría que tratar, más bien, el lugar donde tendría que laborar.
La oficina superficialmente era como cualquier otra, pero toda la gente hablaba de su reputación dudosa, en sí, ellos –los demás empleados– se referían a esta como un sitio donde se proporcionaba dinero a todo aquel en necesidad, pero seamos sinceros, diciéndolo de esa manera todo mundo pensaría que se trata de una institución caritativa, y este no era el caso. La realidad es que ahora trabajaba para una empresa prestamista, la cual se decía estar asentada bajo todas las normas de la ley –cosa que a mí no me consta– aunque a simple vista el personal tenía más pinta de mafiosos que de agentes financieros.
Yo ahí fungía de todo –es decir, del mil usos– principalmente me encargaba de la limpieza, algunas veces era el chico de los mandados –de comida principalmente– y otras hasta consejero emocional. De cierta forma estos hombres eran buenas personas, si tenían facha de malhechores pero debajo de eso, eran buenos seres humanos. Aunque a veces me sobrecargaban con sus peticiones.
—¿Jaejoong? —Cada vez que escuchaba mi nombre colocaba una amable sonrisa fingida en mi rostro antes de voltear, esa no fue la excepción.
—¿Si?
—Tráeme un café americano —ordeno.
—Y a mí una cerveza —menciono otro hombre parado junto a él.
—Enseguida —respondí—, ¿no quieren algo para acompañar sus bebidas? —Y así como siempre yo me ofrecía de más.
—Oh eso sería perfecto, consigue lo que creas conveniente.
Esto era casi una rutina diaria para mí, después de mis clases, pasaba ahí el resto del día. Hasta cierto punto todo era tolerable, ya que siempre he sido rápido al cumplir con mis obligaciones, era capaz de completar todo lo que me pedían que hiciera más aparte darme tiempo para mis tareas escolares. Cuando mencione lo de ‘hasta cierto punto’ fue por lo que sucedía con frecuencia, sino es que todas las noches.
Esto se reducía solo a un hecho, dpa –demostración pública de afecto– por parte de Kim Junsu –mi ex– y Jung Yunho –el resplandeciente gánster mayor–. Y yo no entendía por qué de entre todos los lugares donde ellos podían demostrase su “simpatía” elegían precisamente aquel donde me encontraba yo.
—Uhm, me tengo que ir —Recogí mis cosas comenzando a guardarlas en mi mochila.
—¿Por qué? ¿Tienes algo que hacer? —Junsu me pregunto despegándose de Yunho pero aun sobre su regazo—. ¿Te quedaste de ver con alguien?
—Yo… no, es solo que tengo tarea que hacer —Mentí.
—Entonces hazla, no veo por qué no puedas hacerla aquí ¿a ti te molesta Yunho?
—En absoluto —le contesto.
—Ves, tú solo sigue con lo tuyo —Yo más bien creo que esa frase iba para él, porque en cuanto lo dijo ÉL fue quien volvió su atención al cuerpo que le servía de silla.
No es que yo me hiciera el mojigato, muchas veces incluso había sido participe de escenas como esa, pero en lugares donde no habían testigos –mucho menos mis antiguos amantes– en cambio a ellos mi incomodidad les valía un quinto, la prueba era la gran cantidad de sonidos obscenos que llenaban el espacio, que aunque era amplio, lo cubrían a la perfección.
Yo definitivamente no podía seguir escuchando como mi jefe se devoraba –en mi presencia– al que solía ser mi pareja.
—Señor —los interrumpí.
—¡¿Qué?! —Él hablo con un tono demasiado molesto para mi tranquilidad.
—Ter…Termine m…mi tarea ¿Puedo irme ya?
—¡Lárgate si eso es lo que quieres! —grito.
Y yo solo hice lo que un hombre inteligente hubiera hecho en ese momento, agachar la cabeza e irse.
Entre mis estudios, mi trabajo y mi seguridad, no tenía más tiempo para mí, ni para una salida ocasional con algún tipo caliente, estaba llegando al límite por mi libido acumulado que en cualquier momento explotaría y en el peor de los casos podría hacerme terminar enredado entre las sábanas con quien sabe quién. En mi defensa, puedo decir que soy muy selectivo en cuanto a hombres se refiere, no me meto con cualquiera y tampoco soy promiscuo, digamos que solo tengo una vida sexual plena.
Pero últimamente a todo lo que le ‘echaba el ojo’ resultaba ser hetero. Tantos ejemplares bellos rondando por las calles de la ciudad y ninguno de ellos cumplía mis requisitos. Mi vida en un pestañear se había vuelto solitaria. Quizás este era el motivo por el que Junsu consiguió introducirme al mundo de la mafia. Matar al semental dentro de mí.
Conforme los días fueron transcurriendo yo me fui aclimatando a mi nuevo ambiente, incluso podría decir que llegue a sentir a los chicos con los que trabajaba como de mi familia. Pero la serenidad no puede ser eterna, por eso no era de extrañar que Jung Yunho fuera quien perturbara mi paz efímera.
—Ya ha pasado bastante desde que te uniste a nosotros, a partir de mañana serás un cobrador —hablo al mismo tiempo que encendía con habilidad el cigarro en su boca.
—Pero yo no soy uno de ustedes —Al parecer lo que dije no fue lo que realmente el hombre quería escuchar, eso lo dejo bastante claro al golpear la superficie de su escritorio con su puño—. Ok, lo hare —me rectifique.
—Puedo incluso aumentar tu sueldo —Oh, dulces palabras para mis oídos—, pero —Siempre existía un ‘pero’—, si no consigues el dinero, tu cuerpo ya no necesitara respirar.
—¿Eh?
—A dos metros bajo tierra, inclusive el aire no será capaz de llegar a tus pulmones.
—¡Lo conseguiré señor, sin duda lo lograre! —afirme con efusividad.
De pronto todos empezaron a rodearme y darme palmadas de confort como si estuviera recibiendo el pésame de mi propia muerte. Sin duda estos tipos no tenían idea de cómo subirle el ánimo a una persona. Pensé en que debería sencillamente desaparecer de Seúl –tal vez del país– y aunque sinceramente huir del problema sonaba bastante tentador a quien engañaba, hacer eso solo me acarrearía más problemas. Una bola de nieve que se haría más y más grande hasta aplastarme.
Al día siguiente me desplace por las calles hasta encontrar la dirección del primer cliente en mi lista de morosos –muy larga, cabe destacar–. Era un lugar bastante módico, francamente me parecía increíble que un negocio como ese pudiera deber una cantidad tan exorbitante que ni en mis sueños más disparatados hubiera visto. El taller mecánico debía una suma tan grande que cubriría –sin ningún escatimo– todas mis necesidades básicas por lo menos por los próximos veinte años.
Ingrese en el establecimiento topándome al instante con miradas confusas y ¿temerosas?
—Perdón, busco a…
—¡Lo siento! —Un hombre de edad avanzada me interrumpió corriendo hacia mí e inclinando su cuerpo en reverencia—. Planeábamos pagar nuestra deuda este mes pero no hemos tenido los suficientes ingresos para ello —Se hinco y coloco las palmas de sus manos sobre sus rodillas—, solo obtuvimos el dinero apenas suficiente para alimentar a nuestras familias —Su aspecto demacrado era tan lastimero para mis ojos que tuve que desviar mi vista—. Si pudieran darnos un par de semanas más, prometo conseguir a como dé lugar el dinero para pagar.
Este hombre removió la compasión en mi interior, santos cielos era un honesto hombre trabajador que hacia lo que podía para llevar el pan a su casa. Pero yo tenía una contundente amenaza sobre mis hombros, un hombre que a menos de que le llevara su dinero, me aplicaría un castigo –y no de la clase placentera– él me quitaría la vida.
—¡Por favor! ¡Se lo ruego! —Este señor me tenía contra la espada y la pared.
—Bien —dije.
—¡Gracias, muchas gracias! —Se puso de pie y volvió a inclinarse frente a mí.
—Su pago debe ser hecho para el final del mes.
—Así se será, lo juro.
Agh, es tan reconfórmate cuando uno hace el bien, ese hombre lo único que necesitaba era un poco más de tiempo, un par de días mas no le hacía daño a nadie, sobre todo si se trata por caridad humana. Es una lástima que no todo el mundo mirara esto desde la misma perspectiva que yo, en especial mi jefe –alias the hot devil– quien me dijo que yo podía manejar el asunto como quisiera pero tuviera en claro que tenía un tiempo límite y yo no contaba con prorrogas.
Cuando se dio la fecha, volví al taller y el hombre me imploro por más días. Y no es que yo no quiera dárselos pero un mafioso prácticamente había dado órdenes de construir mi ataúd. La sensibilidad ha sido una de mis grandes debilidades, poca gente lo sabe, pero todo mundo sale beneficiado de ello. Así que haciendo gala de esto, le concedí las dos semanas que me pidió, aunque el reloj mental en mi cerebro estaba a punto de marcar la hora de mi aniquilación.
Pasaron los catorce días y el señor me suplico por más tiempo, esta vez me rehusé, pero luego me hablo acerca de uno de sus hijos al que tendría que sacar de la escuela y sobre la enfermedad de su esposa, irremediablemente cedí de nuevo. La educación es la base del futuro de nuestro país y tampoco podía permitir que unas criaturas inocentes –los hijos del hombre– se quedaran sin su madre, yo sabía exactamente lo que era eso.
Mis múltiples preocupaciones estaban acabando con mi fuerza, sentía que estaba siendo estirado de ambos lados y que en cualquier instante mi cuerpo se trozaría en dos.
—Eres un estúpido, tan inocente como siempre —Junsu me dijo—, ese hombre solo está jugando a ser un miserable que no cuenta con un solo won.
—¿Qué?
—Solo se está sirviendo de tu idiotez para evadir su responsabilidad.
Correcto, en un mundo justo, obtendría una medalla por el buen ser humano que era pero en uno real esto es lo que conseguía, ser insultado por mi ex amante y por el cual hacia ese maldito trabajo que aborrecía con todo mi ser.
Como estaban las cosas, detenerme a discutir esto con él no serviría de nada, tenía otros asuntos más urgentes que atender como era el probar que el hombre no estaba burlándose de mí. Porque yo soy en extremo habilidoso para conocer a las personas con una simple mirada. Y ese buen hombre definitivamente no me estaba engañando.
Una hora después la realidad golpeo mi cara, pero el que alguien abuse de tu confianza no quiere decir que no tenga el toque para reconocer a la gente ¿o sí? Solo porque un bastardo sin corazón utilice mis buenos sentimientos para su propio beneficio no me hace un imbécil ¿verdad?
Acababa de escuchar una plática sumamente interesante en el momento en que llegue al negocio de ese cretino. El tipo estaba podrido en dinero, y cuando digo podrido hablo de una asquerosa putrefacción de montones de wons y estaba haciendo alarde de ello con sus empleados. Vivazmente había logrado transferir sus fondos a sus parientes –entre ellos su “moribunda” esposa– y pretendía declararse en bancarrota para así no pagar ni un céntimo de su deuda.
El acabos fue cuando relato con mofa el cómo había logrado engañar al ‘idiota’ que enviaron para cobrarle, y ese ‘idiota’ no podría ser otro que yo –aunque me duela admitirlo–.
Quiero que esto quede muy claro, podrá un imbécil burlase de mi a mis espaldas pero nunca frente a mis narices. Utilice mi indudable enojo como potencia para patear la puerta y abrirla lo más escandaloso que pudiera resultar.
Como era de esperar, ninguno de los presentes lo esperaba así que los agarré con la guardia baja –factor a mi favor– palidecieron genuinamente –quiero creer– ante mi presencia.
—¡Tiene tres días para entregar el total de su adeudo en nuestras oficinas, si no se presenta, sus suplicas serán ahogadas por los kilos de tierra que cubrirá su féretro! —le advertí antes de irme tan rápido como entre.
Está bien, utilice el ultimátum de alguien más, pero al fin y al cabo el resultado es lo que cuenta, y créanme ese hombre se la pensaría dos veces antes de tratar de verle la cara a Kim Jaejoong. Esa tarde regrese eufórico a la empresa, y con plena seguridad le dije a mi jefe que en breve tendría el dinero en sus manos.
Obviamente no me creyó, pero yo le demostraría a él y a cuanto pudiera, que conmigo no se juega y que cuando alguien llega al tope de mi paciencia recibiría todo el peso de mi odio y venganza –por muy débil que esta fuera–.
Contaba las horas para que el plazo se venciera, ansiaba el momento en que el sujeto llegara y bajara su cabeza aceptando el fracaso de su nefasto plan. ¿Qué pretendía? ¿Salir airoso de esta situación dejándome toda la responsabilidad a mí? ¿A mí que no hice nada más que mostrarle piedad? El sí que era un individuo deplorable.
Pensando en las múltiples tácticas que emplearía en caso de que el tipo no se presentara, paso desapercibido el sonido de la puerta hasta que vi a Junsu de pie delante de mí.
—¿Y los demás? —pregunto al verme completamente solo.
—Creo que están ocupados en sus usuales rondas —le respondí sin mas.
—Oh.
Desde que conocí a Junsu nunca había tenido un momento tan incomodo como el que tenía en ese instante. La distancia entre nuestros cuerpos no era tan grande como la que separaba nuestras almas, ya nada era igual a como solía ser cuando estábamos juntos.
—Escuche que prometiste entregar el dinero en unos días —menciono—, espero que tengas un plan b, quiero decir, en caso de que algo salga mal.
Oh, ¿Junsu estaba preocupado por mi? ¿Junsu no me odiaba? ¡Sí! que felicidad. Puedo aceptar la indiferencia de las personas que me importan pero no su desprecio. Fue grandioso saber que él aun seguía teniendo algo de afecto por mí. Pensé que tal vez esta era la perfecta oportunidad para hablar con él sobre lo que me venía preocupando desde hacía un tiempo.
—¿El jefe te trata bien? —le solté.
—Uhm, bueno, teniendo en cuenta que no es una zorra como cierta gente que conozco —Esa ‘cierta gente’ sonó a indirecta para mí—, y que es millonario, atractivo además de tener el cuerpo de un dios griego, supongo que no tengo de que quejarme.
—¿De verdad? —Lo que acababa de decir, ¿realmente era cierto?, oh diablos yo quería saber eso.
—¿Qué?
—¿De verdad tiene el cuerpo de un dios griego? —Moría por confirmar lo que mi cerebro ya sospechaba.
—¡Yah! ¿Eso es todo lo que te preocupa? Tú sigues siendo tan.
No sé con exactitud como su línea iba a concluir pero supongo que algo no muy bonito saldría de su boca cuando la puerta se abrió. Ambos dirigimos nuestra atención hacia ella, para nuestra sorpresa se trataba del hombre comadreja –el bastardo sin corazón– no podía creer que había decidido presentarse –por su propia voluntad– antes de que pasaran los días que le di. Quizás el miedo que le suministre fue tan grande que no lo dejaba vivir en paz.
—Espero que tenga el dinero —le dije con firmeza.
—Traigo algo mejor.
Antes de poder digerir sus palabras observe como Junsu voló proyectado hacia la pared por el repentino golpe que el hombre le dio en su rostro. Su hermoso rostro acababa de ser dañado por una de sus sucias manos. ¡Ese maldito me las pagara!, grite en mi interior con todas mis fuerzas.
—¿Cómo se atreve un mocoso como tú a tumbar el plan al que le he dedicado tanto cuidado y tiempo? —me pregunto como si tuviera algún derecho siquiera de cuestionarme—. ¡Si yo caigo, tú caerás conmigo!
Después de oír eso comencé a ver todo a mí alrededor moverse, pero no es que me mareara, sino que estaba corriendo por toda la habitación, corría por mi vida, porque ese infeliz me perseguía empuñando en alto un cuchillo que tentadoramente apuntaba hacia mí.

3 comentarios:

  1. waa en verdad me encanta... si de por si ell manga me encanto... este fic version YunJae Me fascina!! ^^

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  2. Investigación de campo hahahahaha que bonita forma de adornar la infidelidad.. ...en serio Junsu.. ..mi mente no me permite imaginar al Jaesu en una relación amorosa. ...puede con el Jaechun hasta el Jaemin pero Jaesu? Lo bueno que Jae no Martí su relación ......jajajaja pero Jaejoongie es un sin vergüenza.. ..acosando a Junsu y en cuanto ve al Dios griego que lo acompaña se olvida de Su.. hahaha este hombre piensa con el livido......
    No puedo creer que haya parado con mafiosos.. ...es que no conoce la prudencia.. ..no se si es valiente o .....bueno, mi Jae siempre ha sido aventurero.. ..Ne?
    Me gusta mucho el Prefacio y este primer capitulo me gustaron.. ...a exepcion de imaginarme la lengua de Junsu el la calida boca de Yunho.. ..ufff ese puesto es de Jae.. ..aunque Yunho aun no se interesa por el.. ....tal vez Jae lo seducira , Junsu ya le digo el cuerpo etereo que posee.. .jajaja se lo va a quitar.. ...
    Thanks ^^

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  3. Jajaja... el que iba a imponer miedo para que paguen, corre por su vida por el supuestamente deudor,

    Gracias!!!

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